Mi agradecimiento al equipo de Fonoteca Poesía por este regalo de Navidad y a mi amigo Gregorio; además me hace ilusión estar en la sección de poesía sevillana.
¡Feliz Navidad! Que disfruten estas fiestas con salud, alegría y cariño, a pesar de todo.
El día de mi cumpleaños, es decir, el 16 de diciembre, se publicó en «Estado crítico» la magnífica reseña de Elena Marqués Núñez a mi poemario «Las ventanas del tiempo», titulada Aunque no somos eternos: una lectura aguda, acertada, profunda y hermosa. Me alegra que piense que voy creciendo en mi poesía, ella también va a más como crítica literaria y novelista ( y porque no se anima con la poesía, a pesar de nuestros ruegos). «La casa» es su última novela, publicada en este año 2022. Muy agradecida por esta reseña escrita con tanto cariño y a la revista «Estado crítico». Para quienes quieran leerla :
Les comparto la revista literaria bimestral En Sentido Figurado, disfrútenla tanto como nosotros.
Viene cargada de regalos literarios : entrevistas, artículos, relatos y microrrelatos, poesía, reseñas, cine… y mi reseña al hermoso libro «El secreto de Zenobia» de Rocío Fernández Berrocal ( página 31 a 34).
Además, la reseña de Florencio Luque a mi reciente poemario «Las ventanas del tiempo» ( página 37).
Por única ocasión la descarga será vía #Dropbox en esta liga
Muchas gracias por leernos un año más. Y mi enorme agradecimiento al Consejo Editorial por ofrecerme su casa y a Florencio Luque por su lectura y sus palabras.
La profesora titular del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada y crítica literaria- abreviando mucho su extendido currículum- Remedios Sánchez García, editora además de la poesía completa de la poeta granadina Mariluz Escribano Pueo ( 1935-2019) y quien ha realizado el detallado y brillante prólogo que la precede, nos hablará de la poesía de Mariluz Escribano en dos sesiones: miércoles 14 de diciembre a las 19 horas y 18 de enero a la misma hora, ambas por Meet.
Mariluz creció en el bando de los vencidos, lamentablemente asesinaron a su padre en 1936, cuando ella contaba con tan solo un año de edad, destituyeron a su madre de sus labor de docente y, desposeída de todo patrimonio, tuvieron que exiliarse al norte (Palencia) hasta que Luisa Pueo fue absuelva en el expediente abierto contra ella por simpatizante de izquierdas, Mariluz tendría 4 años cuando regresa a Granada ; aunque su madre intentó por todos los medios ocultarle estos acontecimientos y evitarle el odio.
Mariluz simultanea estudios de Magisterio ( al igual que sus padres) con los de Filosofía y Letras, especialidad de Geografía e Historia. Se casa y vive en Jerez de la Frontera, en Estados Unidos un año y medio, para regresar a Granada en 1967. Fue Catedrática de la Lengua y la Literatura desde 1987 hasta su jubilación. Muere trágicamente su marido en un accidente en 1985 y se queda sola con cinco hijos. Tuvo una productiva labor como columnista en los periódicos, ejerciéndola con conciencia crítica, llegando a publicar -el 8 de marzo de 1970- su controvertido artículo , «No nos debes nada, Federico». Ejerció siempre un intenso activismo cívico. A los 35 años empieza a escribir poesía. Indica Remedios Sánchez que la suya es la voz de los vencidos, de la memoria histórica, del compromiso con la verdad y con la defensa de la paz y la justicia, pero no una paz que se sostenga en el olvido o el silencio. No será hasta 1991 cuando se publique Sonetos del alba, con 57 años. Esta publicación tardía la sitúa fuera de su generación ( la llamada «Promoción del 60″), como a otras muchas escritoras. Y tampoco, ni temática ni formalmente, se ajusta su escritura a corriente poética alguna: » Ser poeta, para mí, es implicarse en la realidad cotidiana, empezando con la de una misma, una forma de ser y de estar en el mundo. Y puedo hacerlo, porque desde siempre escribo desde mi libertad, como quiero y cuando quiero, porque nunca he buscado nada más que responder a una inquietud que vive dentro de mí. Al margen de corrientes estéticas y de grupos, yo soy un verso libre», declara Mariluz.
Mariluz puede representar perfectamente a todas las mujeres, y a todas las escritoras, de su época. La mujer perdió muchos derechos y libertades con el régimen franquista, la ley nos retrocedió muchísimo. En su poema «Canción de la afirmación» destaca Remedios la voluntad de afirmación de la autora como mujer , su voluntad de recuperar la memoria de todos aquellos asesinados, así como la voluntad de comprometerse con la sociedad de su tiempo. Como ha ocurrido con el cuerpo de Federico García Lorca, tampoco hallaron el de Agustín Escribano, padre de Mariluz, tal como se indica en un poema.
Remedios distingue varias etapas en la poesía de Mariluz. La primera de ella, más clasicista en lo formal , la constituyen : Sonetos del alba, (1991), Desde un mar de silencio (1993), Canciones de la tarde (1995).
Su segunda etapa se inicia con Umbrales de otoño (2013), en la que predomina el compromiso sociohistórico, la reconstrucción de la memoria colectiva en torno a la Guerra Civil, centrándose en la figura de la madre y del padre, en los recuerdos de su infancia. Ya se había aprobado la Ley de Memoria Histórica y se empieza a entender mejor la escritura de esta autora. Seguramente ella consideraría que era el momento oportuno de sacar a relucir la verdad y de profundizar en nuestro trágico pasado, pues en la Transición estaban las heridas demasiado candentes, y opinaba que la sociedad debía conocer y saber para no volver a repetir la misma historia, describir el pasado desde el presente con la intención de desvelar una memoria que construya un futuro de paz y de memoria. Aquí se integra igualmente El corazón de la gacela (2015) , en el que habla desde su yo para dar voz a toda su generación. Su último libro fue Geografía de la memoria (2018), una especie de memorias.
Remedios Sánchez resume con estas palabras su poesía: memoria y perdón. Reconstruye le memoria desde el yo al nosotros, es una voz clara de la concordia, del humanismo cívico. Destaca de esta poesía su singularidad, libertad, independencia y la autenticidad que la sustenta.
Entre sus obras destacan los poemarios Sonetos del alba, (1991), Desde un mar de silencio (1993), Canciones de la tarde (1995), Cartas de Praga (1999), Sopas de ajo (2001, 2ª ed.), Memoria de azúcar (2002), Ventanas al jardín (2002), El ojo de cristal (2004), Jardines pájaros (2007), Los caballos ciegos (2008), Escuela en libertad (2009) y Umbrales de otoño (2013, ganadora del Premio Andalucía de la Crítica); en colaboración con Tadea Fuentes ha publicado, Diálogos en Granada (1995) y Papeles del diario de doña Isabel Muley (2º ed. 2008). Su última obra publicada es el poemario El corazón de la gacela (Valparaíso, 2015). Dirigió y presidió desde su fundación, en 2005, la prestigiosa publicación semestral EntreRíos. Revista de Arte y Letras. En 2015 se le concedió la Medalla al Mérito de la Ciudad de Granada.
El fallecimiento de Mariluz Escribano tuvo lugar el 20 de julio de 2019 a causa de problemas respiratorios. Tenía 83 años de edad.
Os dejo algunos poemas:
IX
Tuya es mi voz y el hueco de mi mano,
mi cálida sonrisa intrascendente,
los suspiros que van, sencillamente,
de mi aliento a tu aliento tan lejano.
Nada vive en mi sangre tan cercano
como tu corazón. Serenamente
creces en mi, y en mÍ como simiente
te guardaré mañana. Y será en vano
que la tarde me llame a la tristeza,
con sus dorados tonos otoñales
porque te tengo a ti por centinela.
Y es tanta la ternura y la tibieza
que derraman tu gesto y tus modales
que tu sola existencia me consuela.
XVIII
Hay un cantar de alondras por el viento
en la mansa quietud de la mañana,
y un repique lejano de campana
en la alta claridad con que te siento.
Porque eriges en mí tu pensamiento
tu ternura me borda en filigrana,
y hay un desmayo leve que engalana
esta entrega total en que consiento.
Dulces horas amantes compartidas,
cuando todo es silencio por la tarde,
última luz de ocaso ya cumplida.
Vale la plenitud de nuestras vidas
la noche sideral en la que arde
una estrella fugaz y estremecida.
de Sonetos del alba (1991)
DESDE UN MAR DE SILENCIO
En el niño el misterio es su mirada intacta
que adjetiva la savia del húmedo futuro,
cuando alcanzar al hombre es nombrar la tristeza
y sentir como el tiempo suprime los pronombres.
El niño es el regreso a un espejo de hierbas
con senderos que surcan un sol indeclinable
que los pájaros vencen con sus vuelos oscuros.
El recuerdo camina con sus pasos de lino
por la laguna inmensa de sus puras pupilas,
y como el mar regresa,
con vocación de ola,
a posarse en la densa penumbra
de los sueños.
Y es así que esta tarde,
cuando me miro y siento los puñales del tiempo
con esquinas de múltiples alfileres de agua
que me cosen la boca con heridas pequeñas
con sosiegos, silencios
y soledades claras.
Cuando no tengo a nadie a quien cantarle un verso
o darle una limosna de beso remansado,
con quien hablar de nada
con serena tristeza,
leo a Guillén y pienso:
el amor fue mi casa,
quiero decir mi madre,
con sus andares lentos,
con su afanoso amor por ordenar la casa
y conservar la harina de los racionamientos,
los retales,
los hilos
y la esperanza intacta.
Necesario es decir que mi madre cantaba.
Yo no sé si cantaba para olvidar escombros,
ruinas,
muertes,
tristeza,
guerras,
hombres,
palabras,
telarañas del tiempo,
sangre no regresada,
pero yo la miraba desde el patio llovido,
sentada en la terraza,
cuando el otoño alzaba una luz de madera,
y pensaba: es mi madre,
definitivamente,
y mi madre es mi casa.
Detrás de los visillos silenciosos y albos,
náufragos en el aura dorada de la tarde,
habitaba la luz insomne de mi madre,
su silencio de flor,
su soledad de pájaro.
Yo la miraba estar,
nunca quieta,
gozosa,
amasando la blanca pobreza de la harina.
Otras veces, tocaba, sosegada, el piano
o cosía con leve puntada primorosa
para evitar la dura pobreza de las telas.
La casa era modesta,
pero mi madre hermosa,
con sus gráciles manos como ríos o arroyos
que trabajan la inmensa desolación del tiempo.
Su cuerpo se poblaba de fantasmas insomnes
de tristezas de hilo guardadas en baúles
y recordaba siempre, con mirada de sueño,
la palidez de agua de su infancia de musgo.
La nostalgia era en ella sustancia de madera,
persistencia de algas sobre los ojos limpios.
Mi madre era la fuerza sideral de los hondos
caminos de la espiga alejada del agua.
Y es que yo la miraba desde el patio llovido,
cuando la superficie de la tarde moría,
y sabía que ella reposaba un momento
y leía despacio a Miguel de Unamuno.
Y ahora, cuando no vuelve,
cuando la llamo y nada
presagia su palabra de inmediata costumbre,
desde el patio la llamo,
desesperadamente,
y sólo el mar responde,
es decir, sólo el viento,
quiero decir la brisa,
aquella que movía su pelo, levemente,
mientras la luz de otoño deshacía
la suave penumbra de los arces.
Desde un mar de silencio (1993)
—
NOCHE
Ahora que es de noche
y solo me acompañan
las rosas desvaídas
con sangre de diciembre,
y en la ciudad se abren
los ojos del insomnio
tras las ventanas ciegas
de gentes sin historia,
me pregunto si es tarde
para empezar mañana
a recordar las fechas
de antiguos calendarios.
—
LOS OJOS DE MI PADRE
Los ojos de mi padre, los ojos de mi padre, mirándome en la patria cereal de los trigos, en un tiempo de cunas mecidas por el viento de la guerra, mirando cómo crezco en los abecedarios y conquisto sonidos primitivos balbuceos, palabras necesarias, porque él me empuja y vuelve, desde su corazón y sus espigas, su corazón de tierra y manantiales, patria de tierra y gritos apagados. Mi padre es un silencio que mira como crezco. Sus manos me conforman, me miran la estatura, la dimensión del cuerpo, averiguan gozosas que me elevo en trigal. Las manos de mi padre tocan mi cuerpo y cantan, y yo sé que me acunan con nanas de caballos, con la salmodia triste del judío, del converso que habita por su sangre. Pero paseo con mi padre. Abandono en sus manos mis manos tan pequeñas, y al calor de su sangre mis pulsaciones tienen una ambición de tiempos.
En las luces inquietas de la tarde, al borde de la noche, vamos pisando hierbas, territorios, ríos como torrentes, manantiales, horizontes donde la niebla habita, paisajes metalúrgicos y bosques, ciudades, vientos, cordilleras, blancas constelaciones. Camino con mi padre. Me nombra a las palomas, pájaros migratorios, aguanieves que rozan las praderas, alcaudones de viento, golondrinas, gorriones, avefrías. Y todo pasa y llega de su mano, y a mi infancia regresa el calor confortable de su sangre
Cuando llegan los días de septiembre, láminas del otoño, las madrugadas frías y estrelladas detienen sus palabras. Pero es sólo un instante de sangre y de fusiles porque mi padre vuelve del silencio y pasea conmigo el callado silencio de las calles, y los campos sembrados y las constelaciones, y su voz de madera me acompaña, me mira cómo crezco. Todo el mundo conoce que heredé de mi padre una bandera.
Ahora que el tiempo ha dejado su huella, sus pequeñas heridas en el hueco del rostro, ahora que todo pasa por un espejo cóncavo y da miedo asomarse a los escaparates con su luz de neón y las bellas ofertas no hay nadie que me quite, una infancia de calcetines blancos, zapatos de charol y una mirada clara. Después de tantas lluvias y atardeceres lentos, ahora es tiempo de paz, de paz y de memoria.
—
LA CASA SOSEGADA
En Pedrosa del Príncipe
Golondrinas y alondras
sobre los olmos grises.
En el caudal del río
el aire es transparente.
Entre los juncos duermen
los ojos del silencio
que miran el sosiego
de los campos de trigo,
y se bañan las horas
con lentitud de siglos.
Suenan trinos pequeños
entre las bardas,
son música en el aire
de la mañana.
Más allá la penumbra,
la casa sosegada,
esa que sólo habitan
mi corazón y el viento.
—
TELEGRAMAS
Tenían una voz azul mar
y un oscuro desconsuelo
cuando noche cerrada
llegaban a tu puerta
y llamaban con puños imperiosos.
Pronunciaban mi nombre,
y el corazón saltaba
con nobleza de puma.
las noticias volaban
con reflejos azules,
sobre un lago de tristeza profunda.
No eran nunca palabras admirables,
eran tristes noticias imposibles,
palabras que dejaban
el corazón perdido entre la niebla.
Telegramas azules
para una noche inquieta,
cuando una lágrima desciende
y se convierte en río.
—
ESCRIBIRÉ UNA CARTA PARA CINCO
Cuando surja la luz de primavera, y las rosas dibujen sonrisas de colores, escribiré una carta para cinco muchachos, contándoles lo mucho que gané con la vida. Escribiré desde una nube blanca, con una tinta azul que no la borre el tiempo, porque no volveré a pisar las arcillas, ni la dura tristeza del asfalto. Contaré que mi vida fue una historia muy larga, con mapas y lecciones en un palacio antiguo, el fragor de los trenes hacia el país del trigo, la lluvia sobre el mar y las arenas suaves. El Cantábrico allí, tan lejos de Granada. Después vinieron ellos, esos cinco muchachos, y los días pasaron con nanas y con besos, con los ojos dormidos en cuna almidonada. Mi corazón estuvo siempre en guardia con ellos Y ahora que ya han crecido y conocen los mundos de las hierbas los nombres de los pájaros, la música del mundo, los placeres del libro, creo que ya he cumplido mi misión en la tierra. Escribiré una carta para cinco cuando la primavera arribe y me inunde la casa de amarillos.
El corazón de la gacela (2015)
—
DETRÁS DE LOS VISILLOS
Te escribiré en septiembre,
cuando los bosques incendiados
tengan la luz del cobre
y las hojas desciendan
en el aire calmado
hasta una hierba dulce.
Tengo en la mano un pájaro
y una rama de cedro,
y sé que el ruiseñor
se aventuró en su historia
de atravesar el mar.
Primero descansó en la fuente de mármol
del jardín en que habita la memoria.
Cuando levantó el vuelo y me dejó su canto,
me desnudé de una música bella,
y entonces recordé
que te debía una carta
en la que te contara
las pequeñas historias de mi vida,
esas que no recuerdas,
aquellas que perdieron el sabor de la tierra,
el aire de los álamos
en la pradera verde,
el olor de los frutos,
el sonido feroz de las tormentas.
Te escribiré una carta cuando llegue septiembre,
y pueda recordar el olor del mastranzo,
y el color de ese pájaro
que tuve entre mis manos,
antes de volar alto a la cumbre del cielo.
—
CUANDO ME VAYA
Dejaré un silencio en el recuerdo, sonidos de una voz que fue muy joven, y un aroma de sándalo y cipreses para que no me olvides.
Y ahora, cuando el sol desaparece, y hay promesa de una noche clara, las estrellas se esconden y están muertas de tanta nívea luz.
Dejaré abierta la ventana. Un gorrión divulgará mi huida, y un frescor de mañana anunciará mi marcha, con trémula voz para llamarte.
Cuando me vaya perderé las praderas, los bosques encendidos de noviembre, el verde del jardín en primavera, la tenue luz de los planetas, la sonrisa de un niño, el calor de un amigo, lágrimas de dolor por los caminos que transité tan alta, la caricia de un perro que dio fuego a mis manos.
Cuando me vaya habré perdido tantas cosas, que creceré en trigal por no morirme.
El martes 13 de diciembre a las 19.00 horas nos acompañará Carlos Torrero , quien nos hablará de su trayectoria literaria, de sus últimos poemarios y , en concreto, de «El mudo de Fisher Town». Será, como es habitual, en Casa del Libro de Viapol, Avda. Diego Martínez Barrio 4, Local 1A, Sevilla.
«El mudo de Fisher Town» es un libro de un único poema, en cuyo cauce hallamos: una defensa de la poesía, de la Literatura, de la cultura y del lenguaje y una búsqueda de otro modo de decir; un sujeto poético que escribe para entender el mundo y como medio de cambiar el orden de las cosas (quien habla, que no tiene que coincidir con la persona que escribe, claro está) ; una mirada crítica a la sociedad, el sentir del paso del tiempo y diversas reflexiones metaliterarias. Desde el inicio -tal como podemos leer más adelante- nos indica algunos temas de los que trata: «…del fugaz paso/ del tiempo y, de la hierba húmeda/ y -cómo no- del amor.»
Escrito con un lenguaje coloquial , con el que logra intensidad, con ironía y en tono conversacional. Aunque no pretenda un poema convencional, tradicional, con el lenguaje lírico de costumbre, sí contiene lirismo , buenas y novedosas imágenes.
En una constante referencia intertextual alude a grandes poetas: Blas de Otero, Vallejo, Félix Grande, Charles Simic, Cavafis, Verlaine, Rimbaud, Juan Cobos Wilkis, Benedetti, Bukowski, Robert Frost , Pound, Brodsky,Emily Dickinson o el gran Whitman, y otros.
Puede entenderse también como un mosaico de diferentes piezas, un continuo diálogo ( ¿o monólogo?) con un tú-a veces nos puede parecer una obra de teatro- . Y como es propio en una conversación, se va pasando de un tema a otro, retratando una vida, en esta sociedad, mientras se plantea cuestiones propias de un taller de escritura, los entresijos de escribir el/este poema.
Hay un juego de voces, un juego de desdoblamiento de voces: a veces usa la tercera persona del singular- «alguien abre una puerta y empieza el circo…», semejante a las acotaciones de las obras teatrales-; no obstante, predomina la primera persona del singular, en conversación con un tú. ¿Y quién es ese yo parlante? El propio mudo de Fisher Town, el protagonista, quien también podría ser ese tú.
El espacio del poema es la playa y su tiempo, el verano.
Significativo su recurso de sacar a relucir el artificio al escribir un poema en el propio texto: «Las-mo-tos-dea-gua:cinco»; o cuando dice: «¿No te extraña esa expresión?/ Mo-tos-de-a-gua».
Entre sus planteamientos relativos a la escritura de este género están: su concepción de la poesía, dónde hallarla, cómo escribir un poema en el siglo XXI, cuál será su ritmo (¿acaso continuar con la métrica, qué razón de ser tiene el cómputo silábico?), la importancia del lenguaje en la sociedad, cuál es el lenguaje de la poesía ( en este sentido parece apostar por el lenguaje común- para Cernuda cualquier palabra podía ser poética- e imágenes novedosas, tal vez repudie la rareza, o la busque, ese extrañamiento que sorprende al lector). ¿Es la poesía verdad o impostura? ¿Por qué escribir?
En el prólogo del escritor Isaac Páez se resalta la voz veraz, real y contraria a imposturas del autor. La voz rebelde que se aburre con los versos medidos , tal como constató Huysmans en Á rebours: » Lo que más le horrorizaba era la floja ejecución de unos hexámetros que sonaban a hojalata hueca, alargando la cantidad variable de las palabras según el rasero inmutable de una prosodia pedante y seca». Y según el prologuista, a quien cito literalmente: «El mudo de Fisher Town es, además, un poema que ahonda en la reflexión de lo que somos, en los patrones culturales de un mundo en crisis y en lo que para mí es la virtud más atrayente de esta obra: la disección de nuestra sociedad a partir y a través de la reflexión sobre el propio lenguaje».
Desde el principio nos retrata la vida como un circo, un espectáculo, un lugar incomprensible. En cuanto a su final, inesperado, sin duda. Y mientras… pues lo hablaremos en el encuentro, estos son meros apuntes que apuntalan mi lectura.
Lean este poemario, una interesante propuesta y buena lectura, y vengan con nosotros a comentarlo el próximo martes, la entrada es libre.
Dejo aquí su inicio:
«Alguien abre una puerta
y empieza el circo:
unas motos de agua
como insectos cojos
cruzan el paisaje.
¿Qué hacer con sus ruidosos vientres
y ese olor tan repulsivo
de carne a la brasa
debajo de las sábanas?
Oh, la poesía, siempre tan aburrida
de-ba-jo-de-las-sá-ba-nas: ocho, siete
ocupándose del fugaz paso
del tiempo, y de la hierba húmeda
y-cómo no- del amor. ..»
—
Una de sus definiciones de poesía:
«La poesía es vértigo
de hocino en Meteora;
una peluca
que pongas como te la pongas
deja cráneo al raso;
una lengua
amputada
envuelta en papel de estraza
sobre un mostrador de Pino Habana Negro
en un ultramarinos
que boquea
pero abre cada nuevo día.
Recuerda: el lenguaje ha muerto.
Volvamos al lenguaje.»
—
«Por eso escribes,
para crear
un nuevo orden,
más hipnótico:
Un salto de esquí.
Yo soy uno de esos
que esperan dos horas
a hacer la digestión
para bañarme tras
un poema copioso.
Soy el que se araña la cara
leyendo a Vallejo
y escuchando El carnaval
de los animales.
El que renegó
de su pueblo
para acabar queriendo
vivir en un pueblo.
¿Quién eres tú?
Hay algo terrible, dirás,
en el hecho de ver a alguien
inmerso en un libro.
¿Es que no le interesa la vida?
Recuerda: Leer es vivir. «
—
«Oh, la soledad tampoco tiene horarios. Se ríe de mí. Soy una butaca vacía delante de una pantalla de cine que nadie ve. A ti también te pasa ¿verdad? Que no te lee ni tu madre. Ni tu padre. Ni tu hermana. Ni tu hija. Tu mujer, a veces. Tus amigos: Uff, un poema.
Te pido con tus viejos ojos una mirada nueva, te pido pájaros naranjas en la llanura abisal de la tristeza: No es tan difícil.
Ahora naces en cada parpadeo. Todo es virgen, de nuevo, si tú quieres, caballos azules puñales que te arrullan, cosas así.
Inclínate ahora con esos ojos que gatean, ponte el babero y observa la palabra
ferry
oruga
bicicleta
¿No es para estremecerse?
No, no te escondas. ¿A dónde vas? No corras. Recuerda: Tu cerebro puede tener los techos bajos como el cráneo de una lagartija. Pero la poesía es una forma de ser de mirar de morir.
Yo soy el mudo que habla en diferido; esto es, como todos.
El poeta no es mejor que tú. Pero sale ahí fuera, ebrio de vida a recoger palabras arrumbadas y las engrasa en su regazo para liberarte de la noche. Oh, poeta chamán de letraheridos chatarrero de bien te doy las gracias. Tu oficio consiste en poner esos huesos en fila uno tras otro y reconstruir el esqueleto de cualquier animal, planta o cosa. Tal es el desafío. Pero recuerda: Ninguna pieza debe sobrar.
No me gusta tu oficio. No-me-gus-ta-tuo-fi-cio, siete. Verso anapéstico raro, versión 2. ¿Y a quién le importa? Soy el arquitecto de este edificio sin ascensor. Sólo a él me debo, tal es el desafío. ¿Cómo podemos ser tan distintos ocupando el mismo asiento entre las sombras?»
Carlos Torrero (Cuenca, 1979). Es licenciado en Ciencias de la Información. Y ha trabajado en distintos medios de comunicación. Especialmente en televisión. Es autor del libro de poemas La hibernación de los moluscos (2017) y del libro de cuentos Lejos del Champagne (2019). Además, varias de sus piezas de literatura breve han sido recogidas en distintas antologías y revistas especializadas. Publica regularmente en http://www.doctorgoodfellowbooks.com, web destinada al fomento de la lectura y a la crítica literaria. El mudo de Fisher Town es su segundo poema(rio) publicado. En el 2022 ha publicado en Argentina su último poemario, Los hombres que beben cerveza no son como yo.
Y llega la revista Disidentes celebrando su aniversario por su primer año de existencia, su primer año, y espero que sean muchos más. Y viene con las ilustraciones de Marina Centeno, con buena poesía, interesantes artículos, música jazz, reseñas, aforismos, ajedrez. Os cuento un poco con más detalle:
Poemas de Marlon Roca (pág.3-4), de Humberto Rosales Pastor (pág.5-6), David González Lobo (pág.8-9), Rosa María García Barja (pág.10-11), poemas de mi último poemario «Las ventanas del tiempo» ( pág. 13 y 14), en la página 15 y 16 los aforismos de Félix Trull ( Insectario), el poema «Despedida» de Ana Recio Mir ( pág.18) poemas también de Pepe Juárez (pág.19-20).
Y la reseña de Juan Orozco a mi poemario «Las ventanas del tiempo» ( a partir de la página 35). Agradecida por su lectura y sus palabras.
Aquí estamos reunidos todos los que hemos colaborado en la revista.