La próxima cita que tenemos el club de lectura «Versos y vinos» será el jueves 28 de marzo a las 19.30 horas en la Casa del Libro de Sevilla, Calle Velázquez n.8. En esta ocasión nos acompañará el poeta y novelista sevillano Isaac Páez, autor que tiene ya en sí varios premios que avalan su calidad y madurez literaria, una escritura de alto vuelo tanto en su contenido como en su forma. En el 2017 publicó la Diputación de Granada el poemario Desde el punto inmóvil , XXXII Premio Andaluz de Poesía Villa de Peligros, y sobre el que profundizaremos en el encuentro. Como siempre estáis invitados.
El libro se inicia con una cita de T.S Eliot, que podemos relacionar con su título , Desde el punto inmóvil, ese punto inmóvil puede referirse al presente, en el que confluyen tanto el pasado como el futuro. El tiempo puede sentirse como un punto inmóvil y una constante repetición, el punto inmóvil/ del mundo en rotación, alegato de eternidad.Y será en ese lugar donde se encuentra la luz de la que nace toda luz.
Otra referencia cultural- Julia Kristeva lo llamaría intertextualidad- la hallamos al inicio de cada capítulo, cada uno de ellos se abre, como si fuese una puerta que da entrada , con una cita del tratado del filósofo griego Plotino, Enéadas: lo Uno, la Inteligencia, el alma, la luz …Encontraremos varias citas intertextuales de diferentes autores que nos guiarán como un mapa por el poema.
El texto consta de un prólogo, 3 capítulos ( Los poemas del bosque, Los poemas de la noche y Los poemas del día) y un epílogo. Podemos decir que la temática que trata es intimista, trascendental, mística, existencial (recorriendo gracias a las palabras: la fe, el dolor, la muerte, el amor y la propia construcción – o deconstrucción-de la realidad con el lenguaje). Un texto que puede contener ( y leerse en) diversos niveles o planos.
Hay un tiempo, el punto inmóvil, y hay dos espacios: el bosque que se recorre, y que puede ser metáfora de un viaje interior, y en un segundo plano, un trayecto por el tiempo y la existencia; y el mar, que parece constituir su hogar, lugar de partida y regreso.
Dentro del bosque se exponen variados motivos: la identidad, los caminos a elegir, la duda, la búsqueda de la libertad, la pérdida, la soledad… No necesitará regresar del bosque, porque lo llevará siempre consigo, para finalmente recalar en el mar, en el amor, en paz.
Exquisito y elegante su lenguaje, poesía que no pierde en ningún momento la tensión o intensidad, con un rico y exuberante imaginario en el que abunda la naturaleza, versos plagados de aforismos o sentencias, también de paradojas- recurso propio de la poesía mística-. Una poesía de calidad que cautiva al lector, al menos me cautivó a mí.
Como siempre, os dejo algunos poemas. Aclarar que no tienen títulos, son poemas enumerados, pues todo el libro tiene una coherencia y unidad global , en el que cada capítulo parece ser un solo poema dividido en fragmentos, integrados a su vez en un poema mayor que cruza todo el texto.
Es simple la razón que lo hace andar:
saber por qué camina mientras salva
la incólume distancia que separa
el inicio y el fin de todo pensamiento.
Y acuérdate también de aquel que ignora
dónde acaba el camino que ha emprendido.
Caminante que cruzas el sendero
y marchas hacia el bosque
de un sur que queda al sur de los sentidos,
detén por un instante el día y señala
la cicatriz del tiempo en mi garganta.
…
En esta oscuridad no quedan dudas,
solo el discurso sin grietas
de un fuego donde todo comienza
y termina también con su principio.
Inmaculada luz que otorga
su color a la sombra
y al alacrán
que muerde el miedo intenso de morir.
Igual que en un jarrón antiguo
su pátina nos habla de un mundo ya sin vida,
y en esta oscuridad del sol recuerdo
su ardor y su caricia perlada por mi frente.
Amamos lo que se fue, y es
por eso que resurge cada ocaso
y la mañana
que incontestablemente lo corrige.
A fuerza de errar tanto
en la repetición hallamos
el consuelo oxidado de todo amanecer,
eterno don de Dios
que solo comprendemos cuando acaba.
…
Es duro y dulce amar lo que sucede,
la esperanza que acude junto al alba,
la alegría solar de ver el monte
y la sombra del monte con mi sombra
caminando enlazados sin saber
dónde termino yo y dónde empieza
el otero que ahora está naciendo
debajo de mis pies, sobre mi frente
las espinas que el sol derrama en mi memoria.
Es duro ver la luz si no se tiene
el corazón dispuesto a la tristeza,
la tristeza inundada de alegría
y la alegría, al fin, como una espada
blandida por amor y de amor plena.
Tu palabra me guía sin palabras
porque el mar a lo lejos me hace señas,
su canto de ida y vuelta me requiere
y dibuja cerezos sobre el agua
que la vista del náufrago levanta hacia lo azul,
como si así morir no fuera tanto
porque la inmensidad arraiga en el abismo.
Un cadáver de luz que nace ahogado
revive con las olas que mueren en la orilla.
…
CON LA CAL CALCINADA en las pupilas
y las ventanas aún abiertas a los días
entro en mi casa y todo permanece
igual, salvo yo mismo.
El polvo y las arañas no han tejido
su paño de erosión en las paredes,
la navaja oxidada continúa
abierta y roma encima de la mesa
junto a un pan sin la herida
mohosa de los días.
He vuelto al mar,
y en paz, sobre la arena escucho
el intervalo que otorga la marea
a esta playa lejana ya de todo
cuyo cielo rojizo procede de la sangre
de aquellos pescadores ahogados que dejaron
las redes y el anzuelo alrededor
del cuello de sus propias ilusiones.
Mujer de pies anclados en el barro
que aún esperas la sal de mi mirada,
devuélveme el ocaso inacabable
y el vuelo del albatros,
las risas y la sidra,
la isla que soy y he sido siempre.
Hoy quiero ser memoria de tus olas,
el futuro y el presente del pasado,
el sonido infalible de las piedras
con su firme pereza que esculpe acantilados.
Al fin estoy tranquilo, Padre mar,
y todo vuelve a ser como fue nunca:
la vida como un simple anillo a solas
condenado sin fin a repetirse,
como un bosque elevado por el fuego
que crece eternamente en la ceniza.
Isaac Páez Catalán (Sevilla, 1984) es licenciado en Historia y profesor de enseñanza secundaria. Hasta la fecha ha publicado los siguientes poemarios: Entre la oscuridad y la química (2004), Contrato a tiempo perdido (XV Premio de Poesía Universidad de Sevilla, 2008), Harmon avenue (Cartonera & Digital), Hijos del euríbor (Ediciones en Huida) y 1922 (VIII Premio de Poesía Antonio Gala). En 2014 Las voces del frío obtuvo el XXV Premio de Poesía de la Diputación de Álava Ernestina de Champourcín, poemario que fue finalista del Premio Euskadi de Literatura en castellano en 2015, y ese mismo año Los versos leporinos fue galardonado con el XXVIII Premio de Poesía Joaquín Lobato y en el 2017 publicó Desde el punto inmóvil ( XXXII Premio Andaluz de Poesía «Villa de Peligros). En el ámbito de la narrativa resultó ganador del Certamen Andalucía Joven de Narrativa 2012 por la novela Disparos al aire (Berenice Editorial) y fue finalista de la LXX edición del Premio Nadal de novela en enero de 2014. En 2015 obtuvo el premio de relato Energheia en la ciudad de Matera (Italia).