
El martes 13 de diciembre a las 19.00 horas nos acompañará Carlos Torrero , quien nos hablará de su trayectoria literaria, de sus últimos poemarios y , en concreto, de «El mudo de Fisher Town». Será, como es habitual, en Casa del Libro de Viapol, Avda. Diego Martínez Barrio 4, Local 1A, Sevilla.
«El mudo de Fisher Town» es un libro de un único poema, en cuyo cauce hallamos: una defensa de la poesía, de la Literatura, de la cultura y del lenguaje y una búsqueda de otro modo de decir; un sujeto poético que escribe para entender el mundo y como medio de cambiar el orden de las cosas (quien habla, que no tiene que coincidir con la persona que escribe, claro está) ; una mirada crítica a la sociedad, el sentir del paso del tiempo y diversas reflexiones metaliterarias. Desde el inicio -tal como podemos leer más adelante- nos indica algunos temas de los que trata: «…del fugaz paso/ del tiempo y, de la hierba húmeda/ y -cómo no- del amor.»
Escrito con un lenguaje coloquial , con el que logra intensidad, con ironía y en tono conversacional. Aunque no pretenda un poema convencional, tradicional, con el lenguaje lírico de costumbre, sí contiene lirismo , buenas y novedosas imágenes.
En una constante referencia intertextual alude a grandes poetas: Blas de Otero, Vallejo, Félix Grande, Charles Simic, Cavafis, Verlaine, Rimbaud, Juan Cobos Wilkis, Benedetti, Bukowski, Robert Frost , Pound, Brodsky,Emily Dickinson o el gran Whitman, y otros.
Puede entenderse también como un mosaico de diferentes piezas, un continuo diálogo ( ¿o monólogo?) con un tú-a veces nos puede parecer una obra de teatro- . Y como es propio en una conversación, se va pasando de un tema a otro, retratando una vida, en esta sociedad, mientras se plantea cuestiones propias de un taller de escritura, los entresijos de escribir el/este poema.
Hay un juego de voces, un juego de desdoblamiento de voces: a veces usa la tercera persona del singular- «alguien abre una puerta y empieza el circo…», semejante a las acotaciones de las obras teatrales-; no obstante, predomina la primera persona del singular, en conversación con un tú. ¿Y quién es ese yo parlante? El propio mudo de Fisher Town, el protagonista, quien también podría ser ese tú.
El espacio del poema es la playa y su tiempo, el verano.
Significativo su recurso de sacar a relucir el artificio al escribir un poema en el propio texto: «Las-mo-tos-dea-gua:cinco»; o cuando dice: «¿No te extraña esa expresión?/ Mo-tos-de-a-gua».
Entre sus planteamientos relativos a la escritura de este género están: su concepción de la poesía, dónde hallarla, cómo escribir un poema en el siglo XXI, cuál será su ritmo (¿acaso continuar con la métrica, qué razón de ser tiene el cómputo silábico?), la importancia del lenguaje en la sociedad, cuál es el lenguaje de la poesía ( en este sentido parece apostar por el lenguaje común- para Cernuda cualquier palabra podía ser poética- e imágenes novedosas, tal vez repudie la rareza, o la busque, ese extrañamiento que sorprende al lector). ¿Es la poesía verdad o impostura? ¿Por qué escribir?
En el prólogo del escritor Isaac Páez se resalta la voz veraz, real y contraria a imposturas del autor. La voz rebelde que se aburre con los versos medidos , tal como constató Huysmans en Á rebours: » Lo que más le horrorizaba era la floja ejecución de unos hexámetros que sonaban a hojalata hueca, alargando la cantidad variable de las palabras según el rasero inmutable de una prosodia pedante y seca». Y según el prologuista, a quien cito literalmente: «El mudo de Fisher Town es, además, un poema que ahonda en la reflexión de lo que somos, en los patrones culturales de un mundo en crisis y en lo que para mí es la virtud más atrayente de esta obra: la disección de nuestra sociedad a partir y a través de la reflexión sobre el propio lenguaje».
Desde el principio nos retrata la vida como un circo, un espectáculo, un lugar incomprensible. En cuanto a su final, inesperado, sin duda. Y mientras… pues lo hablaremos en el encuentro, estos son meros apuntes que apuntalan mi lectura.
Lean este poemario, una interesante propuesta y buena lectura, y vengan con nosotros a comentarlo el próximo martes, la entrada es libre.

Dejo aquí su inicio:
«Alguien abre una puerta
y empieza el circo:
unas motos de agua
cruzan el paisaje.
¿Qué hacer con sus ruidosos vientres
y ese olor tan repulsivo
de carne a la brasa
debajo de las sábanas?
Oh, la poesía, siempre tan aburrida
de-ba-jo-de-las-sá-ba-nas: ocho, siete
ocupándose del fugaz paso
del tiempo, y de la hierba húmeda
y-cómo no- del amor. ..»
—
Una de sus definiciones de poesía:
«La poesía es vértigo
de hocino en Meteora;
una peluca
que pongas como te la pongas
deja cráneo al raso;
una lengua
amputada
envuelta en papel de estraza
sobre un mostrador de Pino Habana Negro
en un ultramarinos
que boquea
pero abre cada nuevo día.
Recuerda: el lenguaje ha muerto.
Volvamos al lenguaje.»
—
«Por eso escribes,
para crear
un nuevo orden,
más hipnótico:
Un salto de esquí.
Yo soy uno de esos
que esperan dos horas
a hacer la digestión
para bañarme tras
un poema copioso.
Soy el que se araña la cara
leyendo a Vallejo
y escuchando El carnaval
de los animales.
El que renegó
de su pueblo
para acabar queriendo
vivir en un pueblo.
¿Quién eres tú?
Hay algo terrible, dirás,
en el hecho de ver a alguien
inmerso en un libro.
¿Es que no le interesa la vida?
Recuerda: Leer es vivir. «
—
«Oh, la soledad tampoco tiene horarios.
Se ríe de mí.
Soy una butaca vacía
delante de una pantalla de cine
que nadie ve.
A ti también te pasa ¿verdad?
Que no te lee ni tu madre.
Ni tu padre.
Ni tu hermana.
Ni tu hija.
Tu mujer, a veces.
Tus amigos:
Uff, un poema.
Te pido con tus viejos ojos
una mirada nueva,
te pido pájaros naranjas
en la llanura abisal
de la tristeza:
No es tan difícil.
Ahora naces
en cada parpadeo.
Todo es virgen, de nuevo,
si tú quieres,
caballos azules
puñales que te arrullan,
cosas así.
Inclínate ahora
con esos ojos que gatean,
ponte el babero
y observa la palabra
ferry
oruga
bicicleta
¿No es para estremecerse?
No, no te escondas.
¿A dónde vas? No corras.
Recuerda: Tu cerebro puede
tener los techos bajos
como el cráneo
de una lagartija. Pero
la poesía es una forma de ser
de mirar
de morir.
Yo soy el mudo
que habla en diferido;
esto es, como todos.
El poeta no es mejor que tú.
Pero sale ahí fuera, ebrio de vida
a recoger palabras arrumbadas
y las engrasa en su regazo
para liberarte de la noche. Oh, poeta
chamán de letraheridos
chatarrero de bien
te doy las gracias.
Tu oficio consiste en
poner esos huesos en fila
uno tras otro
y reconstruir el esqueleto
de cualquier animal,
planta
o cosa.
Tal es el desafío.
Pero recuerda: Ninguna pieza debe sobrar.
No me gusta tu oficio.
No-me-gus-ta-tuo-fi-cio, siete.
Verso anapéstico raro, versión 2.
¿Y a quién le importa?
Soy el arquitecto de este
edificio sin ascensor.
Sólo a él me debo,
tal es el desafío.
¿Cómo podemos ser tan distintos
ocupando el mismo asiento
entre las sombras?»
Carlos Torrero (Cuenca, 1979). Es licenciado en Ciencias de la Información. Y ha trabajado en distintos medios de comunicación. Especialmente en televisión. Es autor del libro de poemas La hibernación de los moluscos (2017) y del libro de cuentos Lejos del Champagne (2019). Además, varias de sus piezas de literatura breve han sido recogidas en distintas antologías y revistas especializadas. Publica regularmente en http://www.doctorgoodfellowbooks.com, web destinada al fomento de la lectura y a la crítica literaria. El mudo de Fisher Town es su segundo poema(rio) publicado. En el 2022 ha publicado en Argentina su último poemario, Los hombres que beben cerveza no son como yo.
