


El miércoles 27 de octubre a las 18.00 horas estaré con José Luis Trullo , el editor , y con este grupo de buenos escritores y aforistas, a los que admiro y que forman parte de la antología «Tierra de aforistas. Andalucía y el género más breve». Esta recopilación ha sido iniciativa de Apeaderos de aforistas, Cypress Cultura.
Os esperamos en la Feria del Libro de Sevilla, Caseta de la Red de Bibliotecas. Nos encantará verte en esta presentación.
Nuestra compañera Elena Marqués Núñez- correctora de textos, novelista, poeta, también ha escrito relato y microrrelato, crítica literaria, con varios premios en su haber- iniciará y terminará la lectura de los autores dando voz a los aforistas de la antología que no han podido acudir.
Empecé la lectura con unos versos de Roberto Juarroz:
Levantar el papel donde escribimos
y revisar mejor debajo
levantar cada palabra que encontramos
y examinar mejor debajo
levantar cada hombre
y observar mejor debajo
Y esto es precisamente lo que hace el aforismo, mirar debajo de las cosas, del mundo y los conceptos, mirar de otro modo, derribar tópicos y convencionalismos como un relámpago o chispazo de brevedad, concisión y agudeza. Normalmente va contra la opinión general, consiste en una reflexión aguda que suele ofrecer una perspectiva novedosa y ocurrente.
Y decía Lorca que la poesía no quería adeptos, sino amantes, y podemos considerar un amante del Aforismo a José Luis Trullo por su gran dedicación y labor, editor de la antología, aforista él también ( Félix Trull) y editor nacido en Barcelona , “Como velero contra el viento yo soy yo y mis circunstancias”. Desde hace años reside en Sevilla. y ha publicado varios libros de aforismos – podéis leer algunos suyos por internet-, incluido en varias antologías. Presidente de la Asociación sin ánimo de lucro Apeadero de Aforistas , plataforma sin ánimo de lucro de difusión literaria y cultural, que además de editar libros impulsa otras iniciativas en torno al aforismo y otros géneros.
AFORISMO es un término griego que significa “Delimitación” o “marcar con límites”[1], con él se aludía a un principio científico expresado de forma concisa, a imitación de los aforismos de Hipócrates (médico de la Antigua Grecia), tratado de medicina en forma de sentencias breves.
Los primeros filósofos griegos, los llamados 7 Sabios[2], escribían aforismos para divulgar los conocimientos, los cuales conocemos gracias a Sócrates o a Diógenes Laercio.
Encontramos Aforismos en Heráclito, Platón, Aristóteles; pero también se usaban en Oriente, en Confucio, por ejemplo, y en Lao Tse, el Libro del Tao contiene múltiples aforismos.
Nuestros autores del Siglo de Oro lo cultivaron con frecuencia, especialmente los conceptistas, como Quevedo y Gracián, después parece que decayó.
JRJ lo definió como expresión del pensamiento y se asombroba que posteriormente decayera su uso cuando eran tan populares los refranes y dichos. Lo encontramos en “Proverbios y cantares” de Antonio Machado y en numerosos paisajes de su Juan de Mairena, en Juan Ramón Jiménez, resalta en Bergamín, las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, los Aerolitos de Carlos Edmundo de Ory…
Marco Aurelio, Montaigne, Schopenhauer, Nietzsche, Pascal, Antonio Porcha, Emil Cioran , los artefactos de Nicanor Parra, son algunos de los aforistas.
El aforismo moderno, según Javier Sánchez Méndez, se mueve entre la filosofía y la poesía, nace cuando se aleja de la máxima y comienza cuando aparece la duda, la introspección.
[1] Diccionario de términos literarios, Demetrio Estébanez Calderón, Alianza Editorial
[2] Para una teoría del aforismo, Javier Sánchez Menéndez, Ediciones Trea
«Géneros literarios» de Kurt Spang
«Una idea con su vuelo. Los poetas y el aforismo», Libros al Albur
Y algunos aforismos de autores de esta antología «Tierra de aforistas. Andalucía y el género más breve» :
Perdonar como quien repuebla un bosque
Los hijos caminan hacia nosotros alejándose
Erika Martínez
Soy la piedra en la que tropiezo
En mis tiempos, toda yo era campo
Carmen Camacho
Escribir con tijeras: leer con pinzas ( Enrique García Máiquez)
Nació del amor para el amor. No desprecies , pues tu cuerpo ( Jesús Cotta)
El esfuerzo en un higo que se pudre en un árbol ( Javier Sánchez Menéndez)
Motas de polvo: universos. La creación empieza con una sacudida de bayeta ( José Manuel Benítez Ariza)
Si ves en lo que se ve solo lo que se ve, qué poco ves ( José Mateos)
La poesía no está reñida con la locura, pero es incompatible con la tontería
Hay libros que nos llevan tan, tan lejos, que son, más que volúmenes, velámenes
Antonio Rivero Taravillo
Por mucho que huyas no logras dejarte atrás
Cada cual posee la infelicidad que alcanza su imaginación
Florencio Luque
Cada desierto de la vida necesita su espejismo
Cuando la piel está bien acariciada , tiene eco
Carmen Canet
Para perder la razón hay que tenerla ( Javier Salvago)
La alegría del hombre feliz recuerda la felicidad del cervatillo ante el día radiante en la apertura de la veda ( Emilio López Medina)
Comenzamos con el nuevo ciclo «El poeta y su voz» el 13 de octubre a las 19.00 horas, aunque debería decir continuamos, y retomamos con los autores que no pudieron venir el año pasado por culpa de la pandemia: Adriana Schlittler y su poemario «El péndulo».
Adriana Schlittler Kausch nació en Porto Alegre (Brasil). Es profesora de latín y griego en un instituto de Sevilla, así como escritora, fotógrafa, artista y actriz. Como poeta ha publicado Crueldades afines (Ediciones En Huida), Vacaciones (Editorial Ultramarina, junto al compositor Julio de la Rosa), Parches (Origami), El Péndulo (Harpo) y Nox erat (Maclein y Parker). Sus poemas han aparecido en algunas antologías y ha colaborado en revistas literarias como Obituario, Nueva Grecia, Maf Gufin, La Galla Ciencia, Diverso o Estación Poesía. Como fotógrafa ha expuesto en Fast Expos (Sala Siroco, Madrid). Su trabajo fotográfico ha sido incluido en el libro Nox erat (Maclein y Parker), así como en distintas revistas y magines digitales, como Lecool Barcelona. Ha sido seleccionada para participar en la Bienal Olot Fotografía que tendrá lugar en 2021. Como actriz, ha trabajado en numerosos videoclips de bandas y artistas como Julio de la Rosa, Belladrone, Trisfe, etc. También ha participado en anuncios como el spot de la campaña de San Valentín de 2019 de la editorial DeBolsillo (Penguin random House).
En su poemario Péndulo hay un lugar mítico y paradisíaco que se abandona- como el amor, la infancia o la inocencia-, cuyos pétalos el sujeto arranca para hacerse piel, carne, hueso y sangre. Y en el péndulo del corazón aparece el dolor, el abismo, el frío , el invierno avanzando, la enfermedad, el tiempo cíclico: sístole y diástole. La memoria viene con su cuchillo en la mano para hacernos sentir la ausencia y la nostalgia, la araña que nos arrincona en el polvo y la ceniza y mostrarnos derrota. Vislumbramos la luz, pero demasiado lejos, «lejos es un adverbio que el tiempo elige para hacernos impares». Pero como en la naturaleza, todo se destruye y reconstruye, todo termina y empieza, y así nuestro ciclo.
Su poesía, como comprobaréis en estos versos que os dejo, es sumamente sugerente. Expresión depurada que deja pinceladas de imágenes , fragmentos cortantes como fisuras en la piel, que nos provocan sensaciones, incluso físicamente el dolor- tal como decía Emily Dickinson- en poemas breves y condensados. Un ejercicio de intensidad.
No encontramos títulos de poemas, el libro parece un continuum de piezas enlazadas por el hilo de la historia oculta en sus diferentes partes: El inicio, la casa, todo es tiempo si lo miras bien, el invernadero, la muerte de los pájaros, cepos, el péndulo y el epílogo.
Os dejo algunos poemas para abrir boca:
Hablábamos por hablar. Nos atravesaban las palabras.
Nos amasaban hasta adoptar sus formas. Un caballo
a un caballete; una legua a una lengua. Estrangular
este lugar.
No puedo callar. Las palabras caben en mí como
cabe un guante. Quiero deshacerme, rebobinarme,
llegar hasta la plenitud del nacimiento. hasta la
matriz. Allí hay un lugar donde las cosas se llaman
por sus nombres: guarecerse es un vientre cálido,
nacer es respirar.
Entonces conseguí escupir las palabras. Una por una,
las veía marchitarse en la tierra, redoblarse en sus
muchas manchas y temblar como una culebrilla que
se escapa del agua y corre a buscar cobijo entre las
ramas. Y así , salieron de mi cuerpo y yo me quedé
flacucha y sin nada que decir.
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Y nuestro bosque se veía al final del camino. Los
árboles crecían fuertes y las cepas se trenzaban entre
oscuridad y aspereza. el pecho escardado junto al
olvido de
tenerse en el verbo como un rincón detiene el polvo.
El invierno tallaba su trazo como una raíz que nos
halla a tientas
en el fondo de las cosas.
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El amarillo retumbaba fuera. Espigando.
Yo vigilaba el albor de la cebada.
No había cruz manchando mi cuerpo. No había
lente con la que mirar el ocaso.
Éramos el otoño todavía.
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Viejo agricultor,
la memoria es casi un filamento, parte de un estómago
herbívoro que no entiende del correr del agua o de
la voluntad, de si las cosas duelen o se marchitan.
No entiende de las líneas que se precipitan al cuerpo
anunciando su edad. Ni siquiera del rugido de esta mosca
que nos ronda ya como un cadáver.
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Arrancarle trozos a las cosas y contemplar su desnudez y
su despojo. Eso decías mientras definías
la infancia bosquejando los árboles con la memoria.
Tú siendo fuente que da vida al higo. Tú siendo tronco
o raíz estancada que se hunde a fondo y dentro como lo
hacen las palabras.
Tú siendo raíz y tuétano de la tierra que se abre paso. Ese
impulso que enlaza las ramas.
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Porque todo vuelve a ti, brotando. Como el ladrido
de la cosecha revierte en su matriz. Como brotan los
juncos y la enfermedad. y la uva pisada se palpa su
sangre.
No hay derribo si no hay construcción.
Por eso renacemos como espuma de la orilla.
Por eso la ceniza es seca como amar.
Por eso la vida
se agarra a su propio derrumbarse.
Así,
ensartas un río a la desolación y lo moldeas a mi rostro.
Y yo veo crecer una raíz en cada cuerpo que expira.