Olvido García Valdés

OLVIDO GARCÍA VALDÉS nace el 2 de diciembre de 1950 en Santianes de Pravia, Asturias. Licenciada en Filología Románica por la Universidad de Oviedo y en Filosofía por la Universidad de Valladolid . Profesionalmente, ha sido catedrática de Lengua Española y Literatura en institutos de Valladolid y Toledo. Fue también directora del Instituto Cervantes  de Toulouse (Francia) y directora general del Libro y Fomento de la Lectura. Está casada con el poeta y crítico literario Miguel Casado.

Entre otros premios, se le concedió en 2007 el Premio Nacional de Poesía por Y todos estábamos vivos. También ha recibido en 2016 el Premio de las Letras de Asturias de Filosofía, Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda  (2021) y Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2022)​

Libros suyos han sido traducidos a varios idiomas.

Es asimismo autora del ensayo biográfico Teresa de Jesús (2001), de textos para catálogos de artes plásticas (Zush, Kiefer, Vicente Rojo, Tàpies, Juan Soriano, Bienal de Venecia 2001, Broto…) y de numerosos ensayos de reflexión literaria. Ha traducido La religión de mi tiempo y Larga carretera de arena de Pier Paolo Pasolini, y (en colaboración) la antología de Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva El canto y la ceniza, así como El resto del viaje y otros poemas, de Bernard Noël.

Ha sido codirectora de la revista Los Infolios desde 1987, y miembro del consejo editor de la hispano-portuguesa Hablar/Falar de Poesia, creada en 1996; cofundadora de El signo del gorrión, a cuyo consejo editorial perteneció durante sus diez años de vida (1992-2002).

Ha dirigido o coordinado diversos cursos, seminarios y ciclos de poesía contemporánea.

Ha formado parte del proyecto Estudios de Poética, y coordinado la página de poesía «Y todos estábamos vivos» en ABC Cultural.

Libros de Poesía:

  • El tercer jardín, Ediciones del Faro, Valladolid, 1986.
  • Exposición, Ferrol, 1990, premio Ícaro de Literatura.
  • ella, los pájaros, Diputación, Soria, 1994, premio Leonor de Poesía.
  • caza nocturna, Ave del Paraíso, Madrid, 1997.
  • Del ojo al hueso, Ave del Paraíso, Madrid, 2001.
  • Y todos estábamos vivos, Tusquets, Barcelona, 2006, premio Nacional de Poesía 2007 .
  • Lo solo del animal, Tusquets, Barcelona, 2012.
  • Confía en la gracia, Tusquets, Barcelona, 2020.

Más información de su obra: Olvido García Valdés – Wikipedia, la enciclopedia libre

Se publicó una antología, Esa polilla que delante de mí revolotea. Poesía reunida (1982-2008)- su título se corresponde con un verso de un poema de Caza nocturna- y ahora se ha publicado La caída de Ícaro, con prólogo de Amelia Gamoneda, pero no tiene poemas inéditos.

LA CAÍDA DE ÍCARO

                                                             1

                     Los atardeceres se suceden,
                                   hace frío

                     y las casas de adobe en las afueras
                                   se reflejan sobre charcos quietos.
                                   Tierra removida.

Cézanne elevó la «nature morte»
a una altura
en que las cosas exteriormente muertas
cobran vida, dice Kandinsky.

Vida es emoción.
Pero quedará de vosotros
lo que ha quedado de los hombres
que vivieron antes, previene Lucrecio.
Es poco: polvo, alguna imagen tópica
y restos de edificios.
El alma muere con el cuerpo.
El alma es el cuerpo. O tres fotografías
quedan, si alguien muere.

También un gesto inexplicable,
díscolo para los ojos, desafío,
erizado. Cuerpo es lo otro.
Irreconocible. Dolor.
Sólo cuerpo. Cuerpo es no yo.
No yo.

Lo quieto de las cosas
en el atardecer. La quietud,
por ejemplo, de los edificios.
El ensombrecimiento
mudo y apagado.

Como ojos,
dos piedras azules me miran
desde un anillo.
Los anillos
cuidadosamente extraídos
al final.
Como aquél de azabache y plata
o este otro de un pálido, pálido rosa.
Rostros y luces
nítidamente se reflejan en él.

En la noche corro por un campo
que desciende, corro entre arbustos
y choco con algo vivo
que trata de ovillarse, de encogerse.
Es un niño pequeño, le pregunto
quién es y contesta que nadie.

Esta respiración honda
y este nudo en la pelvis
que se deshace y fluye. Esto soy yo
y al mismo tiempo
dolor en la nuca y en los ojos.

Terminada la juventud,
se está a merced del miedo.

2
Verde. Verde. Agua. Marrón.
Todo mojado, embarrado.
Es invierno. Es perceptible
en el silencio y en brillos
como del aire.
Yo soy muy pequeña.

Un cuerpo caminando.
Un cuerpo solo;
lo enfermo en la piel, en la mirada.
El asombro, la dureza absoluta
en los ojos. Lo impenetrable.
La descompensación
entre lo interno y lo externo.
Un cuerpo enfermo que avanza.

Desde un interior de cristales muy amplios
contemplo los árboles.
Hay un viento ligero, un movimiento
silencioso de hojas y ramas.
Como algo desconocido
y en suspenso. Más allá.
Como una luz
sesgada y quieta. Lo verde
que hiere o acaricia. Brisa
verde. Y si yo hubiera muerto
eso sería también así.

                                          La caída de Ícaro (1982-1989)

CUANDO VOY A TRABAJAR es de noche,
después amanece poco a poco,
hace mucho frío aún.
A menudo en el cine
me parece oír lluvia azotando el tejado,
como si no hubiese lugar
donde guarecerse.
Hoy alguien en un sueño dijo:
ten, en esta garrafa
hay agua limpia, por si toma moho
la del corazón. 

—-

VERDE. Las hojas de geranio
en la luz gris de la tormenta
tiemblan, tensión
de nervadura verde oscuro.
Te mirabas las manos,
nervadura de venas; si los dedos
fueran deliciosos, decías.
Al caminar
apoyaba mi sien contra la tuya
y en la noche escuchaba
el ruiseñor y el graznido
del pavo. Indiferencia
de todo, oscuridad.
Me llamabas con voz muy baja.
Sólo un día reíste.

ella, los pájaros (1989-1992)

—-

SÓLO LO QUE HAGAS y digas
eres, incierto lo que piensas, invisible
lo que sientes dentro de ti.
¿Qué significa
dentro de ti? Nada eres si, como dicen,
no es intersubjetivamente comprobado
(al menos comprobable). Juan de la Cruz no es
más que unos poemas. Emily
Dickinson, Edgar Allan Poe, sólo palabras.
¿Qué significa
intersubjetivamente? ¿Cuántos sujetos
hacen falta? ¿Cuántos que digan
a la vez: Juan de la Cruz, Emily
Dickinson, Edgar Allan Poe son cimas
de la vida humana, cimas
de la miseria humana en este hermoso
mundo?

ESCRIBIR el miedo es escribir
despacio, con letra
pequeña y líneas separadas,
describir lo próximo, los humores,
la próxima inocencia
de lo vivo, las familiares
dependencias carnosas, la piel
sonrosada, sanguínea, las venas,
venillas, capilares


ES RARO que seamos tantos en el mundo,

tantos en esta ciudad

y que no haya nadie,

casi nadie a quien no mentir.

Ayer leía fragmentos

de prosa autobiográfica,

alguien se describía salvaje

o masoquista en un desierto

africano y hablaba con un ojo

puesto en su salvajez —así decía—

y otro puesto en Europa;

resultaba curioso

que no hubiera manera de tomárselo en serio.

Qué distinto hablaría, pensé,

una mujer, ciertas mujeres cuyos nombres

 me vinieron a la cabeza,

o que bien ese otro

modo de no contar las cosas y contarlas

que algunos hombres tienen

si no son en exceso afirmativos

o mercaderes; no mentir,

no mirarse el ombligo, no ser

delicuescente, no llegar

al decálogo.

                                 Caza nocturna (1992-1996)

FULGOR de los espinos y el musgo, casa

no hay para nadie, en los bosques

moramos

EL FRÍO que sentías por los animales

del bosque estaba en ti

                                        igual

que el miedo sube

sagrado lo que indica

que anidando en el centro

de quien lo siente corre

por las paredes de su pecho, insecto

en la pared de los patios interiores.

Del ojo al hueso (1997-2000)

CON LA LUNA de marzo llegó

la foto y todos

estábamos vivos;

palabras

de velocidad

de esa sustancia

que es veloz

y gira y se desprende;

lenta, la luna

vuelve mes a mes

EN MI CASA me escondo por si alguien

me quisiera ver que no me vea

me escondo ahora

que es diciembre con la luz

apagada

               ( ¿eres

tú quien llama a la desgracia?

-desgracia, ven- ¿eres tú?)

hedor animal de la guarida

donde el frío donde

paredes y negra

de trapos

UN ALMA pájaro vuelve y te llama,

vuelve diciéndote: ven, vamos

por el sendero este, junto al arroyo. Lo oyes

como como si el canto llegara desde lejos, sin

abrir los ojos dejas que lo repita: el sendero este

junto al arroyo. Un lugar así te parece

de cuando recios pies no hollaran aún la hierba,

de antes de que el río bajara tan oscuro y aquel cuerpo

flotara junto a varas de mimbre. Qué despacio recuerdas

y vuelves, es del gozo ese canto, no

ruiseñor ni mirlo sino otro más tuyo, pájaro

que llamara a la senda y frescura. Ya voy, ya

voy, vas a decirle, y te demoras por oírlo de nuevo.

Y todos estábamos vivos (2001-2005)

¿Qué esperas, corazón? ¿qué quieres de mí?

¿Y aquél, Zenón de Elea, que se cortó la lengua

de un mordisco

y se la escupió al tirano?

El ángel bueno el ángel

malo dice: lo soportable lo

insoportable.

Quedan como la quietud

las tomó (¿a una señal de peligro?

¿en un instante preciso de la caída

de la luz? ¿por un trabajo o alambique

interior?), en un panal de rica miel.

Del otro acepto todo lo que no

insoportablemente me desagrada

lo acepto de corazón (¿quién puede aceptar

de corazón lo insoportable, casi

–eso que no se soporta– inhumano?).

Lo que hay de único y que hace de alguien alguien no puede ser comunicado.

Algunas palabras hablan

de la actitud; tolerante es actitud

de quien puede, el otro

es tolerado. ¿Quién

eres tú?

El ángel bueno el ángel

malo dice: qué

ideología.

La historia de las mujeres muestra que la historia

ha sido tolerante con las mujeres (el peldaño

donde se desarrollaba su vida estaba

un peldaño por debajo del peldaño

donde se desarrollaba la vida de los hombres

de quienes ellas dependían). La protección

arrulla si no mata –¿será el amor?–.

El sol nos diluye nos destensa y repliega

como azucarillos nos disuelve nada

dulces, en el mar de calor nos deshacemos.

Para que algo permanezca en la memoria tiene que haberse grabado a fuego; sólo lo que no cesa de doler permanece en la memoria.

Los grajos junto a las ovejas es

su interés el excremento verdes

transparentes alamillos.

La voz de la pérdida dice: qué raro no volver

a oír su voz.

Le parecían ángeles

aquellos pájaros en tránsito

garzas, martinetes y garzas

al pie de la charca y la laguna.

Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero. También si dos durmieren juntos, se calentarán; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra el uno, dos estarán contra él; y cordón de tres dobleces no presto se rompe.

Perros merodean cerca

de un zorro, opaco

el mundo en su espesor

olores que identifican.

No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra: por tanto, sean pocas tus palabras.

¿Qué sabes de lo verde, centinela,

verde de invierno, miedo?

Sin casi mantillo brota

pura luciérnaga o savia

hueco trasluz.*

* Con la incorporación de fragmentos de Décio Pignatari, Nietzsche y el Ecclesiastés
Lo solo del animal (2006-2011).

25 de enero: encuentro con Raquel Lanseros en el Taller de poetas

El próximo miércoles 25 de enero a las 19 horas, en el Taller de poetas, tendremos un encuentro por Meet con la excelente poeta Raquel Lanseros. Quienes estén interesados escribir a: aalveasanchez@gmail.com

RAQUEL LANSEROS.- Poeta y traductora, es una de las voces más premiadas y reconocidas de la actual poesía en español. Cerca de 200 críticos de más de 100 universidades (Harvard, Oxford, Columbia o Princeton, entre ellas) la han elegido la poeta más relevante en lengua española nacida después de 1970.

Autora de los libros Leyendas del promontorio, Diario de un destello, Los ojos de la niebla, Croniria, Las pequeñas espinas son pequeñas, este último uno de los más vendidos en España en 2014, y Matria. Croniria está publicado en inglés en Estados Unidos, mientras que Diario de un destello en francés se ha publicado en Francia bajo el título de Journal d’un scintillement. En Italia ha publicado Fino a che saremo Itaca, libro recopilatorio de muchos de sus poemas. Además, a partir de su obra se han publicado en España las antologías personales La acacia roja, Un sueño dentro de un sueño y A las órdenes del viento. Su obra ha sido reunida en su totalidad en el volumen Esta momentánea eternidad.

Entre los importantes galardones que ha recibido destacan el Premio de la Crítica 2018 y el Premio Andalucía de la Crítica 2018, el Premio Unicaja de Poesía, el Premio Antonio Machado en Baeza, el Premio del Tren o el Premio Jaén de Poesía, así como un accésit del Premio Adonáis.

De su trabajo como traductora destaca su versión rimada de los poemas de amor de Edgar Allan Poe, publicada en España y El Salvador con el título Poemas de amor; su traducción de una selección de poemas de Lewis Carroll, publicada bajo el título de Poemas; y su traducción de Los ojos de Elsa, el libro más reconocido de Louis Aragon y publicado por primera vez en español. Asimismo, ha publicado obra crítica, como Poesía soy yo, una antología de poetas del siglo XX en español, editada y prologada junto a Ana Merino.

Doctora en Didáctica de la Lengua y la Literatura, Máster en Comunicación Social y Licenciada en Filología inglesa, su obra ha sido parcialmente traducida a numerosos idiomas, e incluida en innumerables antologías y publicaciones literarias de todo el mundo, entre las cuales Poesía ante la incertidumbre ha superado la docena de ediciones en diferentes países. Participa en talleres de creación poética, cursos, festivales y encuentros literarios por todo el mundo, a la vez que colabora con prestigiosas revistas literarias y culturales internacionales.

Forma parte permanente del proyecto literario-teatral Hijos de Mary Shelley, que reúne a poetas, novelistas, dramaturgos y músicos. Es la traductora oficial al español para el proyecto europeo Pop Science, auspiciado por la Universidad de Ginebra, el CERN y la Academia Mundial de la Poesía, del que fue seleccionada representante española.

( Información obtenida de su página web: Inicio (raquellanseros.com)

Os dejo algunos poemas suyos:

INVOCACIÓN

Que no crezca jamás en mis entrañas
esa calma aparente llamada escepticismo.
Huya yo del resabio,
del cinismo, de la imparcialidad de hombros encogidos.
Crea yo siempre en la vida
crea yo siempre
en las mil infinitas posibilidades.

Engáñenme los cantos de sirenas
tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.
Que nunca se parezca mi epidermis
a la piel de un paquidermo inconmovible,
                       helado.

Llore yo todavía
por sueños imposibles
por amores prohibidos
por fantasías de niña hechas añicos.

Huya yo del realismo encorsetado.
Consérvense en mis labios las canciones,
muchas y muy ruidosas y con muchos acordes.

Por si vinieran tiempos de silencio.

Yago Bazal de deja ver dos horas

La luna nueva late dentro del corazón
de un hombre declarado clandestino.

Es una noche oscura como un crimen.

Yago Bazal avanza monte abajo
entre sombras azules que susurran su historia.

Porque los ideales se volvieron ceniza
hace tiempo que Yago no hace fuego.

Así, va dejando jirones de sus mejores sueños
en las plateadas jaras a su paso.

Lo recuerda muy bien.

Un búho reconoce el rostro tenso
a veces decidido a rebelarse
contra quienes lo excluyen de los seres humanos
aunque otras veces también muestra, de pronto,
el cansancio plomizo y demacrado
de una lucha sin plazo.

Hay pocos camaradas
y mucha escarcha rota.

No es la palabra frío la que agrieta la cara
ni amorata los dedos en las botas deshechas.

Es el frío de verdad.

Es el frío espeso
de esta primera Navidad después de la derrota
pegándosele al cuerpo igual que una serpiente.

En la guerra Yago había odiado las palabras.

Podía notar el pulso
tibio como la tierra
en las letras de sangre.

Sin embargo, ahora sabe
que no son las palabras quienes matan.

Cada letra es un pez en el océano,
un árbol florecido,
pero hay labios que usan las palabras
como se usa una ametralladora.

Fuera se han encendido
las farolas ausentes de la calle.

Mientras, suspira muy despacio.

El frío le acompaña como entonces.

Si cierra bien los ojos fatigados.

Yago se puede ver
trepando el muro de su propia huerta
acallando a sus perros
penetrando furtivo en su mísera casa
de trigo húmedo y ajo.

Aún puede oír el sollozo desvalido
de la mujer que ama
al verlo tan delgado y polvoriento.

Todas las noches Yago vuelve a huir monte arriba
con pocas provisiones y un beso triste quemándole los labios
con los ojos perdidos de los hombres
cuyo futuro ha sido demolido.

Todos nosotros somos ahora y para siempre
las pisadas de Yago contra la piedra helada,
yo soy el pan callado de aquella Nochebuena,
tú eres la luna oscura que le ayuda a esconderse.

Y hoy es mil novecientos treinta y nueve.

De Diario de un destello ( 2006)

Un joven poeta recuerda a su padre

Ahora ya sé que pasé por tu vida
como pasan los ríos debajo de los puentes
indiferentes, turbios, orgullosos
con la trivialidad desdibujada
de las pequeñas cosas que parecen eternas.

Muchas veces lo obvio
se oculta tras un halo de extrañeza
tras la costumbre lenta, indistinguible
del aura fugitiva de las vivencias únicas.

Es difícil saber
que la belleza abrupta del vivir cotidiano
tan desinteresada de sí misma
nacida sin clamor ni pretensiones
es en esencia tan mágica y rotunda
que resulta imposible de imitar a propósito.

Y es aún más difícil
comprender que la fiesta de las cosas sencillas
casi siempre termina
mucho antes que la voluntad del festejado.

Inmóvil vi pasar ante mis ojos
el desfile callado de tu vida
con tus sueños cansados en otoño
tus alegrías de puertas para adentro
y tus desvelos discretamente cálidos.

Creo acertar si digo
que nunca te di nada que no fuese
un préstamo a mí mismo.

Te pedí, sin embargo, tantas cosas.

Hoy, inmóvil de nuevo, asisto inerme
a este desfile amargo de tu ausencia
mientras mi corazón, dividido y atónito,
comienza a descubrir, como el poeta,
que la vida va en serio.

Te recuerdo. Hace frío
y el frío me devuelve
aquella forma tuya tan sutil
de ofrecerme a la vez un corazón errante
la suerte en un casino de Las Vegas
la lluvia indescifrable del desierto
los versos de Machado en un suburbio.

Ahora ya sé que pasé por tu vida
indolente y confiado, sin asombro,
como suelen vivir todos los hombres
que no conocen todavía la pérdida.

LA MUJER HERIDA

Solamente si alguna vez amaste
con uñas y con dientes
sin red
sin salvavidas
aciertes a entender el vértigo insondable
que se extiende a los pies del desengaño.

Ella creyó encontrar la fuente del principio
cuando lo conoció, en medio de la tierra,
sin más escudo que su piel de hombre
bruñida por el sol igual que el oro viejo.

Lo amó sin precipicios ni preguntas
tiernamente, en silencio
con esa gratitud voluptuosa
que provoca la lluvia en primavera.

Todo era tan sencillo.

Los versos inflamados de poetas infinitos
parecían seguirla a todas partes
como si el corazón se hubiera convertido
en un fiel animal domesticado.

Porque no existe nada que perdure
una noche aprendió, como tantos lo hicieran
antes y después de ella,
que el amor es un río con cataratas propias
y remansos ajenos
que siempre desemboca en el océano.

Míralo de este modo: la vida te ha enseñado
siguiendo su costumbre de incansable maestra
cómo el alma dibuja
serenas cicatrices sobre viejas heridas.

De Los ojos de la niebla (2008)

A LAS ÓRDENES DEL VIENTO

Para todos los que sienten que no están al mando

Me habría gustado ser discípula de Ícaro.

Hubiera sido hermoso festejar

las bodas de Calixto y Melibea.

Me habría gustado ser

un hitita ante la reina Nefertari

el joven Werther en Río de Janeiro

la deslumbrante dama sevillana

por la que Don José rechazó a Carmen.

Yo quisiera haber sido el huerto del poeta

con su verde árbol y su pozo blanco

el inspector fiscal

con el que conversara Maiakovski.

Me habría gustado amarte. Te lo juro.

Sólo que muchas veces la voluntad no basta.

BENDITA ALEGRÍA

Te confunden con otras, alegría:
ingenuidad, simpleza,
candidez,
inocencia.
Te subestiman con diminutivos
sucedáneo de la felicidad
eterna hermana pobre de la euforia.

Parecen no acordarse de la helada rutina,
cuando las insistencias se vacían de sangre
y el espanto aprisiona como un despeñadero.

No recojas el guante, te lo ruego,
olvida el desafío que lanza la ignorancia.
No nos dejes perdidos en medio de qué océano,
sin tu luz, alegría,
la de las manos anchas
la que convierte el alma en lugar habitable.

Desatiende el rumor de las trincheras,
la retórica vana de los oportunistas.
Tú eres el destilado de libertad más único,
el orgasmo espontáneo del espíritu.

Bienhallada alegría
la pura de sabor
la complaciente
tú que vives y reinas en el tuétano limpio
ahora y en el albor de toda hora
quédate con nosotros.

LOS HECHOS SON OKUPAS

Qué tozudez más seca
     tiene esto que llamamos realidad
                                       para entendernos.
Qué terca se revuelve contra el cielo.
La intersección más áspera donde mueren los sueños.

La he echado de mi casa innumerables veces
y siempre reaparece bajo cualquier pretexto.

Os juro, un día de éstos
       acabo cometiendo un desvarío.
No volváis nunca más, verdades como puños
no sigáis invadiendo mi morada.

Dejadme disfrutar a solas de mis pérdidas.

De Croniria (2009)

En este vídeo podemos ver a la autora hablando de su poemario «Las pequeñas espinas son pequeñas»:


Y en este enlace la poeta recitando un poema de «Las pequeñas espinas son pequeñas»:

Vídeo de Raquel Lanseros – libro: Las pequeñas espinas son pequeñas. Poesía, 2013 (conoceralautor.es)

UNA DE DOS

Quién diría que han gestado a todos los seres humanos
del planeta 
cuando de la riqueza poseen nada más un arañazo.
Acarician la piel de los ancianos.
Riegan con leche el alma de los niños.
Pintan cuadros que firman sus amantes.

Son una de cada dos personas muertas.
Una de cada dos personas vivas.
Llevan siglos mirando desde lejos las hazañas ajenas
en los escaparates de la Historia.

No es extraño que muchas desafíen las costumbres
las miradas mugrientas
  las amenazas con forma de cuchillo
     el dolor del estigma.
Un castigo es más soportable que una jaula.

Nada en ellas escapa al escrutinio de otros.
¿Cómo iban a perdonar que el pensamiento
no se pueda extirpar ni adormecer?

Dejemos de una vez los disimulos.
Ya no estamos a tiempo de tener un pasado glorioso.
Pero todo el futuro seguirá agonizando
hasta que no sea suyo lo que les pertenece.

MORENA CLARA

Estrella de plata,

la que más reluce,

¿por qué me llevas

por este calvario

llenito de cruces?

Antonio Quintero y Pascual Guillén

Fuiste una anciana de diecisiete años

porque la vida supo salvarse en ti a sí misma.

Demasiado espigada para un tiempo de luto

tú ibas

a caballo

sobre el firmamento.

El animoso monte revienta de colores.

Ya casi es primavera.

¿Quién iba a imaginar que fuera a ser la última?

Desde tu tornavoz, el apuntador dicta: Cuando se marchaba

no intentó mirarla


ni lanzó un quejío


ni le dijo adiós.

Tú sueñas con el sol sobre las tablas

como el brote comienza a bailar con el viento.

Es mayo y es España.

Mil novecientos treinta y seis el año.

Tu juventud escucha los aplausos caer

rescoldos de horizonte y manantial.

Pero ya las estrellas están brotando enfermas.

Han llegado a la era turbios hombres.

Gritan mucho y golpean los pies contra el camino.

Golondrinas sin alas, los niños dicen: ¡guerra!

Guerra, esa flor maligna

                              que brota solamente de los suelos muertos.

La noche que tendieron duró infinitos años.

Y tú, cieguecita sobre las tinieblas

a pasito lento.

No te dejaron ser

joven

ni actriz

ni libre.

Pero nunca lograron

                              hacerte maldecir tu limosna de vida

                              ni desclavarte a Dios del corazón

                               ni acallar tus susurros de inmortalidad.

Siempre tuviste diecisiete años

porque la vida nunca se resigna

y aun herida, marchita, apaleada

espera su ocasión

espera siempre

poder resucitar

morena

y clara.

LA LENGUA NECESITA UNA ESCAPADA

Descansando un momento del ruido
con la mano se aparta el sudor
agotada de utilitarismo
saturada de trivialidad
vuelve a ser el motor primigenio
que toma conciencia.

Le horrorizan los mismos epítetos
las idénticas cartas de amor
sueña con adjetivos exóticos
con orillas de verbos abiertos
alejadas del tedio mimético
y el lugar común.

El lenguaje se mira al espejo
que refleja vigor y belleza
se acaricia el armónico torso
se despoja de ropajes viejos
armoniza al concierto del cosmos
su respiración.

Durante unos instantes es libre
fuerte, joven, poderoso y pleno
sin grilletes de usuarios insulsos
sin el yugo de la menudencia
se sumerge en su lago sonoro
donde es dios del país de la idea
y reencuentra el calor de su amada
por fin, la poesía.

DESMONTANDO EL ANTROPONCENTRISMO

Que la naturaleza y usted tienen distintos planes

no es más que una obviedad

y- dicho sea de paso-

no habla a su favor que todavía no se haya dado cuenta.

Ella ve la cadena, usted el eslabón.

No la malinterprete

no es que el humano entendimiento suyo

le sea indiferente. Pero si hay que escoger

ella prefiere

la fuerza

el entusiasmo

el empuje sin desvanecimiento.

Ama los seres vivos dispuestos a luchar

para seguir estándolo.

Si acumula experiencia, sáquele partido.

Si prevé desenlaces, mejore sus posibles.

En cambio, no cometa

la niñería de dar por sentado.

¿No ha comprendido aún quién es el prestatario?

Pero no desfallezca

en tanto siga aquí

respirando

sintiendo

percibiendo

cada segundo es toda una victoria.

De Matria (2018)

Conferencia impartida por Raquel Lanseros en la Fundación March

https://canal.march.es/es/coleccion/raquel-lanseros-nupcias-incendio-con-agua-38832

14 de diciembre y 18 de enero: Mariluz Escribano por la profesora Remedios Sánchez

La profesora titular del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada y crítica literaria- abreviando mucho su extendido currículum- Remedios Sánchez García, editora además de la poesía completa de la poeta granadina Mariluz Escribano Pueo ( 1935-2019) y quien ha realizado el detallado y brillante prólogo que la precede, nos hablará de la poesía de Mariluz Escribano en dos sesiones: miércoles 14 de diciembre a las 19 horas y 18 de enero a la misma hora, ambas por Meet.

Mariluz creció en el bando de los vencidos, lamentablemente asesinaron a su padre en 1936, cuando ella contaba con tan solo un año de edad, destituyeron a su madre de sus labor de docente y, desposeída de todo patrimonio, tuvieron que exiliarse al norte (Palencia) hasta que Luisa Pueo fue absuelva en el expediente abierto contra ella por simpatizante de izquierdas, Mariluz tendría 4 años cuando regresa a Granada ; aunque su madre intentó por todos los medios ocultarle estos acontecimientos y evitarle el odio.

Mariluz simultanea estudios de Magisterio ( al igual que sus padres) con los de Filosofía y Letras, especialidad de Geografía e Historia. Se casa y vive en Jerez de la Frontera, en Estados Unidos un año y medio, para regresar a Granada en 1967. Fue Catedrática de la Lengua y la Literatura desde 1987 hasta su jubilación. Muere trágicamente su marido en un accidente en 1985 y se queda sola con cinco hijos. Tuvo una productiva labor como columnista en los periódicos, ejerciéndola con conciencia crítica, llegando a publicar -el 8 de marzo de 1970- su controvertido artículo , «No nos debes nada, Federico». Ejerció siempre un intenso activismo cívico. A los 35 años empieza a escribir poesía. Indica Remedios Sánchez que la suya es la voz de los vencidos, de la memoria histórica, del compromiso con la verdad y con la defensa de la paz y la justicia, pero no una paz que se sostenga en el olvido o el silencio. No será hasta 1991 cuando se publique Sonetos del alba, con 57 años. Esta publicación tardía la sitúa fuera de su generación ( la llamada «Promoción del 60″), como a otras muchas escritoras. Y tampoco, ni temática ni formalmente, se ajusta su escritura a corriente poética alguna: » Ser poeta, para mí, es implicarse en la realidad cotidiana, empezando con la de una misma, una forma de ser y de estar en el mundo. Y puedo hacerlo, porque desde siempre escribo desde mi libertad, como quiero y cuando quiero, porque nunca he buscado nada más que responder a una inquietud que vive dentro de mí. Al margen de corrientes estéticas y de grupos, yo soy un verso libre», declara Mariluz.

Mariluz puede representar perfectamente a todas las mujeres, y a todas las escritoras, de su época. La mujer perdió muchos derechos y libertades con el régimen franquista, la ley nos retrocedió muchísimo. En su poema «Canción de la afirmación» destaca Remedios la voluntad de afirmación de la autora como mujer , su voluntad de recuperar la memoria de todos aquellos asesinados, así como la voluntad de comprometerse con la sociedad de su tiempo. Como ha ocurrido con el cuerpo de Federico García Lorca, tampoco hallaron el de Agustín Escribano, padre de Mariluz, tal como se indica en un poema.

Remedios distingue varias etapas en la poesía de Mariluz. La primera de ella, más clasicista en lo formal , la constituyen : Sonetos del alba, (1991), Desde un mar de silencio (1993), Canciones de la tarde (1995).

Su segunda etapa se inicia con Umbrales de otoño (2013), en la que predomina el compromiso sociohistórico, la reconstrucción de la memoria colectiva en torno a la Guerra Civil, centrándose en la figura de la madre y del padre, en los recuerdos de su infancia. Ya se había aprobado la Ley de Memoria Histórica y se empieza a entender mejor la escritura de esta autora. Seguramente ella consideraría que era el momento oportuno de sacar a relucir la verdad y de profundizar en nuestro trágico pasado, pues en la Transición estaban las heridas demasiado candentes, y opinaba que la sociedad debía conocer y saber para no volver a repetir la misma historia, describir el pasado desde el presente con la intención de desvelar una memoria que construya un futuro de paz y de memoria. Aquí se integra igualmente El corazón de la gacela (2015) , en el que habla desde su yo para dar voz a toda su generación. Su último libro fue Geografía de la memoria (2018), una especie de memorias.

Remedios Sánchez resume con estas palabras su poesía: memoria y perdón. Reconstruye le memoria desde el yo al nosotros, es una voz clara de la concordia, del humanismo cívico. Destaca de esta poesía su singularidad, libertad, independencia y la autenticidad que la sustenta.

Entre sus obras destacan los poemarios Sonetos del alba, (1991), Desde un mar de silencio (1993), Canciones de la tarde (1995), Cartas de Praga (1999), Sopas de ajo (2001, 2ª ed.), Memoria de azúcar (2002), Ventanas al jardín (2002), El ojo de cristal (2004), Jardines pájaros (2007), Los caballos ciegos (2008), Escuela en libertad (2009) y Umbrales de otoño (2013, ganadora del Premio Andalucía de la Crítica); en colaboración con Tadea Fuentes ha publicado, Diálogos en Granada (1995) y Papeles del diario de doña Isabel Muley (2º ed. 2008). Su última obra publicada es el poemario El corazón de la gacela (Valparaíso, 2015). Dirigió y presidió desde su fundación, en 2005, la prestigiosa publicación semestral EntreRíos. Revista de Arte y Letras. En 2015 se le concedió la Medalla al Mérito de la Ciudad de Granada.

El fallecimiento de Mariluz Escribano tuvo lugar el 20 de julio de 2019 a causa de problemas respiratorios. Tenía 83 años de edad.

Os dejo algunos poemas:

IX

Tuya es mi voz y el hueco de mi mano,

mi cálida sonrisa intrascendente,

los suspiros que van, sencillamente,

de mi aliento a tu aliento tan lejano.

Nada vive en mi sangre tan cercano

como tu corazón. Serenamente

creces en mi, y en mÍ como simiente

te guardaré mañana. Y será en vano

que la tarde me llame a la tristeza,

con sus dorados tonos otoñales

porque te tengo a ti por centinela.

Y es tanta la ternura y la tibieza

que derraman tu gesto y tus modales

que tu sola existencia me consuela.

XVIII

Hay un cantar de alondras por el viento

en la mansa quietud de la mañana,

y un repique lejano de campana

en la alta claridad con que te siento.

Porque eriges en mí tu pensamiento

tu ternura me borda en filigrana,

y hay un desmayo leve que engalana

esta entrega total en que consiento.

Dulces horas amantes compartidas,

cuando todo es silencio por la tarde,

última luz de ocaso ya cumplida.

Vale la plenitud de nuestras vidas

la noche sideral en la que arde

una estrella fugaz y estremecida.

de Sonetos del alba (1991)


DESDE UN MAR DE SILENCIO

En el niño el misterio es su mirada intacta

que adjetiva la savia del húmedo futuro,

cuando alcanzar al hombre es nombrar la tristeza

y sentir como el tiempo suprime los pronombres.

El niño es el regreso a un espejo de hierbas

con senderos que surcan un sol indeclinable

que los pájaros vencen con sus vuelos oscuros.

El recuerdo camina con sus pasos de lino

por la laguna inmensa de sus puras pupilas,

y como el mar regresa,

con vocación de ola,

a posarse en la densa penumbra

de los sueños.

Y es así que esta tarde,

cuando me miro y siento los puñales del tiempo

con esquinas de múltiples alfileres de agua

que me cosen la boca con heridas pequeñas

con sosiegos, silencios

y soledades claras.

Cuando no tengo a nadie a quien cantarle un verso

o darle una limosna de beso remansado,

con quien hablar de nada

con serena tristeza,

leo a Guillén y pienso:

el amor fue mi casa,

quiero decir mi madre,

con sus andares lentos,

con su afanoso amor por ordenar la casa

y conservar la harina de los racionamientos,

los retales,

los hilos

y la esperanza intacta.

Necesario es decir que mi madre cantaba.

Yo no sé si cantaba para olvidar escombros,

ruinas,

           muertes,

                            tristeza,

                                            guerras,

                                                              hombres,

                                                                                        palabras,

telarañas del tiempo,

sangre no regresada,

pero yo la miraba desde el patio llovido,

sentada en la terraza,

cuando el otoño alzaba una luz de madera,

y pensaba: es mi madre,

definitivamente,

y mi madre es mi casa.

Detrás de los visillos silenciosos y albos,

náufragos en el aura dorada de la tarde,

habitaba la luz insomne de mi madre,

su silencio de flor,

su soledad de pájaro.

Yo la miraba estar,

nunca quieta,

gozosa,

amasando la blanca pobreza de la harina.

Otras veces, tocaba, sosegada, el piano

o cosía con leve puntada primorosa

para evitar la dura pobreza de las telas.

La casa era modesta,

pero mi madre hermosa,

con sus gráciles manos como ríos o arroyos

que trabajan la inmensa desolación del tiempo.

Su cuerpo se poblaba de fantasmas insomnes

de tristezas de hilo guardadas en baúles

y recordaba siempre, con mirada de sueño,

la palidez de agua de su infancia de musgo.

La nostalgia era en ella sustancia de madera,

persistencia de algas sobre los ojos limpios.

Mi madre era la fuerza sideral de los hondos

caminos de la espiga alejada del agua.

Y es que yo la miraba desde el patio llovido,

cuando la superficie de la tarde moría,

y sabía que ella reposaba un momento

y leía despacio a Miguel de Unamuno.

Y ahora, cuando no vuelve,

cuando la llamo y nada

presagia su palabra de inmediata costumbre,

desde el patio la llamo,

desesperadamente,

y sólo el mar responde,

es decir, sólo el viento,

quiero decir la brisa,

aquella que movía su pelo, levemente,

mientras la luz de otoño deshacía

la suave penumbra de los arces.

Desde un mar de silencio (1993)

NOCHE

Ahora que es de noche

y solo me acompañan

las rosas desvaídas

con sangre de diciembre,

y en la ciudad se abren

los ojos del insomnio

tras las ventanas ciegas

de gentes sin historia,

me pregunto si es tarde

para empezar mañana

a recordar las fechas

de antiguos calendarios.

 LOS OJOS DE MI PADRE

Los ojos de mi padre,
los ojos de mi padre,
mirándome en la patria cereal de los trigos,
en un tiempo de cunas
mecidas por el viento de la guerra,
mirando cómo crezco
en los abecedarios
y conquisto sonidos primitivos
balbuceos, palabras necesarias,
porque él me empuja y vuelve,
desde su corazón y sus espigas,
su corazón de tierra y manantiales,
patria de tierra y gritos apagados.
Mi padre es un silencio
que mira como crezco.
Sus manos me conforman,
me miran la estatura,
la dimensión del cuerpo,
averiguan gozosas
que me elevo en trigal.
Las manos de mi padre
tocan mi cuerpo y cantan,
y yo sé que me acunan
con nanas de caballos,
con la salmodia triste del judío,
del converso que habita por su sangre.
Pero paseo con mi padre.
Abandono en sus manos
mis manos tan pequeñas,
y al calor de su sangre
mis pulsaciones tienen
una ambición de tiempos.

En las luces inquietas de la tarde,
al borde de la noche,
vamos pisando hierbas, territorios,
ríos como torrentes, manantiales,
horizontes donde la niebla habita,
paisajes metalúrgicos y bosques,
ciudades, vientos, cordilleras,
blancas constelaciones.
Camino con mi padre.
Me nombra a las palomas,
pájaros migratorios,
aguanieves que rozan las praderas,
alcaudones de viento,
golondrinas, gorriones, avefrías.
Y todo pasa y llega de su mano,
y a mi infancia regresa
el calor confortable de su sangre

Cuando llegan los días de septiembre,
láminas del otoño,
las madrugadas frías y estrelladas
detienen sus palabras.
Pero es sólo un instante
de sangre y de fusiles
porque mi padre vuelve del silencio
y pasea conmigo
el callado silencio de las calles,
y los campos sembrados
y las constelaciones,
y su voz de madera me acompaña, me mira cómo crezco.
Todo el mundo conoce
que heredé de mi padre una bandera.

 

MARILUZ ESCRIBANO (2) – YouTube

DESDE UN TIEMPO

Escribo desde un tiempo

labrado en lo remoto,

con sonidos de pozos

abiertos en la arcilla,

y el llanto de las piedras,

las lágrimas del trigo,

un vuelo de palomas

y hierros y fusiles.

De Umbrales de otoño (2013)

EL TIEMPO

Ahora que el tiempo ha dejado su huella,
sus pequeñas heridas
en el hueco del rostro,
ahora que todo pasa
por un espejo  cóncavo
y da miedo asomarse
a los escaparates
con su luz de neón
y las bellas ofertas
no hay nadie que me quite,
una infancia de calcetines blancos,
zapatos de charol
y una mirada clara.
Después de tantas lluvias
y  atardeceres lentos,
ahora es tiempo de paz,
de paz y de memoria.

LA CASA SOSEGADA

En Pedrosa del Príncipe

Golondrinas y alondras

sobre los olmos grises.

En el caudal del río

el aire es transparente.

Entre los juncos duermen

los ojos del silencio

que miran el sosiego

de los campos de trigo,

y se bañan las horas

con lentitud de siglos.

Suenan  trinos  pequeños

entre las bardas,

son música en el aire

de la mañana.

Más allá la penumbra,

la casa sosegada,

esa que sólo habitan

mi corazón y el viento.

TELEGRAMAS

Tenían una voz azul mar

y un oscuro desconsuelo

cuando noche cerrada

llegaban a tu puerta

y llamaban con puños imperiosos.

Pronunciaban mi nombre,

y el corazón saltaba

con nobleza de puma.

las noticias volaban

con reflejos azules,

sobre un lago de tristeza profunda.

No eran nunca palabras admirables,

eran tristes noticias imposibles,

palabras que dejaban

el corazón perdido entre la niebla.

Telegramas azules

para una noche inquieta,

cuando una lágrima desciende

y se convierte en río.

ESCRIBIRÉ UNA CARTA PARA CINCO

Cuando surja la luz de primavera,
y las rosas dibujen sonrisas de colores,
escribiré una carta para cinco muchachos,
contándoles lo mucho que gané con la vida.
Escribiré desde una nube blanca,
con una tinta azul que no la borre el tiempo,
porque no volveré a pisar las arcillas,
ni la dura tristeza del asfalto.
Contaré que mi vida
fue una historia muy larga,
con mapas y lecciones
en un palacio antiguo,
el fragor de los trenes
hacia el país del trigo,
la lluvia sobre el mar
y las arenas suaves.
El Cantábrico allí,
tan lejos de Granada.
Después vinieron ellos,
esos cinco muchachos,
y los días pasaron
con nanas y con besos,
con los ojos dormidos
en cuna almidonada.
Mi corazón estuvo
siempre en guardia con ellos
Y ahora que ya han crecido
y conocen los mundos de las hierbas
los nombres de los pájaros,
la música del mundo,
los placeres del libro,
creo que ya he cumplido
mi misión en la tierra.
Escribiré una carta para cinco
cuando la primavera arribe
y me inunde la casa de amarillos.

El corazón de la gacela (2015)

DETRÁS DE LOS VISILLOS

Te escribiré en septiembre,

cuando los bosques incendiados

tengan la luz del cobre

y las hojas desciendan

en el aire calmado

hasta una hierba dulce.

Tengo en la mano un pájaro

y  una rama de cedro,

y sé que el ruiseñor

se aventuró en su historia

de atravesar el mar.

Primero descansó en la fuente de mármol

del jardín en que habita la memoria.

Cuando levantó el vuelo y me dejó su canto,

me desnudé de una música bella,

 y entonces recordé

que te debía una carta

en  la que te contara

las pequeñas historias de mi vida,

esas que no recuerdas,

aquellas que perdieron el sabor de la tierra,

el aire de los álamos

en la pradera verde,

el olor de los frutos,

el sonido feroz de las tormentas.

Te escribiré una carta cuando llegue septiembre,

y pueda recordar el olor del mastranzo,

y el color de ese pájaro

que tuve entre mis manos,

antes de volar alto a la cumbre del cielo.

CUANDO ME VAYA

Dejaré un silencio en el recuerdo,
sonidos de una voz que fue muy joven,
y un aroma de sándalo y cipreses
para que no me olvides.

Y ahora, cuando el sol desaparece,
y hay promesa de una noche clara,
las estrellas se esconden
y están muertas de tanta nívea luz.

Dejaré abierta la ventana.
Un gorrión divulgará mi huida,
y un frescor de mañana
anunciará mi marcha,
con trémula voz para llamarte.

Cuando me vaya
perderé las praderas,
los bosques encendidos de noviembre,
el verde del jardín en primavera,
la tenue luz de los planetas,
la sonrisa de un niño,
el calor de un amigo,
lágrimas de dolor por los caminos
que transité tan alta,
la caricia de un perro
que dio fuego a mis manos.

Cuando me vaya
habré perdido tantas cosas,
que creceré en trigal
por no morirme.

Geografía de la memoria (2018)

Encuentro virtual con Ada Salas: 9 de noviembre a las 19 horas.

El próximo miércoles 9 de noviembre a las 19.00 horas tenemos un encuentro virtual ( por Meet) con la poeta Ada Salas. Todo un lujo. Quienes estén interesados pueden contactad en este correo: aalveasanchez@gmail.com.

Ada Salas estudió Filología Hispánica en la Universidad de Extremadura. Impartió clases durante dos años en Francia, en la Universidad de Angers, y en la actualidad es profesora de literatura en un instituto de bachillerato madrileño. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Variaciones en blanco (1994), La sed (1997), Lugar de la derrota (2003), Esto no es el silencio (2008), Limbo y otros poemas (Pre-Textos, 2013) , Descendimiento (Pre-Textos, 2018) y Arqueologías (Pre-Textos, 2022). En colaboración con el fotógrafo Tete Alejandre ha publicado Reflejos (2006), y son fruto de su trabajo en común con el pintor Jesús Placencia los títulos Ashes to Ashes (2011) y Diez Mandamientos (2016). En 2021 apareció Criba, que reúne poemas de la autora con obra gráfica de Laura Lio. En 2016 la editorial Fondo de Cultura Económica sacó a la luz la antología Escribir y borrar. De su obra ensayística cabe destacar: Alguien aquí (2005), El margen, el error, la tachadura (2011) y Lengua del alma (2019). En 2021 se estrenó en el Teatro de la Abadía de Madrid la obra Descendimiento, basada en su libro del mismo título, con la dirección de Carlos Marquerie y música de Niño de Elche. Junto con Juan Abeleira ha traducido A la Misteriosa y Las tinieblas de Robert Desnos. Algunos de sus libros han sido traducidos al sueco y al italiano, y acaba de aparecer la traducción de Descendimiento al alemán.

Dejo aquí algunos poemas de la autora:

Sólo el ave conoce

los exactos perfiles.

De sus ojos aprendo

el universo miniado

el eterno poniente que oscurece

las islas.

Puedo ver la verdad:

el lento claudicar del horizonte

y su amarga

caída.

Sería

el frío resplandor del miedo

o la hiriente

locura

Me enfrentaré a tu amor con oleaje

y brazos de serpiente

con destreza de nutria

y temblor de paloma

para que no te llames muerte

y huyas de mí

bajo tu largo nombre

de Arte y memoria del inocente (1987)

Honda en la noche

escribo

el enfermo declive

de las horas

el pausado morir de la nostalgia.

Caballos

por el hondo

desierto de mis ojos.

Negra piedra

honda noche.

Esperar.

Esperar

y no tener palabras

que llevarse a la boca.

de Variaciones en blanco (1994)

Mirad esta llanura. Nada en ella recuerda

las gestas de los hombres. El sueño sólo

alienta y fecunda. Como un tiempo

arrasado

insiste en su pobreza.

La casa que abrigó tu corazón

será una ruina. Furtivos

en la noche

la habéis abandonado.

Oscura en el jardín la tierra removida.

Quise

decir traición

y dije llanto.

Hay libros que se escriben sobre la carne misma.

Son esas cicatrices que nos hablan

y sangran

cuando el tiempo se rinde a su derrota

un puñado de signos que apenas

comprendemos

y eran el beso intacto de la vida.

De La sed (1997)

No duerme el animal que busca

su alimento. Huele

y está tan lejos todavía

el aire de su presa.

Y vagará en la noche.

Con la sola certeza de su hambre.

Ciego

porque una vez ya supo

de ese breve temblor

bajo su zarpa.

Brillan

con una luz de la infancia

los ojos de la tarde.

Tuyos son la mirada

y el canto

el hambre con que amo

la doliente

pequeñez de las horas

todo

lo que habita la vasta sucesión de tu ausencia.

Lugar de la carencia

pura

desposesión. Sea vano mi nombre

vano

este empeño furioso por ser río

y no breve humedad

bajo la piedra.

De Lugar de la derrota (2003)

«La necesidad de escribir es a veces más fuerte, más poderosa que la escritura misma. Y sé que ahí está el error. El ansia ahoga la escucha y acrecienta el vacío. Como un viejo eremita observa el roce de las horas en el escaso mundo de su soledad y su silencio. Con la misma santa, habitada y tranquila paciencia. Ser sólo rama, saber ser rama, y esperar a que las aves se posen cuando llegue el descanso.»

Alguien aquí. Notas acerca de la escritura poética (2005)

El óxido

la zarza

algún resto que antiguos habitantes

no llevaron consigo. No es hospitalario

este lugar. Es hosco

y sin embargo

qué te trajo hasta aquí.

No hay nadie

ya lo ves

no hay nada

y sin embargo

esto no es el silencio.

Un discurso continuo

emana de las cosas

un discurso que suma lo animal

y lo humano

y no tiene apariencia

de animal o de humano

y por eso

oh ciegos

nos parece inaudible.

Aquí bajo esta viga

que amenaza

con abrirte la frente

puedes quedarte

quieta

dejar que la intemperie te pudra

y te corrompa

y te derrumbe

al cabo.

Un desplome

de huesos

como el que hizo de un muro

este montón de piedras.

De Esto no es el silencio (2008)


Descendimiento de la Cruz de Van Der Weyden

EL vacío.
Su piel como escamas qué
protege. Tú eras el amor todo se abría
todo
bebía de tu luz. Ahora este cadáver
que
hay que enterrar
este despojo
que
se nos cae de las manos.
Lo que viene después de la alegría del
deslumbramiento. Lo que nos pesa
es no tener más vida.

Debajo de la piel

corre la sangre. Debajo del color

el blanco del estuco.

La luz.

La transparencia.

                                 Otro poco

de aceite

para

que lo vivo

aflore entre lo muerto.

El pulso de esa mano. La savia

de ese roble. Un pequeño gusano

que crece en esa herida

una abeja

que zumba

en ese corazón.

Quién se atreve a decir que todo está cumplido.

Cuando va a anochecer

los vencejos invaden esta sala

vacía.

Descendimiento (2018)

DIOSA. ESTATUILLA

QUIERO

decir amor pero pronuncio

muerte -esa llaga

en la lengua-. No hemos

comprendido. No hemos acertado a

reconocerlo. Velas. Reinas

en

el jardín de los astros. Extiendes

en la noche

el río de tus pechos. Los dedos

de los solos

te han labrado un collar. Descansas

en su frío.

Qué hacer con este amor

que nadie quiere.

ALJIBE

En medio de la tierra algo se abre.

Una rama en el mármol te recibe

viajero. Una rama. La gracia.

El brillo

de algún pez.

El reflejo más puro.

Un agua densa inmóvil un cuerpo

transparencia.

Tú quieres estar viva en esa nada.

NOTA: Los espacios en blanco, los silencios, en la poesía de Ada Salas son muy importantes, pero en el blog se pierde y es un problema que he intentado solucionar de diferentes modos y sin resultado.

Presentación del poemario «Si preguntan por mí» de J.R. Barat

Este viernes a las 19 horas presentaré el poemario de J.R. Barat, «Si preguntan por mí», en Casa del Libro , C/ Velázquez 8, Sevilla. Me alegrará veros.

J. R. Barat (Valencia, 1959) es Licenciado en Filología Clásica e Hispánica, y Catedrático de Lengua y Literatura. Su obra poética está compuesta, entre otros, por los siguientes libros: La coartada del lobo (2000), Como todos ustedes (2002), Piedra primaria (2003), Breve discurso sobre la infelicidad (2004), El héroe absurdo –Poesía reunida– (2004), Confesiones de un saurio (2005), Malas compañías (2006), Mapa cifrado (2007) y La brújula ciega (2010).

El título “Si preguntan por mí” procede del poema Barro solo , en el que se expresa nuestro carácter intrascendente, anónimo, fugaz: “Si preguntan por mí, / ya saben lo que soy: / una sombra entre sombras. / Barro solo.” Si somos barro, nos podemos moldear, y al mismo tiempo, parece que Dios creó al hombre con barro y polvo.

Su primera parte, Sol de la infancia, hace referencia a los últimos versos que José, hermano de Machado, encontró en el bolsillo del abrigo de Antonio Machado a su muerte en Colliure. El poema, que le da título a esta parte, supone un homenaje a nuestro maestro, cuyos versos le despertaron la fascinación por la poesía , bajo su ala empezó a escribir, con apenas 13 años. Poemas testimoniales que rememoran aquella infancia de los años 60, rural y feliz, con su cine de verano y misas en latín. Os dejo aquí el poema completo y algún que otro del libro y el viernes profundizaremos en ese poemario que gira en torno a: la memoria, la infancia, el amor, el misterio de la vida, el paso del tiempo, la muerte, nuestra fugacidad en el absurdo devenir del mundo, los sueños… Os esperamos.

Os dejo mi reseña a este poemario publicada en la revista Culturamas, a la que le estoy muy agradecida, así como a su editor de la sección de poesía, Jesús Cárdenas Sánchez:

SOL DE LA INFANCIA

Tenía doce años. Tal vez trece.

Y creo recordar que era feliz.

La vida transcurría

entre huertas y establos

y gentes labradoras.

En aquel escenario de miseria

el instituto era un oasis de luz.

Madrugada, mochila, compás y cartabón.

El olor de la tiza y de los libros

tenía algo de magia para mí.

Todavía recuerdo

a aquella profesora

que leía en voz alta

-labios rojos, zapatos de tacón,

cabellos como el trigo-

los versos de Machado

mientras se paseaba por el aula.

Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.

Y aquella transparencia heptasilábica,

el contoneo dulce de los versos,

se me iba metiendo

lentamente en el alma

sin que me diera cuenta.

El agua de la fuente,

resbala, corre y sueña.

Yo cerraba los ojos y dejaba

que el agua de Machado

corriera por los surcos

de mi imaginación

como un río de luz anaranjada.

Después del instituto,

otra vez el estiércol,

el trabajo en la huerta,

la lluvia de los días.

Pero en la soledad oscura de mi cuarto,

cuando me retiraba por las noches,

a la luz macilenta

de una pobre bombilla sin tulipa

yo leía los versos de Machado

una vez y otra vez,

en voz baja, lo mismo

que una extraña oración.

Lejos de tu jardín quema la tarde

inciensos de oro en purpurinas llamas.

Han pasado los años. No recuerdo

el día en que empecé

a escribir redondillas,

romances, serventesios,

proverbios y cantares.

Poemas que llevaban la semilla

-con permiso de Bécquer y de Hernández,

de Lorca y de Neruda- de un humilde

profesor de francés

que se llamaba Antonio Machado, un hombre bueno,

republicano y sabio.

Ya no soy aquel niño

que ordeñaba las vacas

y labraba la tierra.

El niño que miraba con ojos inocentes

la hermosura de un mundo sin confines,

a la medida exacta de sus sueños.

Muchas veces me siento a meditar

en un banco cualquiera

de una plaza cualquiera,

a la sombra de un álamo

o a la orilla de un río.

Empiezo a comprender

que la vida de un hombre

se escribe con la tinta

de sus primeros años.

El aire que acaricia

las copas de los árboles

me trae en su monodia

el verso más hermoso, más sencillo, más triste

que escribiera Machado:

Estos días azules y este sol de la infancia.

A veces me pregunto

cómo puede caber en un alejandrino

el corazón de un hombre.

BARRO SOLO

A Pascual Casán

A grandes rasgos soy alguien que habita

con más pena que gloria en los suburbios

de la insignificancia.

Ojalá yo pudiera

extraer del sombrero una paloma

o sacar de la manga un as de corazones.

Anónimo viandante,

funambulista crónico

sobre la cuerda floja

del quelevoyahacer.

Admito que jamás

conseguí distinguir el grano de la paja.

No me siento capaz de señalar

los puntos cardinales

en el atlas oscuro de mi fe.

La línea que dibuja el horizonte

es una mancha azul en mi retina

y en esa nebulosa

se abrazan y copulan

el cielo y el infierno.

En mi defensa puedo

alegar muchos méritos civiles,

algún certificado

de mi buena conducta laboral

o un eficaz currículum

en asuntos domésticos.

Con todo,

lo que más me asemeja

a cualquier ser humano

es el hondo temblor

ante lo incomprensible,

la gris mediocridad,

el dolor de saberme

fugaz e intrascendente

en el absurdo devenir del mundo.

Si preguntan por mí,

ya saben lo soy:

una sombra entre sombras.

Barro solo.

LA VIDA ES SUEÑO

Los sueños alimentan más que el pan.

Son la brasa encendida

que en las noches de invierno

calientan por igual

la carne y el espíritu.

El faro que ilumina

la nave naufragada en la tormenta.

A veces emborrachan

como una canción dulce

o un vino de reserva.

No dejes que la vida

con sus dosis diarias

de realidad y números

acabe con tus sueños.

Lucha a capa y espada

contra la sinrazón de la razón

y déjate arrullar por sus quimeras,

sus molinos de viento

y su reino de Jauja.

El día que los sueños te abandonan

definitivamente

estás perdido.

TAURO

A Ángel

Era del año la estación florida

en que el mentido robador de Europa…

Luis de Góngora

Querido hijo: tarde

o temprano tendrás que regresar

al germen sin origen del principio,

a aquel hermoso mayo

en que pacía flores de zafiro

en un cielo sin nubes

al robador de Europa.

Otra vez ha de ser tu compañera

la luz del mediodía

cuando los ojos abras

frente a la eternidad.

Y será, como entonces,

el fulgor más intenso

de la estación florida.

Considera tan solo

no haber vivido en vano.

A mi izquierda, Pascual Casal, y a mí derecha Montserrat Cano, Rafael García de los Reyes, María José de Llanos y Juan Ramón Barat

Ciclo «El poeta y su voz»: Encuentro con Braulio Ortiz Poole el 15 de marzo a las 19h.

Tenemos la suerte de contar con la presencia de Braulio Ortiz Poole en nuestro ciclo » El poeta y su voz», martes 15 de marzo a las 19.00 horas, en Casa del Libro de Viapol, Avda. de Diego Martínez Barrio nº 4, Sevilla. Muy agradecida de que aceptara la invitación. El aforo es libre y también puede transmitirse por Meet.

Braulio Ortiz Poole es un periodista cultural y poeta nacido en Sevilla en 1974. Escribe para el Diario de Sevilla y los periódicos del Grupo Joly. Su debut literario, Francis Bacon se hace un río salvaje, ganó el Premio Andalucía Joven de Narrativa, y a esa publicación siguieron obras como la novela La fórmula Miralbes (Caballo de Troya, 2016), biografías bastardas ( Rd Editories, 2005) o los libros de poesía Defensa del pirómano (E.H. Ediciones, 2007), Hombre sin descendencia (Fundacion Jose Manuel Lara, 2011), Cuarentena (La Bella Varsovia, 2015) o Gente que busca su bandera (Maclein y Parker, 2020). También hacer constar la biografía Manuel Laffon, el hombre y el médico ( Diputación Provincial de Sevilla, 2010). Sus historias han sido seleccionadas para antologías como ‘Mutantes. Narrativa española de última generación’ y ‘Pequeñas resistencias 5. Antología del nuevo cuento español (2001-2010).

El prólogo es del también poeta Alejandro Simón Portal. En él hace un recorrido por la trayectoria poética del autor, destacando de este libro su cuestionamiento de lo (indebidamente) establecido, cómo da voz a los disidentes, su diálogo con historias ajenas y universales, su carácter celebratorio de la vida, a la vez que su conciencia política y compromiso ético. Define el poemario como un tratado de amor al género humano, entendiendo el amor como consuelo y resistencia.

En la página de la editorial Macklein y Parker se indica: «Bandera como símbolo de lucha, de pertenencia, de propósito. Bandera como símbolo de la necesidad de compartir una revolución que comienza en lo íntimo pero va más allá del individuo, más allá incluso del colectivo, que lo atraviesa todo con colores, en ocasiones, no visibles a los ojos, tal vez solo visibles a los corazones. En Gente que busca su bandera el periodista, escritor y, por encima de todo, poeta, Braulio Ortiz Poole rinde un cálido homenaje a todas esas personas que, en algún momento de su vida, convirtieron su causa en bandera. Un catálogo de hombres y mujeres que no quisieron acatar las consignas y abrieron su propio camino. Desde Leonard Matlovich, el primer militar de Estados Unidos que reconoció su homosexualidad, hasta el pintor Thomas Eakins, expulsado de la Academia de Bellas Artes de Pensilvania por mostrar en una clase un desnudo masculino a un grupo de alumnas; desde la actriz Frances Farmer, que pagó caro su intento de ser una mujer libre, al jugador de ajedrez Viktor Korchnói, disidente y desertor, la obra retrata a rebeldes e inadaptados que se salieron de la norma y que fueron duramente juzgados por su tiempo. Escribe sus historias, / di sus nombres, apunta el autor en unos versos. Aunque los señalen / también ellos / están haciendo patria. «

Braulio da un giro en su poesía, por lo general autobiográfica, para abrirse a lo plural y colectivo, como le ocurrió a Antonio Machado. Y logra con una sorprendente intensidad meterse en la piel de sus personajes reales para mostrarlos con ternura. Es la suya una voz que se desdobla -usa el recurso del desdoblamiento- y se dirige constante a un «tú», que es el otro, la víctima, el proscrito o divergente.

Cuando se refiere al verdugo, al cazador, quien señala al otro, al intolerante -por ejemplo en Canadá- lo hace en tono interrogativo, preguntándose cómo es posible tal actitud.

El propio autor en una entrevista manifiesta que prevaleció «el impulso de encontrar a los conciudadanos en los extranjeros, la verdad en los locos y la fe en la herejía. Los que no figuran en el discurso oficial, los disidentes, también contribuyen a levantar el país.» No me digan que no es para zambullirse de cabeza en sus páginas.

El libro muestra cómo todos los derechos y libertades -y justicia, pues es cuestión de justicia- han sido logrados gracias a la lucha y el sacrificio (incluso con la propia vida) de quienes abrieron el camino con coraje. Una larga batalla que todavía hoy continúa en muchos lugares, y en estos lugares, para nuestro pesar. Retrata el precio que paga el «Otro», a quien miran como diferente o extraño y marginan; el precio del rebelde por ir contra la norma.

Refleja como un espejo dos posturas: por un lado, la intolerancia y fanatismo, el Caín que el ser humano lleva dentro, los inquisidores que no admiten que se salga de la «norma», la rigidez sin corazón ni razón, o la simple banalidad del mal, que decía Hanna Arendt (una mujer también valiente por decir lo que realmente pensaba); por otro lado, el marginado, el valiente, quien no se ajusta al patrón común, el visionario que posee una mentalidad más avanzada a la de su tiempo. La pintura negra de Goya, duelo a garrotazos, simboliza esta dualidad, Caín y Abel, refiriéndose igualmente a la historia de nuestro país. A este respecto, para esta patria que somos todos, propone la actitud y el pensar de Clara Campoamor: «materia que edifique y no destruya. / Una casa para vivir en el futuro. / Una casa para la templanza,» nos dirá en su poema Una casa para la templanza. También alude a esta apertura el verso de Vicente Aleixandre: Para todos escribo, en el poema 1977. Vicente Aleixandre recibe una respuesta, en el que reflexiona sobre la condición de la poesía como un lugar de encuentro con el otro , entablando un diálogo con los versos que cita de nuestro premio Nobel.

Evoca en el libro un modo de sentir y de vivir, apuesta por la libertad y la pasión; un interrogarse sobre la identidad y la actitud que adoptar ante el mundo, aunque se sitúe más en el «temblor de dudas» que en la certeza y prefiera lo pequeño y sencillo a las grandes verdades.

En su epílogo, nos encontramos con un joven que alcanza la madurez y se percata de lo que tiene de común con los otros, «Y verá que las brasas/ del dolor y la dicha/ que surcaban su sangre/ han dejado en los otros/ la misma quemadura. / Verá que no está solo.» Y su canto se desdobla, lo dice expresamente, ese desdoblamiento de la voz poética para hablar de los otros, de uno. No podemos olvidar que lo privado es también político, que lo personal depende de lo colectivo en gran medida.

Gente en busca de su bandera es un texto cuidado al milímetro, con esmero, en el que nada sobra, cuyos versos concisos -de ritmo endecasílabo- destellan furor, pasión, belleza, ética, sin querer que lo formal ofusque el significado, sin caer en los brillos del esteticismo -con elegante sobriedad-, bañándose en agua clara la voz del corazón y la conciencia, con las palabras exactas. Sus versos nos pueden parecer aforismos a veces; otras, fulguran sus imágenes. Doy por seguro que quienes se adentren en sus poemas se emocionarán, encontrarán sensibilidad y humanidad. Un buceo, tal vez, para intentar comprender la condición humana -así como la historia de nuestro país y del mundo- y no olvidar el camino escarpado que hemos recorrido hasta llegar aquí, no olvidar que todavía hay que llevar la bandera y continuar, saber ser libre, saber que toda revolución empieza en uno mismo, comprender que la identidad es una construcción cultural e histórica.

El poemario comienza con este poema que le da título y que su autor nos recita :

https://fb.watch/bwahsG22ia/

ESTA ANTIGUA MEMORIA DE LA NOCHE

Leonard Matlovich ( Savannah, 1943- California 1988)

-I-

Cuando eres joven

guardas entre los puños

un agua escurridiza.

Una verdad apenas susurrada

arraiga entre tu pecho

como una madreselva sobre un muro.

Tus silencios aluden a un puñado de césped,

a lo tierno y lo esquivo.

Dentro de ti, la roca.

Dentro de ti, las ascuas:

la leche corrompida de un secreto.

Una corona de espinas en tu entraña,

aquello que aún no nombras

y por ello no existe.

Un amor, un amor

que en la intemperie sería combustible,

que al revelarse sería acantilado.

Vencejo antes que águila,

muchacho todavía,

cantas sin embargo a lo sombrío,

hasta que este miedo rompa su coraza,

la emoción o un relámpago derriben tanta cerca,

y el muchacho sea hombre

y ese amor se haga del consuelo.

-II-

Te atreviste a dar un paso al frente,

pero no estabas solo.

Hablabas tú,

pero olías a madera: rompías el silencio

soberbio y centenario de los álamos.

Tenías en tu pecho (¿lo sabías?)

un tesoro escondido:

el eco de los hombres que se amaron.

Los silenciados, quienes tuvieron miedo,

te entregaban su voz, te daban su coraje.

Venía de lejos, de muy lejos.

De hablar con los fantasmas.

De los bosques furtivos.

De la vida.

Este deseo, tan lleno de raíces,

¿ cómo si no era un jardín

más allá de las piedras?

No eras tú únicamente.

Traías

las espaldas cubiertas por la arena,

los brazos y las flores,

el espasmo, el recuerdo,

la plenitud, el hambre:

esta antigua memoria de la noche.

Como brota la savia en un árbol talado,

en ti se abría una fuente.

Hoy, los amantes,

en el golpe de fiebre de un abrazo,

oímos aún el agua y su murmullo.

Ya eres parte del eco.

UNA MUJER QUE MUESTRA SU VERDAD

Frances E. Farmer (Seattle, 1913 – Indianápolis, 1970)

Este corazón que llevas siempre a cuestas
y del que no entiendes
su amor tan combustible:
permítele que invoque a sus deidades,
permítele de nuevo el sacrilegio.

Aunque vendrá el rechazo si eres libre,
si en la vida y su fiesta de disfraces

no te pones la máscara.

Alguien te advertirá seguramente:
una mujer que muestra su verdad
ha de ser destruida.

Los hombres de bien señalan con espanto
tu belleza blasfema.
Pero no quieres ser de la mentira
y escupes tu metralla.
Si has de nacer de nuevo,
escoge esta piel sensible al mundo,
este incendio constante:
niega a Dios,
niega a Hollywood,
camina con el fuego.

Ya domarán los bastardos a la fiera,
pero antes,
como se limpia el barro
quien viene de la lluvia,
deja atrás la prudencia.

Sólo vive quien arde.

UNA CASA PARA LA TEMPLANZA

Una casa sin muros,

sin ladrillo que aísle de los otros,

concebida hacia afuera,

con voluntad de huerto o voz de salmo,

de siembra o de plegaria.

Una casa que no se cierre en ella.

Así, mujer, sería tu palabra:

una casa muy joven

donde todo germine todavía,

cereal o promesa

que no peleen las fieras.

Una casa para la mesura.

Una casa para tus hermanos.

De esta piedra que prefiere

los puentes a los diques,

así , mujer,

sería tu palabra,

materia que edifique y no destruya.

Una casa para vivir en el futuro.

Una casa para la templanza.

(No te escucharon, Clara:

tus paisanos

prefirieron la cueva y la batalla,

el verbo impregnado en queroseno)

Ahí quedó

tu casa solitaria,

tu palabra serena

para que alguien la habite.

No sólo se repueblan las ciudades:

también el pensamiento.

23 de febrero: Encuentro con Amalia Iglesias Serna

Todo un lujo este encuentro virtual con Amalia Iglesias Serna el próximo miércoles 23 de febrero a las 20.00 horas, será a través de Meet y nos hablará de su poética , trayectoria y poesía.

Amalia Iglesias Serna (Menaza, Aguilar de Campoo, Palencia, España ). Escritora y periodista. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto (Bilbao). Ha dedicado las tres últimas décadas al periodismo escrito y la gestión cultural (El Correo Español, «Culturas» de Diario 16, ABC, Fundación Mapfre…). Trabajó durante diez años, entre 1987 y 1997, en el suplemento “Culturas”, de Diario 16. Durante quince años, desde su creación en 1996, y hasta su clausura en papel en 2011, fue jefa de Redacción de Revista de Libros. Desde 1999 a 2003 fue codirectora – junto con César Antonio Molina- de la revista La alegría de los náufragos. Desde 2011colabora en Revista de Occidente y desde 2018 escribe una columna semanal en El Norte de Castilla.

Entre sus libros de poemas destacan: Un lugar para el fuego (Rialp, 1985), premio Adonais en 1984; Memorial de Amauta (Endymion, 1988), premio Alonso de Ercilla del Gobierno Vasco en 1987; la plaquette Mar en sombra (Málaga, 1989); Dados y dudas (Pre-Textos, 1996), accésit del premio Jaime Gil de Biedma en 1995; Lázaro se sacude las ortigas (Abada, 2005), premio Villa de Madrid «Francisco de Quevedo» en 2006; Tótem espantapájaros (Abada Editores) y La sed del río (Reino de Cordelia), Premio de Poesía Ciudad de Salamanca 2016. Sus poemas han aparecido también en antologías como Las diosas blancas (Hiperión, 1985), Ellas tienen la palabra (Hiperión, 1997), Poetas de los ochenta (Mestral, 1988), Antología de la poesía española 1977-1995 (Castalia), Canción de canciones (Mario Muchnik), etc…

  • Un lugar para el fuego (Rialp, 1985).
  • Memorial de Amauta (Endymion, 1988).
  • Mar en sombra (Rafael Inglada. Plaquette, 1989).
  • Dados y dudas (Pre-Textos, 1996).
  • Antes de nada, después de todo (Universidad del País Vasco, 2003).
  • Intravenus. Con Lola Velasco. (Diputación Provincial de Huelva, 2003).
  • Lázaro se sacude las ortigas (Abada, 2005).
  • Poetas en blanco y negro (Antología) (2006).
  • Poemas sin más (Universidad de las Islas Baleares, 2007).
  • A orillas de Machado (Antología) (2008).
  • Tótem espantapájaros (Abada editores, 2016).
  • La Sed del Río (Reino de Cordelia, 2016).
  • Sombras di-versas. Diecisiete poetas españolas actuales (1970-1991) (Antología) (Vaso Roto, 2017)
  • A poema abierto. Escribir en tiempos de pandemia. Universidad de Salamanca, 2020.
  • (Des) localizados. Textualidades en el espacio-tiempo. Universidad de Salamanca, 2021.

Preparó la edición de Algunos lugares de la pintura de María Zambrano. Es antóloga de Poetas en blanco y negro (Abada, 2006), una recopilación en la que se reúnen poemas de 230 poetas iberoamericanos que fueron publicándose previamente en la sección «Contemporáneos» del suplemento cultural de ABC durante varios años y de otras antologías como Sombras di-versas. Diecisiete poetas españolas actuales (1970-1991) (Vaso Roto, 2017), A poema abierto (Universidad de Salamanca, 2020).

De 1988 a 2022 se ha encargado de la redacción de textos de crítica literaria, columnas de opinión, entrevistas, ensayos, etc…  en diversos medios: EL CORREO ESPAÑOL, ABC, DIARIO 16, ZURGAI, LETRAS LIBRES, TURIA, EL CUADERNO, LITERAL MAGAZINE, …     

También de la  edición y corrección de textos, catálogos, dossiers de prensa, escritura de prólogos de libros,  etc… para distintos medios: EDITORIAL TURNER, ALIANZA EDITORIAL, PLANETA, FUNDACIÓN TELEFÓNICA, FUNDACIÓN MAPFRE, UNIVERSIDAD DE SALAMANCA, DIPUTACIÓN DE ÁVILA, FUNDACIÓN CULTURA Y SABERES, …

Participación en jurados literarios (PREMIO CERVANTES, PREMIO TORRENTE BALLESTER, PREMIO JOSÉ HIERRO, PREMIO RAFAEL ALBERTI, PREMIO LEONOR, PREMIO DE LA CRÍTICA, PREMIO BLAS DE OTERO, PREMIO GABRIEL CELAYA, PREMIO EDUARDO LOURENÇO…).

Presentación de libros, participación en mesas redondas y conferencias (CÍRCULO DE BELLAS ARTES, CASA DE AMÉRICA, UNIVERSIDAD COMPLUTENSE, UNIVERSIDAD CARLOS III, CASA ENCENDIDA, FUNDACIÓN MAPFRE, SGAE, FUNDACIÓN AUTOR, CASA DEL LECTOR, UNIVERSIDAD INTERNACIONAL MENÉNDEZ PELAYO, CURSOS DE VERANO DE EL ESCORIAL, UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO, RESIDENCIA DE ESTUDIANTES, INSTITUTO CERVANTES, BIBLIOTECA CASA DE LAS CONCHAS…).

En 2004 la Real Academia de Poesía de Córdoba le concedió la Medalla de Oro Don Luis de Góngora. En 2007 fue nombrada Presidenta Ejecutiva de la Comisión Nacional para la Conmemoración del Centenario de Machado en Soria. Es co-guionista, junto con la también poeta Julia Piera, del documental: Antonio Gamoneda: Escritura y alquimia (2009). En 2019 obtuvo la Beca a la Creación de la Fundación Castilla y León, para escribir el libro de poemas Leer da tiempo, que será publicado en los próximos meses por la editorial Abada.

ÍTACA NO EXISTE

Tres vueltas de llave y un olor a silencio,

la luz súbitamente estrangulada en el lecho sin fondo

y la humedad de quince o más otoños

y esta locura

y esta oscura gangrena de embriagada penumbra,

tres o cuatro macetas con esquejes de olvido

o esa vela gastada en noche de tormenta.

Las puertas columpian el llanto de sus goznes.

Hace ya tiempo que no hay golondrinas al borde del tejado.

Asciendo lentamente

aquella escalera de los sueños freudianos,

subo a los altares mínimos

de mi propia insuficiencia.

¡Cuánto ayer empozado,

cuánta breve mortaja,

cuánto leve recuerdo!

Sobre la cal de esta pared escribo un verso:

He regresado y nada me esperaba.

Quizá se vuelve como a la patria o al padre

con un algo de herida

y esa ansiedad de no reconocerse en los viejos espejos.

Quizá se vuelve tarde,

se vuelve ya sin tiempo.

Desde el suelo

una muñeca muerta me contempla,

—una muñeca serenamente muerta—

Me alejo

con la desagradable sensación de haber profanado una tumba.

Un lugar para el fuego ( 1985)

de Memorial de Amauta ( 1988)
Memorial de Amauta ( 1988)

Palidez de los cuerpos.

No sabemos reunirnos.

Nos hemos ensayado torpemente

en ser canción y edén autodidacta.

Y alguna vez,

alguna vez, amor, nos hemos presentido

cercanos a la dicha de aprendernos.

Visto lápidas limpias.

Aprendo el difícil oficio

de apuntalar cenizas o inventariar quimeras.

Pero algunas veces

una magia anónima se instala entre mis manos.

A veces

libélulas amargas

cruzan en procesión entre las venas

y nos devuelven un destello de glope:

fugaz latido

de haber sido un instante

música

y magia

y piélago habitado

Pero tan sólo porque tú existes

el paisaje se repuebla de albatros

y mi soledad se llena de memoria,

acude cada vez a una cita imposible.

de Memorial de amauta

CUANDO QUISE LEER la caligrafía de las brasas,

Las palabras sin certezas hacían un ruido de celofán

entre los dedos, ya entonces alguna brecha abierta,

arrugas que no supe interpretar. Las manos de un

alfarero loco modelaban mi sombra y el orfebre puso

a secar mi corazón encima de la empalizada.

de Dados y dudas 1996

Amanece en el tren. Un rumor de raíles desata…

Amanece en el tren. Un rumor de raíles desata
la cremallera de un paisaje. El cielo abre sus
párpados, instante en que no sabes si acabas de
partir o estás a punto de llegar. No sabes si
el mundo huye de ti o eres tú velocidad de fuga
entre sus fauces. Te abandonas al presagio de una
selva lejana, esperas el placer de su espesura.

De «Dados y dudas» 1996



Cavar una fosa…

Cavar una fosa.
Edificar una casa.

Sobre las ruinas de las ruinas,
ahora y siempre por los siglod de los siglos,
la vida siempre en obras.

Un basurero atesora
la indiferente memoria de los días.
Quién reciclará nuestros despojos,
quién regalará fascículos
con nuestra colección de instantes,
qué teletipos darán noticia
de la simulación de un sueño,
quién archivará cuidadosamente nuestros nombres
y hará el penúltimo inventario,
en qué autopista o hiperespacio habitaremos.

Qué Internet hacia Dios por si lo escucha.

Entre derribo y derribo,
cavar una casa,
edificar una fosa.

De «Dados y dudas» 1996

Desasosiego de otoño

Tampoco tienen fecha las hojas de este otoño
y acaso no es verdad que su mundo agonice.
Ni queda amargura en sus grietas
ni sus arrugas aguardan la soledad del invierno.

Es sólo levadura, madriguera,
lazada de luz cuando reposa,
cuando cierra los ojos
para buscar los nombres de lo oscuro.

Pergaminos, venas izadas,
nervios que han excavado la piel,
los profundos ríos de montaña
que se dibujan en tus manos.

No hay desembocadura en este instante
detenido en la pared de un día,
en los muros de una casa que no existe,
el limbo del soñador y sus iconos.

Caminos superpuestos,
desde el Austral al Ártico,
sólo el imán del útero en letargo,
el jirón de inquietud que te faltaba
para soñarte sin gravedad.

De «Lázaro se sacude las ortigas» 2005

MARINA SIN MAR

Cae la tarde al vértigo del día inacabado.

He venido hasta el centro de la presa sin agua.

En el limo del fondo puedo escribir tu nombre

de Marina sin mar.

Nunca sabrán las olas

cómo baja la niebla por los pastizales

y se posa en la arcilla de la luz de anteayer

más despacio en sus grietas.

El viento juega con los posos del pasado

la dulce letanía de aquella tierrra intacta.

Por el rastro de la sangre…

los mismo brezos al borde del camino

recuerdan que mis brazos eran niños entonces.

Otra vez se hace tarde.

En las encrucijadas de corazón

huele a bosque mojado

para que nunca olvide mi cuna de madera

y tus manos perfumadas de orégano,

de arándano, de canela en flor.

Hoy camino contigo

por las linderas de Somonte

Todavía el viento desata tu pañuelo

antes de bajar a posarse en vuestras tumbas.

la sed del río (2016)

DECIR UNA GUERRA

No se oxidan las latas de conserva
en los gabanes de los soldados muertos.

Alguien escondido en la despensa
raciona el azúcar a los niños,
sigue encendida la hoguera donde arden las cosas de la casa.

Apenas quedan pedazos memorables,

sus labios dicen palabras como estraperlo,

pólvora, racionamiento, maquis, milicianos.

Las trincheras casi intactas más arriba del monte,
círculos de piedra sobre piedra,
parecen restos de crómlech o improvisadas cabañas infantiles
y más lejos un campo de regaliz, retamas, manzanillas
y grandes serpientes plegadas como una bola,

uróboros deslizándose por las linderas.

Escondidos en la cueva,
escucharon durante horas aullar al perro sobre una tumba.
La figura del santo atravesaba los pastizales
para cambiar de bando cada noche.
En El Dueso un hombre con los dedos mutilados
gritó su nombre para llevarlo a fusilar,
pero los presos dijeron que ya no estaba.

Muchos años después
quedaban leyendas de tesoros abandonados en la huida,
polvorines enterrados en lugares secretos,

casas en ruinas, y campos de cultivo regados de metralla.

Alguien sembró patatas a oscuras en un rincón del huerto,

alguien las desenterró pocas horas después.
A escondidas robaban el arroz a las gallinas.
El pan era muy negro.
Se alimentaba de cortezas de naranja.
Cómo perdura el hambre en la memoria.

La sed del río

Tótem I

Entre
tótem y
autómata,
una zozobra
de marioneta,
virutas de tiempo
invisibles hilos
de oro tiran
de ti hacia
los bosques
sagrados de los druidas. Desde los serbales milenarios,
el muérdago llega hasta tus brazos, se hace resina y ritual
para ahuyentar a la muerte. Entre
tótem y autómata la puerta propicia
para cambiar de ángel, el gigante
de Cerne Abbas tumbado en el campo
de Dorset, las estatuas de Rapa
Nui, vigilando la Isla de Pascua,
los cuerpos silueteados al abrigo
de las rocas, los monigotes de la
infancia y la caverna, y los robots
que aprenden a mirarte. Entre tótem
y autómata el espantapájaros
crucificado en la inmensidad del
trigo, el que siempre te espera
allí donde todo lo modela el viento
y tus pasos de niña no se apagan,
tu icono y escondite y madriguera.

TÓTEM XXII

La

arcilla

es contagiosa.

En vano ya

esconderse.

Nunca olvidas

que fuiste

un lugar

pasajero.

Puedes envolver tus brazos en todas las banderas

pero nadie va a traerte la tierra prometida. Creciste

en la generación de los signos

pero agitas un esqueleto sin

memoria, el gozne del grado

cero, la plenitud de la tábula

rasa, palabras encharcadas

como escombros. En tu orilla

arde una sed de raíces,

aletean las trizas, cuando nada

puede florecer en tu asombro

salvo el deseo que ya nunca

retrocede, la inquietud de

las musas más allá de tus

manos. Como Ulises aras la arena, dispones tu sementera de sal.

De «Tótem espantapájaros»

Más poemas en: http://amediavoz.com/iglesias.htm

Encuentro con Enrique Javier Nogueras Valdivieso y su poemario «Quince días de marzo»

En el ciclo de encuentros con autores, «El poeta y su voz», el próximo jueves 20 de enero a las 19.00 horas en la Casa del Libro de Viapol- Avda. de Diego Martínez Barrio nº4, Sevilla- estaremos con el profesor universitario y poeta, Enrique Javier Nogueras Valdivieso, quien nos hablará de poesía, de su trayectoria literaria y de su último libro publicado, «Quince días de marzo», prologado por Juan Carlos Abril.

Quince días de marzo es un poemario que guarda coherencia y unidad temática ,canta una historia de amor ocurrida en el pasado, ya remoto , pero con tal impronta , que todavía remueve. Nos puede recordar a Garcilaso de la Vega, pues aunque el amor que viven es moderno y actual; no obstante, en el recuerdo será un amor cortés, platónico, galante. En cuanto a lo formal, también nos recuerda al “dulce estilo” .

El suyo es un libro que sorprende por su eclecticicismo, mezcla de clasicismo- poemas con rima y formas métricas, como el soneto, la sintaxis del verso- con un vocabulario actual, incluso coloquial, y poemas de mayor modernidad – sobre todo en el poema de Oratio in solitudinis ora, referente a la soledad, cuyo estilo cambia radicalmente y nos puede recordar al heterónimo Álvaro de Campos, de Pessoa, en una línea más vanguardista.-

El acertado y lúcido prólogo de Juan Carlos Abril nos revela claves – los ecos Eliotianos de su título, por ejemplo- e influencias en el autor . Resalta el prologuista cómo Enrique profundiza en un tema, resultando sus poemas variaciones o indagaciones, a partir de las cuales va abordando una experiencia vital, convirtiéndola en experiencia estética, escribiendo un cancionero- al modo de Petrarca- referente a los quince días de amor, con sus correspondientes noches.

Poesía breve, intensa, depurada, en una mezcla de clasicismo y modernidad, poemas que – como Machado- borran la historia para cantar la emoción.

Ahondaremos en sus versos en el encuentro, de momento, os dejo algunos poemas:

Poema XIII

Como quien pierde el juicio

voy haciendo presagios.

Voy buscando señales.

Así. Como el que ama.

—–

Vives en marzo como paloma

más allá de su vuelo y su rama

vive en la eternidad que la reclama

y en cada marzo tu memoria asoma.

Vives en marzo como en la redoma

vive el residuo vivo de la llama,

como en el corazón , cuando se inflama

y en la sangre el recuerdo o el aroma.

En la humedad del aire y en la espera

cruel del mes que sigue, en la coraza

y en el recuerdo de las violetas,

y en las tardes tranquilas y secretas

y en la lluvia y el barro o la amenaza

ebria y nocturna de la primavera.

—–

y XIV

(CANCIÓN DE MARZO)

Cuando la primavera se acerca ruidosa

y el tiempo nuevo esparce despacio su dulzura,

teñida de nostalgia de la nieve,

entonces me pregunto cuándo volveré a verte.

Mientras el blanco espino presume de su albura

y el ramaje del bosque su verdor recupera,

y cuando ya los pájaros en su latín insisten,

ahora yo me pregunto si cuando vuelva a verte

mi corazón cansado redoblará su trino,

tal corzo que la fuente recuerda malherido,

o por fin a tu lado latirá indiferente,

como caen los copos o el almendro florece.

—–

…IV

Está escrito «ay del solo» pero quién que está vivo no es la sombra solitaria de un sueño,

la sombra solitaria de un sueño solitario…

Pues que solo he nacido, tú aguárdame,

pues solo he de morir, acompáñame,

pues he de vivir solo, protégeme, no dejes, nunca dejes,

nunca dejes que engañen mis palabras o mis pasos, la algarabía imprevista,

las lilas impasibles, la menuda violeta,

tú ,presencia absoluta y perpetua, hilo que no se rompe,

mapa de un laberinto

del que nunca se escapa.

Enrique Nogueras (Granada, 1956) es licenciado en Filología Clásica y Filología Románica por la Universidad de Granada, donde se doctoró en la segunda especialidad con una tesis sobre la Tradición Clásica en la poesía de Fernando Pessoa, Carles Riba y Luis Cernuda. Es profesor Titular de Filología Románica de la UGR y autor de numerosos trabajos de carácter académico, entre los que destacan los realizados sobre el poeta del siglo XV Ausiàs March. Ha sido colaborador de la Universidad de Iași y, desde 2012, es profesor invitado en la Universidad de Suceava. Asimismo, realiza traducciones de la literatura portuguesa y rumana, entre las que cabe señalar Historia del futuro (Cátedra, 1987), de António Vieira, y Narraciones, de Mihai Eminescu, que mereció en 2017 el Premio Memorial de Ipotesti. Hasta su desaparición en 2018 fue editor adjunto de la revista El genio maligno, y actualmente codirige El mundo románico.

En 2013 se presentó en el Festival Internacional de Poesía de Bistrița su libro de poemas Ore la Mogoşoaia / Horas de Mogoşoaia. En 2017 apareció De la resurrección y, al año siguiente, el cuaderno de poemas traducidos al portugués Terceira Margem. En 2019 recibió el Premio del Festival Internacional de Literatura «Tudor Arghezi» de Târgu Jiu.

Forma parte de ARACIS (Agencia Rumana para calidad de la enseñanza superior) y en septiembre del año pasado fue condecorado por el presidente de Rumanía en reconocimiento a su trabajo de traducción y difusión de la cultura Rumana.

Taller de poetas: 1 de diciembre, Jorge Díaz Martínez. Poesía española contemporánea. La poesía de Carlos Pardo.

El miércoles 1 de diciembre a las 19.00 horas en el Taller de poetas, Jorge Díaz Martínez tratará sobre poesía de Carlos Pardo . La clase se impartirá a través de Meet. Interesados contactad en : aalveasanchez@gmail.com

Jorge Díaz Martínez, Doctor en Teoría de la Literatura y del Arte y Literatura Comparada por la Universidad de Granada, ha sido lector de español en universidades de Asia, África y Europa. Actualmente, es profesor de enseñanza secundaria en Andalucía. Ha publicado los libros: Escribiendo mandalas (Ediciones En Huida, 2021), Transbordo. Poemas del metro de Barcelona (La Garúa, 2012), Almizcle y tabaco (Premio Arcipreste de Hita, Pre-Textos, 2005) y La piel de la memoria (Premio Vicente Núñez, Visor, 2004). Como crítico, ha seleccionado y prologado la antología Voces del nuevo siglo. Poesía española contemporánea (2014), traducida y publicada en Armenia por Hakob Simonyan. Y también, junto a Ana Isabel Alvea Sánchez: La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces (Ediciones En Huida, 2012). 

blog: http://www.jorgediazmartinez.com/

De Carlos Pardos encontraréis datos de su bibliografía en este enlace : https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Pardo_(escritor)

Podéis leer algún poema de este autor en https://verseando.com/blog/carlos-pardo-presentacion-a-traves-de-sus-poemas/