Consejos e instrucciones para saber llevar y vivir la vida en la medianía del invierno, nos ofrece Maria Dolores Almeyda en este poemario. Una visión nostálgica, «esta lenta memoria de la melancolía», y a la vez vital provocada por el paso del tiempo. Un tiempo no falto de misterio, en el que continuamente nos estamos redescubriendo, como nos dice en su poema «Para buscarnos». Un tiempo desconcertante por su brevedad, con algún que otro ajuste de cuentas con el pasado y cuyo futuro se vislumbra y teme: ese final que duele y despierta la conciencia y el deseo de vivir. Y claro, honestamente, no puede faltar el lamento por cierta rutina y decadencia, la pátina de óxido causada por Cronos, a la que se le planta batalla , a la que se le quita hierro. Pero la velocidad de la aguja del reloj no solo resta, también suma : aporta calma, saber, firmeza. Hay una aceptación, una mirada realista que nos acierta a comprender la paradoja de la vida , y una actitud: mejor ir ligero de equipaje y con la mirada fija en el sol . Y tener memoria, tener memoria del instante de dicha pasajera, para cuando la noche nos cerque.
Paco Carrascal en su prólogo nos habla de su retórica cercana, una escritura clara pero cargada de lirismo, con un imaginario ocurrente y sutil ironía, o sutil tristeza, una poesía que nos puede recordar a Gloria Fuertes. Lo que quiere decir lo entiendes y lo sientes.
Profundizaremos en el libro y en su poesia el próximo jueves 25 de abril a las 19.30h en la Casa del Libro, Calle Velazquez n.8, Foro libre.
PARA ESA NIÑA QUE FUI
A esa niña que fui a la que ya no conozco,
a esas trenzas sin fin y padecidas,
a ese álbum de cromos de futbolistas
inacabado siempre,
a ese juego inventado sin princesas,
(solo sapos, lagartijas, príncipes diseñados,
figurín de colores en los tebeos rosas de las niñas)
a esos amores niños perdidos y perdurables,
a esa presencia de vecindad y amas de casa
a ese dolor de incomprensión,
a ese no hagas eso que no estará bien visto,
a ese castigo por reiteración en la conducta,
a ese juego de médicos, enfermos y enfermeras
y a ese descubrimiento de agujeros negros
y a ese escalofrío de la carne;
a esa orfandad del saber
a esa búsqueda de querer vivir sabiendo,
a ese grito de ayer entrecortado siempre,
a esa pregunta sin respuesta nunca,
a ese vuelo al vacío con caída sin red,
a esa ternura,
a esa niña que fui que nadie comprendía,
a ese gorrión que nunca quiso ser desasosiego,
alguna vez y aunque no me lo pregunte nunca
me gustaría contarle muchas cosas.
INSTRUCCIONES PARA ESPERAR LA NOCHE
Para cuando anochezca habremos de tener las ventanas
abiertas y el corazón atento, que corra el aire, que corra
como el pequeño aquilón que aprende del leve aire su camino.
Habremos de tener despierta la conciencia, desbrozadas
de sangre las márgenes del río, que cuando la crecida
del agua se imponga con su brío, no salpique de miedo
la parcela del mundo que nos mantiene invictos.
Puros de mancha. Intactos. Primitivos.
Cuidado con el amor cuando anochezca.
Cuidado con los niños que crecen como espigas
antes de que la noche les alcance en el sueño
y los derribe
con llaves de destrucción bien aprendidas.
Cuidado con el tiempo del deshielo,
que en la nieve tan blanca y tan perfecta
no cuajan los caminos.
Cuidado con el miedo. Dejad el miedo aparte,
no cubridlo de flores ni de velos, dejad que muera
como su madre lo trajo al mundo sin saberse temido.
Un rostro sin presencia y con dientes de lobo y mirada de bestia.
Pero dejad las ventanas abiertas. Que corra el aire.
Que cuando anochezca se nos vean claras las intenciones
de sobrevivir
y de asomarnos a la vida con todas las ventanas
de par en paz abiertas.
PARA LA SED
Porque te bebes mi sed y ni me entero
y eres mi destierro y la ensenada donde
entierro mi lengua, mi legión de hombres
muertos, mi barca sin timón y destrozada.
Porque eres mi libertad y mi mordaza
y el himno que aprendí y la canción que olvido
y el pan que nunca sacia mi apetito
y la noche que nunca llega a mi mañana.
Porque eres mi único testigo y yo te niego
y mi única esperanza y te abandono.
Porque eres mi dolor y me quedo contigo.
Porque estás y no estás y te mato y me muero.
MARÍA DOLORES ALMEYDA.- Ha publicado los siguientes libros de poesía: Versos clandestinos, La casa como un árbol, Pequeños Versos Furiosos, El valle inacabado, El sol no arde mejor en primavera; los libros de relatos: Algunos van a morir y Mundos; y dos novelas: Veintidós estaciones y Dos Flores de Loto. Su última publicación es el poemario Entre el cielo y el cieno, que se presentará próximamente.
Colabora en diversas revistas de índole social y feminista y ha publicado en muchas y variadas antologías con poemas y cuentos. Colaboró con Iñaki Gabilondo durante su etapa como director de Radio Sevilla, en las tertulias literarias; ganó durante tres convocatorias consecutivas el certamen de poesía de la Villa de Carrión de los Céspedes. Actualmente desarrolla semanalmente un programa de radio, La inopia, en el que se habla principalmente de poesía con sus autores y sus textos.
.