El próximo jueves 25 de enero a las 19.30 horas nos acompañará Rosario Pérez Cabaña para hablarnos, principalmente, de su último poemario publicado, «Quirón y los otros hombres»; libro que va precedido de un esclarecedor y acertado prólogo de Carlos Serrato. Os recuerdo que el club de lectura «Versos y vinos» se reúne en la librería Casa del Libro, Calle Velázquez nº. 8 de Sevilla.
Este es un poemario que reflexiona y habla del amor , de la pasión y el deseo , del eterno instante, del dolor en las relaciones, pero también de la identidad ( los espejos en los que nos miramos) y de la intensidad en el vivir . A veces dulce y a veces amargo . Escrito con belleza e inteligencia, con un imaginario propio y preciso: Yo lo único que busco son metáforas/ absurdas y usadas como los pomos de las puertas y las agujas de los relojes,/ reconocibles como las lunas de los armarios . Potente su poesía, en él las lecturas y la vida se entrecruzan y sus versos se ensamblan con varios personajes: el mítico y dulce centauro Quirón y su lúcida luz la tuya de dolientes verdades descrito en hermosos y delicados poemas. Y los otros hombres: Raimond Carver , en cuyos poema recrea lo que serían los últimos días de Raimond y Tess Gallagher, Bernhard y Onetti. Os dejo algunos poemas para ir abriendo boca:
¿Recuerdas la llanura?
Todo era una densa nube
cuando avanzabas ávido de mí
hasta el pozo donde yo te aguardaba mansamente.
Abrevabas entonces en mis muslos
y yo peinaba mis crines
en espera de la noche.
NOS DOLÍA
(Sin fe, hemos venido aquí
esta mañana con estómagos
y corazones vacíos)
Nos dolía el corazón de hambre.
Lo traíamos vacío desde temprano
A veces pienso que esta época terminará dejándonos el corazón sin trigo.
Qué cosa tan ajena un mundo sin trigo y con manos grandes.
Yo solo quiero trigo para ofrecértelo,
nací para eso,
para sellar tus labios con espigas y rozar
tu pecho con el pan grande y sagrado de mis ganas,
sobre todo, en días como estos,
donde la amnesia y los insectos en celo
acechan las farolas.
Darte trigo, sencillamente, antes de que una mañana
la lluvia nos encuentre muertos
con el corazón vacío y el estómago latiendo.
LOS OTROS HOMBRES
(A los otros hombres los encontré en la dirección opuesta)
-1-
A los otros hombres los encontré en la dirección opuesta.
Más allá de las tareas programadas para mí,
justo siguiendo la caída de las nubes
allá por las aceras donde crecen asombradas suelas
y se levanta la Alta Escuela de los locos
y los tenidos por locos
en el borroso poblado de Scherzhauserfeld,
exactamente en la bifurcación que separa
Reichenhaller Strasse
de la avenida desde donde entro en mi casa:
allí comencé a encontrar a los otros hombres.
Aquellos hombres me mostraron espuelas fraguadas
con cortezas de encinas,
me dieron a leer millones de páginas cosidas por los hilos
que desbrozaban las ancianas en las puertas de sus chozas,
me entregaron sus dientes,
sus olfatos,
sus ropas arrugadas y su fe.
Llegaban sigilosos con espejos en las manos
que me ofrecían como ofrecen sus cestos las azafatas
en los palacios árabes,
cestos llenos de asombradas sardinas o
de aceites perfumados.
En todos aquellos espejos me miré para saber quién era.
Pero todos me devolvieron mi viva imagen.
-2-
(A los hombres que encontré en la dirección opuesta
los instalé en la trastienda del sótano donde aprendí
todo cuanto voy a saber
a partir de ahora).
Preparé un plato con pan para los invitados a mi vida.
Les abrí la casa, la llené de aire y posibilidades, creo recordar.
Bebí con ellos hasta perder el olvido.
Me regalaron sus dientes sin promesas. Sus dentelladas tibias.
Llegaron con las manos llenas de flores aún vivas.
Me hicieron regalos
y llagas y madre
y espíritu.
De alguno recuerdo sus ofrendas y sus versos.
De otros apenas el sabor de sus bocas y sus espaldas
lanzadas a otras vidas.
De todos el sonido de sus pasos.
Para los invitados a mi muerte, he preparado ricos manjares
de los que derraman jugos por el cuello buscando la cintura.