Ciclo «El poeta y su voz»: Encuentro con Curtis Bauer y su poemario «Selfie americano», martes 9 de mayo a las 19.30 horas.

Aunque se indique en el cartel a las 19 horas, empezaremos a las 19.30 horas. En esta ocasión, el autor está en nuestra ciudad solo algunos meses al año, así que es una oportunidad única para hablar con él de poesía y de este último poemario, traducido por Natalia Carbajosa. Como me gustó mucho su primer libro en español, «Spanish Sketchbook. España en dibujos», publicado por Ediciones en Huida, estaba pendiente de su trayectoria. Veniros, que la entrada es libre y gratuita.

Curtis Bauer es catedrático de universidad, poeta, traductor y editor. Es autor de tres poemarios: Fence Line, The Real Cause For Your Absence American Selfie. También es traductor de poesía y prosa del español, traducciones entre las que destacan Image of Absence, de Jeannette L. Clariond (The Word Works Press, 2018), que ganó el International Latino Book Award for «Best Nonfiction Book Translation from Spanish to English», Behind What Landscape, de Luis Muñoz y Eros Is More, de Juan Antonio González Iglesias. Ha impartido conferencias y talleres en español e inglés en Estados Unidos, Argentina, Ecuador, México, Venezuela y España. Es editor y redactor de Q Avenue Press Chapbooks y editor de traducciones de la revista literaria The Common. Divide su tiempo entre España y Texas.

En la página web de la editorial Vaso Roto se dice sobre Selfi americano: «Con un epígrafe de Sõren Kierkegaard inicia Curtis Bauer su poemario: «El mayor de todos los peligros, perderse a sí mismo, puede ocurrir inadvertidamente en el mundo, como si no fuera nada». Y es que para este poeta el peligro yace en la distracción, en no darse cuenta. Por eso regresa  lo ido, a un pasado que requiere ser revisitado. América, las distintas américas que conforman el universo de Bauer, se nos presenta en una crudeza llevada a la abstracción. Máquinas, manchas de petróleo, mares de tierra, salamandras, un mundo con atisbos de esperanza y su olor a jazmín. Aquí hay estaciones de una edad a la que Bauer regresa y se pregunta si la belleza es, si la justicia es, si el amor es, y si lo que muestra es lo que nos mantiene asidos a la patria.

Pensar en Bauer es pensar en la pintura de Giorgio Morandi: espacios, silencios, profundidades, barreras, límites. Al lado del padre Bauer el niño lee de modo distinto el trazo, la línea, la luz y su concomitante sombra. Sabe que el pretexto del arte es la cosa y que después de mirarla se transforma en algo más y después en otra hasta que signifique aquello que no es. De eso trata Selfi americano: es el ojo que ha dejado de ver la realidad para entrar en la visión. América, las distintas américas que conforman la poesis de Bauer, se nos presenta en una crudeza llevada a la abstracción. Máquinas, manchas de petróleo, mares de tierra, salamandras, un mundo con atisbos de esperanza y su olor a jazmín.

Onda que se borra en el estanque, la escritura de Bauer se diluye en su propia tinta, pero ahora sus trazos son más sólidos, más seguros para enunciar su incertidumbre. Ha dejado de lado sus vacíos, y se ha llenado de una luz recuperada en la casa de su infancia: ese espacio espiritual se hace más grande, invita a la contemplación.

“En este bello equilibrado poemario elegíaco, Curtis Bauer revisita lo sublime americano y lo rehace en estos momentos de penuria y desastres a través de una claridad digna y honorable. Bauer nos ofrece poemas de humana precisión y callado goce.”
—Vijay Seshadri

En el programa «No es un día cualquier», de Radio Nacional de España, con Antonio Lucas, nos habla Curtis de este libro:

https://www.rtve.es/play/audios/no-es-un-dia-cualquiera/selfi-americano-antonio-lucas-libreria/6493678/

Con un estilo, que parece buscar la objetividad -descripción aparentemente objetiva de una escena o paisaje, a través de la cual se muestra , y generalmente denuncia, un hecho o situación-, narrativo, realista, donde predomina lo cotidiano, de gran visualidad y plasticidad -una cámara de fotografía o vídeo, recogiendo el más mínimo detalle- en largos poemas, profusos en su desarrollo y en tono confesional, nos retrata Texas y América, nos dibuja un retrato social y moral y cuestiona nuestra propia condición y humanidad.

En los poemas se habla en primera persona del singular. Aparece un yo -mayormente en su primera parte, más intimista- un sujeto que vive fuera de su país, en Buenos Aires, un lugar aún desconocido -después serán otras ciudades y países, pero siempre arrastra cierta nostalgia y sentimiento de extranjería- , y que se siente confuso, desorientado, perdido, solo, donde puede que recuerde su tierra y su infancia: Texas, una terra vasta de petróleo y cazadores, la luz de su casa natal, los amigos o amantes. Será un sujeto poco autocomplaciente, quien siente la pérdida de los amigos, pero sabe que mañana serán olvido, como se borra la huella y la onda de una piedra tirada al estanque.

Algunos poemas parecen recoger noticias de sucesos, como la violencia de género o el suicidio de un chico. Y cobran protagonismo personajes marginales : los vagabundos que duermen en la calle y que nadie parece percibir, el vecino borracho que cuelga a su perra de una soga para bailar juntos y la mata, trata la pobreza, el racismo. Escenas duras y posibles, si no reales. Sin embargo, no todo es crudeza, hay dulzura y delicadeza cuando se habla de amor y belleza, la belleza del abrazo de un ser querido -en su poema Lo que la belleza es, es-, o por ejemplo, en Amar a esta mujer: tres movimientos, nos dice:

«…O puedo tomarte de la mano, perderme

en el rastro de tus dedos y seguir

la cartografía de tus venas de la punta al arco del brazo,

como una vara de zahorí en busca

de un chorrito, de un manantial subterráneo

que se abre a cierta profundidad

y forma un arroyo, un río,

un océano en tu interior.

Hasta allí quiero ser arrastrado».

Un estilo ecléctico el suyo, mezcla de narratividad con simbolismo, sugerente, cuyos poemas se abren a la interpretación del lector, a quien hace pensar, sin duda, y cuya conciencia agita.

En su segunda parte la denuncia se intensifica, mostrando la infamia: explotación laboral, inmigración, los migrantes subidos a las vallas, la represión policial, la situación de los ilegales, los abusos sexuales a menores, historias de violencia y hombres violentos, el asesinato de una niña… En definitiva, nuestra maldad y monstruosidad.

Alrededor del deseo, del amor y desamor ronda principalmente su tercera parte, sobre su belleza y sobre la existencia de lo bello, o su ausencia. Nos muestra en este texto, en suma, lo bello y lo terrible.

Selfi en el polvo

Hay una luz que amo, que amaba

en la casa donde nací.

 

Tras la puerta se inundaba el zaguán

de la luz oblicua que brillaba en

 

cascadas de partículas que allí

se remansaban, luego estallaban, se inflaban

 

y avanzaban flotando como si

tuvieran un sitio a donde ir,

 

donde caer a kilómetros de distancia

o salir de la ciudad como yo mismo

 

haría después, aunque no supe por qué

bañado allí entonces en el polvo

 

revuelto que formaba remolinos, bullendo

en esa luz y calor hasta formar

 

el abrazo de un cuerpo que se abriera

sobre mí y me rodeara, un niño

 

alentado por la fuerza de ese espacio,

armado de valor para entrar

 

en ese borboteo y ese baile

en manos del polvo. Mis manos

 

entretejidas en él, tomándolo

y tocándolo. Abrazados. Aprendí

 

en qué parte de la luz me convierto

al flotar y al girar, cómo

 

me elevo desde el suelo,

y salgo, y sigo más allá.

 

Selfi americano

 

Quién es el hombre, pues solo puedo imaginar

un hombre, que tocaría a una niña,

 

que desnudaría a esa niña, que

la haría agacharse y

 

la haría agacharse

y la penetraría y a él y a él

 

y a ella y se dirigiría a la madre

de este o de aquella, la cual,

 

atada con correas a una silla, se quedaría

tan inmóvil como las sillas, tan vacía como las sillas

 

en las que otras madres no quieren sentarse,

aunque lo harán, obligadas a mirar

 

en silencio como lo hacemos en el cine o en un museo,

qué es el hombre que pareciera sonreír

 

a esas madres mientras penetra a aquel niño o a esa niña,

pero no y no a los niños que ahora

 

estarán vomitando en silencio tras llorar hasta que no

les queden lágrimas, si no fuera por la cámara que sostiene

 

otro hombre detrás de esas madres, que hace fotos, instan

táneas para enseñar a los amigos de vuelta a casa,

 

a la familia guardados en una caja de zapatos que un día,

cuando ese hombre sea viejo, haya olvidado lo que ha hecho,

 

porque esta raza de hombres puede olvidar lo que ha

hecho, abrazará a los hijos de sus hijos, que un día

 

descubrirán esa caja llena tan peculiar en un armario, si entonces

aún existen los armarios y las cajas y las fotos,

 

la bajarán por puro aburrimiento, la abrirán y verán

lo que su abuelo, lo que sus amigos y su

 

abuelito hicieron por puro aburrimiento

en nombre de su país.

 

 

Otra mujer a la que amé

 

Fue amargo: la lluvia caía a cántaros sobre nosotros,

los dos más madrugadores que esperábamos en la cola fuera

de la Galería Nacional del Retrato. Como una

riada; como una película (¿Por qué quieres vivir allí?

Preguntó mi hermano. Llueve todo el tiempo); e

Igual que en las películas, yo llevaba paraguas

y ella no, era guapa y yo no,

quería practicar su inglés ya perfecto,

entendía a su cuerpo con exactitud, y yo no.

Hice un gesto, extendí el paraguas hacia ella

y me tomó del brazo, esperamos juntos,

sin hablar del tiempo ni de que los dos

éramos de fuera, sino de los olores familiares

que añorábamos y de la última vez que los sentimos

aquí, o del té amargo al que no nos acostumbrábamos.

Tal vez reímos y yo fui más consciente

de su cuerpo junto al mío. He contado esta historia

muchas veces; algunas mujeres se quedan dentro de un
hombre;

su belleza, por supuesto, era espectacular

y yo no merecía estar tan cerca de ella -su

aplomo- aunque estaba calada hasta los huesos.

Fue su presencia inesperada, mi brazo

fue una puerta que agarró y abrió,

su mano la llave; fue

el pequeño espacio seco y la conversación

que compartimos; no se alejó

cuando entramos, sino que me esperó en un banco,

y yo no me apresuré por una sala llena, digamos,

temblando con su perfume aún en la camisa,

el recuerdo de su brazo rozando mi cadera,

balanceándose. Había ido a ver cuadros

y a escribir a otra mujer.

Ella ya no me quería y yo

no lo quise ver. Lo he postergado durante años, pero ahora
veo

que encontré una pista, o se me concedió una aquella mañana

y tarde en el centro de Londres. Pasaría

otro día con ella, escucharía su voz en el teléfono

dos veces, y luego se marcharía. Hace veinte años

me bebí el té y me inquieté al otro lado de la mesa

por ella, que me cogía las manos; nunca nos volvimos a ver

aunque hicimos planes para un fin de semana juntos…

Podría tener un hijo o una hija que hablaran

un idioma que no conozco, un nieto risueño,

recién nacido y suave, que oliera a leche y calentito

en París o en Dubrovnik. Cada dos años me acuerdo

de ella, me pregunto cómo encontrarla, si todavía

canta, si está viva, y una vez intenté escribirle.

Sólo hice eso. Nunca compartimos una habitación en Ljubljana,

ni nos vimos en Venecia, ni nadamos desnudos en el
Adriático.

He vuelto a pensar en ella esta mañana.

Todavía siento el brazo de esa mujer entre el codo

y el pecho. El recuerdo se agranda, se dulcifica.

No son tantas las mujeres que he amado. Le di

a esa mujer la mitad de mi que no estaba en uso.

Con lo que ahorré, compré esto: la pera de Anjou,

una taza de café, esta mesa roja. La seguí,

ansioso y feliz. Me gané este recuerdo. Seguro que suena

tonto. Su linda cara. Su mano apretada

con la mía. Veintitrés gotas de lluvia en su pelo.

Ayer tuvimos la ocasión y el gusto de compartir poesía y conversación con Curtis Bauer, profundizando en su poemario «Selfi americano». Le estamos muy agradecidos, resultó de gran interés humano, y por supuesto, literario. Desde luego, no se pierdan la posibilidad de escucharlo hoy a las 19 horas en el Aula de Grados de la facultad de Filología.

Os dejo algunas fotografías, realizadas por Gregorio Dávila de Tena y por Rafael García Organvídez.

 

 

 

 

Encuentro con autor: Anabel Caride y su poemario «Los días inabarcables». 18 de abril a las 19.30 horas.

En nuestra cita mensual con poetas, el ciclo de encuentros «El poeta y su voz», el próximo 18 de abril a las 19.30 horas nos reuniremos con Anabel Caride en Casa del Libro de Viapol y espero que nos acompañéis, pues seguro será interesante.

Anabel Caride es una poeta sevillana que comenzó su andadura en la Facultad de Filología, siendo en la actualidad profesora de secundaria. Integrante del circuito andaluz de autores literarios, ha sido miembro de la Unión Nacional de Escritores y copresentadora del programa radiofónico cultural La Inopia.

Ha publicado los poemarios Nanas para hombres grises, Tinta en el almanaque, Allanamiento de morada, Lloverá sobre tu nombre y Calle de los noctámbulos. Ha participado en diversas antologías imprescindibles como Los vicios solitarios, Poesía viva de Andalucía, Poetas en el camino, Femigrama, Poetas para el siglo XXI o Poetas andaluces contemporáneos. Finalista del «X Premio de Narrativa Miguel Cabrera» de Morón . Creadora del blog Nanas para hombres grises, ha sido la primera mujer poeta en español en aparecer publicada en la revista Fishouse de ámbito norteamericano.

anabel-nanasparahombresgrises.blogspot.com

En la sinopsis de este libro que consta en la web de la editorial Anantes se indica: «Poeta rebelde, inconfundible, antipoética a veces y provocativa siempre, Anabel Caride acaba de publicar Los días inabarcables (Editorial Anantes). Como en la cita de Raymond Carver que encabeza el volumen, su sexto poemario utiliza “las cosas que le rodean” para hacer poesía. Así, los temas son tan variados como el día a día y su “lenguaje de las calles” (la tercera de las cuatro secciones en que se desarrolla el libro) resuena a Lorca y a Baudelaire. Los días inabarcables, en realidad, utilizan una poética inabarcable para mostrar una vida inabarcable, que comienza en la madre y en esa niña que planeaba fugarse del colegio con un niño rebelde y concluye con una suerte de epitafio que aspira al eterno retorno.»

Efectivamente, en Los días inabarcables, encontramos ímpetu y rebeldía, un ir contracorriente de la burocracia, de la vida gris y encorsetada, disidencia que podemos comprobar le viene de pequeña; pues este libro bebe, con una mirada irónica, de la memoria y de los recuerdos de una vida transcurrida: su infancia, adolescencia, los años universitarios… hasta llegar a la profesora que hoy es y que comprueba cómo en sus alumnos la vida vuelve a repetirse.

Siente la poesía como salvación -como dice en el poema Pitihopo- y como una guía o mapa que le lleva a otro modo de vivir – más intenso, alegre y bello- sin olvidar esa niña algo traviesa y atrevida que fue y que vuelve cuando las circunstancias lo permiten. Un mundo infantil que retrata con gracia y que se distancia, claro está, de la realidad del adulto: más compleja, con más responsabilidades y obligaciones y con más rutina.

En sus versos podemos leer la vida y costumbres de toda una generación con los veranos de vacaciones en familia, los abuelos y sus mimos, el despertar de la adolescencia en los años ochenta, y de los amores. Y mayormente de amor trata su tercera parte, El lenguaje de las calles, incluido el amor a la abuela, y el de madre, el cariño a las mujeres fuertes de su familia. No puede faltar la felicidad de los veranos en un mar del norte, aquellos viajes felices o abanderar las cuatros soledades gongorinas en su rechazo a la burocracia, a lo impuesto, a las convenciones inertes -como nos indica en el poema El peregrino en su patria-.

Una escritura fresca, desenfadada, en tono jovial e irónico; aunque algunos poemas se impregnen de sentimiento, tristeza y lirismo -como el poema que inicia el libro, Puente de barcas, referente a la muerte de su madre; o bien el último poema, Mar de nubes-.

Como no hemos referido anteriormente a su estructura, ahora os digo que se inicia con el poema Puente de barcas, mencionado antes, y se divide en dos partes: Salitre y piononos – tránsito por su infancia, adolescencia, los años universitarios- y El lenguaje de las calles, en el que predomina el amor; ultima con el poema Mar de nubes, a modo de epílogo, en el que se imagina en la vejez.

Un recuento, en definitiva, de unos días que por su esplendor se sienten inabarcables y eternos, precisamente un mar de nubes. De todo lo acontecido y evaporado en la niebla, solo el amor – como la poesía- se salva.

Por supuesto, trataremos el libro con mayor profundidad el próximo martes. Os esperamos.

Encuentro con Nuria del Saz y su poemario «Matronalia». 14 de marzo a las 19 horas en Casa del libro de Viapol.

El próximo encuentro en el ciclo «El poeta y su voz» será con la periodista y escritora Nuria del Saz, con ella hablaremos de poesía y de vida y de su poemario «Matronalia». Nuestro lugar: la librería Casa del Libro de Viapol, Av. De Diego Martínez Barrio nº 4, Sevilla. Estáis invitados.

Nuria del Saz (Sevilla, 1974). Periodista licenciada por la Universidad de Sevilla, ha desarrollado su carrera periodística como presentadora de informativos en Canal Sur. Miembro de la Academia de TV de España. Es autora de tres libros de poemas y una novela.

Actualmente escribe en Eldiario.es y realiza entrevistas en el programa ‘La vida con alma’ que puede seguirse en su canal de Youtube.

Poemarios:

* ALMA ATRAPADA (Ediciones Alfar 2006) (colección Biblioteca de Autores Contemporáneos nº 12).

* PARAÍSO ÍNTIMO (Guadalturia 2011)

Matronalia (Ed. Alfar 2017).

También es coautora del libro POETAS EN BICICLETA (antología poética) publicado por Nuño Editorial en 2007 y de Poetas en el Camino (2008), de la antología Femigrama, Poesía con Voz de Mujer, y Aires de Andalucía de Editorial Algorfa 2018.

En 2013 publica su primera novela, ‘A ciegas en Manhattan’ de carácter autobiográfico.

Galardonada con uno de los premios Tiflos de Poesía 1995.

En Matronalia bullen las emociones y sentimientos, desprende una luz de plenitud, irradia como un sol ternura, amor y cariño. Muestra una mirada maternal al mundo, denunciando nuestra locura y el horror por las injusticias sociales y catástrofes, que podrían ser evitables. Supone, por igual, un canto a la mujer, a la fertilidad y lo femenino, un homenaje a las madres.

Su título procede de una fiesta romana que se celebraba en honor de Juno Lucina, la diosa del parto, de la maternidad y de las mujeres en general.

En la contraportada de este libro se indica: «Dar a luz y criar, ser madre y redescubrirse como mujer. Matronalia habla sobre la maternidad, la de la periodista y presentadora invidente Nuria del Saz. Lo hace desde el corazón y las entrañas, pero también desde la reflexión y la consciencia de quien ha sido madre por elección. Nuria comparte lo más íntimo con este libro, invitando a hombres y mujeres a ver más allá de lo evidente, a sentir y empaparse de una vivencia que es tan humana como animal, tan física como espiritual, la maternidad».

En su prólogo o Carta de la autora nos dice que el 27 de octubre de 2007 empezó todo. Se abría una nueva experiencia en la que descubriría otras facetas de ella misma y se situaría en el mundo y en su vida de otro modo, con otra mirada. El nacimiento de su hija supuso un antes y un después. Define el amor maternal como animal, físico, atávico, eléctrico, energético, emocional, espiritual.

Con este primordial y nuevo acontecimiento empieza a conocerse a sí misma en una nueva faceta y desea expresar todo lo que vivía y cómo lo vivía, que fuese su voz, palabras que nacen de su propio aprendizaje sobre la maternidad. Es cierto que nos suele llegar una imagen idealizada de la maternidad, aunque cada vez menos, pues fíjense en la película Cinco deditos. La suya supuso un deseo y voluntad cumplidos.

Otra película relacionada con el tema, actualmente en cartelera y que os aconsejo ver,» The quiet girl», subraya la importancia del amor y los cuidados en la infancia; pone de manifiesto cómo el abandono afecta al desarrollo y a la personalidad de cualquier pequeñín. No es, desde luego, un tema baladí y creo que nos afecta a todos, de un modo u otro.

En un lenguaje cercano y con un estilo directo, vibrante, dando más importancia al significado que a su forma- aunque esta sea cuidada- y en verso libre, empieza a relatar qué es eso de ser madre, «Solo yo hablo en mi nombre», para referir «un amor que desborda».

Estructura el poemario en tres partes. Carne de mi carne transmite su experiencia personal y el sentir de sus hijas, es la parte más amplia. El mar, el agua, las orillas o las olas son elementos naturales muy presentes para representar el parto en su poema Fuerza vital. Los sentidos se despiertan: el aroma de la piel de la bebé, su tacto, su calor. La intimidad que se establece entre la recién nacida y su madre, el abrazo, esa especial comunicación entre ambas que se va creando. Estampas de la vida cotidiana donde el amor, la protección y el cuidado, un paraíso familiar. Felicidad, sentido, salvación, cálido refugio, entrega. Destaco un poema cuyo tono difiere del resto por el uso de la ironía, Alta Tecnología Materna (ATM), en el que alude a la gran capacidad que se adquiere para oír el llanto, calmar, cantar nana, comprender el balbuceo y todo lo necesario de la crianza, desconectándose al momento en un merecido sueño cuando la ocasión lo permite.

Cicatrices en el alma son poemas inspirados en las terribles noticias de las que tiene que informar y cuyas víctimas son los niños, poemas que denuncian el horror: niños que mueren por desnutrición en hospitales del Chad, el parto que fue posible de una madre recién fallecida en accidente de tráfico y cuyo bebé murió poco después, la infancia esclavizada en las minas de Uganda, la historia de la niña yemení de once años que huye para que no la casen, los niños que mueren de hambre en el Sudán o los menores que fallecieron en accidente de autobús al regresar de un partido de fútbol. Enormemente conmovedores, agitan sus versos la conciencia.

Su última parte, Diosas madres, supone una alabanza a la maternidad y a lo femenino, que identifica con la tierra, la luna, las diosas Mawu , diosa creadora, y Yemayá, madre de todos los seres vivos y reina del amor, diosas madres que dan y conservan la vida y aboga por volver a una vida de amor, una vida sabia y esencial.

LA VENTANA DE LA TRISTEZA

Me asomo a la ventana

y veo

las cien guerras permanentes del mundo,

la atmósfera gris de las ciudades intoxicadas,

las tiendas atestadas de productos que caducan,

el hambre de consumo,

el consumo voraz,

la mentira de algunas sonrisas,

los mares sembrados de esqueletos náuticos

y los campos desiertos de espigas…

Me giro

y te veo

con tus zapatos llenos de vida,

las manos tendidas al futuro sin miedo,

siendo emoción en estado puro,

confiada en tu presente tranquilo,

feliz por ser y estar.

Y mis cielos se nublan

de repente

y el corazón se me contrae

con un espasmo,

con esa tristeza lacerante

que parte el alma en dos

o en mil.

¿Hasta cuándo podré evitar

que tú también te asomes a esa ventana?

Fue un placer acompañar a Nuria y una tarde deliciosa.

14 de febrero: encuentro con Jesús Beades y su poemario «Orden de alejamiento»

Como cada mes en este V ciclo de encuentros «El poeta y su voz», podremos charlar con un poeta, y en esta ocasión será Jesús Beades y su último poemario, «Orden de alejamiento», publicado por Visor, al lograr el áccesit en el XXXII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma. Será el 14 de febrero a las 20 horas en Casa del Libro Viapol, Av. de Diego Martínez Barrio 4, Sevilla. La participación es libre y gratuita, hasta completar aforo. Normalmente es a las 19 horas, pero por circunstancias sobrevenidas lo hemos tenido que atrasar a las 20 horas.

Jesús Beades (Sevilla, 1978) es poeta, músico, traductor y maestro. También colabora como crítico literario en varios medios y es redactor en la revista Númenor -revista que surgió en el colegio Altair-. Ha publicado los libros Tierra firme (2000), Centinelas (2003), La ciudad dormida (2005), Tibidabo 10 (2018) y su antología Resumiendo (2021). Entre sus traducciones destacan los poemas de Chesterton en Canciones de La taberna errante (2020). Su casa virtual es https://jesusbeades.com/

La contraportada del libro nos indica lo siguiente: «Orden de alejamiento es el testimonio de una relación tóxica. Como si fuese un único poema fragmentado, sus versos comienzan por la primera ilusión que enciende el amor y enseguida dan paso a un territorio hostil de confusión, en el que cada movimiento es una nueva caída inevitable. Así, sin dar un momento de tregua, estas páginas avanzan sobre un filo cortante donde la luz y la oscuridad se unen y separan, adentrándose en el trauma, la desesperación, la nostalgia de un pasado mejor -que acaso nunca haya existido- y el deseo de olvido. Este libro, visceral y lírico, irónico y valiente, enseña el abismo que todo amor oculta y en el que siempre se puede caer.»

Poemario intimista y confesional, en él se retrata con un lenguaje coloquial, tono conversacional y escenas cotidianas -solo necesita unas breves pinceladas, bañadas de realismo, para transmitirnos la historia y su sentir- la ruptura de una relación de pareja. La historia nos puede recordar las obras teatrales ¿Quién teme a Virginia Woolf? o Danza Macabra, en cuanto al reflejo del deterioro de un matrimonio. Poemas de gran visualidad, un rasgo de la escritura de Gil de Biedma, como si el lector estuviera viendo diferentes fotogramas. Parece una poesía heredera de la estética de nuestro gran poeta catalán, quien influyó, junto a otros de su generación, como Ángel González, en los llamados poetas de la experiencia; aunque introduce Jesús rasgos innovadores que aportan modernidad, como es la ausencia de signos de puntuación y otro uso del lenguaje.

Lo íntimo, lo subjetivo, puede convertirse en político. La poesía objetiviza una experiencia y la reflexiona o analiza, nos la hace revivir. Estas eran algunas cuestiones inherentes a la poética de Gil de Biedma. Y en este libro, Jesús Beades nos hace revivir las emociones de su duelo con versos intensos y afilados: el desengaño, el dolor, la tristeza, la nostalgia, la incertidumbre de futuro y el apego a un amor que fue luz y vida y pasión para convertirse en desdicha y dolor y odio. En sus páginas se pasa por todos estos sentimientos , hay un proceso de transformación, pues se inicia con el sufrimiento y el enorme esfuerzo para olvidar y se llega a la aceptación, al deseo de vivir en paz y estar bien, a bendecir aquel amor que le ha arrastrado a los infiernos, a bendecir todos los amores. Decía Eliot que el poema debía convertirse en la emoción misma, y Jesús lo logra y con fuerza nos lo transmite. En esta evolución la fe le ayuda, como dice expresamente en su poema Cruz.

En cuanto al ritmo, cuestión importante en poesía, está en consonancia con su emoción, una agitación, nerviosismo o agobio, todo el poema es un bloque de versos continuos sin signos de puntuación, un flujo de conciencia o monólogo, en versos blancos; o bien, una conversación con un tú, quien fue su pareja. Se canta, se canta el derribo de una relación y cómo se lleva.

El lenguaje usado también aporta modernidad, nada de retóricas vacías, en un estilo sobrio y preciso, de una gran naturalidad para tratar nuestro dolor. Una voz que nos habla desde su intimidad para retratarnos a todos, pues como decía Antonio Machado: «…porque en amor locura es lo sensato».

No obstante, profundizaremos más el martes 14 de febrero, solo dejaros algunos poemas:

Ciclo «El poeta y su voz»: Carmen Ramos y su poemario «Realidades efímeras». 17 de enero a las 19 horas.

En nuestro ciclo de encuentros «El poeta y su voz», estará con nosotros el próximo martes 17 de enero la escritora Carmen Ramos para hablarnos de su trayectoria, de poesía, profundizaremos en su libro «Realidades efímeras» , de sus proyectos… Será a las 19 horas en la librería Casa del Libro de Viapol, Av. de Diego Martínez Barrio 4, Sevilla. Nos alegrará veros en esta interesante charla.

Carmen Ramos (Gibraleón, Huelva, 1968). Economista de profesión. La plaquette Mudanza Interior (Ediciones en Huida, 2010) fue su primera publicación en solitario a la que han seguido los poemarios Poliédrica (Ediciones en Huida, 2011), Las estrellas han hallado otra forma de morir (Guadalturia Ediciones, 2013), Pequeño Tratado de Etología (Lastura Ediciones, 2016), la colección de haikus Utsugi to wasabi (Las hojas del baobab, 2017), Cuaderno de Laboratorio (El Libro Feroz, 2020) y el libro de microrrelatos Más de veinte maneras de lavarse las manos (Lastura Ediciones, 2018). Desde 2015 coordina el proyecto «Completamente viernes» con el que ha organizado talleres literarios, encuentros con autores y acciones poéticas, entre otras actividades. Actualmente tiene una columna mensual en el diario Huelva Ya llamada «Cerca de la Lettera», donde escribe sobre literatura, mujeres y editoriales independiente y es la responsable de la newsletter de poesía ¡Por fin es viernes!

En la página web de la editorial encontramos este resumen: «Toda palabra poética contiene en sí misma algo de rebeldía. Un lector atento podrá desvelar siempre un indicio, la explosión de un grito que en la metáfora se contiene y se amaga. En Las realidades efímeras, Carmen Ramos lanza sobre el mundo un llanto desgarrado en forma de poema que presenta una galería de imágenes en las que consternación y sensibilidad, espanto y esperanza, injusticia y empatía son conceptos que, lejos de contradecirse, se completan. La poeta nos quiere contar una historia, su propia historia, pero también la de todas las cosas que conforman una realidad que se nos ha hecho amarga y enferma. En definitiva, la palabra de Carmen Ramos nos hace a todos cómplices y, a la vez, merecedores de ese aullido que nos redima.»

No os dejará indiferente la lectura de «Realidades efímeras» , un libro que conmueve y sacude ( tal como exigía Emily Dickinson a la poesía). En él nos retrata realidades difíciles, duras, dolorosas, crueles, donde la desgracia y la fragilidad humana y el miedo se hacen patentes; pero también la resistencia, el valor de la experiencia. Abarca una multiplicidad de temas: crítica social, la condición humana, lo animal en nosotros , la identidad, el tema del género ( el papel de la mujer en la sociedad), la escritura, el decir y usar la voz… En poemas breves, intensos, sugerentes, rotundos, trágicos a veces . Y todo con el uso de un lenguaje coloquial, cercano, la precisión de sus imágenes o el énfasis de las enumeraciones.

Estructurado en cuatro partes: La ciudad santa, La huella de la serpiente, La tentación de la tristeza y Alguien debería contar esta historia. De manera simbólica nos relata sucesos de un verano. El verano suele representar esplendor y alegría, aunque en este caso no es así, o al menos, no solo, pues conlleva dolor y sufrimiento, y ahí esta el recurso del contraste. Nos muestra un verano contrario a una estación paradisíaca y vacacional. Y no solo como un tiempo de crisis personal, sino también social. Y no solo personal, pues parece contar la historia de todos/as. No la historia, más bien las emociones de todos, ya que viene a expresarnos el sentir.

Como hilo que enlaza cada una de sus partes, como puerta de entrada a cada sección, encontramos un poema sobre el verano referente a noticias de actualidad, con los que parece integrar una historia personal dentro de la historia del mundo: El verano de los niños, El verano de Ronald McDonald, el verano de Nik Wallenda, el verano de Lau Wan, poemas que contienen una denuncia.

En su primera parte nos describe la ciudad como una cárcel, el papel que se le otorga a la mujer, un exterior hostil y grotesco, rodeada de soledad, vacío, muerte, frustración, incendio. Y a su pesar, Pero avanzaremos/ por calles levemente iluminadas…

En La huella de la serpiente nos retrata el dolor, el sufrimiento y el daño y la huella de una serpiente en la arena representa el miedo, lo amenazante que provoca miedo. Aquí el sujeto poético traspasa la noche, lo que la noche simboliza de oscuridad, y despierta.

La tentación de la tristeza muestra un ejemplo de resistencia, de mantenerse porque No duele la herida en la piel, duele la ausencia de herida. Aquí la grieta, la sima, no encontrar salida, la ceguera, la tentación de la tristeza, pero también la astucia.

Nos encontramos con el tema de la identidad, lo animal que puede haber en nosotros, del posible desdoblamiento de quien escribe, la reflexión de para qué la escritura, la extrañeza del vivir, de todo naufragio que se desea contar.

Os dejo como siempre con algunos poemas:

EL VERANO DE LOS NIÑOS

Todo esto sucedió

el verano de los niños,

el verano de los niños en la playa,

el verano de los niños que comían arena en la playa,

el verano de los niños muertos que comían arena en la playa.

Me he cosido los ojos.

Ahora hay un pespunte entre mis párpados.

He aprendido que es exactamente así como se inventan los límites.

Beber en los charcos.

Conformarnos

con los espejos

mínimos y volátiles

La tentación de la tristeza

está siempre ahí:

un melocotón maduro

que puedes apretar hasta que

todo el verano quede

hecho agua.

La tentación de la tristeza

está siempre ahí:

solo tienes que alcanzar la mano.

Encuentro con autores: Carlos Torrero y su poemario «El mudo de Fisher Town»

El martes 13 de diciembre a las 19.00 horas nos acompañará Carlos Torrero , quien nos hablará de su trayectoria literaria, de sus últimos poemarios y , en concreto, de «El mudo de Fisher Town». Será, como es habitual, en Casa del Libro de Viapol, Avda. Diego Martínez Barrio 4, Local 1A, Sevilla.

«El mudo de Fisher Town» es un libro de un único poema, en cuyo cauce hallamos: una defensa de la poesía, de la Literatura, de la cultura y del lenguaje y una búsqueda de otro modo de decir; un sujeto poético que escribe para entender el mundo y como medio de cambiar el orden de las cosas (quien habla, que no tiene que coincidir con la persona que escribe, claro está) ; una mirada crítica a la sociedad, el sentir del paso del tiempo y diversas reflexiones metaliterarias. Desde el inicio -tal como podemos leer más adelante- nos indica algunos temas de los que trata: «…del fugaz paso/ del tiempo y, de la hierba húmeda/ y -cómo no- del amor.»

Escrito con un lenguaje coloquial , con el que logra intensidad, con ironía y en tono conversacional. Aunque no pretenda un poema convencional, tradicional, con el lenguaje lírico de costumbre, sí contiene lirismo , buenas y novedosas imágenes.

En una constante referencia intertextual alude a grandes poetas: Blas de Otero, Vallejo, Félix Grande, Charles Simic, Cavafis, Verlaine, Rimbaud, Juan Cobos Wilkis, Benedetti, Bukowski, Robert Frost , Pound, Brodsky,Emily Dickinson o el gran Whitman, y otros.

Puede entenderse también como un mosaico de diferentes piezas, un continuo diálogo ( ¿o monólogo?) con un tú-a veces nos puede parecer una obra de teatro- . Y como es propio en una conversación, se va pasando de un tema a otro, retratando una vida, en esta sociedad, mientras se plantea cuestiones propias de un taller de escritura, los entresijos de escribir el/este poema.

Hay un juego de voces, un juego de desdoblamiento de voces: a veces usa la tercera persona del singular- «alguien abre una puerta y empieza el circo…», semejante a las acotaciones de las obras teatrales-; no obstante, predomina la primera persona del singular, en conversación con un tú. ¿Y quién es ese yo parlante? El propio mudo de Fisher Town, el protagonista, quien también podría ser ese tú.

El espacio del poema es la playa y su tiempo, el verano.

Significativo su recurso de sacar a relucir el artificio al escribir un poema en el propio texto: «Las-mo-tos-dea-gua:cinco»; o cuando dice: «¿No te extraña esa expresión?/ Mo-tos-de-a-gua».

Entre sus planteamientos relativos a la escritura de este género están: su concepción de la poesía, dónde hallarla, cómo escribir un poema en el siglo XXI, cuál será su ritmo (¿acaso continuar con la métrica, qué razón de ser tiene el cómputo silábico?), la importancia del lenguaje en la sociedad, cuál es el lenguaje de la poesía ( en este sentido parece apostar por el lenguaje común- para Cernuda cualquier palabra podía ser poética- e imágenes novedosas, tal vez repudie la rareza, o la busque, ese extrañamiento que sorprende al lector). ¿Es la poesía verdad o impostura? ¿Por qué escribir?

En el prólogo del escritor Isaac Páez se resalta la voz veraz, real y contraria a imposturas del autor. La voz rebelde que se aburre con los versos medidos , tal como constató Huysmans en Á rebours: » Lo que más le horrorizaba era la floja ejecución de unos hexámetros que sonaban a hojalata hueca, alargando la cantidad variable de las palabras según el rasero inmutable de una prosodia pedante y seca». Y según el prologuista, a quien cito literalmente: «El mudo de Fisher Town es, además, un poema que ahonda en la reflexión de lo que somos, en los patrones culturales de un mundo en crisis y en lo que para mí es la virtud más atrayente de esta obra: la disección de nuestra sociedad a partir y a través de la reflexión sobre el propio lenguaje».

Desde el principio nos retrata la vida como un circo, un espectáculo, un lugar incomprensible. En cuanto a su final, inesperado, sin duda. Y mientras… pues lo hablaremos en el encuentro, estos son meros apuntes que apuntalan mi lectura.

Lean este poemario, una interesante propuesta y buena lectura, y vengan con nosotros a comentarlo el próximo martes, la entrada es libre.

Dejo aquí su inicio:

«Alguien abre una puerta

y empieza el circo:

unas motos de agua

como insectos cojos

cruzan el paisaje.

¿Qué hacer con sus ruidosos vientres

y ese olor tan repulsivo

de carne a la brasa

debajo de las sábanas?

Oh, la poesía, siempre tan aburrida

de-ba-jo-de-las-sá-ba-nas: ocho, siete

ocupándose del fugaz paso

del tiempo, y de la hierba húmeda

y-cómo no- del amor. ..»

Una de sus definiciones de poesía:

«La poesía es vértigo

de hocino en Meteora;

una peluca

que pongas como te la pongas

deja cráneo al raso;

una lengua

amputada

envuelta en papel de estraza

sobre un mostrador de Pino Habana Negro

en un ultramarinos

que boquea

pero abre cada nuevo día.

Recuerda: el lenguaje ha muerto.

Volvamos al lenguaje.»

«Por eso escribes,

para crear

un nuevo orden,

más hipnótico:

Un salto de esquí.

Yo soy uno de esos

que esperan dos horas

a hacer la digestión

para bañarme tras

un poema copioso.

Soy el que se araña la cara

leyendo a Vallejo

y escuchando El carnaval

de los animales.

El que renegó

de su pueblo

para acabar queriendo

vivir en un pueblo.

¿Quién eres tú?

Hay algo terrible, dirás,

en el hecho de ver a alguien

inmerso en un libro.

¿Es que no le interesa la vida?

Recuerda: Leer es vivir. «

«Oh, la soledad tampoco tiene horarios.
Se ríe de mí.
Soy una butaca vacía
delante de una pantalla de cine
que nadie ve.
A ti también te pasa ¿verdad?
Que no te lee ni tu madre.
Ni tu padre.
Ni tu hermana.
Ni tu hija.
Tu mujer, a veces.
Tus amigos:
Uff, un poema.

Te pido con tus viejos ojos
una mirada nueva,
te pido pájaros naranjas
en la llanura abisal
de la tristeza:
No es tan difícil.

Ahora naces
en cada parpadeo.
Todo es virgen, de nuevo,
si tú quieres,
caballos azules
puñales que te arrullan,
cosas así.

Inclínate ahora
con esos ojos que gatean,
ponte el babero
y observa la palabra

ferry

oruga

bicicleta

¿No es para estremecerse?

No, no te escondas.
¿A dónde vas? No corras.
Recuerda: Tu cerebro puede
tener los techos bajos
como el cráneo
de una lagartija. Pero
la poesía es una forma de ser
de mirar
de morir.

Yo soy el mudo
que habla en diferido;
esto es, como todos.

El poeta no es mejor que tú.
Pero sale ahí fuera, ebrio de vida
a recoger palabras arrumbadas
y las engrasa en su regazo
para liberarte de la noche. Oh, poeta
chamán de letraheridos
chatarrero de bien
te doy las gracias.
Tu oficio consiste en
poner esos huesos en fila
uno tras otro
y reconstruir el esqueleto
de cualquier animal,
planta
o cosa.
Tal es el desafío.
Pero recuerda: Ninguna pieza debe sobrar.

No me gusta tu oficio.
No-me-gus-ta-tuo-fi-cio, siete.
Verso anapéstico raro, versión 2.
¿Y a quién le importa?
Soy el arquitecto de este
edificio sin ascensor.
Sólo a él me debo,
tal es el desafío.
¿Cómo podemos ser tan distintos
ocupando el mismo asiento
entre las sombras?»

Carlos Torrero (Cuenca, 1979). Es licenciado en Ciencias de la Información. Y ha trabajado en distintos medios de comunicación. Especialmente en televisión. Es autor del libro de poemas La hibernación de los moluscos (2017) y del libro de cuentos Lejos del Champagne (2019). Además, varias de sus piezas de literatura breve han sido recogidas en distintas antologías y revistas especializadas. Publica regularmente en http://www.doctorgoodfellowbooks.com, web destinada al fomento de la lectura y a la crítica literaria. El mudo de Fisher Town es su segundo poema(rio) publicado. En el 2022 ha publicado en Argentina su último poemario, Los hombres que beben cerveza no son como yo.

Encuentro con Gregorio Dávila de Tena y su poemario «Un hombre que no conoce Nueva York»: 15 de noviembre a las 19.00 horas.

Nos quedaron temas pendientes en la anterior presentación de este poemario, Un hombre que no conoce Nueva York, y nos viene muy bien volver a reunirnos el próximo martes 15 de noviembre a las 19.00 horas en la Casa del Libro de Viapol . Entrada libre.

Quienes conocemos a Gregorio Dávila de Tena sabemos de su excelente trayectoria literaria, avalada por los premios concedidos: Alma de renacuajo, Premio de Poesía García de la Huerta 2017; Hebra de luzEjercicios sobre el Cántico, Premio de Poesía Pepa Cantarero 2018; Diputación de Jaén; Madre del agua. Por las huellas del Tao, XXII Premio de Poesía Eladio Cabañero 2019; Un temblor en las encinas. Biografía de una mirada, premiado en el I Memorial Ana del Valle, poesía, 2021;  y con Un hombre que no conoce Nueva York ha obtenido el VIII Premio de Poesía Juana Castro.

Acta del Jurado (09/11/2021) respecto de este poemario:
El jurado ha destacado que el poemario “entrelaza lo conocido con el salto al más allá, y hace poesía y música de la naturaleza como de la propia biografía”. En el acta queda reflejado que la obra ganadora “evoca desde lo uno lo diverso y desde el yo la tradición poética universal, en una particular ensoñación que de la imagen de Nueva York nos transmitieron maestras y maestros. Poetas que van desde Federico García Lorca, José Hierro o Juan Ramón Jiménez hasta Neruda, Gamoneda, Li Po, Gloria Fuertes, Alejandra Pizarnik o la cantante Chavela Vargas. Es una creación hecha vida y recuerdo a la vez que poesía, carne y palabra”.

Juana Castro en la entrega del Premio (20/05/2022):
«El libro se compone de poemas extensos, tendidos, para rememorar una ciudad, Nueva York, sin haberla visitado. Un hombre que no conoce Nueva York es el sujeto poemático que escribe a la vez desde el yo y desde la tradición poética […] La evocación de Li Po, el gran poeta chino del siglo VIII, viene a ensanchar la herencia poética recibida, a la que podemos emular para cantar o acercarnos a esa mítica Nueva York.
Poesía torrencial, musical, de un autor que desde su madurez no deja de escribir ni de recibir premios […] Sorprende por su amplio conocimiento de la mejor poesía en lengua española citando o rememorando a poetas como el cordobés José Manuel Martín Portales, Julia Otxoa o Chantal Maillard, que son devociones que yo comparto. Sólo así, yendo a las mejores fuentes y trabajando se puede conseguir lo que el jurado dijo del libro de Gregorio Dávila: ‘es una creación hecha vida y recuerdo a la vez que poesía, carne y palabra’”.

Sara Castelar en el Prólogo:
«Un hombre que no conoce Nueva York es la forma poética en que Gregorio Dávila construye su ámbito para la identidad en un entorno que se mezcla entre la memoria, el mito, la urbanidad y el tiempo. Estamos frente a un libro escrito bajo la influencia de grandes textos que se hicieron eternos y que versan sobre una ciudad que representa todos los extremos emocionales posibles y que con el tiempo se ha convertido para la poesía y la literatura en un referente ineludible […]
El esfuerzo de honestidad que el poeta desarrolla es brutal, existe una necesidad de comunicación que rebase las fronteras de lo conocido y crear nuevos contextos en los que la amplitud del pensamiento poético tenga cabida, para ello recorre el laberinto de su propia obra, de su propia vida, y le da una vuelta de tuerca […]
Un hombre que no conoce Nueva York es un poemario en donde sucede lo bello y lo terrible, como diría Rilke, extremos necesarios para comprender la elección del contexto en el que Gregorio Dávila lo ubica, creando una conexión ciudad-naturaleza que propicia para la creación un espacio de redención».

Un hombre que no conoce Nueva York se inicia con tres citas, correspondientes a tres poemarios emblemáticos: Poeta en nueva York, de Federico García Lorca, Cuaderno de Nueva York, de José Hierro y Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez. Sus ecos atraviesan los poemas, sobre todo percibimos la estela de José Hierro, sin dejar de ser este libro genuino y personal. Los lectores podrán apreciar grandes cambios en él, tanto de forma como de contenido, que ya comentaremos en el encuentro. Como dice Sara Castelar en su prólogo, en este libro sucede lo bello y lo terrible; lo cual supone un giro en los temas propios del autor, por lo general contenido y luminoso. No obstante, aquí podemos percibir la herida, el dolor, la crisis de toda existencia, el desaliento, aunque prevalezca la luz al pesimismo. Encontramos diferentes planos: la vivencia personal; la dimensión existencial, la búsqueda de sentido por un individuo, y más cuando sufre; un plano metaliterario, como el conocimiento que adquirimos por la lectura -se viaja de los versos de otros autores a las vivencias del propio autor-, el lenguaje, la escritura y la poesía como fuente de conocimiento y de consuelo, «amado sea el lenguaje que nos consuela», la identidad de quien escribe y la condición de extranjero o sensación de extrañeza del escritor. No se desatiende tampoco lo colectivo y social, también presentes. Saber estar en el mundo, el amor, el dolor, el pasado, la memoria, la escritura, la pandemia o el paso del tiempo son algunos de los temas tratados . Entablaremos un diálogo con Gregorio, que seguro resultará interesante.

EL PADRE DE LA NIEBLA

Nos estiramos como los cedros del Líbano

amanecemos con la energía del búfalo

para cepillar las crines a los caballos

y bendecir las ubres de las cabras.

Quizás algún animal cultive el poema.

Una mujer se marcha de la aldea

la vecina que amaba la lluvia-

y el cántaro se llena de orfandad

la fuente de abandono.

Recuerdo a Faria,

hay un hombre que se aparta del mundo

-no lo notan en el camino-

un hombre que duerme en la piedra

donde chirrían las cigarras,

un hombre que parte el pan al anochecer

y lo reconocen.

Me siento en el claro de nuestro bosque.

He llegado hasta el margen de mi piel

donde termina y empieza el mundo.

Hay un animal en mí, una mujer y un hombre

y todo se funde hacia dentro.

Aprendo la dirección en el vuelo de los pájaros.

Acaricio las letras como un niño que aprende a leer.

Quiero distinguir el

sentido.

Recuerdas a tu padre ahora que ya no está.

Tu padre que te llevaba de la mano

al parque y al bar de la Codorniz.

Su mano grande y segura, su paso firme

y decidido.

Mi padre saludaba amablemente a todos.

Su cordialidad se expandía

como los rayos de la aurora, mi padre sol.

Él me llevaba en la furgoneta al pueblo vecino

-no más de diez kilómetros-

y aquello me parecía una eternidad de gozo

(¿Por qué lloras, de alegría o de nostalgia?)

Al atardecer ella regaba los tulipanes

y el limonero con música de Aute

(que el pensamiento no puede tomar asiento).

Yo leía a Rojas

(Oh voz, única voz) y tomaba nota de algún verso.

Asomaba la media luna por el cielo

y los vencejos trinaban parábolas.

No estaba lejos la felicidad , no,

relucía en las tejas

y en las gotas de agua regadas.

Recuperas al animal

y a la lluvia y al camino y al bosque

la mujer y el agua que se derrama,

todo se funde en el adentro

y mi padre regresa de la niebla.

TEMBLOR

No busco tener una lengua propia 

sino el balbuceo callado del arroyo 

el lamento del aire por las grutas de Duino 

o el eco de un oboe donde muere la noche.

Que en mi verso resuene el temblor de un naranjo 

al nevar en la acera, la llovizna en la tumba 

                             donde se hizo mármol 

                             mi padre 

o el clamor olvidado de las lágrimas.

Quizás el susurro de Yepes. ¿No oyes 

las ondas del guijarro en la fuente de plata? 

¿La brisa en la cabeza desnuda de Li Po 

o el pájaro en la jaula de Pizarnik?

No busco una lengua propia, busco el vacío en el cántaro 

y el eco de Valente, el agua estremecida por el Tíbet 

o el silencio 

en la piedra.

Busco un temblor de alegría en mis manos 

el temblor 

y la voz de los cerezos.

MANDARINAS

«También es amor

este pañuelo sucio de las lágrimas»

JOSÉ MANUEL MARTÍN PORTALES

Y también es amor

este perro sin dueño que olfatea tus huellas

loa zarpazos del gato a las moscas del huerto

tu madre que relee los poemas que escribes

(y que no entiende).

Es amor, sí, la golondrina

que crea su nido del barro

la pareja de yonquis en el umbral del río

el mendigo ilustrado escuchando la noche

la canción que susurra la abuela con Alzheimer.

Y también es amor

el olor de las mandarinas en tus manos

que ofreces de merienda cada tarde

quien lo probó lo sabe.

Encuentro virtual con Ada Salas: 9 de noviembre a las 19 horas.

El próximo miércoles 9 de noviembre a las 19.00 horas tenemos un encuentro virtual ( por Meet) con la poeta Ada Salas. Todo un lujo. Quienes estén interesados pueden contactad en este correo: aalveasanchez@gmail.com.

Ada Salas estudió Filología Hispánica en la Universidad de Extremadura. Impartió clases durante dos años en Francia, en la Universidad de Angers, y en la actualidad es profesora de literatura en un instituto de bachillerato madrileño. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Variaciones en blanco (1994), La sed (1997), Lugar de la derrota (2003), Esto no es el silencio (2008), Limbo y otros poemas (Pre-Textos, 2013) , Descendimiento (Pre-Textos, 2018) y Arqueologías (Pre-Textos, 2022). En colaboración con el fotógrafo Tete Alejandre ha publicado Reflejos (2006), y son fruto de su trabajo en común con el pintor Jesús Placencia los títulos Ashes to Ashes (2011) y Diez Mandamientos (2016). En 2021 apareció Criba, que reúne poemas de la autora con obra gráfica de Laura Lio. En 2016 la editorial Fondo de Cultura Económica sacó a la luz la antología Escribir y borrar. De su obra ensayística cabe destacar: Alguien aquí (2005), El margen, el error, la tachadura (2011) y Lengua del alma (2019). En 2021 se estrenó en el Teatro de la Abadía de Madrid la obra Descendimiento, basada en su libro del mismo título, con la dirección de Carlos Marquerie y música de Niño de Elche. Junto con Juan Abeleira ha traducido A la Misteriosa y Las tinieblas de Robert Desnos. Algunos de sus libros han sido traducidos al sueco y al italiano, y acaba de aparecer la traducción de Descendimiento al alemán.

Dejo aquí algunos poemas de la autora:

Sólo el ave conoce

los exactos perfiles.

De sus ojos aprendo

el universo miniado

el eterno poniente que oscurece

las islas.

Puedo ver la verdad:

el lento claudicar del horizonte

y su amarga

caída.

Sería

el frío resplandor del miedo

o la hiriente

locura

Me enfrentaré a tu amor con oleaje

y brazos de serpiente

con destreza de nutria

y temblor de paloma

para que no te llames muerte

y huyas de mí

bajo tu largo nombre

de Arte y memoria del inocente (1987)

Honda en la noche

escribo

el enfermo declive

de las horas

el pausado morir de la nostalgia.

Caballos

por el hondo

desierto de mis ojos.

Negra piedra

honda noche.

Esperar.

Esperar

y no tener palabras

que llevarse a la boca.

de Variaciones en blanco (1994)

Mirad esta llanura. Nada en ella recuerda

las gestas de los hombres. El sueño sólo

alienta y fecunda. Como un tiempo

arrasado

insiste en su pobreza.

La casa que abrigó tu corazón

será una ruina. Furtivos

en la noche

la habéis abandonado.

Oscura en el jardín la tierra removida.

Quise

decir traición

y dije llanto.

Hay libros que se escriben sobre la carne misma.

Son esas cicatrices que nos hablan

y sangran

cuando el tiempo se rinde a su derrota

un puñado de signos que apenas

comprendemos

y eran el beso intacto de la vida.

De La sed (1997)

No duerme el animal que busca

su alimento. Huele

y está tan lejos todavía

el aire de su presa.

Y vagará en la noche.

Con la sola certeza de su hambre.

Ciego

porque una vez ya supo

de ese breve temblor

bajo su zarpa.

Brillan

con una luz de la infancia

los ojos de la tarde.

Tuyos son la mirada

y el canto

el hambre con que amo

la doliente

pequeñez de las horas

todo

lo que habita la vasta sucesión de tu ausencia.

Lugar de la carencia

pura

desposesión. Sea vano mi nombre

vano

este empeño furioso por ser río

y no breve humedad

bajo la piedra.

De Lugar de la derrota (2003)

«La necesidad de escribir es a veces más fuerte, más poderosa que la escritura misma. Y sé que ahí está el error. El ansia ahoga la escucha y acrecienta el vacío. Como un viejo eremita observa el roce de las horas en el escaso mundo de su soledad y su silencio. Con la misma santa, habitada y tranquila paciencia. Ser sólo rama, saber ser rama, y esperar a que las aves se posen cuando llegue el descanso.»

Alguien aquí. Notas acerca de la escritura poética (2005)

El óxido

la zarza

algún resto que antiguos habitantes

no llevaron consigo. No es hospitalario

este lugar. Es hosco

y sin embargo

qué te trajo hasta aquí.

No hay nadie

ya lo ves

no hay nada

y sin embargo

esto no es el silencio.

Un discurso continuo

emana de las cosas

un discurso que suma lo animal

y lo humano

y no tiene apariencia

de animal o de humano

y por eso

oh ciegos

nos parece inaudible.

Aquí bajo esta viga

que amenaza

con abrirte la frente

puedes quedarte

quieta

dejar que la intemperie te pudra

y te corrompa

y te derrumbe

al cabo.

Un desplome

de huesos

como el que hizo de un muro

este montón de piedras.

De Esto no es el silencio (2008)


Descendimiento de la Cruz de Van Der Weyden

EL vacío.
Su piel como escamas qué
protege. Tú eras el amor todo se abría
todo
bebía de tu luz. Ahora este cadáver
que
hay que enterrar
este despojo
que
se nos cae de las manos.
Lo que viene después de la alegría del
deslumbramiento. Lo que nos pesa
es no tener más vida.

Debajo de la piel

corre la sangre. Debajo del color

el blanco del estuco.

La luz.

La transparencia.

                                 Otro poco

de aceite

para

que lo vivo

aflore entre lo muerto.

El pulso de esa mano. La savia

de ese roble. Un pequeño gusano

que crece en esa herida

una abeja

que zumba

en ese corazón.

Quién se atreve a decir que todo está cumplido.

Cuando va a anochecer

los vencejos invaden esta sala

vacía.

Descendimiento (2018)

DIOSA. ESTATUILLA

QUIERO

decir amor pero pronuncio

muerte -esa llaga

en la lengua-. No hemos

comprendido. No hemos acertado a

reconocerlo. Velas. Reinas

en

el jardín de los astros. Extiendes

en la noche

el río de tus pechos. Los dedos

de los solos

te han labrado un collar. Descansas

en su frío.

Qué hacer con este amor

que nadie quiere.

ALJIBE

En medio de la tierra algo se abre.

Una rama en el mármol te recibe

viajero. Una rama. La gracia.

El brillo

de algún pez.

El reflejo más puro.

Un agua densa inmóvil un cuerpo

transparencia.

Tú quieres estar viva en esa nada.

NOTA: Los espacios en blanco, los silencios, en la poesía de Ada Salas son muy importantes, pero en el blog se pierde y es un problema que he intentado solucionar de diferentes modos y sin resultado.

Encuentro con Alejandro Duque Amusco y presentación de su poemario «Un único corazón»

El martes 25 de octubre a las 19 horas tenemos una oportunidad excepcional para poder hablar con un excelente poeta, Alejandro Duque Amusco, todo un lujo, pues él reside bastante lejos de nuestra ciudad. Será el autor que inaugure el VI ciclo de Encuentros con poetas, en Casa del Libro de Viapol, Avda. De Diego Martínez Barrio, 4, Viapol Center, Sevilla.

ALEJANDRO DUQUE AMUSCO, sevillano afincado en Barcelona, nació el 2 de noviembre de 1949. Profesor de Lengua y Literatura, traductor, uno de los investigadores más reconocidos de la obra de Vicente Aleixandre, editó en Visor sus Obras completas. Como poeta, desde su primer libro de poemas, Esencias de los días (1976), mostró predilección por la expresión depurada y sensorial. En el largo recorrido que ha seguido luego su poesía, guiada por el deseo de equilibrio entre belleza y experiencia, emoción y verdad, merecen especial mención los títulos Sueño en el fuego (1989; reedición 2009) y Donde rompe la noche (1994, Premio Loewe de Poesía; reedición 2015 por Renacimiento). Un nuevo ciclo se abre en su obra posterior con Jardín seco, de 2017, año en que es galardonado desde Italia con el Premio Internacional de Poesía Alfonso Gatto. A ese título viene a sumársele, ahora, este nuevo, Un único corazón, que remite no sólo al corazón singular del poeta sino al que conforman todos los seres humanos, unidos por unos mismos deseos, pasiones e inquietudes. Duque Amusco considera que el primer objetivo al escribir es ahondar en nuestro espíritu, cerrar heridas, aplacar obsesiones y obtener, de ese modo, una liberación interior con la que reencontrar la felicidad y el equilibrio. De él es este aforismo: «El sufrimiento es la gran coartada de los poetas; aún no saben que la poesía exige, al menos, una tarde de felicidad». Para los interesados en la escritura de la poesía, también deciros que publicó en Pre-Textos un libro titulado Cómo se hace un poema. El testimonio de 52 poetas.

Una información más detallada aquí: https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandro_Duque_Amusco

Como viene siendo costumbre, hablaremos de poesía, de su trayectoria literaria y nos centraremos en su último y excelente libro publicado, Un único corazón, fruto de toda su experiencia de vida y cuyos poemas me han encandilado , un deleite su lectura ( de la que he aprendido bastante, al gusto de Horacio).

Como ya sabéis la entrada es libre y gratuita.

El título del libro puede inspirarse en Heidegger, por la cita que encabeza el poemario: El ámbito más vasto de lo existente se manifiesta en el recinto interior del corazón. En su nota introductoria- acostumbra a escribir notas con las que inicia los libros, lo que nos hace deducir que le gusta reflexionar sobre el acto de la escritura y de la lectura, el proceso creador de cada libro -nos viene a decir que el corazón de un hombre es el de todos los hombres, pone de relieve el carácter universal o general que posee la poesía. Una finalidad de la poesía sería la de dar a los hombres y mujeres la conciencia de un destino común, La poesía es una hermosa fraternidad que nos concierne a todos.

Como decía, la memoria de las vivencias va dejando huella en ese corazón, común a todos, una memoria que es colectiva y en cuyo poso encontramos la tradición literaria.

En una entrevista que le hizo la doctora, profesora, crítica literaria y poeta, Ana Recio Mir, publicada en Alga, Revista de Literatura, el autor manifestó su deseo de escribir un libro de agradecimiento y amor a la vida, intención que se indica en esta nota, que sus versos reconcilien al lector con la vida, en lo que tiene de belleza y de sufrimiento. Y lo logra.

Estructurado en cinco partes: Sur, Servidumbre de amor, Para una reina de corazón gitano, Memento y Zona Crítica.

Por la lectura de este, y otros libros suyos, nos percatamos que coexisten varios estilos: La influencia de la poesía Oriental (haikus, tankas) ; influencia del flamenco (Para una reina de corazón gitano); una poesía de metro corto, esencial, depurada y precisa (tal vez debida a la estela de Juan Ramón Jiménez) y los poemas que predominan en este texto, que vienen a ser largos versículos con música (suma de heptasílabos, endecasílabos, alejandrinos) y arrastran en su canto de imágenes la emoción y el pensamiento. Exquisita su escritura, una maestría su ritmo, con un lenguaje de gran plasticidad y exactitud alcanza a transmitir la vida, rotundos sus poemas.

En Sur encontramos los recuerdos de la infancia, la nostalgia de la tierra de su niñez, el recogimiento de las siestas, el recuerdo de los difuntos; pero también el arraigo de la primavera , de la luz y de la belleza en el presente. Testimonio de un tiempo ido que se queda escrito en los poemas, aunque todo cambie, como nos dice en El bosque de pinos (la destrucción de un bosque de pino donde jugaba de niño simboliza la destrucción de esa infancia).

El contraste y la polaridad están presentes, normalmente en su poesía, reflejando la ambivalencia de la vida: luz y cenizas, oros apagados, temeroso solecito; aunque vence la belleza, su mirada sobre lo bello.

El título de su segunda parte, Servidumbre de amor, nos indica el tema. En él se alude a la tradición clásica (Propercio, Ovidio, Catulo) y a John Donne, a la importancia del deseo y del amor carnal para sentir la dicha, a los amores contrariados, con cierta picaresca e ironía a veces; otras, con un matiz amargo. En todo caso, nada muere del todo y menos el amor.

En homenaje a Manuel Machado, Para una reina de corazón gitano, con sus sentías soleares.

Respecto al paso del tiempo y la muerte, Memento. Nos señala como metáfora de la vida, una vela, porque nos aporta luz y calor (y refleja sombras); pero Al final sólo queda, leve y triste, un penacho de humo por el aire; la identifica también con un loco carrusel, en este loco carrusel dejamos unas manos tendidas diciéndonos/ adiós y el pobre corazón hecho jirones. Nosotros somos partículas de polvo que quieren ser, sentir, formar parte de algo, tener/ un alma acaso, aunque el alma les duela. En un poema ,que versiona otro de Jean Moréas, A solas con Jean Moréas, nos define la existencia: Es la sombra de un sueño, y eso basta.

Nos retrata por igual la muerte que ya nos posee en vida y ronda la idea del momento final. En este terreno están también las ausencias; sin embargo, nada acaba. Todo es continuidad de un solo día. Eternidad y retorno. Siempre nos quedará la poesía de grandes poetas, como Dylan Thomas, pero duele la prematura muerte de su alumna Jania y de otros amigos. Ante el último expiro aconseja: Cuida de este latido que pasa y que no vuelve.

Principalmente dedicado a la escritura, la inspiración, la poesía, la música, al arte, a lo bello, su último apartado, Zona crítica. La lentitud de la escritura como un modo de evitar el olvido, la lucha con las palabras, su propia pantera ( referida por Rilke, Cernuda y Borges) como símbolo de libertad, pasión y poesía. Se escribe desde la soledad de un lugar desnudo, donde se indaga en la pasión y el misterio. La propia patria, su biblioteca. Recrea los últimos momentos de un cansado Cesare Pavese antes de suicidarse en el Hotel Roma de Turín. La poesía como redención de todas las vicisitudes que arrastra la edad. Y nos reflexiona en su poema en prosa Meditación sobre un paisaje de nieve: ¿Todo o nada está vivo? ¿No hay nada real que brilla dentro de lo irreal? Tal vez el paisaje nevado sea la muerte, ¿o la vida?; y el arte, lo eterno (casi eterno, salvo gran catástrofe), esa ramita verde que aparece en un ángulo, promesa de otra realidad distinta, mucho más hermosa.

Se incluyen dos poemas antibélicos: Olivença ( en el que reflexiona sobre el concepto de patria) y Balada para dormir al soldado Rudi Sureck, inspirado este último en un Cementerio Alemán de Cuacos de Yuste.

Una voz vitalista y pasional que reclama la luz, la belleza, la emoción, el amor y sabe del envés de la vida. Lo eterno de lo bello. La salvación de la poesía, su testimonio. El libro es un hermoso lugar al que seguro que al lector le gustará volver.

LLEGADA

Has vuelto a este jardín con su silencio oscuro, únicamente

roto por un fondo de mirlos que vuelan en los pinos.

Como un panal de luz, bulle la tarde en oros apagados.

Has vuelto a oír tu corazón, el solo fiel,

y te quedas al borde del camino (los mirlos ya dejaron de cantar)

para escuchar los pasos de la noche.

Estás aquí. Aquí. La rueda de los días te ha traído con la puntualidad de un reloj implacable.

Todo pasó, espectral y confuso. El tiempo es una lluvia de luz y

de cenizas.

INSPIRACIÓN

El camino a la fuente
hay que andarlo, despacio, cada día,

y no para beber (pues quizás sed no tengas)
ni para hallar frescor junto a la sombra.

El camino a la fuente se recorre
sólo por no olvidar
la eterna canción del agua.

Evoca su primer encuentro con el poeta Vicente Aleixandre:

AÑOS DESPUÉS

«Solo falta que un puño,
un miserable puño me golpee»
Vicente Aleixandre (De Poemas de la consumación)

Ahora tengo la edad que tú tenías cuando, con diecinueve años,
me acerqué a conocerte al dorado jardín del cedro y la poesía.

Te recuerdo muy bien. Tú leías, echado, en la serena sombra de la tarde.
Julio ardía callado.

Ojos azules de eléctrica bondad e inteligencia lucían en un rostro de tez fina y
rosácea,
que se abría, risueño, al nuevo amigo.

Tu mano adelantaste y se estrechó a la mía. Señal de bienvenida,

también de fe en los hombres.
Cumplías así la que fuera exigencia de tu firme conducta:
ser generoso, darte a los demás,
corresponder a todo impulso de elevación y gracia compartida.

Ese fue, sí, tu denodado esfuerzo para hallar con tu alma otras almas iguales,
que te buscaban y te respondían.
Hija de amor es siempre la gran obra.
Han pasado los años.
La luz se hundió en negros remolinos y tu tiempo vital se hizo memoria.

El mundo, ciego, hoy no desea saber de la grandeza
que en tus versos alienta con maestría.

Mira tu obra en qué manos está, la que fue la razón de tu existencia,
lucha de amor, de soledad y ensueño.

El “miserable puño” que profetizaste (de un codicioso y una avariciosa) cae sobre
ti, como un escarnio, hacia tu obra pura
que desprecian con el rencor de quienes no la entienden.

Pero de las cenizas del oprobio saldrá con alas limpias tu poesía remontando la
altura,
en esa gloria que aguarda a la palabra verdadera, la que acompaña al corazón del
hombre.

Tú ya no necesitas la aquiescencia de nadie. Y los que te buscaban para subir
peldaños y obtener prestigio,
con la primera aurora te negaron. ¿Alguien los oye? Déjalos.

Tú estás en paz con tu vida y tu obra, en equilibrio hermoso,
y eso basta. Duerme en tu cielo y olvídate de todo
para que puedas habitar, al fin, tu perseguido sueño:
el de la pura nada sin memoria, a que aspiraste un día.
Morir no es nada cuando se ha vivido.
Morir no es nada cuando se amó mucho como tú amaste, con total entrega.

Hoy vuelvo a ti, cansado, y con los mismos años que tenías cuando fui a conocerte
aquella tarde.
Vuelve a ser julio. Me he acercado a la verja de tu jardín dormido.

Allí está el cedro
eterno y silencioso. Temo llamar.

Una delicia la tarde- noche de ayer, todos/as nos quedamos cautivados/ as con la interesante charla de Alejandro Duque Amusco, llena de agudas reflexiones , curiosas anécdotas y transmitidas con emoción.Todo un deleite. Le agradecemos muchísimo que aceptara nuestra invitación.

V CICLO «EL POETA Y SU VOZ». ENCUENTRO CON AUTORES 2022/ 2023

Reanudamos , como cada año, nuestro ciclo de encuentros con poetas. En esta ocasión, como podéis comprobar, serán los martes, todas las sesiones empiezan a las 19 horas, en Casa del Libro Viapol, Av. de Diego Martínez Barrio 4, Sevilla. La participación es libre y gratuita, hasta completar aforo.

Estos actos están insertos dentro del Club de Lectura de poesía, así que si podéis leer el libro, mejor, pues tenéis la oportunidad de entablar un diálogo con el autor sobre poesía , su trayectoria y el poemario seleccionado. Creo que tenemos un buen elenco de escritores. Y empezamos con un autor sevillano de lujo que reside fuera y se nos presenta esta ocasión para conocerlo y escucharlo personalmente, ya aseguro de antemano que disfrutaremos, y mucho:

Martes 25 de octubre, Alejandro Duque Amusco, «Un único corazón», Pre-Textos.

Martes 15 de noviembre , Gregorio Dávila de Tena, «Un hombre que no conoce Nueva York», Renacimiento.

Martes 13 de diciembre, Carlos Torrero, «El mudo de Fisher Town», Macklein y Parker.

Martes 17 de enero, Carmen Ramos, «Las realidades efímeras», Macklein y Parker.

Martes 14 de febrero , Jesús Beades, «Orden de alejamiento»,  Accésit al Gil de Biedma.

Martes 14 de marzo, Nuria del Saz, «Matronalia», Edificiones Alfar.

Martes 18 de abril, Anabel Caride «Los días inabarcables», Anantes editorial.

Martes 9 de Mayo, Curtis Bauer, «Selfie americano», Vaso Roto.

Martes 6 de junio, Esther Garboni, “A mano alzada”, Libros de la herida.

Muchas gracias a todos estos autores que han aceptado compartir tiempo y poesía con nosotros. Gracias.