MARINA TSVETÁIEVA (III): VERSOS A CHEQUIA

8

Lágrimas en los ojos:
¡de cólera y amor!
Está Chequia llorando
y España ensangrentada.

¡Una montaña negra
recubre todo el mundo!
Ha llegado la hora:
¡despide al creador!

Me niego a formar parte
del Bedlam inhumano.
Me niego a convivir
con lobos, en la plaza.

Me niego a aullar
con bestias de los valles,
y me niego a nadar
río abajo, de espalda.

Prescindo de orificios
para oír, de ojos para ver.
A tu mundo sin juicio
mi respuesta: renuncio.

15 de marzo-11 de mayo de 1939

Antología poética, Hiperión, Madrid, 1996

MARINA TSVIETAIEVA (II)

Tsvietaieva_webNació el 26 de septiembre de 1892 en Moscú, hija del fundador del Museo Pushkin de Moscú, Iván Tsvetáiev, profesor de la Universidad de Moscú. La madre, María Mein, de origen alemán y polaco, era una gran aficionada a la música y le inculca a su hija el amor por la poesía. Los idiomas que habla Marina de pequeña son el alemán, francés y ruso. La madre sufre un proceso agudo de tuberculosis que le hace trasladarse, con frecuencia, al extranjero, en muchas ocasiones a Alemania, lo que explica su conocimiento temprano de esta lengua, permitiéndole leer a los grandes poetas Goethe, Heine y Hölderlin en su infancia y juventud, y más tarde a Rilke. Debido a su carácter autodidacta e independiente, interpretó a su manera las ideas e inclinaciones de su época, rica en movimientos culturales y poéticos, la llamada modernidad  rusa o “Edad de plata”. Su espíritu era más cercano a la rebeldía neorromántica, que se oponía al predominio de la razón sobre los sentimientos y que abogaba por lo espiritual e interior contra lo material y grosero de la experiencia cotidiana.

En su Autobiografía, escrita a los 47 años de edad, Marina describirá la importancia del ambiente familiar que la rodeaba: “Desde los cuatro años mi actividad preferida era la lectura, desde los cinco la escritura. Todo lo que amé fue aquello que ya amaba a los siete años; después no amé nada nuevo”.

Estudia piano y a los 14 años ya se interesa por la poesía de los románticos alemanes y franceses. En 1909 viaja a París donde asiste a lecciones sobre literatura francesa en la Sorbonne.

En 1910 publica su primer libro de poemas Álbum Vespertino dedicado a su heroína, la malograda pintora María Bashkíerseva, cuyo diario íntimo fue tras su muerte un bestseller internacional. Nikolai Gumiliov, marido de Ajmátova, destacó de este libro  la originalidad, el tono íntimo y audaz, el espontáneo deleite en lo cotidiano, lo calificó de “excelente poesía”.  Abandona la escuela antes de terminar los estudios.

En el año 1911 es incluida en una antología de famosos

En 1912 contrae matrimonio con Serguéi Efron, hijo de una familia revolucionaria ruso-judía, y ese mismo año nace su hija Ariadna. Parece que uno de los atractivos del marido era su condición de judío marginado, pues ella sentía que los poetas eran igual de marginados. Publica su segundo poemario Linterna mágica, dedicado a su marido.

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Más tarde publica Extractos de dos libros (1913).  En el Prólogo nuestra autora formula sus principios artísticos, cercanos al acmeísmo. Su poesía de los años 1913 y 1914 se aproximaban a la corriente acmeísta, aunque los críticos nunca se pusieron de acuerdo en la “clasificación” de su poesía.

En 1914 había conocido a la traductora y poeta Sofía Parnok, con la que mantiene una relación amorosa atormentada hasta 1916, el sufrimiento vivido cambia la manera poética de Tsvetáieva en el ciclo lírico Amiga de los años 1914-1915.

«Poemas de juventud» (1915), publicado póstumamente en 1976 supone la despedida de un mundo que efectivamente estaba a las puertas de desaparecer. En «Historia de una dedicatoria» (1916) y «Poemas de Moscú» (1916) describe su mutuo enamoramiento con el también poeta Osip Mandelstam. De 1917 a 1922 escribe seis piezas de teatro y tres libros de poemas, el primero será  Verstas– se considera una de las cumbres líricas de la poeta-.

Al comienzo de la guerra civil el marido de Tsvetáieva se alista en el Ejército Blanco y hasta 1920 se desconoce su paradero. En su ciclo El campo de los cisnes (1917-1920) idealiza el Movimiento Blanco.

En 1917 nace su hija Irina.

En su última obra de esta época, Mis empleos, refleja su experiencia en el Archivo para las Nacionalidades a las órdenes de Stalin, trabajo que abandonó por su incapacidad para soportar la monotonía burocrática.

Cuando le llegan las noticias de las muertes de Blok, Jlébnikov, el fusilamiento de Gumiliov, el supuesto suicidio de Ajmátova, escribe una especie de diario poético que se convierte en el célebre ciclo El oficio (1921-1922).

Cambia su estilo hacia una poesía más directa, el uso del verso libre, introducción del lenguaje coloquial, influencia simbolista y acmeísta y del poeta Mandelshtam. Otras de sus innovaciones es la creación de una serie de máscaras o personajes con los que dialoga y se distancia la poeta. Pero lo más grandioso de su obra lo escribirá en la emigración.

Marina rechazó la Revolución de Octubre, pero no por motivos políticos, sino por un sentimiento moral que le induce a estar siempre de parte de los derrotados o de los leales a una fe imposible. “La política es una abominación evidente, de la que no se puede esperar otra cosa. ¿Tener una ética y entrar en política?”.

Hemos comentado que su marido se alista y  viven separados varios años, los cuales describe en sus diarios Índices terrestres (1919), donde recoge sus impresiones sobre la revolución y sobre la guerra civil.   Tendrá una relación pasional con la actriz Sofía Holliday a la que dedicará varios poemas. Su hija pequeña Irina, muere de inanición en un asilo, a los tres años. Marina con la ayuda de los amigos irá luchando por sobrevivir hasta que deja Rusia.

En 1922 viaja a Berlín tras conocer que su marido estudia en Praga donde había huido tras la derrota del ejército blanco. Publica en esta ciudad, «La doncella del zar», «Poemas a Blok», «El fin de Casanova» y el poema Despedida.

Ese mismo año comienza su correspondencia con Boris Pasternak, el gran poeta ruso del cual fue su musa y apoyo moral, de la que se conservan 19 cartas de ella y 84 de él. Estas cartas no serán publicadas hasta el año 2000 por expreso deseo de su hija Ariadna.

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En 1923 se instala en Praga. Serán años de intensa escritura. La época de Praga la recordará como una de las más felices. Vive allí una intensa relación amorosa que le lleva a Poema del fin, considerada una de sus mejores obras. Escribe su ciclo de poemas dedicados a Pasternak, «Cables» y «El poeta«. De esa misma época son El poema de la montaña (1924), «El poema del fin» (1924), y sus dramas «Borrasca», «Fortuna», «Una aventura» y «Fénix”.

En 1925 nace su hijo Georg/Mur y vuelve a viajar a París, donde inicia una correspondencia con Rainer María Rilke y decide quedarse en esa ciudad. En principio hizo una lectura pública con éxito y contó con varias ayudas, pero más tarde publicó un ensayo “El poeta ante los críticos” en el que atacaba a la emigración rusa, y también le suspenden la publicación en una revista por su solidaridad con Maiakoski que visitaba París. Reúne y publica todos sus poemas desde 1922 a 1925 bajo el título Después de Rusia, donde desarrolla el motivo del sacrificio como una condición del oficio poético. Relación con el joven poeta Nikolai Gronski.
“En el París de la emigración, resultó claramente fuera de lugar. En el mejor de los casos, se la toleraba  en los periódicos y revistas, donde podía publicar algo, y sus colaboraciones a menudo se producían en unas condiciones que a ella le parecían ofensivas. No llegó a ocupar ningún lugar en la «sociedad»  emigrada, con sus salones, literarios y políticos, donde todos se conocían […] Era un bicho raro, alguien ajeno, expulsada del grupo, alejada de las relaciones personales y familiares, y destacaba poderosamente, con su rostro, sus palabras, y su vestido gastado, y su imborrable sello de pobreza….»

Mark Slonim, Memorias

En 1932 su marido vuelve a Rusia y trabaja para los servicios secretos rusos. Más tarde volverá a su país de origen su hija.

En 1933 escribe un ensayo sobre Mayakovski y Pasternak, «Epos y Lírica en la Rusia de hoy», y varias de sus prosas autobiográficas: «Madre y música», «Los cuentos de la madre», «El diablo», dedicadas a su madre; «Las Kirilovnas», dedicada a sus temporadas de verano en Tarusa; «Inauguración de museo», «La corona de laurel» y «El museo Alejandro III», dedicadas a su padre. Escribe sobre Alexander Pushkin, mítico poeta ruso, «Mi Pushkin» (1937) y «Pushkin y Pugachov» (1937).

En octubre de ese mismo año tiene noticia de la implicación de su marido en el asesinato de un ex-militar ruso y del hijo de Trotski; atentados en los que nunca se probó fehacientemente su participación. Sufre un registro domiciliario y un interrogatorio por la policía francesa, este hecho la aisló todavía más. Un año después se traslada a vivir a un hotel donde escribe Poemas a los checos, con motivo de la ocupación por los nazis.

“Me niego a ser. Me niego a vivir en el Bedlam de los inhumanos. Me niego a aullar con los lobos en las plazas…A tu mundo demente, una sola respuesta: negación”

En 1939 vuelve a la URSS. Su hermana Anastasia está en un campo de trabajo, su marido y su hija viven bajo vigilancia cerca de Moscú, dos meses más tarde serán detenidos. Su marido será fusilado. Interrogada Marina contesta recitando poemas en francés. Muchos de sus escritos le fueron confiscados y  otros los salvó depositándolos en la Universidad de Berna. Marina vive de traducciones  (de Baudelaire, de García Lorca), en la más absoluta pobreza y temor constante por la vida de los suyos, con el apoyo de algunos amigos como el de su querido Boris Pasternak. Desaprobada por el régimen, no tenía vivienda ni comida. Las posibilidades de publicación se las cerraba ella misma, pues enviaba los poemas más políticamente radicales. Pasternak estaba censurado desde el 34, Ajmátova desde el 20.

En 1941 en plena invasión nazi y después de que su marido fuera fusilado y su hija enviada a trabajar en un campo de minas , Marina Tsivietaieva es evacuada junto con su hijo Mur- un adolescente por ese tiempo insolente- a Yelabuga, donde el 31 de agosto se suicida , ahorcándose a la edad de 49 años.

Pese a todas esas desdichas (y de la conciencia escrita de ellas) dejó una obra viva, de impresionante calor, intransigente y llena de valentía. En la Unión Soviética permaneció casi inédita hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó a ser conocida a través de la publicación de literatura en hojas clandestinas.

RELACIÓN EPISTOLAR CON RILKE

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Marina estaba enamorada del amor, necesitaba esa pasión constante, fuesen hombres o mujeres, pero siempre le fue leal a su marido: Mandelshtam, Pasternak, Rilke, la poeta Sofía Párnok y la actriz  Sonechka Hollida, con las que vivió relaciones tormentosas desde 1914 a 1919. Al amor lésbico también le dedicó un ciclo de poemas. Mantuvo una relación amorosa exclusivamente epistolar con el poeta Rilke.

La breve, pero intensa correspondencia que mantuvieron los dos poetas, durante el verano de 1926, surgió de la manera siguiente: en 1899, en el primer viaje de Rilke  a Rusia,  va a visitar al joven profesor de la escuela de Bellas Artes Leonid Ósipovich Pasternak, llevándole unas cartas de recomendación de sus amigos alemanes, para que mediase en la presentación de Tolstói. Cumplido el encargo, se inicia una relación entre Pasternak y Rilke, que dura muchos años, con intercambio de cartas y envíos de libros. En el año 1925, el mundo cultural europeo celebra el quincuagésimo aniversario del gran poeta alemán. Entre las múltiples felicitaciones, había una conmovedora carta del amigo ruso, a la que responde en seguida. Estos hechos provocaron indirectamente la comunicación epistolar de Rilke con Borís Pasternak (el hijo de Leonid, que también era poeta), y a través de éste, con Marina Tsvietáieva. Los dos jóvenes poetas moscovitas, Marina Tsvietáieva y Borís Pasternak eran amigos desde hacía tiemp, y ambos consideraban a Rilke como su mentor espiritual por su libertad e independencia creadora. A Borís se le ocurre la idea de hacerle un ‘regalo’ a ella, que consistía en ponerla en contacto con el poeta. Le escribe y Rilke (no sólo por su antigua amistad con su padre, sino también porque conoce su obra y le admira) atiende el requerimiento de Pasternak y escribe de inmediato a Tsvietáieva, enviándole, además, las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo. Al final de la carta, sugiere un encuentro y habla de la “secreta felicidad” que ello le produciría, que se convertirá en el trágico leitmotiv de sus relaciones. Emocionada y con la pasión que la caracteriza, Marina le contesta.

Siguen una serie de cartas cruzadas, pero es ella la que le escribe a diario, construyendo un diálogo de enamorados, ya que para ella, aunque no lo conozca en persona, el “amor verdadero” es el de la fusión de las almas.

Rilke, posiblemente agobiado por el aluvión de cartas, le advierte de  sus escasas fuerzas para responder (moriría siete meses después de la carta citada con anterioridad, el 2 de enero de 1927 de leucemia), que la susceptibilidad de Tsvietáieva interpreta como indiferencia y desinterés. A la noticia de su muerte le escribió el poema Por el año nuevo.

Revista En Sentido Figurado noviembre/diciembre 2013

Dejo el enlace de la revista En Sentido Figurado, que viene con mucho arte y talento, como nos tiene acostumbrado, además este número cumple su 7º aniversario, lo que es muy admirable. En ella hay un poema mío y dos reseñas sobre los poemarios She. Desde la libertad ama con ternura, de Marta Flores, y Mudanzas de lo azul de Jesús Cárdenas Sánchez

http://ensentidofigurado.com/

Lectura en la Biblioteca Pública Municipal Escultor Juan Sánchez. El Saucejo

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El viernes 13 de diciembre tuve una lectura en la Biblioteca Pública del pueblo  El Saucejo. En el camino tuve un imprevisto ( no me había pasado nunca antes en mis 13 años de carnet de conducir): se encendió el piloto del líquido refrigerante. Ese símbolo no hacía más que palpitar y descubrimos que le faltaba lo que se llama algo así como «refrigerante». Paramos en una gasolinera a la altura de Alcalá de Guadaira , uno de los hombres que trabaja allí amablemente nos asesoró ( cualquier asunto del coche nos parece un fenómeno paranormal, poco más o menos), incluso él mismo le echó el agua refrigerante – que no era el indicado en el librito del coche, que aconsejaba uno de color morado, y este líquido era de un amarillo muy vistoso- , pero nos dijo que no importaba, nos fue de gran ayuda.  La segunda persona que nos ayudó en el trayecto fue un vecino anónimo de El Saucejo, que nos llevó en su coche a la biblioteca, y sin pensárselo dos veces, nos vería muy despistados. Conseguimos llegar a las 19 horas o casi, pocos minutos de retraso, un apuro que yo llevaba. El público, como suele ocurrir, muy interesado, atento, amable, participativo y muy interesante.

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Juan Román, el bibliotecario y técnico de cultura del pueblo, en el momento de mi presentación

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En esta foto leía el poema » Lluvia de colores» , que siempre acompaño con el vídeo realizado con los cuadros de mi amigo poeta Tobías Campos y, por supuesto, siempre lo indico.

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Como es costumbre, algunos poemas los acompaño de vídeos con fotos de Diego Jesús Romero Jaime, a quien pertenecen también estas fotos del evento.

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Mi agradecimiento a Juan por su cordialidad y hospitalidad, a Carmen por su gran simpatía y compromiso,  a Diego y demás asistentes, con quienes compartí poesía y opiniones, por su interés . Después de la lectura,  continuamos, y lo pasamos también muy bien con ellos. Gracias

Réquiem. Anna Ajmátova (III)

No, no estaba bajo un cielo extraño.

Ni bajo la protección de extrañas alas,

Estaba entonces entre mi pueblo

y con él compartía su desgracia.
1961

EL LUGAR DE PREFACIO

En los terribles años de Yezhov [1] pasé diecisiete meses en las colas de las cárceles de Leningrado. En una ocasión, alguien, de alguna manera, me reconoció. Entonces una mujer de labios azules que estaba tras de mí, quien, por supuesto, nunca había oído mi nombre, despertó del aturdimiento en que estábamos y me preguntó al oído (allí todas hablábamos en voz muy baja):

-Y esto, ¿puede describirlo?

Y yo dije:

-Puedo.

Entonces algo parecido a una sonrisa asomó por lo que antes había sido su rostro.
1 de Abril de 1957 Leningrado

DEDICATORIA
Ante esta desgracia se inclinan las montañas

Y no fluye el famoso río,

Pero son fuertes los cerrojos de la prisión

Y tras ellos están las “mazmorras de los presos” [2]

Y una pena mortal. Para algunos sopla suave la brisa,

Para algunos es una caricia el ocaso.

Nosotras no sabemos, somos las mismas por todas partes

Y sólo oímos el odioso chirrido de las llaves

Y los pesados pasos del soldado.

Nos levantábamos como para la misa del alba

Y caminábamos por la ciudad salvaje,

Y allí nos encontrábamos, casi sin aliento.

El sol estaba más bajo y el Neva más nublado,

Pero la esperanza canta siempre a lo lejos.

La sentencia… y de pronto brotan las lágrimas

Y ella se aleja ya de todas

Como si con dolor le arrancaran del corazón la vida,

Como si brutalmente la derribaran por la espalda.

Pero camina… se tambalea… va sola…

¿Dónde estarán hoy aquellas con quienes sin querer

compartí mis dos años de infierno?

¿Qué oirán en la tormenta de nieve siberiana?

¿Qué imaginarán en el círculo de la luna?

A ellas envío mi saludo de despedida.
Marzo 1940

PRÓLOGO
Eso sucedió cuando sólo sonreía

El muerto, contento de su paz

Y como un apéndice inútil, Leningrado

Pendía de sus cárceles.

Cuando, locos de dolor,

Caminaban en tropel los condenados,

Y los silbidos de las locomotoras

Cantaban cortas canciones de despedida.

Las estrellas de la muerte se erguían sobre nosotros

Y la inocente Rusia se retorcía

Bajo unas botas manchadas de sangre

Y bajo las ruedas de los negros furgones [3].

1
Te llevaron al alba [4],

Y fui tras ti como en un entierro.

En el ático oscuro lloraban los niños,

Y ante la imagen sagrada se derretía la vela.

En tus labios estaba el frío del icono

Y un sudor mortal en tus cejas… ¡No lo olvidaré!

Como las viudas de los Streltsy [5]

Aullaré bajo las torres del Kremlin.
1935
2
Apaciblemente fluye el Don apacible [6],

La luna amarilla entra en casa.
Entra con un gorro ladeado,

La luna amarilla ve una sombra.

Esta mujer está enferma,

Esta mujer está sola.

Su marido está en la tumba, su hijo, en la cárcel.

Rogad por mí.

3
No, no soy yo, sino otra quien sufre.

No podría soportarlo.Que un velo

Negro cubra lo sucedido,

Y que se lleven los faroles…

Noche.
1940
4
¡Si te hubieran mostrado a ti, la bromista,

Adorada por todos tus amigos,

La alegre pecadora de Zárskoe Seló,
Lo que sucedería con tu vida!

Cómo, entre trescientas mujeres, con un paquete,

Harías cola bajo Las Cruces [7],

Y cómo con tus ardientes lágrimas,

Fundirías el hielo de Año Nuevo.

Allí silenciosamente los presos

Se abalanzan y cuántas vidas

Inocentes se consumen…
1938
5
Diecisiete meses hace que grito.

Te llamo a casa,

Me arrojé a los pies del verdugo,

Hijo mío, horror mío.

Todo se ha enturbiado para siempre

Y no puedo distinguir

Ahora quién es el animal, quién la persona,

Cuánto tiempo queda para la ejecución.

Y sólo hay flores cubiertas de polvo

Y el tintineo del incienso, y huellas

Desde algún lugar a ninguna parte.

Y me mira fijamente a los ojos

Y me amenaza con una muerte cercana

Una inmensa estrella [8].
1939
6
Pasan pronto las semanas.

Lo que sucedió, no lo comprendo.

Cómo a ti, hijo, te contemplaron

Las noches blancas [9] en la cárcel.

Y cómo de nuevo te contemplan

Con su ardiente ojo de gavilán.

Y de tu alta cruz,

Y de tu muerte, hablan.
1939

7

LA SENTENCIA
Y cayó la palabra de piedra

Sobre mi pecho todavía vivo.

No importa. Estaba preparada.

De alguna manera me las apañaré.

Hoy tengo que hacer muchas cosas:

Hay que matar la memoria,

Hay que petrificar el alma,

Hay que aprender de nuevo a vivir.
Si no… El caluroso susurro del verano

Celebra su fiesta en mi ventana.

Hace tiempo que presentía

Este día luminoso y la casa vacía.
22 de Junio de 1939 [10] Casa de Fontanka

8

A LA MUERTE

Si has de venir ¿por qué no ahora?

Te espero. Me siento muy mal.

He apagado la luz y te he abierto la puerta

A ti, tan sencilla y asombrosa.

Toma para esto cualquier forma,

Irrumpe como granada arrojada,

O furtivamente, con una pesa, como un bandido experto.

O envenéname con el tufo del tifus.

O con un cuento inventado por ti,

Conocido por todos hasta la náusea,

Para que yo vea la punta del gorro azul [11]

Y al portero, pálido de terror.

Todo me da igual ahora. Humea el Yenisei [12]

Y resplandece la estrella polar,

Y el último horror vela

El brillo añil de los ojos amados.

19 de Agosto de 1939 Casa de Fontanka

9
Ya la locura cubre

Con su ala la mitad de mi alma,

Y le ofrece su vino de fuego,

Y la imanta hacia el negro valle.

He comprendido que debo

Cederle a ella la victoria

Oyendo mi propio delirio

Como si fuera ajeno.
Y no me dejará ella

Llevar nada conmigo

Por mucho que la suplique

O fatigue con mi plegaria:
Ni los terribles ojos de mi hijo,

Petrificados por el dolor,

Ni el día en que llegó la tormenta,

Ni la hora de la visita en la cárcel,
Ni la suave frescura de sus manos,

Ni la sombra temblorosa de los tilos,

Ni el lejano y ligero sonido
De las últimas palabras de consuelo.
4 de Mayo de 1940 Casa de Fontanka

X

CRUCIFIXIÓN
No llores por mí, Madre. Estoy en el sepulcro [13].
1
Un coro de ángeles glorificó esta hora grandiosa,

Y los cielos se fundieron en el fuego.

Al Padre dijo: “¿Por qué me has abandonado?”

Y a la Madre: “No llores por mí”.
1940 Casa de Fontanka

2
Magdalena palpitaba y sollozaba,

El amado discípulo se petrificaba,

Pero allí donde en silencio la Madre estaba

Nadie osaba mirar.
1943 Tashkent

EPÍLOGO
1
Ahora sé cómo se desvanecen los rostros,

Cómo bajo los párpados anida el terror,

Cómo el dolor traza en las mejillas

Rudas páginas cuneiformes,

Cómo unos rizos cenicientos y negros

Se tornan plateados de repente,

La sonrisa se marchita en los labios dóciles

Y en una risa seca tiembla el pavor.

Y no sólo por mí rezo,

Sino por quienes permanecieron allí conmigo,

En el frío feroz y en el infierno de Julio [14],

Bajo el muro rojo y ciego.
2
De nuevo se acercó la hora del recuerdo [15].

Os veo, os oigo, os siento:
A aquella a la que a duras penas empujaron hacia la ventana,

A quien sus pies no pisan su tierra natal,
A la que agitando su bella cabeza

Dijo: “Vengo aquí, como si fuera a casa”.
Quisiera llamar a todas por su nombre,

Pero confiscaron la lista y no se puede encontrar.
Para ellas he tejido un vasto sudario

Con las pobres palabras que les oí.
De ellas me acuerdo siempre, en todas partes.

No las olvidaré en una nueva desgracia.
Y si amordazaran mi atormentada garganta,

Por la que gritan cien millones de voces,
Que ellas también rueguen por mí

En la víspera del aniversario de mi muerte.
Y si alguna vez en este país

Deciden erigirme un monumento
Doy mi acuerdo a ese honor

Sólo a condición de que no lo erijan
Ni junto al mar, donde nací:

Se rompieron mis últimos lazos con él,
Ni en el parque de los Zares, junto al secreto tronco,

Donde una desconsolada sombra me busca
Sino aquí, donde permanecí de pie trescientas horas

Y donde no me abrieron los cerrojos.
Porque en la plácida muerte

Temo olvidar el fragor de los negros furgones,
Olvidar cómo chirriaba la odiada puerta

Y a la vieja que aullaba como una bestia herida.
Ojalá que de mis pesados párpados de bronce

Fluyan las lágrimas como derretida nieve
Y que la paloma de la prisión arrulle a lo lejos

Y que silenciosamente naveguen los barcos por el Neva.

Marzo 1940 Casa de Fontanka

Réquiem / Anna Ajmátova Trad. Jesús García Gabaldón ed. bilingüe Cátedra, 2006 pp. 99-127
[1].- Nikolai Yezhov (1894-1939). Jefe de la NKVD (policía política) desde 1936 a 1938, época de las grandes purgas de Stalin. En 1938 fue sustituido por Beria y ejecutado en 1939.
[2].- «mazmorras de los presos». Cita del poema de Alexander Pushkin (1799-1837) «Mensaje a Siberia», dedicado a los poetas decembristas presos en Siberia.
[3].- negros furgones. Alusión a los vehículos de la policía política soviética

Poema para Álvaro. Laura Alvea Sánchez

A mi hermana Laura también le gusta la poesía, igual que a mi hermano Raúl- tal vez haya una sensibilidad familiar proclive a ello- y participó en mi primer curso de escritura, aquí dejo su poema seleccionado dedicado a su hijo Álvaro.
calabazas 2
Llegaste sin más equipaje
que tu olor a inocencia,
que tu llanto de vida,
que tu frágil presencia.
Alejaste las sombras que posaban,
noche tras noche, en mi ventana,
dibujando tu sonrisa en mi horizonte,
rescatando mi sonrisa que se esconde,
mi yo de mi ello,
mi alegría, mi norte, tú.

ANNA AJMÁTOVA (II)

Rostro Anna Ajm

Anna Gorenko nace el 11 de junio de 1889 (fallece en 1966), cerca de Odesa, puerto del mar Negro. De ella se dice que era elegante, esbelta, una belleza de ojos verdes y una personalidad que ejercía un gran magnetismo entre todos los que la rodeaban. Hija de una noble familia de origen tártaro. Su infancia no parece que fuese muy feliz; sus padres se separaron en 1905. Anna comenzó a escribir poesía a la edad de once años. Como su padre no quería ver ningún verso impreso bajo su «respetable» apellido, ella decidió adoptar el de su bisabuela tártara, Ajmátova.
Estudió derecho, latín, historia y literatura.  En 1910 Anna se casa con Nikolài Gumiliov poeta y crítico y en 1912 nace su único hijo.  Entre 1910 y 1912 viajó varias veces a Europa, conociendo en 1911 en París al pintor Amadeo Modigliani, cuando este aun no era conocido y con quien tuvo una intensa y breve historia de amor, quedando como huellas los retratos que el pintor le realizó.

Gumiliov al principio tenía una opinión muy negativa de los versos de Anna, y parece que incluso le “rogó” no escribir más. Reconoció a Ajmátova como poeta, de manera total, sin reservas, sólo después de varios años de matrimonio, dándola a conocer entre los literatos, quienes sin duda captaron la originalidad y encanto de los versos tempranos de Ajmátova. Su apreciado y admirado amigo Mandelstam la llamaba en una conocida octavilla la Raquel en “Fedra”,  después de una lectura en el Perro Vagabundo, cuando Ajmátova, parada en el estrado con su clásico chal que le caía desde los hombros, parecía que ennoblecía y elevaba todo lo que estuviera a su alrededor. Publicó con frecuencia en la revista acmeísta Hiperborrea. Se destaca de su poesía la musicalidad de sus versos, su ritmo y metro propios. Se adscribió al acmeísmo y en el Taller de los poetas ella cumple las obligaciones de secretaria.

Algunos estudiosos dividen su obra en tres periodos, el primero comprende de 1912 a 1922. Los libros más significativos serían La tarde, La noche y El rosario, (por este último será reconocida como una de las voces más importantes de la poesía rusa). Esta primera etapa correspondería a su filiación acmeísta, aunque los dos primeros libros citados aún conservan ciertas resonancias simbolistas. Versos breves, sencillos e intimistas. Éstos, aparentemente, tienen como motivo el amor, pero ya subyacen los ecos trágicos, presentimiento o premonición de la tragedia que más tarde se haría real. Y así lo señala e insiste en este aspecto un estudioso de su obra Joseph Brodsky. También aparecen en ellos la tendencia a intercalar textos ocultos, fragmentos de otros poemas, técnica claramente constructiva del posterior Poema sin héroe. En 1914 con la publicación de su segundo libro El rosario  la popularidad de Anna se compara con la de Mayakovsky, Pasternak o Mandelshtam. Este libro hasta 1923 será editado 8 veces.

Anna tenía la capacidad de sintetizar en un pequeño poema la cotidianeidad y las reflexiones filosóficas, expresaba su emoción de modo sencillo y clásico. Puede decirse que su estilo es “coloquial”, evita abstracciones sublimes- en oposición al simbolismo- y sus descripciones son concretas y detalladas.

En 1917 se separa de Gumilev, quien acabará fusilado, y emigran la mayoría de sus amistades quedándose solo con el apoyo de su amigo Mandelshtam, siendo ella misma testigo de su detención.

En 1917 publicará La bandada blanca, que se distingue por su carácter cívico y motivos apocalípticos. La entonación profética sustituye al lenguaje coloquial de sus poesías anteriores y la métrica se aproxima a la clásica.

Con la llegada de Stalin, al negarse Anna Ajmátova a escribir para el régimen, en 1924 las autoridades incluyen todas las obras de Ajmàtova en el índice de libros prohibidos, junto con la Biblia, Dante, libros infantiles de aventuras, pues desarrollaban fantasías inútiles, y toda la filosofía que no fuera marxista. Por aquel entonces trabajaba en una biblioteca de un instituto agrario para poder sobrevivir; allí traducía y hacía estudios críticos sobre diversos autores.

Ajmatova tumbada
La segunda época (1921-1940). Es un periodo combativo y una poesía más civil (en el que se podría incluir Rebaño blanco) y engloba obras posteriores como Llantén y Anno Domini. Estamos en plena época del terror estalinista, Anna se convirtió en símbolo de una época pasada y su poesía fue tildada de aristocrática y decadente, serán tiempos de silencio para no recibir represalias.

En los años treinta su hijo será arrestado durante diecisiete meses, trágico motivo que testimoniará en el poema Réquiem, con el que rompe su silencio después de visitar a Mandelshtam en 1940, quien ya había sido desterrado. Por temor a que el hijo no fuera fusilado, la poeta se ve obligada a quemar su archivo. En 1963 Rèquiem es pasado al papel por primera vez.

También en los años treinta su tercer marido, el historiador de arte Nilolái Punin,  fue igualmente arrestado. Desde 1922 hasta 1952 vivirá en la Casa del Fontanka, propiedad de Punin,  junto con su ex mujer y los hijos del matrimonio anterior, la casa pertenecía a Punin. Posteriormente se divorciarían, pero al carecer de medios económicos continuaría en una habitación de la casa.

Evacuada a la ciudad de Tashkent en 1941, escribió la primera versión de otra de sus obras importantes Poema sin héroe, que estuvo perfeccionando a lo largo de veinte años, y que concluyó en 1962. Es una especie de crónica de la cultura rusa de la modernidad. Todo su poema respira una nostalgia de cultura universal, en la que la autora se sintió inmersa. Tanto Poema sin héroe como Réquiem y De seis libros pertenecerían a un tercer ciclo poético (1940-1965).  Este tercer ciclo también contiene una serie de poemas épicos, de llamada a la resistencia contra la invasión nazi, entre ellos Lengua rusa. Cuenta en sus notas biográficas que, igual que otros poetas, actuó con frecuencia en hospitales, leyendo poemas a los combatientes heridos e interviniendo varias veces por la radio. Años más tarde estos poemas serían incluidos en el ciclo El viento de la guerra (1941-1944). Esto le valió una rehabilitación parcial, pero apenas se publicaban sus poemas – Requiem solo se publicó en la época de Gorbachov-.

Luego de un breve transcurso de su vida, en el que vivió en Tashkent (1941-44), junto a Lydia Chukovskaya y a su siempre fiel amiga Nadezhda Mandelstam, esposa de Osip Mandelstam, y durante el cual se le permitió publicar un censurado libro denominado «Poemas escogidos«, regresó a la desolada ciudad de Leningrado.

El investigador  Vitali Shentalinski[1] , en sus investigaciones de los archivos de la KGB, comenta que Anna participó activamente en la Organización de Ayuda a los Presos Políticos, en los duros años del stalinismo, enviando cartas y haciendo visitas a los poderes para ayudar a amigos y desconocidos.

En noviembre de 1945 será visitada por el pensador de origen ruso, profesor de la Universidad de Oxford,  estudioso de la literatura rusa y diplomático de la embajada británica Isaiah Berlin. Un inesperado suceso que podría tener graves consecuencias para Ajmátova hizo que se tuviera que marchar precipitadamente, pero por la noche volvió, hasta el amanecer. Anna le habló de su vida, de sus amigos, de sus poemas. Este encuentro impactará en ambos y Anna le dedicará varios poemas.

En 1946 volvieron a ser prohibidas sus obras por una Resolución del Comité Central, destierran a su hijo por segunda vez a los campos siberianos y es expulsada de la Unión de Escritores. Ajmátova sufrió encarcelamiento, la muerte de su segundo marido y tres encarcelamientos de su único hijo.

Ajmatóva dejó de ser proscrita solo después de la muerte de Stalin, recibe varios premios y galardones en su país y en el extranjero y llega a ser considerada una de las voces poéticas rusas- y universales- más relevantes. Los últimos libros publicados en vida de Ajmátova son Poesías (1961) y La carrera del tiempo  (1964). El 5 de marzo de 1966 fallece en Moscú, sus restos yacen en Komarovo, cerca de San Petersburgo.

BIBLIOGRAFÍA:

Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva. El canto y la ceniza. Antología poética, Debolsillo, Barcelona, 2010

– Myers Diana, Poesía acmeísta rusa,Visor, Madrid, 2001

– Kashéeva María de los Llanos, El acmeísmo. Grandes maestros

– Wikipedia y sus enlaces: Anna Ajmátova. Voz de la memoria colectiva; Anna Ajmátova: un pulso entre la nota poética y el terror

–  Revista El malpensante, Encuentro con Anna Ajmátova, enlace:   http://elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=157&pag=1&size=n


[1] Crimen sin castigo, Vitali Shentalinski, Galaxia- Gütenberg- Círculo de lectores, Barcelona, 2007.

Homenaje a Fernando de Pessoa en el programa Dazibao

En el programa televisivo Dazibao, Semanal Cultural y Literario colaboramos Esperanza García Guerrero, Pedro Luis Ibáñez Lérida, Enrique García , Marta Irene Gil y yo. El programa número 12 ( 2ª temporada) lo presenta Esperanza García Guerrero , mientras que yo hice una especie de reportaje sobre Fernando Pessoa , con la ayuda de Sergio Rodríguez ( voz de Pessoa),que empieza por el minuto 13. El programa se inicia con una entrevista a la escritora María Cabrillana de Rivas  y termina ( después de Pessoa) con la sección Agenda, que trata sobre noticias culturales, eventos, reseñas de libros…

Revista «El ático de los gatos»

Portada_Atico_3[1][1]

Cuando presenté el poemario de mi amiga Marta López en «Un gato en bicicleta» pude ver personalmente el número 3 de la revista El ático de los gatos y admirarla, porque ya la portada te fascina, creo que el ilustrador es Paco Mármol ,por fin pude llevármela a mi casa y disfrutarla, aunque ahora está en casa de una amiga. Apuesto que os gustará, no solo por su cuidada estética y edición, sino por sus interesantes escritos. Mis felicitaciones a Rosario Troncoso , a Pedro Sánchez Sanz y a los restantes miembros de la revista por un trabajo tan mimoso.

Los colaboradores de este número son  Ana Isabel Alvea, Fermín Aparicio, Zhivka Baldazienva, Charo Barrios, Francisco Basallote, José Manuel Benítez Ariza, Amaya Blanco, Sonia Brúnar, Eduardo Civila de Lara, Antonio Díaz, José Miguel Domínguez Leal, Perpetuo Fernández, Javi Fornell, Luis García Gil, Pedro Gollonet, Fátima Gómez, Carmen González Picardo, Alejandro Luque, Paco Mármol, Amaya Martín, Jose Aurelio Martín, Pepe Monforte, Enrique Montiel de Arnáiz, Inmaculada Moreno, Isabel Ordaz, Fran Sevilla Pecci, Joaquín Pérez Azaústre, Juan Luis Pineda, M. Ángel Rincón Peña, María Ángeles Robles, Cristina Ruiz, Xiomara Sáez, Marta Santana, María Sanz, Pedro S. Sanz, Antonio Serrano Cueto, Pedro Sevilla, Rosario Troncoso, Asunción Vico y Stefanie Vogt.

Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva (I). La Edad de Plata

Anna y grupo

Si atendemos al pensamiento de Mukarovski[1] , el mayor representante del Círculo Lingüístico de Praga, quien saca a relucir la importancia del contexto en el análisis de cualquier texto literario, comprobamos cómo el contexto histórico y social ha influido y quebrado la vida- y la escritura- de los escritores rusos en el siglo XX: Mandelshtam muere en un campo de concentración. Otros como Mayakovski, Yesemi o Marina Tsvetáieva,  se suicidan. Otros son fusilados como el marido de Ana, Nikolay Gumilev, Borís Kornílov o Vladímir Narbut.

En los años del poder soviético –afirmó Shentalinski – fueron reprimidos alrededor de 2.000 escritores y de ellos 1.500 fueron fusilados y murieron en cárceles y campos de concentración.

Oteando sobre ese contexto podemos decir que el pueblo ruso amaba la poesía, los años anteriores a la Revolución de 1917 se llenaban todas las plazas del estadio de Moscú para escucharla. En la época del régimen soviético los versos eran pasados de mano en copias manuscritas o aprendidos y recitados en reuniones de amigos y disidentes. Hay que tener en cuenta que el conmovedor poema Réquiem de Anna Ajmátova se conserva porque ella y un grupo de amigos lo memorizaban para no dejar rastro escrito que pudiera tener nefastas consecuencias. En El canto y la ceniza nos cuentan como Anna hacía aprender a su amiga escritora Lidia  Chukóvskaia poemas de Réquiem  para después quemar el poema. En el año 1946, pasada la época del terror stalinista, cuando se le permitía a Ajmátova dar algunos recitales, los ciudadanos la recibían de pie, entre ensordecedores aplausos, porque se sentían identificados con sus versos.

Se consideraban “crímenes de estado” los versos que no estaban al servicio de la Revolución. Este comportamiento represivo era consecuencia de la tesis de Lenin de que la literatura, y el arte en general, tenía que defender las ideas de la Revolución proletaria. Y fue precisamente el poeta Mayakovski, antes de descubrir los horrores de la Revolución, el que defendió con entusiasmo esta postura en sus versos. La llegada de Stalin al poder radicalizó la situación, con asesinatos, deportaciones y aniquilación de cualquier signo de disidencia.

Pero ¿Cómo era el ambiente literario ruso antes de la Revolución?

Esta época, llamada Edad de Plata, será continuadora del período de esplendor de la literatura rusa, el Romanticismo ruso, cuyo artífice fue Pushkin, la considerada Edad de Oro. Fueron años de una rica diversidad de corrientes estéticas y literarias y de gran bullicio intelectual, cultural y artístico. Aclarar que la Edad de Plata comienza con el simbolismo ruso.

El VANGUARDISMO, la revolución literaria que antecede a la revolución política, apoyará a la revolución para luego ser sustituido o eliminado por un realismo socialista. La revuelta contra el pasado artístico, que supone la vanguardia, es una revuelta también contra el símbolo político del pasado y de la opresión representada por el zarismo.

El vanguardismo ruso tiene su centro en el futurismo, pero no coincide con el Futurismo italiano ni nace de éste. De hecho querían llamarse “futurianos” y no futuristas, para que no los confundieran. El futurismo no fue una agrupación homogénea, bajo el mismo nombre se concentraron grupos diferentes. El más famoso era el cubofuturista, al que pertenecían Jlébnikob y Maiakovski.

Cuando se lanza el primer manifiesto futurista La bofetada al gusto público en 1912 están en marcha otros movimientos literarios: acmeísmo, clarismo, imaginismo …

ACMEÍSMO. Corriente literaria rusa que surgió en 1911, durante el llamado Siglo de Plata de la literatura rusa, en respuesta al simbolismo. Al contrario del simbolismo, el acmeísmo se empeñó en reemplazar el hermetismo, la polisemia y ambigüedad complicada y el misticismo de aquel con la claridad en el lenguaje de lo retratado. Surge junto al futurismo, lo que llevó a que sonaran anacrónicos.

En otoño de 1912 en casa de Gumilev seis poetas jóvenes decidieron crear una nueva corriente poética, al principio le dieron dos nombres a este movimiento: acmeísmo –de la palabra griega acme– que significa grado máximo de algo, florecimiento; y adamismo, visión del mundo viril, clara y firme. Pero este segundo término cayó en desuso. Solo seis poetas se reconocieron como acmeístas: Gumilev, Gorodetsky, Ajmátova, Mandelshtam, Narbur y Zenkevich.

En enero de 1913 en el primer número de la revista Apollón aparecieron artículos de Gorodetsky  y Gumilev, que se convirtieron en verdaderos manifiestos del acmeísmo. Los acmeístas renuncian a conocer la esencia oculta de las cosas, al contrario que los simbolistas, hablan del mundo concreto y real, al alcance de la experiencia humana inmediata. Desaparece el romanticismo místico de los simbolistas en busca de mayor realismo. Rechazan la vaguedad y nebulosidad del simbolismo a favor de mayor claridad, lógica y concreción, sin olvidar que el símbolo es necesario en la poesía. La belleza no es un capricho de un semidiós, / sino el ojo implacable de un simple carpintero  (Mandelshtam).Los acmeístas se consideraban unos artesanos de la palabra, por este motivo llamaron a sus reuniones Taller de los poetas.

En las reuniones del Taller de los poetas cada uno leía sus poemas.  A la lectura de poemas seguía su discusión. Gumiliov ante esto exigía “propuestas subordinadas”, como le gustaba expresarse, es decir, no exclamaciones ni afirmaciones gratuitas, ni que una cosa sea buena y otra mala, sino explicaciones que argumentaran por qué es buena o mala. El propio Gumiliov por lo general hablaba al comienzo, hablaba largamente, y su análisis era detallado.

Todos los poetas de la época iban al bar El perro Vagabundo. Ajmátova le dedicó a ese lugar dos poemas: “Todos aquí estamos ebrios, perdidos” y “Sí, yo amaba aquellos encuentros nocturnos”, también aparece en su “Poema sin héroe”. Los encuentros eran realmente nocturnos: llegaban al Perro Vagabundo después del teatro, después de alguna velada o disputa, y se marchaban casi al amanecer.

El Perro Vagabundo[3] era frecuentado por visitantes extranjeros célebres. A este café llegaban todos los poetas de Petersburgo: simbolistas, acmeístas, futuristas, estos últimos todavía divididos en “cubofuturistas”, con Maiakovski a la cabeza con su chamarra amarilla, y Jlébnikov, y los seguidores de Igor Sevirianin . Jlébnikov ya por entonces era todo un misterio. Se sentaba en silencio, inclinando la cabeza, sin advertir a nadie.

Bibliografía:

– Apuntes del curso El Taller de los Poetas. La poesía en la Historia Universal. Ana Isabel Alvea Sánchez

–   Asensi Pérez, Manuel, Historia de la teoría de la literatura (el siglo XX  hasta los años 70), Tirant lo Blanch, Valencia, 2003.

–   Martín de Riquer y José María Valverde, Historia de la Literatura Universal. De la vanguardia a nuestros días (I), Editorial Planeta, Barcelona, 1986.

–  Martín de Riquer y José María Valverde, Historia de la Literatura Universal. Vol. 2, Gredos, Madrid, 2007.

Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva. El canto y la ceniza. Antología Poética, Debolsillo, Barcelona, 2010

Poesía acmeísta rusa, Visor, Madrid, 2001


[1] Mukarovski pertenece al llamado Centro Lingüístico de Praga, esta ciudad se convertirá en el centro de los estudios lingüísticos y literarios en los años 20 y suponen la superación del inmanentismo propio de los formalistas rusos, defendiendo una orientación semiológica de los estudios literarios.

[3] Revista El malpensante, Encuentro con Anna Ajmátova, enlace:   http://elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=157&pag=1&size=n