Lo único que exijo es que la poesía esté ahí, Cees Nooteboom

Interesante la entrada que he encontrado en el blog Calle del Orco y que os dejo por estos lares.

Calle del Orco

He vivido con la poesía toda mi vida y a estas alturas sé que esto no es en modo alguno fácil de explicar. Para la mayoría de las personas, la poesía apenas existe, o existe solo de manera ocasional. Solo raras veces sucede que una relación especial con la poesía domine la vida entera: no solo escribirla, sino también leerla. No es algo que uno se proponga; esto se deduce fácilmente. A la mayoría de las personas les hace aborrecer la poesía la manera en que se les pone frente a ella en el colegio, donde resulta obligatoria, algo de lo que uno no puede librarse. Un lenguaje que se comporta de un modo distinto del habitual, que se torna extraño de repente. Las mismas palabras de siempre, pero como si vinieran de otra tierra. Se supone que todo el mundo tiene que conocer a los clásicos de su país…

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Revista Estación Poesía n.18, marzo 2020

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Estación poesía 18En la revista Estación Poesía nº 18, marzo de 2020,  revista digital y en papel cuatrimestral del CICUS y dirigida por Antonio Rivero Taravillo, se publica mi poema inédito ¿Quién se acerca a susurrarme al oído?, que pertenece a mi poemario La pared del caracol.  Mi agradecimiento y felicitación por tan buena labor.

Su versión digital la podéis leer pinchando en cada una de las revistas en este enlace :

http://institucional.us.es/estacion/

Haz clic para acceder a v6-Estaci%C3%B3n-Poes%C3%ADa-18.pdf

 

 

 

 

 

 

 

Día Mundial del Libro, mi poema «Hábito infantil» del libro «Púrpura de Cristal»

Agradecer a todas las bibliotecas que he frecuentado que me hicieran disfrutar de hermosas y gratas horas de lectura y a la Biblioteca Pública Provincial Infanta Elena por acoger mi poema «Hábito infantil» , perteneciente a mi último poemario publicado «Púrpura de Cristal». Dedicado a mi padre in memoriam

 

El epicureísmo de Emilio Lledó

portada de El epicureismo

Aguardaba este libro, del filósofo y profesor Emilio Lledó, en la estantería el momento propicio para abordarlo. Hacía tiempo que me rondaba la curiosidad y por fin se colmó.  Nos advierte que queda poco testimonio de Epicuro: una docena de páginas originales rescatadas por Diógenes Laercio en el Libro X de sus Vidas de los filósofos, algunos papiros, los textos de sus alumnos, tres cartas conservadas por Diógenes Laercio -dirigidas a Heródoto, a Pitocles y a Meneceo- , las cuarenta máximas en las que se condensa su pensamiento. Parece ser que su filosofía fue malinterpretada y quedó sepultada en cierto malditismo.

Epicuro habitó una época, el Helenismo, de cambios sociales y políticos, incertidumbres y miserias, que hacen comprender el giro en los planteamientos de este filósofo, distante de Platón. Él no alaba ningún dualismo, se centra en el presente y en la corporeidad. El cuerpo como nuestra fuente de conocimiento y de placer y gozo para conseguir una vida serena. Se pregunta por la felicidad o eudaimonía: «Vana es la palabra del filósofo, que no sirve para curar algún sufrimiento del hombre».

Según el autor, para Epicuro el saber no solo nos hará más libres, sino también felices. El conocimiento nos llega por la observación y la experiencia. Los sentidos serán el primer cauce del conocimiento y ponen de relieve el constante dinamismo y transcurso de instantáneas sensoriales, el movimiento perpetuo de lo real. Este movimiento, génesis, el proceso de lo que está siendo, puede tener sosiego en la memoria, la mnéme, gracias al recuerdo. Y será la memoria la que permita crear asociaciones, nociones, esquemas, opiniones, que orientan nuestra experiencia. Igualmente, esta génesis tiene lugar con el lenguaje, ámbito en el que empieza a funcionar la experiencia y comienza a encontrar consistencia la fugacidad de la sensación.

Pero el lenguaje no es inocente. Epicuro también se preocupó del lenguaje, así en la Epístola a Heródoto: «En primer lugar conviene ser consciente, Heródoto, de lo que denotan las palabras… no se nos vaya todo confuso…Es preciso, pues , que en cada vocablo atendamos a su sentido primero y que no requiera explicación… Luego hay que velar, en todo caso, por nuestras sensaciones y, de forma simple, por las percepciones presentes en nosotros, ya sean de la mente o de cualquier otro de los criterios, y del mismo modo por nuestros sentimientos actuales…»

Frente a la muerte, apela contemplarla con naturalidad y revalorizar el tiempo de la vida: «Es posible frente a las demás cosas procurarse una seguridad; pero frente a la muerte todos habitamos una ciudad sin murallas», escribirá, y en Epístola a Meneceo: «Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros… mientras nosotros somos, la muerte no está presente, y cuando la muerte se presenta, entonces no existimos…».

Nos manifiesta Emilio Lledó que «es sobre esta base primera de la sensación, de la corporeidad y de su afirmación como placer, donde Epicuro quiere establecer el fundamento primero de la vida humana». Entendiendo el placer del cuerpo no solo como la afirmación de lo sensible, incluye igualmente de la inteligencia, de la mente, del lenguaje  y el arte, del conocimiento y la sabiduría. No es cuestión, según Lledó, de reducir la vida a sus niveles elementales, sino de concederle su importancia y necesidad.

En la Epístola a Meneceo y en las Máximas capitales se relacionan la vida feliz con la inteligencia, la belleza y la justicia.

«Rebosa mi cuerpo dulzura viviendo a pan y agua, y escupo sobre esos placeres de lujo, no por ellos mismos, sino por las complicaciones que llevan consigo». Esta frase de Epicuro pone de relieve que su placer no es el innecesario o caprichoso, sino el necesario. Emilio Lledó concibe el pan y el agua como metáforas  para la solidaridad colectiva.

Sobre la amistad dirá : «De todos los bienes que la sabiduría ofrece para la felicidad de una vida plena, el más grande es la adquisición de la amistad». Amigos que se entienden, colaboran y ayudan. «La amistad hace su ronda alrededor del mundo y, como un heraldo, nos convoca a todos a que nos despertemos para colaborar en la mutua felicidad».

«La filosofía es una actividad que con la razón y con el diálogo consigue una vida feliz».

«El que pone el oído a la naturaleza y no a las vanas opiniones será siempre autosuficiente. Porque en relación con aquello que por naturaleza es suficiente, la más mínima adquisición es riqueza, y en relación con los deseos ilimitados la mayor riqueza es pobreza».  Nuestro autor contrasta esta postura con el consumismo exacerbado de nuestra sociedad, basada no en la ideología del ser, sino del tener, con sus múltiples ofertan que solo logran atrofiar la sensibilidad , aletargar el pensamiento y devaluar los ideales de la democracia.

Nos resalta Emilio Lledó cómo el epicureísmo apenas tiene que ver con el cultivo de los placeres , tal como se ha interpretado. Nos concluye que el epicureísmo es una sabiduría que defiende el gozo y el placer para procurar nuestro bienestar, el bienser.  Este planteamiento me trae a la mente la película Fanny y Alexander, del gran cineasta sueco Ingmar Bergman, donde se contrasta la felicidad de los pequeños protagonistas en la familia de su padre, quienes proceden del mundo del teatro, con su desdicha en la casa del obispo, con una educación tan fanática y espartana que se convierte en crueldad. Entre la abuela Helena Ekdahl y el obispo Edvard y su familia, nos quedamos con la abuela Helena.

Toda lectura y selección de la misma es subjetiva, por supuesto, y he condensado en grado sumo el contenido, pues en el libro se habla de variados e interesantes temas, hace referencia a Platón, Aristóteles, los sofistas, los cirenaicos, y nos expone un inteligente y revelador engranaje de pensamientos. Nos rescata el pensamiento de Epicuro, quien señala una vereda que nada tiene que ver con un desenfrenado consumismo ni con la injusticia o la insolidaridad.

Y para profundizar en las ideas de Emilio Lledó, con motivo del Día Internacional del Libro, la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, a través del Centro Andaluz de las Letras, ha editado la antología ‘En torno al bienser, una galería de textos donde se recoge lo más significativo de la escritura y el pensamiento del filósofo Emilio Lledó, elaborada por Emma Rodríguez. Esta periodista, gran conocedora de su obra, explica a través de este vídeo las particularidades de la antología invitando a los lectores a sumergirse en el mundo del pensador.

Feliz Día Mundial del Libro. Cuídense.

 

 

 

 

 

 

Mi reseña del libro «Giuseppe Impastato. Memoria de un hombre bueno» de Isabel Martín Salinas

Agradezco a la revista virtual En Sentido Figurado la publicación de mi reseña sobre las memorias de Giuseppe Impastato, un luchador por la justicia y en contra de la mafia siciliana. La lectura de estas memorias ha sido verdaderamente interesante.

La revista http://www.ensentidofigurado.com es una revista literaria y artística con más de diez años de publicaciones. Aquí el número 13, marzo y abril, de 2020.

Para leer mi reseña, en estas páginas:

http://ensentidofigurado.com/ESF93-18b.pdf?fbclid=IwAR2zAK7ntcW5OXN5EB2uAHndJ1LLeiSMUCy46wiSi__KnD7mDzfEygs-760

 

 

Raymond Carver. «Todos nosotros»

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ONDAS DE RADIO

                A Antonio Machado

Ha dejado de llover y sale la luna.
No sé nada de ondas
de radio. Pero supongo que se transmiten mejor
después de haber llovido, con el aire húmedo.
En cualquier caso, ahora puedo coger Ottawa, si quiero, o Toronto.
Últimamente, por la noche, me sorprendo a mí mismo
interesado en la política canadiense
y en sus problemas internos. Es verdad. Antes solía buscar
sus emisoras de música. Me sentaba aquí en el sillón
y escuchaba, sin hacer nada ni pensar en nada.
No tengo tele y ya no leo
los periódicos. De noche pongo la radio.

Cuando llegué a este lugar estaba intentando alejarme
de todo. Especialmente de la literatura,
de cómo te atrapa y sus consecuencias.
Un deseo en el alma de no pensar.
De quedarme quieto. Y a la vez
un deseo de ser estricto, sí, y riguroso.
Pero el alma también puede ser una afable hija de puta,
no siempre es de fiar. Y no lo tuve en cuenta.
Le hice caso cuando me dijo: Mejor cantar a lo que se ha ido
y no volverá que a lo que sigue ahí
con nosotros y seguirá ahí mañana. O no.
Y si no, da igual.
Tampoco importa mucho, dijo, si un hombre no le canta a  nada.
Ésa es la voz que escuché.
¿Es posible que alguien piense así?
¿Da todo igual, realmente?
¡Qué absurdo!
Pero pensaba estas estupideces de noche
cuando me sentaba en el sillón y escuchaba la radio.

Entonces, Machado, ¡tu poesía!
Era un poco como el hombre maduro que se enamora
de nuevo. Una cosa digna de atención;
desconcertante, también.
Se me ocurren tonterías como colgar tu retrato de la pared.
Y llevarme tu libro a la cama conmigo,
dormirme con él a mano. Una noche
pasó un tren por mis sueños y me despertó.
Lo primero que pensé, con el corazón acelerado
allí en el dormitorio a oscuras, fue esto:
No pasa nada, Machado está aquí.
Y me volví a dormir.

Hoy me llevé tu libro cuando fui a dar
un paseo. “Presta atención”, dijiste,
cuando alguien se preguntó qué hacer con su vida.
Así que miré alrededor y tomé nota de todo.
Luego me senté con el libro al sol, en mi sitio
junto al río, desde donde puedo ver las montañas.
Cerré los ojos y me puse a escuchar el sonido
del agua. Luego los abrí y empecé a leer
“Abel Martín”.
Esta mañana pensé mucho en ti, Machado.
Espero, incluso a pesar de lo que sé de la muerte,
que hayas recibido el mensaje que te envié.
Pero da igual si no es así. Que duermas bien. Descansa.
Antes o después espero que nos encontremos.
Entonces podré decirte estas cosas personalmente.

 

 

DONDE EL AGUA SE UNE A OTRAS AGUAS

Me fascinan los arroyos y la música que crean.
Y las corrientes, entre prados y cañas, antes
de tener oportunidad de convertirse en arroyos.
Me fascinan sobre todo
por su sigilo. ¡Casi olvidaba
decir algo de las fuentes!
¿Hay algo más hermoso que un manantial?
Pero también me encantan las grandes corrientes.
Las bocas abiertas de los ríos cuando se unen al mar.
Los lugares donde el agua se une
a otras aguas. ¡Conservo esos lugares
en mi mente como si fueran sagrados!
Me gustan como a otros les gustan los caballos
o las mujeres atractivas. Me pasa una cosa
con esa agua fría y veloz.
Sólo con mirarla se me acelera la sangre
y se me eriza la piel. Podría sentarme
a mirar estos ríos durante horas.
Ninguno es igual.
Hoy tengo 45 años.
¿Me creería alguien si le dijera
que una vez tuve 35?
¡Mi corazón seco y vacío a los 35 años!
Tuvieron que pasar cinco años
antes de que empezara a latir de nuevo.
Me tomaré todo el tiempo que quiera esta tarde
antes de dejar mi sitio en la orilla del río.
Me gustan, me encantan los ríos.
Me encantan desde su fuente.
Me encanta todo lo que crece en mí.

 

FELICIDAD

Tan temprano que casi está oscuro todavía.
Me acerco a la ventana con una taza de café
y el atasco de siempre a estas horas de la mañana
en la cabeza.
Veo entonces al chico y a su amigo
calle arriba
repartiendo el periódico.
Llevan gorras y sudaderas,
uno de ellos con una bolsa al hombro.
Son tan felices
que no se dicen nada, estos chicos.
Creo que si pudieran, se cogerían
del brazo.
Es temprano por la mañana
y están haciendo esto juntos.
Se acercan, despacio.
El cielo empieza a cubrirse de luz,
aunque todavía cuelga pálida la luna sobre el agua.
Tanta belleza que, durante un instante,
la muerte o la ambición, incluso el amor,
no tienen cabida aquí.
Felicidad. Llega
de forma inesperada. Y sigue su camino, realmente.
Cualquier madrugada te lo dice.

Poema «Visión» del libro «A salvo» de Manuel Moya

Agradezco al Grupo Literario del Ateneo de Mairena que me solicitara la lectura de un poema en su cadena de poemas abrazados, una idea bonita y motivadora. Como había leído el poemario «A salvo» de Manuel Moya, libro que me ha encantado,  elegí «Visión», pero en su muro de Facebook podéis encontrar poemas tan hermosos como «Esa luz» o «Altura». En verdad, cualquier poema suyo es grande. Obtuvo el Premio de Poesía «Provincia de León» 2014 y fue editado por la Diputación de León.

Mahmud Darwix ( 1941-2008)

Darwish

Escritor reconocido internacionalmente como el principal poeta palestino. Nació en Al-Birwa, aldea próxima a Acre, el 13 de marzo de 1941. Se crió en un ambiente campesino. En 1948, cuando Mahmud tiene siete años, el ejército israelí arrasa la aldea y la casa donde vive con su familia, la cual se ve obligada a huir a Galilea; aquí permanecerían unos años en calidad de refugiados.
Como muchos de los poetas de su época, participó en la resistencia palestina y tuvo desde el principio una clara militancia política. Tras acabar sus estudios de primaria y secundaria, Mahmud deja a la familia y marcha a territorio israelí, trabajando como periodista en el aparato de propaganda del Partido Comunista de Israel. En 1961 abandona el país residiendo sucesivamente en El Cairo, Beirut, Túnez, Moscú, Paris y Londres. En los años 90 regresa a su tierra, ingresando en la OLP. Ocupa cargos importantes en el Departamento de Cultura y funda la revista Al Karmel.

Falleció el 9 de agosto de 2008.  Para más información:

https://es.wikipedia.org/wiki/Mahmud_Darwish

UN SOLDADO QUE SOÑABA CON AZUCENAS BLANCAS

Soñaba con azucenas blancas,
con una rama de olivo…
con el pecho de ella radiante a la tarde.
Soñaba -me dijo- con un pájaro,
con la flor del limonero,
no filosofaba, entendía las cosas
como las sentía… como las olía.
Pensaba -me dijo- que la patria
era que yo bebiese a sorbos el café de mi madre
y volviera a la tarde.
Le pregunté: ¿Y la tierra?
Dijo: No la conozco,
no la siento latir ni la llevo en la piel
como se dice en los poemas.
Pero un día la vi,
como se ve una tienda, una calle, los periódicos.
Le pregunté: ¿La amas?
Respondió: Mi amor es dar un paseo,
o un vaso de vino, o una aventura.
– ¿Morirías por ella?
– Claro que no.
El lazo que me ata a la tierra
es un panfleto… un discurso.
Me enseñaron a amar su amor
pero no he sentido su corazón como propio,
no he olido la hierba, las raíces, las ramas.
– ¿Y cómo era amarla?
¿Pica como los soles… como la nostalgia?
Me contestó sin rodeos:
– Mi manera de amar es un fusil,
el retorno de fiestas vetustas
y el silencio de una estatua perdida
de tiempo y origen remotos.

Me habló del momento de la despedida,
de cómo lloraba su madre
en silencio cuando le destinaron
al frente.
La voz atormentada de su madre
grabó bajo su piel un nuevo deseo:
Si crecieran palomas en el Ministerio de Defensa,
¡si crecieran palomas!

… Se fumó un cigarro, luego me dijo
como si huyera de un pantano de sangre:
He soñado con azucenas blancas,
con una rama de olivo,
con un pájaro que abrazaba la mañana
en la rama de un limonero…
– ¿Y qué has visto?
– He visto lo que he hecho,
una zarza roja
explotando en la arena, en los pechos, en los estómagos.
– ¿A cuántos has matado?
– No sabría decirte…
pero me concedieron sólo una medalla.

Le pedí, torturándome: Venga,
descríbeme un cadáver.
Se acomodó en el asiento, y

acariciando el periódico doblado
me dijo como quien canta una copla:
Como tumba el viento una jaima en la grava,
abrazando los luceros desplomados,
en la frente despejada una corona de sangre,
el pecho sin medallas,
porque no era bueno luchando,
parecía un labriego, o un obrero, o un vendedor ambulante.
Como tumba el viento un jaima en la grava… murió.
Los brazos

tendidos como dos arroyos secos.
Y cuando rebusqué en sus bolsillos
su nombre, hallé dos fotos:
una… de su mujer,
otra… de su hija.
Le pregunté: ¿Te dio pena?
Me interrumpió: Mi buen Mahmud,
la pena es un pájaro blanco
que no se asoma al campo de batalla. Peca
el soldado que siente pena.
Yo sólo era una máquina que escupía fuego rosáceo
y hacía del cielo un pájaro negro.

Me habló de su primer amor,
después,
de calles lejanas,
de las reacciones tras la guerra,
de las bravuconadas de la radio y los periódicos,
y mientras se tapaba la tos con el pañuelo
le pregunté: ¿Volveremos a vernos?
Me respondió: En una ciudad lejana.

A la cuarta copa
le dije bromeando: Así que te marchas… ¿Y la patria?
Me contestó: Déjate de patrias…
Yo sueño con azucenas blancas,
con una calle que gorjee y una casa encendida.
Quiero un corazón bueno, no carne de cañón,
quiero un día soleado, no el instante de la victoria,
demencial… fascista.
Quiero un niño alegre que le ría al día,
no un repuesto para la máquina bélica.
He venido para vivir el alba de los soles,
no su ocaso.

Se despidió de mí… buscaba azucenas blancas,
un pájaro que saludara a la mañana
en la rama de un olivo,
no entendía las cosas
sino como las sentía… como las olía.
Pensaba -me dijo- que la patria
era que yo bebiese a sorbos el café de mi madre
y que volviera, tranquilo, con la tarde.

Mahmud Darwix (Traducción de Luz Gómez García) Poesía escogida (1966-2005), PRE-TEXTOS, 2008

 

NOSOTROS AMAMOS LA VIDA

Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella,

bailamos entre dos mártires y erigimos entre ellos un alminar de violetas o una palmera.

Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.

Robamos un hilo al gusano de seda para construir nuestro cielo y concluir este éxodo.

Abrimos la puerta del jardín para que el jazmín salga a las calles cual hermosa mañana.

Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.

Allá donde estemos, cultivamos plantas que crecen deprisa y recogemos mártires.

Soplamos en la flauta el color de la lejanía, dibujamos un relincho en el polvo del camino

y escribimos nuestros nombres piedra tras piedra. ¡Oh, relámpago! Ilumina para nosotros la noche, ilumínala un poco.

Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.

 

                   De: Menos Rosas (1986) Fuente: Poesía Árabe Traducción: María Luisa Prieto