
El jueves 17 de octubre a las 19.00 horas en la Casa del Libro- C/Velázquez n.8, Sevilla,- tendremos la suerte de contar con la presencia de Jacobo Cortines. Todo un lujo. Nos hablará de poesía y de su poemario Nombre entre nombres, publicado por Renacimiento.
Nombre entre nombres es un libro intimista, confesional, reflexivo, elegíaco y celebratorio.
Dulce resulta pasear la mirada por la claridad del verso blanco, melodioso y rítmico- con predominio del ritmo endecasílabo y alejandrino, sin perder el verso la naturalidad a pesar de sujetarse a medida-; dulce dejarse mecer por las olas del mar del verano o contemplar y deleitarse con los campos del sur, espacios que otorgan paz y refugio, los lugares preferidos o amados referidos en el primer capítulo del libro, Escenarios, título que saca a colación su concepción de la vida como un teatro y los lugares que habitamos, sus escenarios.
La Naturaleza, atenazada por la codicia y el exceso de construcción, adquiere una relevante significación. Además de aportar serenidad, representa un paisaje sentimental y simbólico, actúa como correlato objetivo del sentir del poeta, igual que sucede en Antonio Machado o en los poetas simbolistas, y antes en algunos románticos: descripciones crepusculares, el adiós de la tarde entre cipreses, paisajes solitarios, campos secos o el jardín de la casa. Descripciones que transmiten el interior, donde lo de dentro y lo de fuera se funde.
En el segundo capítulo, Ausencias, nos introduce en un túnel y en un sueño de sombras, en la tragedia que nos habrá de venir, si no la hemos sufrido ya. Será una voz intimista, confesional, cercana, quien nos habla en tono contenido del duelo por la muerte de los seres queridos. La memoria y el presente apelan y se aferran a sus recuerdos, el pasado asalta constante su presente. En la casa encendida de su poema Buenas noches -nítida referencia a La casa encendida de Luis rosales- el sujeto, invadido por la añoranza y la nostalgia, se pierde entre brumas de ensueños y nostalgias y deseos, sin saber, tal vez, dónde realmente se encuentra: ¿dónde están?, ¿dónde estoy? Qué es realidad y qué es sueño, dónde el pasado y dónde el presente.
Los contrapuntos, su tercer capítulo, serán esos labios que le devuelven a la vida, la esperanza agazapada tenaz en el fondo, la vida que en su eterno retorno vuelve a reafirmarse y logra despertarlo, como un Ulises que regresa de un viaje doloroso: Una tierra le afirma, / y en la tierra se afirma, entre los otros/ Al fondo el mar con su empezar eterno. Su lectura nos alienta y nos avisa de la luz que alumbra al final del túnel, de la posibilidad de comenzar de nuevo; igual que Lázaro, también nosotros podremos resucitar.
En el último poema de este capítulo, Olas de ayer, reflexiona sobre el tema del tiempo: ¿ese ayer- se pregunta-, / no es este hoy; tal vez también mañana? Al igual que el poeta T.S Eliot, viene a concebir el tiempo como un continuum donde pasado, presente y futuro se funden en su conciencia del tiempo. Así, en su extenso poema Nombre entre nombres indicará que se siente en un presente/ que es a su vez infancia, vejez, todo, suma de eternidades.
Su cuarto capítulo lo constituye el extenso poema que da título al libro, Nombre entre nombres. Puede aludir a la frase bíblica por amor de su nombre, pues encontramos varias referencias y símbolos bíblicos, con los cuales logra trascender y universalizar el relato, y otorgaría al poema varios planos de interpretación: en un primer plano, literal, el nombre es la casa de campo heredada y cuya construcción le renueva el entusiasmo al otorgarle un lugar rodeado de campo y naturaleza, semejante al que disfrutaba en la niñez, donde encontrar paz; en un segundo plano, de sentido religioso, pudiera ser que la fe o, en todo caso, la sabiduría que expresamente aprecia en el Libro del Eclesiastés –Anda, come tu pan con alegría,/ y disfruta la vida con quien amas…- le ayuden a continuar con entusiasmo su vida.
Precedido el último capítulo por los famosos versos de Juan Ramón Jiménez: “¡Intelijencia, dame/ el nombre exacto de las cosas!”, de cuando nuestro poeta Nobel quería encontrar la realidad más auténtica a través de la poesía- pero no con la inteligencia racional, sino por la intuitiva y poética- y poder comunicarla a los demás con un lenguaje desnudo y preciso, la llamada poesía “pura”. Perteneciente el poema a su libro Eternidades, igual que en él, Jacobo Cortines presenta una vida cotidiana, trascendida, eternizada, pero con un estilo preciso, realista y contenido, escritos que me esfuerzo en que sean/ testimonios del tiempo en el que estoy.
Este poema narrativo y dialógico parece constar de dos partes: en su primera parte, más trágica, la voz que habla en el poema interpela a un tú, a modo de narrador que se dirige a sí mismo. Este desdoblamiento permite un distanciamiento, tal vez necesario para contar los hechos, y modera y suaviza el sufrimiento que subyace en el relato; en su segunda parte, el narrador le otorga la palabra al protagonista, Sé tú ya, pues, quien hable, y continúa el poema en primera persona, momento en el que se produce un giro en la escritura, convirtiéndose en un canto y celebración de la belleza de la vida.
Al principio, ese nombre está vacío para el sujeto, pues lo que aporta sentido a los nombres es el haberlos vivido y haberlos sentido suyo. La importancia de este nombre deriva de su raíz, de la familia, de su madre, constituye una seña de identidad, un retorno al paisaje de la infancia -aunque no sea el mismo lugar- y a pesar del dolor sentido o de la soledad, sabe que la vida tiene que seguir, y no es posible, vivir sin nombre alguno.
A partir de recibir en herencia una casa de campo, un lugar como retiro/ del ruido del mundo, el poema se ilumina, le inyecta ilusión el proyecto de levantarla de su derrumbe, a la vez que él y su vida se van levantado, retoma con entusiasmo la reconstrucción de la finca y de sí mismo, por amor a las cosas de este nombre, todos los sentidos se despiertan. Y todo alrededor se vuelve hermoso: los árboles, la luz, el aire, la noche, el canto de los pájaros, el estudio, el jardín, los amaneceres, la sucesión de estaciones. Después de arduos trabajos, lista está la casa y la persona para sentir con amor todo el encanto que le rodea.
Emulando a Walt Whitman, quien lea este libro está adentrándose en la vida, en su tragedia, en su belleza y en la vital enseñanza de confiar que siempre puede haber un nombre que ilumine el regreso del reino de Hades. Cada cual tendrá que buscar el suyo, aquel que sea capaz de resucitarlo. Un placer su lectura, por supuesto.
De todo esto y de más hablaremos el próximo jueves 17 de octubre a las 19.00 horas. Os esperamos. Y terminamos con algunos poemas del libro.
PASEO
Sereno el mar al acabar la tarde,
y el cielo entre celeste y amarillo.
Dos cañas de pescar sobre las piedras
el horizonte enmarcan.
Rota y Cádiz, envueltas en la bruma,
fantasmales ciudades que en la noche
poco a poco se van iluminando.
Por esta larga playa yo paseo
con mi silencio a solas. No hay respuestas
porque nada pregunto. Sólo escucho
el romper de las olas, las espumas
con su frágil murmullo en retirada,
el viento en mis oídos, algún pájaro
que canta mientras vuela. Nada quiero
sino hundir los talones en la arena,
seguir, seguir, hasta sentir cansancio,
y volver lentamente
como un oscuro bulto que regresa
al punto de partida. Ya es bastante
no naufragar en el silencio propio.
BAJO LOS PÁRPADOS
Como un derrumbe o el tajo de una espada,
así, bajo los párpados, el día.
«¿No estaba- se pregunta- en aquel sitio
con aquellos con los que estuve siempre?»
No entendía con ellos lo que hablaba,
pero sí recordaba haberlo hablado
quizás en otros sueños. Y de pronto,
entre sudores fríos, la penumbra
del cuarto ante sus ojos, y una vida
cargada de torpezas y quimeras,
de errores, desengaños y despistes.
Un rápido desfile que le lleva
a hundirse entre las grietas como huyendo.
No quiere el nuevo día, la mañana
con los huesos helados, ni la tarde
de hirientes horas lentas y vacías.
Pero al fin se levanta , y el espejo
en silencio le otorga la esperanza.
NOMBRE ENTRE NOMBRES
…
Todo ha de ser más claro
en la nueva conciencia, más hermoso
que nunca con esfuerzo y con constancia,
por amor a las cosas de este nombre.
Desde lo más pequeño a lo sublime,
de raíz a la flor, de piedra al cielo.
Una explosión de súbita alegría,
íntima, contenida, esperanzada,
derriba laberintos y cloacas,
prisiones del pasado
que ya no han de volver, porque el deseo
no permite que vuelva lo ya sido,
y es más fuerte que miedos y amenanzas.
Él es afirmación, no negaciones,
construcción, no derribo, acción, proyectos,
y el tiempo mismo es tiempo en sí distinto,
no su enemigo, sino su aliado,
sí posibilidad frente a impotencia.
El tiempo entre mis brazos que me impulsa
a rescatar el nombre antes perdido…
Jacobo Cortines (Lebrija, 1946) es autor de los siguientes libros de poesía: Primera entrega (1978), Pasión y paisaje (1983), Carta de Junio y otros poemas (1994), Consolaciones (2004), por el que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica, y este último, Nombre entre nombres. Una antología de sus versos se encuentra en la colección Poética y Poesía de la Fundación March (2006). De Petrarca ha traducido los Triunfos (1983) y el Cancionero (1989), así como, de Sterbini, el libreto de El barbero de Sevilla (1997). Entre sus obras en prosa figuran Itálica famosa (1995), Separatas de Literatura, Arte y Música (2000), Burlas y veras de Don Juan (2007), Nuevas separatas (2012), y sus ediciones de Escritos sobre Fernando Villalón (1982), Poemas escogidos (1908-1961) de Felipe Cortines Murube (1983), Actas del Primer Congreso Internacional sobre Luis Cernuda (1990), e Historial de una vida (2003), y, en colaboración con Juan Lamillar, Obra selecta I, II y III (2004), de Joaquín Romero Murube. Vive en Sevilla, en cuya Universidad se doctoró en Filosofía y Letras y ha ejercido la docencia. Es miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y director de la colección de poesía Vandalia.