«Vida en Marte» de Tracy K. Smith

Tracy K. Smith es una poeta norteamericana nacida el 12 de abril de 1972, profesora de Escritura Creativa, que ha publicado cuatro libros: «La cuestión del cuerpo» en 2003, «Duende» en 2007, «Vida en Marte» en 2011 – con el que ganó el Premio Pulitzer de Poesía-, y «Luz ordinaria» en 2015. La editorial Vaso Roto editó «Vida en Marte» , en edición bilingüe, traducido por la poeta Luna Miguel.

En este poemario, estructurado en cuatro partes, hace referencias al cine, el cómic, a las canciones de David Bowie, a la ciencia ficción, a la ciencia… para tratar diversos temas: se imagina un futuro distópico de individuos solitarios, nos llama la atención sobre el universo y el espacio, reflexiona sobre los misterios de la existencia – como la muerte, y si hay algo más allá, tal vez el alma de nuestros difuntos conviviendo con nosotros- , muestra la violencia y crueldad de la sociedad actual. Algunos de sus poemas se inspiran en noticias de la actualidad – los abusos de los militares norteamericanos en la prisión Abu Ghraib de Iraq o artículos del New York Times sobre crímenes racistas-. Todo un espejo que viene a resaltar que en un Universo, donde seguramente no estemos solos, nosotros, por nuestra manera de comportarnos y relacionarnos con el otro, somos los verdaderos marcianos. Vivir en este mundo viene a ser como vivir en Marte. La extrañeza de nuestra filosofía, pensamiento y conducta.

Tengo que reconocer que cuando empecé a leer la primera parte no me calaba mucho, pero a partir de la segunda , cuando lo personal y lo social, me fue atrayendo su modo de decir, aunque advierto que algunos fragmentos muestran el horror, tira piedras a la conciencia humana.

NO ES

Que la muerte estaba pensando en ti o en mí
O en nuestra familia, o en la mujer
Que nuestro padre abandonaría cuando falleció.
La muerte estaba pensando en su deuda:
Su viaje más allá del cuerpo, de la ropa,

Más allá de la nube de impuestos periódicos,
El coche y su transfusión de gasolina, los árboles
Pesados en su jardín. La muerte le alejó
Del cuarto de herramientas, el congelador lleno de carne,
La televisión diciendo una y otra vez Buscad
 
Y encontraréis. Entonces, ¿por qué insistimos
En que ha desaparecido, en que la muerte robó
Todo lo que merecía la pena tener? ¿Por qué no que estaba
Nadando a través de esta vida –con su lento,
Y elegante braceo, los hombros haciendo ondas,

Las piernas cortando olas, deslizándose
En la profundidad de lo que la vida misma niega?
El sólo se ha ido, es lo que podemos decir. Pero
Cuando lo intento, veo la nube blanca de su cabello
Como una eternidad en la distancia.

LA VIDA EN MARTE ( algunos fragmentos)

2

El año pasado, apareció en las noticias un padre que mantuvo a su hija

encerrada en una celda durante décadas. Ella vivía justo bajo sus pies,

preparando la comida, viendo la televisión. Las mismas cañerías que se colaban por la vida de él

entraban y salían de la de ella. Cada año las pisadas del piso de abajo se multiplicaban.

Los bebés sollozando en la noche. Los chicos gritando para que les dejaran salir.

Todos los días, el hombre se arrastraba hacia esa habitación, llevando comida,

acostándose con su hija, que no tenía elección. Como un dios

que se mueve en un mundo donde cada cara se mira furtivamente a la suya,

entonces apartó la vista. Le maldijeron a sus espaldas. Él no oyó.

Le suplicaron el aire, y todo lo que vio fueron cuerpos de rodillas.

Qué cercana esa habitación. Qué calor. Y su esposa arriba, oyendo

su clamor bajo los pies, imaginando que la casa

se estaba asentando con el paso del tiempo.

2

Tina dice que la materia oscura es tan sólo una teoría. Algo

que sabemos que está ahí, pero que no podemos probar completamente.

Nos movemos a través de ella, atados, sintiendo que agarrará

lo que queremos decir y tocando el sentido con sus manos.

Como un vidrio desgastado por el mar. Recorre la orilla,

se ve la danza de la luz que refracta una y otra vez

antes de que le fuese devuelto lo que lanzara las olas.

4

¿De qué otra manera podríamos hacer las cosas tan mal,

como una historia hecha trizas y contada al revés?

7

Algunos de los prisioneros eran ensartados como ganado

del techo de sus celdas. A «Gus»,

lo pasearon con una correa. Quiero decir, lo arrastraron.

Otros eran montados como mulas. Los guardas

sentían grandes dosis de placer.

Quiero decir, de presión. Bastante asqueroso. No es

lo que tú esperarías de los americanos.

Sólo bromeo. Estoy hablando de gente

que pasa un buen rato, que se desfoga.

8

La tierra bajo nosotros. La tierra

alrededor y encima. La tierra

empujando hacia arriba contra nuestras casas,

cómplice de la gravedad. La tierra

sin edad viéndonos erguirnos y acurrucarnos.

Nuestras espadas, nuestros bueyes, las líneas dentadas

que surcamos en la tierra. La tierra

sesgada y dividida en territorios.

Saboteada y llena de hoyos. Taponada con fuerza.

Trampeada. La tierra se marca con minas,

paciente, esperando su momento. La tierra

flotando en la oscuridad, suspendida en el giro.

La tierra a toda velocidad alrededor del sol.

La tierra a la que nos subimos con incredulidad.

La tierra que saqueamos como ladrones.

La tierra cubierta de lodo en el vientre

de un pueblo sin comida. Enterrándonos.

La tierra que se desprende de nuestros zapatos.

CANCIÓN

Pienso en tus manos hace tantos años
Aprendiendo a usar el lápiz, o en apuros
Por abrochar el abrigo. Manos que escondiste en clase,
Uñas que mordiste distraída. La desgarbada autoridad
Con la que fluían por el aire cuando sabían
Que conocías la respuesta. Pienso en ellas abiertas
Por la noche, en los dedos disputando algo
A tu nariz, o sepultados en la cueva de tu oreja.
Todas las cosas que hicieron cautelosa y deliberadamente,
Obedeciendo a los caprichos más necesarios. Sus vergüenzas.
Cómo se equivocaban. Aquello que no olvidarán con el tiempo.
O ahora. Apoyadas sobre el volante, o rozando tus rodillas.
Intento decidir qué sienten cuando se despiertan
Y descubren que mi cuerpo está cerca. Antes de tocar.
Soltando el sustento de nuestro íntimo baile.

NOSOTROS Y CÍA.

Estamos aquí el equivalente a un rato.

Un día como mucho.

Palpamos para reconocer el terreno,

nuestros propios miembros,

chocan contra una manada de cuerpos,

hasta que uno se convierte en hogar.

Instantes efímeros. La hierba se dobla

pero aprende a levantarse de nuevo.