Encuentro con Victoria León. «Secreta luz»

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Este mes tenemos la suerte de contar con la presencia de la poeta y traductora Victoria León, quien nos hablará de su primer poemario, Secreta luz, con el que obtuvo el IX Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado. Será el próximo jueves 20 de febrero a las 19.00 en Casa del Libro, C/Velázquez, nº8, Sevilla.  La entrada es libre.

En la contraportada de Secreta luz se indica, entre otros rasgos, que recoge la herencia de la tradición lírica hispánica y anglosajona, de la poesía elegíaca latina y tiene algo de cancionero amoroso. Un libro íntimo y universal, de gran cohesión y unidad temática , un lamento por la pérdida del amor, considerado luz y motor de la vida, así como la soledad y tristeza que nos produce su ausencia.  Una pasión que duele, pero salva de la muerte y el vacío, un pálpito que parece eternizarse en el recuerdo, una ausencia que es constante presencia en la memoria. Hay todo un discurso romántico en su poesía.

Una poesía que se baña en los textos clásicos, con una muy lograda naturalidad a pesar de ceñirse a la métrica –versos blancos de ritmo endecasílabo,  con algún heptasílabo y alejandrino-, contenida y sobria, elegante, delicada, sensible y, como se dice en mi tierra, “sentía”, de una brevedad que le aporta intensidad y en la que todo elemento es significativo y motivado- como decía Dámaso Alonso-.

Podemos relacionar el título del libro con la cita de Bécquer que le precede: Como guarda el avaro su tesoro / guardaba mi dolor; pues el yo poético lleva su dolor en secreto, pero es el suyo un sufrimiento que aviva y da luz en el desierto de la vida. Este concepto de la vida como desnudez y soledad, se ajusta a la segunda cita que abre el libro, de R.L. Stevenson: Upon a moorland bare/ To see love coming and see love depart.  Por último, el título hila a la perfección con el hermoso poema Vida secreta, en el que nos dice: A veces solo nuestro amor por alguien/ nos mantiene secretamente vivos. 

No me parece casual que se inicie con el poema “Rastro de fuego”, en el que, a modo de poética, relaciona la poesía con la intensidad en el vivir y la incandescencia. Fusiona vida y poesía, tal como entendían los románticos ambos conceptos.

En el vértigo abismal de la vida, la esperanza de encontrar al amado o que él estuviese esperando resulta motivo suficiente para cruzar el infierno (Infierno. Canto IX , en referencia a la Divina Comedia de Dante). Al igual que Orfeo, quien baja al inframundo a recuperar a su Perséfone, se enfrenta a las Furias y a la muerte. Aunque sufra, se niega al olvido, y aunque lo intente, tampoco es capaz, parece el corazón más poderoso que la razón o la voluntad, así en Foedus amoris (tópico por el cual los enamorados tienen un pacto recíproco de fidelidad) se resigna a ser fiel a su ausencia.

La vida es absolutamente diferente cuando se está junto a la persona amada, disfrutamos de una plenitud tristemente efímera; pero antes nos tenemos que enfrentar al miedo: al amor, a sufrir, a que la vida nos dañe. Ese temor provoca que nos vayamos encerrando en nosotros (En lo oscuro).

También nosotros somos diferentes cuando nos acompaña la persona querida, ¿Quién soy cuando me llamas? (Un instante). Este verso me trae a la memoria la novela «La identidad», de Milán Kundera, en la que reflexiona sobre qué le ocurre a la identidad cuando nos enamoramos.

No resulta fácil entregarse al amor ni tampoco salir del desencanto de los sueños, no es fácil despertar de esa noche sin luna, quedando el amor como un lejano recuerdo. Sin embargo, ese amor pasional que le rasgó fue un abril cuya luz aterradora/ aún me sigue cegando en el recuerdo.

El poema Envejecen también las heridas nos recuerda los versos de Antonio Machado “En el corazón tenía/la espina de una pasión”, cuando dejamos de sentir la herida nos convertimos en fantasmas, que valgan por el mundo sin nostalgias/ en las que refugiarse de la muerte.

Cualquiera de nosotros se puede identificar con los versos de este libro de desamor, de un amor más allá de la ruptura, pues quien lo probó lo sabe. Como decía Rilke, deja que todo suceda: la belleza y el terror, la materia de la que está hecha la vida.

Y para mayor profundización nos vemos el próximo jueves 20 de febrero. Os esperamos.

 

RASTRO DEL FUEGO

la poesía exige incandescencia,

vivir, o haber vivido, entre las llamas,

bajar al propio infierno sin más guía,

haber mirado el mar sin esperanza

y conservar , al menos , un puñado

de cenizas que aún quemen en el alma.

 

ENVEJECEN TAMBIÉN NUESTRAS HERIDAS

Envejecen también nuestras heridas.

Nos vamos deshaciendo lentamente

en el dolor, huyendo de quien somos,

tratando de borrarlas por completo.

Nos desdibuja el tiempo junto a ellas.

Y a veces conseguimos no sentirlas

porque ya hemos dejado de existir:

somos fantasmas de nosotros mismos

que valgan por el mundo sin nostalgias

en las que refugiarse de la muerte.

 

VIDA SECRETA

A veces solo nuestro amor por alguien

nos mantiene secretamente vivos.

Nos arrebata al miedo y nos libera

de la cárcel de nuestra tiranía.

Silencia nuestra rabia y nuestro odio.

Guía nuestro andar ciego por el mundo

y dulcifica el rostro del dolor.

Convierte en luz la sombra y la derrota:

consigue que amanezca en nuestro cuarto

solitario de sábanas intactas.

 

VICTORIA LEÓN (Sevilla, 1981). Victoria León es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, traductora y crítica literaria. Ha vertido al castellano una treintena de libros del inglés, buena parte de ellos obras clásicas de la literatura victoriana y eduardiana de autores como Oscar Wilde, Ford Madox Ford, John Ruskin, Alfred Tennyson, G. K. Chesterton o Arthur Conan Doyle. Ha colaborado como crítica en medios culturales como las revistas Clarín y Mercurio o el blog Estado Crítico. Es responsable de la edición de una antología de poemas del Conde de Villamediana (Del tiempo, del amor, de la fortuna, 2016) y autora del libro de aforismos Insomnios (2017).