MARINA TSVETÁIEVA (III): VERSOS A CHEQUIA

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Lágrimas en los ojos:
¡de cólera y amor!
Está Chequia llorando
y España ensangrentada.

¡Una montaña negra
recubre todo el mundo!
Ha llegado la hora:
¡despide al creador!

Me niego a formar parte
del Bedlam inhumano.
Me niego a convivir
con lobos, en la plaza.

Me niego a aullar
con bestias de los valles,
y me niego a nadar
río abajo, de espalda.

Prescindo de orificios
para oír, de ojos para ver.
A tu mundo sin juicio
mi respuesta: renuncio.

15 de marzo-11 de mayo de 1939

Antología poética, Hiperión, Madrid, 1996

MARINA TSVIETAIEVA (II)

Tsvietaieva_webNació el 26 de septiembre de 1892 en Moscú, hija del fundador del Museo Pushkin de Moscú, Iván Tsvetáiev, profesor de la Universidad de Moscú. La madre, María Mein, de origen alemán y polaco, era una gran aficionada a la música y le inculca a su hija el amor por la poesía. Los idiomas que habla Marina de pequeña son el alemán, francés y ruso. La madre sufre un proceso agudo de tuberculosis que le hace trasladarse, con frecuencia, al extranjero, en muchas ocasiones a Alemania, lo que explica su conocimiento temprano de esta lengua, permitiéndole leer a los grandes poetas Goethe, Heine y Hölderlin en su infancia y juventud, y más tarde a Rilke. Debido a su carácter autodidacta e independiente, interpretó a su manera las ideas e inclinaciones de su época, rica en movimientos culturales y poéticos, la llamada modernidad  rusa o “Edad de plata”. Su espíritu era más cercano a la rebeldía neorromántica, que se oponía al predominio de la razón sobre los sentimientos y que abogaba por lo espiritual e interior contra lo material y grosero de la experiencia cotidiana.

En su Autobiografía, escrita a los 47 años de edad, Marina describirá la importancia del ambiente familiar que la rodeaba: “Desde los cuatro años mi actividad preferida era la lectura, desde los cinco la escritura. Todo lo que amé fue aquello que ya amaba a los siete años; después no amé nada nuevo”.

Estudia piano y a los 14 años ya se interesa por la poesía de los románticos alemanes y franceses. En 1909 viaja a París donde asiste a lecciones sobre literatura francesa en la Sorbonne.

En 1910 publica su primer libro de poemas Álbum Vespertino dedicado a su heroína, la malograda pintora María Bashkíerseva, cuyo diario íntimo fue tras su muerte un bestseller internacional. Nikolai Gumiliov, marido de Ajmátova, destacó de este libro  la originalidad, el tono íntimo y audaz, el espontáneo deleite en lo cotidiano, lo calificó de “excelente poesía”.  Abandona la escuela antes de terminar los estudios.

En el año 1911 es incluida en una antología de famosos

En 1912 contrae matrimonio con Serguéi Efron, hijo de una familia revolucionaria ruso-judía, y ese mismo año nace su hija Ariadna. Parece que uno de los atractivos del marido era su condición de judío marginado, pues ella sentía que los poetas eran igual de marginados. Publica su segundo poemario Linterna mágica, dedicado a su marido.

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Más tarde publica Extractos de dos libros (1913).  En el Prólogo nuestra autora formula sus principios artísticos, cercanos al acmeísmo. Su poesía de los años 1913 y 1914 se aproximaban a la corriente acmeísta, aunque los críticos nunca se pusieron de acuerdo en la “clasificación” de su poesía.

En 1914 había conocido a la traductora y poeta Sofía Parnok, con la que mantiene una relación amorosa atormentada hasta 1916, el sufrimiento vivido cambia la manera poética de Tsvetáieva en el ciclo lírico Amiga de los años 1914-1915.

«Poemas de juventud» (1915), publicado póstumamente en 1976 supone la despedida de un mundo que efectivamente estaba a las puertas de desaparecer. En «Historia de una dedicatoria» (1916) y «Poemas de Moscú» (1916) describe su mutuo enamoramiento con el también poeta Osip Mandelstam. De 1917 a 1922 escribe seis piezas de teatro y tres libros de poemas, el primero será  Verstas– se considera una de las cumbres líricas de la poeta-.

Al comienzo de la guerra civil el marido de Tsvetáieva se alista en el Ejército Blanco y hasta 1920 se desconoce su paradero. En su ciclo El campo de los cisnes (1917-1920) idealiza el Movimiento Blanco.

En 1917 nace su hija Irina.

En su última obra de esta época, Mis empleos, refleja su experiencia en el Archivo para las Nacionalidades a las órdenes de Stalin, trabajo que abandonó por su incapacidad para soportar la monotonía burocrática.

Cuando le llegan las noticias de las muertes de Blok, Jlébnikov, el fusilamiento de Gumiliov, el supuesto suicidio de Ajmátova, escribe una especie de diario poético que se convierte en el célebre ciclo El oficio (1921-1922).

Cambia su estilo hacia una poesía más directa, el uso del verso libre, introducción del lenguaje coloquial, influencia simbolista y acmeísta y del poeta Mandelshtam. Otras de sus innovaciones es la creación de una serie de máscaras o personajes con los que dialoga y se distancia la poeta. Pero lo más grandioso de su obra lo escribirá en la emigración.

Marina rechazó la Revolución de Octubre, pero no por motivos políticos, sino por un sentimiento moral que le induce a estar siempre de parte de los derrotados o de los leales a una fe imposible. “La política es una abominación evidente, de la que no se puede esperar otra cosa. ¿Tener una ética y entrar en política?”.

Hemos comentado que su marido se alista y  viven separados varios años, los cuales describe en sus diarios Índices terrestres (1919), donde recoge sus impresiones sobre la revolución y sobre la guerra civil.   Tendrá una relación pasional con la actriz Sofía Holliday a la que dedicará varios poemas. Su hija pequeña Irina, muere de inanición en un asilo, a los tres años. Marina con la ayuda de los amigos irá luchando por sobrevivir hasta que deja Rusia.

En 1922 viaja a Berlín tras conocer que su marido estudia en Praga donde había huido tras la derrota del ejército blanco. Publica en esta ciudad, «La doncella del zar», «Poemas a Blok», «El fin de Casanova» y el poema Despedida.

Ese mismo año comienza su correspondencia con Boris Pasternak, el gran poeta ruso del cual fue su musa y apoyo moral, de la que se conservan 19 cartas de ella y 84 de él. Estas cartas no serán publicadas hasta el año 2000 por expreso deseo de su hija Ariadna.

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En 1923 se instala en Praga. Serán años de intensa escritura. La época de Praga la recordará como una de las más felices. Vive allí una intensa relación amorosa que le lleva a Poema del fin, considerada una de sus mejores obras. Escribe su ciclo de poemas dedicados a Pasternak, «Cables» y «El poeta«. De esa misma época son El poema de la montaña (1924), «El poema del fin» (1924), y sus dramas «Borrasca», «Fortuna», «Una aventura» y «Fénix”.

En 1925 nace su hijo Georg/Mur y vuelve a viajar a París, donde inicia una correspondencia con Rainer María Rilke y decide quedarse en esa ciudad. En principio hizo una lectura pública con éxito y contó con varias ayudas, pero más tarde publicó un ensayo “El poeta ante los críticos” en el que atacaba a la emigración rusa, y también le suspenden la publicación en una revista por su solidaridad con Maiakoski que visitaba París. Reúne y publica todos sus poemas desde 1922 a 1925 bajo el título Después de Rusia, donde desarrolla el motivo del sacrificio como una condición del oficio poético. Relación con el joven poeta Nikolai Gronski.
“En el París de la emigración, resultó claramente fuera de lugar. En el mejor de los casos, se la toleraba  en los periódicos y revistas, donde podía publicar algo, y sus colaboraciones a menudo se producían en unas condiciones que a ella le parecían ofensivas. No llegó a ocupar ningún lugar en la «sociedad»  emigrada, con sus salones, literarios y políticos, donde todos se conocían […] Era un bicho raro, alguien ajeno, expulsada del grupo, alejada de las relaciones personales y familiares, y destacaba poderosamente, con su rostro, sus palabras, y su vestido gastado, y su imborrable sello de pobreza….»

Mark Slonim, Memorias

En 1932 su marido vuelve a Rusia y trabaja para los servicios secretos rusos. Más tarde volverá a su país de origen su hija.

En 1933 escribe un ensayo sobre Mayakovski y Pasternak, «Epos y Lírica en la Rusia de hoy», y varias de sus prosas autobiográficas: «Madre y música», «Los cuentos de la madre», «El diablo», dedicadas a su madre; «Las Kirilovnas», dedicada a sus temporadas de verano en Tarusa; «Inauguración de museo», «La corona de laurel» y «El museo Alejandro III», dedicadas a su padre. Escribe sobre Alexander Pushkin, mítico poeta ruso, «Mi Pushkin» (1937) y «Pushkin y Pugachov» (1937).

En octubre de ese mismo año tiene noticia de la implicación de su marido en el asesinato de un ex-militar ruso y del hijo de Trotski; atentados en los que nunca se probó fehacientemente su participación. Sufre un registro domiciliario y un interrogatorio por la policía francesa, este hecho la aisló todavía más. Un año después se traslada a vivir a un hotel donde escribe Poemas a los checos, con motivo de la ocupación por los nazis.

“Me niego a ser. Me niego a vivir en el Bedlam de los inhumanos. Me niego a aullar con los lobos en las plazas…A tu mundo demente, una sola respuesta: negación”

En 1939 vuelve a la URSS. Su hermana Anastasia está en un campo de trabajo, su marido y su hija viven bajo vigilancia cerca de Moscú, dos meses más tarde serán detenidos. Su marido será fusilado. Interrogada Marina contesta recitando poemas en francés. Muchos de sus escritos le fueron confiscados y  otros los salvó depositándolos en la Universidad de Berna. Marina vive de traducciones  (de Baudelaire, de García Lorca), en la más absoluta pobreza y temor constante por la vida de los suyos, con el apoyo de algunos amigos como el de su querido Boris Pasternak. Desaprobada por el régimen, no tenía vivienda ni comida. Las posibilidades de publicación se las cerraba ella misma, pues enviaba los poemas más políticamente radicales. Pasternak estaba censurado desde el 34, Ajmátova desde el 20.

En 1941 en plena invasión nazi y después de que su marido fuera fusilado y su hija enviada a trabajar en un campo de minas , Marina Tsivietaieva es evacuada junto con su hijo Mur- un adolescente por ese tiempo insolente- a Yelabuga, donde el 31 de agosto se suicida , ahorcándose a la edad de 49 años.

Pese a todas esas desdichas (y de la conciencia escrita de ellas) dejó una obra viva, de impresionante calor, intransigente y llena de valentía. En la Unión Soviética permaneció casi inédita hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó a ser conocida a través de la publicación de literatura en hojas clandestinas.

RELACIÓN EPISTOLAR CON RILKE

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Marina estaba enamorada del amor, necesitaba esa pasión constante, fuesen hombres o mujeres, pero siempre le fue leal a su marido: Mandelshtam, Pasternak, Rilke, la poeta Sofía Párnok y la actriz  Sonechka Hollida, con las que vivió relaciones tormentosas desde 1914 a 1919. Al amor lésbico también le dedicó un ciclo de poemas. Mantuvo una relación amorosa exclusivamente epistolar con el poeta Rilke.

La breve, pero intensa correspondencia que mantuvieron los dos poetas, durante el verano de 1926, surgió de la manera siguiente: en 1899, en el primer viaje de Rilke  a Rusia,  va a visitar al joven profesor de la escuela de Bellas Artes Leonid Ósipovich Pasternak, llevándole unas cartas de recomendación de sus amigos alemanes, para que mediase en la presentación de Tolstói. Cumplido el encargo, se inicia una relación entre Pasternak y Rilke, que dura muchos años, con intercambio de cartas y envíos de libros. En el año 1925, el mundo cultural europeo celebra el quincuagésimo aniversario del gran poeta alemán. Entre las múltiples felicitaciones, había una conmovedora carta del amigo ruso, a la que responde en seguida. Estos hechos provocaron indirectamente la comunicación epistolar de Rilke con Borís Pasternak (el hijo de Leonid, que también era poeta), y a través de éste, con Marina Tsvietáieva. Los dos jóvenes poetas moscovitas, Marina Tsvietáieva y Borís Pasternak eran amigos desde hacía tiemp, y ambos consideraban a Rilke como su mentor espiritual por su libertad e independencia creadora. A Borís se le ocurre la idea de hacerle un ‘regalo’ a ella, que consistía en ponerla en contacto con el poeta. Le escribe y Rilke (no sólo por su antigua amistad con su padre, sino también porque conoce su obra y le admira) atiende el requerimiento de Pasternak y escribe de inmediato a Tsvietáieva, enviándole, además, las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo. Al final de la carta, sugiere un encuentro y habla de la “secreta felicidad” que ello le produciría, que se convertirá en el trágico leitmotiv de sus relaciones. Emocionada y con la pasión que la caracteriza, Marina le contesta.

Siguen una serie de cartas cruzadas, pero es ella la que le escribe a diario, construyendo un diálogo de enamorados, ya que para ella, aunque no lo conozca en persona, el “amor verdadero” es el de la fusión de las almas.

Rilke, posiblemente agobiado por el aluvión de cartas, le advierte de  sus escasas fuerzas para responder (moriría siete meses después de la carta citada con anterioridad, el 2 de enero de 1927 de leucemia), que la susceptibilidad de Tsvietáieva interpreta como indiferencia y desinterés. A la noticia de su muerte le escribió el poema Por el año nuevo.

Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva (I). La Edad de Plata

Anna y grupo

Si atendemos al pensamiento de Mukarovski[1] , el mayor representante del Círculo Lingüístico de Praga, quien saca a relucir la importancia del contexto en el análisis de cualquier texto literario, comprobamos cómo el contexto histórico y social ha influido y quebrado la vida- y la escritura- de los escritores rusos en el siglo XX: Mandelshtam muere en un campo de concentración. Otros como Mayakovski, Yesemi o Marina Tsvetáieva,  se suicidan. Otros son fusilados como el marido de Ana, Nikolay Gumilev, Borís Kornílov o Vladímir Narbut.

En los años del poder soviético –afirmó Shentalinski – fueron reprimidos alrededor de 2.000 escritores y de ellos 1.500 fueron fusilados y murieron en cárceles y campos de concentración.

Oteando sobre ese contexto podemos decir que el pueblo ruso amaba la poesía, los años anteriores a la Revolución de 1917 se llenaban todas las plazas del estadio de Moscú para escucharla. En la época del régimen soviético los versos eran pasados de mano en copias manuscritas o aprendidos y recitados en reuniones de amigos y disidentes. Hay que tener en cuenta que el conmovedor poema Réquiem de Anna Ajmátova se conserva porque ella y un grupo de amigos lo memorizaban para no dejar rastro escrito que pudiera tener nefastas consecuencias. En El canto y la ceniza nos cuentan como Anna hacía aprender a su amiga escritora Lidia  Chukóvskaia poemas de Réquiem  para después quemar el poema. En el año 1946, pasada la época del terror stalinista, cuando se le permitía a Ajmátova dar algunos recitales, los ciudadanos la recibían de pie, entre ensordecedores aplausos, porque se sentían identificados con sus versos.

Se consideraban “crímenes de estado” los versos que no estaban al servicio de la Revolución. Este comportamiento represivo era consecuencia de la tesis de Lenin de que la literatura, y el arte en general, tenía que defender las ideas de la Revolución proletaria. Y fue precisamente el poeta Mayakovski, antes de descubrir los horrores de la Revolución, el que defendió con entusiasmo esta postura en sus versos. La llegada de Stalin al poder radicalizó la situación, con asesinatos, deportaciones y aniquilación de cualquier signo de disidencia.

Pero ¿Cómo era el ambiente literario ruso antes de la Revolución?

Esta época, llamada Edad de Plata, será continuadora del período de esplendor de la literatura rusa, el Romanticismo ruso, cuyo artífice fue Pushkin, la considerada Edad de Oro. Fueron años de una rica diversidad de corrientes estéticas y literarias y de gran bullicio intelectual, cultural y artístico. Aclarar que la Edad de Plata comienza con el simbolismo ruso.

El VANGUARDISMO, la revolución literaria que antecede a la revolución política, apoyará a la revolución para luego ser sustituido o eliminado por un realismo socialista. La revuelta contra el pasado artístico, que supone la vanguardia, es una revuelta también contra el símbolo político del pasado y de la opresión representada por el zarismo.

El vanguardismo ruso tiene su centro en el futurismo, pero no coincide con el Futurismo italiano ni nace de éste. De hecho querían llamarse “futurianos” y no futuristas, para que no los confundieran. El futurismo no fue una agrupación homogénea, bajo el mismo nombre se concentraron grupos diferentes. El más famoso era el cubofuturista, al que pertenecían Jlébnikob y Maiakovski.

Cuando se lanza el primer manifiesto futurista La bofetada al gusto público en 1912 están en marcha otros movimientos literarios: acmeísmo, clarismo, imaginismo …

ACMEÍSMO. Corriente literaria rusa que surgió en 1911, durante el llamado Siglo de Plata de la literatura rusa, en respuesta al simbolismo. Al contrario del simbolismo, el acmeísmo se empeñó en reemplazar el hermetismo, la polisemia y ambigüedad complicada y el misticismo de aquel con la claridad en el lenguaje de lo retratado. Surge junto al futurismo, lo que llevó a que sonaran anacrónicos.

En otoño de 1912 en casa de Gumilev seis poetas jóvenes decidieron crear una nueva corriente poética, al principio le dieron dos nombres a este movimiento: acmeísmo –de la palabra griega acme– que significa grado máximo de algo, florecimiento; y adamismo, visión del mundo viril, clara y firme. Pero este segundo término cayó en desuso. Solo seis poetas se reconocieron como acmeístas: Gumilev, Gorodetsky, Ajmátova, Mandelshtam, Narbur y Zenkevich.

En enero de 1913 en el primer número de la revista Apollón aparecieron artículos de Gorodetsky  y Gumilev, que se convirtieron en verdaderos manifiestos del acmeísmo. Los acmeístas renuncian a conocer la esencia oculta de las cosas, al contrario que los simbolistas, hablan del mundo concreto y real, al alcance de la experiencia humana inmediata. Desaparece el romanticismo místico de los simbolistas en busca de mayor realismo. Rechazan la vaguedad y nebulosidad del simbolismo a favor de mayor claridad, lógica y concreción, sin olvidar que el símbolo es necesario en la poesía. La belleza no es un capricho de un semidiós, / sino el ojo implacable de un simple carpintero  (Mandelshtam).Los acmeístas se consideraban unos artesanos de la palabra, por este motivo llamaron a sus reuniones Taller de los poetas.

En las reuniones del Taller de los poetas cada uno leía sus poemas.  A la lectura de poemas seguía su discusión. Gumiliov ante esto exigía “propuestas subordinadas”, como le gustaba expresarse, es decir, no exclamaciones ni afirmaciones gratuitas, ni que una cosa sea buena y otra mala, sino explicaciones que argumentaran por qué es buena o mala. El propio Gumiliov por lo general hablaba al comienzo, hablaba largamente, y su análisis era detallado.

Todos los poetas de la época iban al bar El perro Vagabundo. Ajmátova le dedicó a ese lugar dos poemas: “Todos aquí estamos ebrios, perdidos” y “Sí, yo amaba aquellos encuentros nocturnos”, también aparece en su “Poema sin héroe”. Los encuentros eran realmente nocturnos: llegaban al Perro Vagabundo después del teatro, después de alguna velada o disputa, y se marchaban casi al amanecer.

El Perro Vagabundo[3] era frecuentado por visitantes extranjeros célebres. A este café llegaban todos los poetas de Petersburgo: simbolistas, acmeístas, futuristas, estos últimos todavía divididos en “cubofuturistas”, con Maiakovski a la cabeza con su chamarra amarilla, y Jlébnikov, y los seguidores de Igor Sevirianin . Jlébnikov ya por entonces era todo un misterio. Se sentaba en silencio, inclinando la cabeza, sin advertir a nadie.

Bibliografía:

– Apuntes del curso El Taller de los Poetas. La poesía en la Historia Universal. Ana Isabel Alvea Sánchez

–   Asensi Pérez, Manuel, Historia de la teoría de la literatura (el siglo XX  hasta los años 70), Tirant lo Blanch, Valencia, 2003.

–   Martín de Riquer y José María Valverde, Historia de la Literatura Universal. De la vanguardia a nuestros días (I), Editorial Planeta, Barcelona, 1986.

–  Martín de Riquer y José María Valverde, Historia de la Literatura Universal. Vol. 2, Gredos, Madrid, 2007.

Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva. El canto y la ceniza. Antología Poética, Debolsillo, Barcelona, 2010

Poesía acmeísta rusa, Visor, Madrid, 2001


[1] Mukarovski pertenece al llamado Centro Lingüístico de Praga, esta ciudad se convertirá en el centro de los estudios lingüísticos y literarios en los años 20 y suponen la superación del inmanentismo propio de los formalistas rusos, defendiendo una orientación semiológica de los estudios literarios.

[3] Revista El malpensante, Encuentro con Anna Ajmátova, enlace:   http://elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=157&pag=1&size=n