La temperatura sustenta el molde de tu vientre
donde la ventana es más que su hueco,
igual que el canto del pájaro es mucho más que el pájaro
y un soplo de aire sabe poner nombre a tus cabellos
uno a uno,
verso a verso,
el martillo es el eco de la puntilla golpeada y nada más,
tu presencia es entonces mi necesidad,
es mi aire,
es mi fuerza,
nuestras plumas.
Así que deja sobre la mesa tu nombre
para que se lo lleve el viento.
Y espera.