
El miércoles 23 de marzo a las 19.00 horas en Casa del Libro de la C/ Velázquez nº8, Sevilla, se impartirá la clase sobre la poesía del poeta, novelista, ensayista, profesor universitario y traductor Nuno Júdice. Os dejo algunos poemas suyos:
CARTOGRAFÍA DE EMOCIONES
Es como si fuera la lectura más exacta: el cielo,
las nubes, el sol puesto. Lo demás, la especulación que las
palabras
se traen, el fluir de ciertos tonos de voz,
tu cuerpo apoyado en la piedra, frente al edificio,
esperando que no llueva, esta vez. Podemos pensar más en todo
esto; y trabajar el color que muda a cada instante, como si
el final del día no fuera un momento de lentas transiciones.
Podemos
entrar sin prisa en la noche que nos aguarda, viendo
la bruma caer tras los cristales del auto, oyendo el ladrido
de los perros, sabiendo apenas que ninguna noche nos servirá
de abrigo.
Pero no sé: estas frases que descubren lo que tengo que
decirte con la perplejidad de la gramática, estos lapsos que se
instalan
en el corazón de la palabra… ¿Cómo transformarlos en certezas, y
lograr que una flor surja de un movimiento de afirmaciones
visibles como las estrellas en el claro de los árboles? Quisiera
escribirte
una guía para el mundo de la evidencia, con su exacta cartografía
de emociones, y encontrar en tus manos la línea hacia su centro,
donde un fulgor de volcanes secretos toma su luz. En vez de eso,
te doy este poema; y sé que por él ha de correr el río
que nace de tu risa de fuente.
Entonces, te digo lo normal en estas situaciones. No me
refiero a las declaraciones de amor, a los verbos que se prestan
al susurro, ni al fuego de sustantivos que se pegan a la lengua,
dejando en la boca una sequedad de ceniza. Digo lo que este
verso
puede contener: franquearé el campo de tu cuerpo. Poco más
puede decirse en una noche como ésta, en que el viento
desenlaza
las nubes, activando las invisibles jaurías del sueño. Así, te veo
quedarte dormida; veo desembocar tu desnudez en el estuario
de la madrugada; y oigo desplegar las velas de tu respiración
matinal.
De Cartografía de emociones,2001, traducción Juan Carlos Reche
( Antología El orden de las cosas)
RESPUESTA CON ARTE POÉTICA
Pregunto cómo se escribe el poema. Y la única respuesta
posible
es escribir el poema. Él demuestra su posibilidad, como si nada
hubiera
antes o después de él. Así, el poema puede
construirse de modo que evita todas las ambigüedades de la
prosa
o la filosofía, al llevar dentro la clave que hay que abrir
para que surja un sentido, aunque el sentido sea lo que menos
interesa
al poema. Sin embargo, sin él , ¿de qué sirve escribirlo? Lo que
importa
es decir lo que de otro modo no puede ser dicho. Escribir el
poema, entonces, es
decir lo esencial, desbrozando entre la nada y el todo que hay
en cada poema. Sí: hay un punto de partida. Tu rostro, tus
manos, o la rama de un árbol que se partió en el temporal, o
ese pájaro que nació de un tejado en ruinas, como si la casa
abandonada fuera el vientre del mundo celeste. Nada de esto,
en sí, tiene valor
más allá del que yo le di al mirar el mundo, y escoger una u otra
de sus imágenes. Ahora, en el poema, ellas son otra cosa.
Huyeron
de su propia realidad, como el pájaro que saltó del tejado; y
aunque tú existas, con tu rostro y tus manos, o la casa siga
aún más abandonada, con su invierno en ciernes, el poema da
otra forma al amor, al campo, a las aves o a lo que tú me dijiste,
como si solo eso bastara para que la vida
pueda continuar. Así, escribo. Y no vuelvo a preguntar
cómo ese escribe el poema.
O estado dos campos, 2003, Juan Carlos Reche
( Antología El orden de las cosas)
RETRATO DE MUJER A LA LUZ DE LA TARDE
El poeta épico y el poeta dramático, dijo
Goethe, están sometidos a las mismas leyes generales. Sin
embargo, si cada uno conduce, sin dudar,
el poema hasta su desenlace,
o bien, limita la duda a lo que pasa
en el espíritu cuando el amor, con su certera
saeta, lo alcanza, entonces las palabras son distintas. No es lo
mismo
describir la emoción con las imágenes que ella sugiere
o transformarla en un discurso lógico, obligando
a quien lo hace a usar el raciocinio, dejando
el sentimiento para después. La construcción es lo más
simple en este proceso, siempre que el principio
corresponda a la verdad que hace parte de la vida
de quien ama. Lo difícil es franquear el puente
que nos conduce al otro: me refiero a ti, que
me esperas de ese lado, tras los árboles
y las flores del jardín, con el sol iluminándote
el rostro. Es una imagen simple: retrato
de mujer a la luz de la tarde. Pero me siento obligado
a dar otra dimensión a la figura humana,
empujándola al convite de mi alma. Ahí,
las cosas ganan la profundidad de una relación
abstracta, libre de aspectos materiales, y
de los obstáculos que la realidad nos pone. La
perfección nace de las frases que el verso trabaja, con
el ritmo de una respiración serena. Por fin, la
imagen adquiere una belleza propia, que huye
de la propia fuente. Y al verla, pregunto: ¿eres la misma? ¿O
de ti te robó esta luz con que el poema
te envuelve? Pero me dejo de cuestiones teóricas, y
cruzo el puente, dejando atrás imágenes y
discursos. Es que del otro lado las leyes generales no
cuentan; y me son indiferentes los problemas que se
platean el poeta, épico o dramático. Te cojo
de la mano y salimos del marco, hacia dentro de la vida.
O estado dos campos, Juan Carlos Reche
( Antología El orden de las cosas)
ARTE POÉTICA (EXPLICACIÓN)
Distingo deseo y amor, como si las dos cosas
no tuvieran nada que ver una con otra;
en medio de las palabras abstractas, los conceptos difíciles,
las citas de los clásicos,
tus ojos se cerraban de sueño y tus cabellos se hacían
más claros, como si los iluminara
por dentro la tenue luz del conocimiento.
Para despertarte
pregunté qué relación podía haber
entre la vida y el poema.
La duda no era posible: en efecto, para los teóricos,
la poesía es pura imitación,
y nada de lo que está en las palabras tiene que ver con la materia sensible,
con lo real, con todo lo que nos rodea.
Pero tu respuesta fue lo contrario de lo que ellos dicen,
como si vida y poesía participaran de la misma naturaleza.
Debía haber corregido. Son las certezas científicas
las que hacen avanzar el mundo,
y no los errores en que seguimos insistiendo.
Sí, iba a decirte que es a partir de esa oposición entre la vida y el poema,
de esa realidad absoluta del lenguaje,
construida contra nuestros hábitos, los lugares comunes de lo cotidiano,
la banalidad de los sentimientos, que la esencia de lo estético, se puede afirmar.
Pero tus ojos me demostraban lo contrario de todo eso.
Contra lo que yo mismo pensaba,
cedí a su lógica. Contra el amor,
hasta las leyes de la poética
son absurdas.
Tú, a quien llamo amor, 2008, Jesús Munarriz
RELEYENDO A SHELLEY
En la “Oda al viento del este”, Shelley desearía ser
como una hoja humana, arrastrada por los aires, por entre
las aves y la lluvia que el otoño mezcla cuando
su gris invade los cielos, y nos recuerda que la naturaleza
se asemeja a nosotros en su destino mortal. Sin embargo,
tal como muere, renace; y esta diferencia nos alcanza
cuando, a la primavera siguiente, percibimos
de que el tiempo tiñó con su tristeza el ánimo
que debía cantar como el agua de las fuentes, o
reverdecer como los ramos secos. En vano miramos
para los campos, a nuestra vuelta, esperando que
su luz nos empuje hacia dentro de la vida. Pero la sequía
invernal se prolonga en el alma; y un frío continúa
a soplar del este, como ese viento antiguo que Shelley
cantó. Y veo estas cosas acontecer como
el resultado natural del tiempo. De un lado, nada cambia,
como las aguas del lago que ninguna ola agita,
y los ojos que reflejan el breve azul del mediodía;
de otro lado, los días y las estaciones no cesan
el recorrido que hemos de seguir, subiendo
las escaleras que nos parecen sin término. Y suspendo
la respiración, oyendo un soplo que me acompaña:
¿poema, o murmullo de quién? Y como si me
acompañaras de nuevo, y no estuviera aún lejos
esa primavera de la que tu distancia me aísla.
Traducción Marco Antonio Campos