Ciclo «El poeta y su voz»: Encuentro con Curtis Bauer y su poemario «Selfie americano», martes 9 de mayo a las 19.30 horas.

Aunque se indique en el cartel a las 19 horas, empezaremos a las 19.30 horas. En esta ocasión, el autor está en nuestra ciudad solo algunos meses al año, así que es una oportunidad única para hablar con él de poesía y de este último poemario, traducido por Natalia Carbajosa. Como me gustó mucho su primer libro en español, «Spanish Sketchbook. España en dibujos», publicado por Ediciones en Huida, estaba pendiente de su trayectoria. Veniros, que la entrada es libre y gratuita.

Curtis Bauer es catedrático de universidad, poeta, traductor y editor. Es autor de tres poemarios: Fence Line, The Real Cause For Your Absence American Selfie. También es traductor de poesía y prosa del español, traducciones entre las que destacan Image of Absence, de Jeannette L. Clariond (The Word Works Press, 2018), que ganó el International Latino Book Award for «Best Nonfiction Book Translation from Spanish to English», Behind What Landscape, de Luis Muñoz y Eros Is More, de Juan Antonio González Iglesias. Ha impartido conferencias y talleres en español e inglés en Estados Unidos, Argentina, Ecuador, México, Venezuela y España. Es editor y redactor de Q Avenue Press Chapbooks y editor de traducciones de la revista literaria The Common. Divide su tiempo entre España y Texas.

En la página web de la editorial Vaso Roto se dice sobre Selfi americano: «Con un epígrafe de Sõren Kierkegaard inicia Curtis Bauer su poemario: «El mayor de todos los peligros, perderse a sí mismo, puede ocurrir inadvertidamente en el mundo, como si no fuera nada». Y es que para este poeta el peligro yace en la distracción, en no darse cuenta. Por eso regresa  lo ido, a un pasado que requiere ser revisitado. América, las distintas américas que conforman el universo de Bauer, se nos presenta en una crudeza llevada a la abstracción. Máquinas, manchas de petróleo, mares de tierra, salamandras, un mundo con atisbos de esperanza y su olor a jazmín. Aquí hay estaciones de una edad a la que Bauer regresa y se pregunta si la belleza es, si la justicia es, si el amor es, y si lo que muestra es lo que nos mantiene asidos a la patria.

Pensar en Bauer es pensar en la pintura de Giorgio Morandi: espacios, silencios, profundidades, barreras, límites. Al lado del padre Bauer el niño lee de modo distinto el trazo, la línea, la luz y su concomitante sombra. Sabe que el pretexto del arte es la cosa y que después de mirarla se transforma en algo más y después en otra hasta que signifique aquello que no es. De eso trata Selfi americano: es el ojo que ha dejado de ver la realidad para entrar en la visión. América, las distintas américas que conforman la poesis de Bauer, se nos presenta en una crudeza llevada a la abstracción. Máquinas, manchas de petróleo, mares de tierra, salamandras, un mundo con atisbos de esperanza y su olor a jazmín.

Onda que se borra en el estanque, la escritura de Bauer se diluye en su propia tinta, pero ahora sus trazos son más sólidos, más seguros para enunciar su incertidumbre. Ha dejado de lado sus vacíos, y se ha llenado de una luz recuperada en la casa de su infancia: ese espacio espiritual se hace más grande, invita a la contemplación.

“En este bello equilibrado poemario elegíaco, Curtis Bauer revisita lo sublime americano y lo rehace en estos momentos de penuria y desastres a través de una claridad digna y honorable. Bauer nos ofrece poemas de humana precisión y callado goce.”
—Vijay Seshadri

En el programa «No es un día cualquier», de Radio Nacional de España, con Antonio Lucas, nos habla Curtis de este libro:

https://www.rtve.es/play/audios/no-es-un-dia-cualquiera/selfi-americano-antonio-lucas-libreria/6493678/

Con un estilo, que parece buscar la objetividad -descripción aparentemente objetiva de una escena o paisaje, a través de la cual se muestra , y generalmente denuncia, un hecho o situación-, narrativo, realista, donde predomina lo cotidiano, de gran visualidad y plasticidad -una cámara de fotografía o vídeo, recogiendo el más mínimo detalle- en largos poemas, profusos en su desarrollo y en tono confesional, nos retrata Texas y América, nos dibuja un retrato social y moral y cuestiona nuestra propia condición y humanidad.

En los poemas se habla en primera persona del singular. Aparece un yo -mayormente en su primera parte, más intimista- un sujeto que vive fuera de su país, en Buenos Aires, un lugar aún desconocido -después serán otras ciudades y países, pero siempre arrastra cierta nostalgia y sentimiento de extranjería- , y que se siente confuso, desorientado, perdido, solo, donde puede que recuerde su tierra y su infancia: Texas, una terra vasta de petróleo y cazadores, la luz de su casa natal, los amigos o amantes. Será un sujeto poco autocomplaciente, quien siente la pérdida de los amigos, pero sabe que mañana serán olvido, como se borra la huella y la onda de una piedra tirada al estanque.

Algunos poemas parecen recoger noticias de sucesos, como la violencia de género o el suicidio de un chico. Y cobran protagonismo personajes marginales : los vagabundos que duermen en la calle y que nadie parece percibir, el vecino borracho que cuelga a su perra de una soga para bailar juntos y la mata, trata la pobreza, el racismo. Escenas duras y posibles, si no reales. Sin embargo, no todo es crudeza, hay dulzura y delicadeza cuando se habla de amor y belleza, la belleza del abrazo de un ser querido -en su poema Lo que la belleza es, es-, o por ejemplo, en Amar a esta mujer: tres movimientos, nos dice:

«…O puedo tomarte de la mano, perderme

en el rastro de tus dedos y seguir

la cartografía de tus venas de la punta al arco del brazo,

como una vara de zahorí en busca

de un chorrito, de un manantial subterráneo

que se abre a cierta profundidad

y forma un arroyo, un río,

un océano en tu interior.

Hasta allí quiero ser arrastrado».

Un estilo ecléctico el suyo, mezcla de narratividad con simbolismo, sugerente, cuyos poemas se abren a la interpretación del lector, a quien hace pensar, sin duda, y cuya conciencia agita.

En su segunda parte la denuncia se intensifica, mostrando la infamia: explotación laboral, inmigración, los migrantes subidos a las vallas, la represión policial, la situación de los ilegales, los abusos sexuales a menores, historias de violencia y hombres violentos, el asesinato de una niña… En definitiva, nuestra maldad y monstruosidad.

Alrededor del deseo, del amor y desamor ronda principalmente su tercera parte, sobre su belleza y sobre la existencia de lo bello, o su ausencia. Nos muestra en este texto, en suma, lo bello y lo terrible.

Selfi en el polvo

Hay una luz que amo, que amaba

en la casa donde nací.

 

Tras la puerta se inundaba el zaguán

de la luz oblicua que brillaba en

 

cascadas de partículas que allí

se remansaban, luego estallaban, se inflaban

 

y avanzaban flotando como si

tuvieran un sitio a donde ir,

 

donde caer a kilómetros de distancia

o salir de la ciudad como yo mismo

 

haría después, aunque no supe por qué

bañado allí entonces en el polvo

 

revuelto que formaba remolinos, bullendo

en esa luz y calor hasta formar

 

el abrazo de un cuerpo que se abriera

sobre mí y me rodeara, un niño

 

alentado por la fuerza de ese espacio,

armado de valor para entrar

 

en ese borboteo y ese baile

en manos del polvo. Mis manos

 

entretejidas en él, tomándolo

y tocándolo. Abrazados. Aprendí

 

en qué parte de la luz me convierto

al flotar y al girar, cómo

 

me elevo desde el suelo,

y salgo, y sigo más allá.

 

Selfi americano

 

Quién es el hombre, pues solo puedo imaginar

un hombre, que tocaría a una niña,

 

que desnudaría a esa niña, que

la haría agacharse y

 

la haría agacharse

y la penetraría y a él y a él

 

y a ella y se dirigiría a la madre

de este o de aquella, la cual,

 

atada con correas a una silla, se quedaría

tan inmóvil como las sillas, tan vacía como las sillas

 

en las que otras madres no quieren sentarse,

aunque lo harán, obligadas a mirar

 

en silencio como lo hacemos en el cine o en un museo,

qué es el hombre que pareciera sonreír

 

a esas madres mientras penetra a aquel niño o a esa niña,

pero no y no a los niños que ahora

 

estarán vomitando en silencio tras llorar hasta que no

les queden lágrimas, si no fuera por la cámara que sostiene

 

otro hombre detrás de esas madres, que hace fotos, instan

táneas para enseñar a los amigos de vuelta a casa,

 

a la familia guardados en una caja de zapatos que un día,

cuando ese hombre sea viejo, haya olvidado lo que ha hecho,

 

porque esta raza de hombres puede olvidar lo que ha

hecho, abrazará a los hijos de sus hijos, que un día

 

descubrirán esa caja llena tan peculiar en un armario, si entonces

aún existen los armarios y las cajas y las fotos,

 

la bajarán por puro aburrimiento, la abrirán y verán

lo que su abuelo, lo que sus amigos y su

 

abuelito hicieron por puro aburrimiento

en nombre de su país.

 

 

Otra mujer a la que amé

 

Fue amargo: la lluvia caía a cántaros sobre nosotros,

los dos más madrugadores que esperábamos en la cola fuera

de la Galería Nacional del Retrato. Como una

riada; como una película (¿Por qué quieres vivir allí?

Preguntó mi hermano. Llueve todo el tiempo); e

Igual que en las películas, yo llevaba paraguas

y ella no, era guapa y yo no,

quería practicar su inglés ya perfecto,

entendía a su cuerpo con exactitud, y yo no.

Hice un gesto, extendí el paraguas hacia ella

y me tomó del brazo, esperamos juntos,

sin hablar del tiempo ni de que los dos

éramos de fuera, sino de los olores familiares

que añorábamos y de la última vez que los sentimos

aquí, o del té amargo al que no nos acostumbrábamos.

Tal vez reímos y yo fui más consciente

de su cuerpo junto al mío. He contado esta historia

muchas veces; algunas mujeres se quedan dentro de un
hombre;

su belleza, por supuesto, era espectacular

y yo no merecía estar tan cerca de ella -su

aplomo- aunque estaba calada hasta los huesos.

Fue su presencia inesperada, mi brazo

fue una puerta que agarró y abrió,

su mano la llave; fue

el pequeño espacio seco y la conversación

que compartimos; no se alejó

cuando entramos, sino que me esperó en un banco,

y yo no me apresuré por una sala llena, digamos,

temblando con su perfume aún en la camisa,

el recuerdo de su brazo rozando mi cadera,

balanceándose. Había ido a ver cuadros

y a escribir a otra mujer.

Ella ya no me quería y yo

no lo quise ver. Lo he postergado durante años, pero ahora
veo

que encontré una pista, o se me concedió una aquella mañana

y tarde en el centro de Londres. Pasaría

otro día con ella, escucharía su voz en el teléfono

dos veces, y luego se marcharía. Hace veinte años

me bebí el té y me inquieté al otro lado de la mesa

por ella, que me cogía las manos; nunca nos volvimos a ver

aunque hicimos planes para un fin de semana juntos…

Podría tener un hijo o una hija que hablaran

un idioma que no conozco, un nieto risueño,

recién nacido y suave, que oliera a leche y calentito

en París o en Dubrovnik. Cada dos años me acuerdo

de ella, me pregunto cómo encontrarla, si todavía

canta, si está viva, y una vez intenté escribirle.

Sólo hice eso. Nunca compartimos una habitación en Ljubljana,

ni nos vimos en Venecia, ni nadamos desnudos en el
Adriático.

He vuelto a pensar en ella esta mañana.

Todavía siento el brazo de esa mujer entre el codo

y el pecho. El recuerdo se agranda, se dulcifica.

No son tantas las mujeres que he amado. Le di

a esa mujer la mitad de mi que no estaba en uso.

Con lo que ahorré, compré esto: la pera de Anjou,

una taza de café, esta mesa roja. La seguí,

ansioso y feliz. Me gané este recuerdo. Seguro que suena

tonto. Su linda cara. Su mano apretada

con la mía. Veintitrés gotas de lluvia en su pelo.

Ayer tuvimos la ocasión y el gusto de compartir poesía y conversación con Curtis Bauer, profundizando en su poemario «Selfi americano». Le estamos muy agradecidos, resultó de gran interés humano, y por supuesto, literario. Desde luego, no se pierdan la posibilidad de escucharlo hoy a las 19 horas en el Aula de Grados de la facultad de Filología.

Os dejo algunas fotografías, realizadas por Gregorio Dávila de Tena y por Rafael García Organvídez.

 

 

 

 

Encuentro con Nuria del Saz y su poemario «Matronalia». 14 de marzo a las 19 horas en Casa del libro de Viapol.

El próximo encuentro en el ciclo «El poeta y su voz» será con la periodista y escritora Nuria del Saz, con ella hablaremos de poesía y de vida y de su poemario «Matronalia». Nuestro lugar: la librería Casa del Libro de Viapol, Av. De Diego Martínez Barrio nº 4, Sevilla. Estáis invitados.

Nuria del Saz (Sevilla, 1974). Periodista licenciada por la Universidad de Sevilla, ha desarrollado su carrera periodística como presentadora de informativos en Canal Sur. Miembro de la Academia de TV de España. Es autora de tres libros de poemas y una novela.

Actualmente escribe en Eldiario.es y realiza entrevistas en el programa ‘La vida con alma’ que puede seguirse en su canal de Youtube.

Poemarios:

* ALMA ATRAPADA (Ediciones Alfar 2006) (colección Biblioteca de Autores Contemporáneos nº 12).

* PARAÍSO ÍNTIMO (Guadalturia 2011)

Matronalia (Ed. Alfar 2017).

También es coautora del libro POETAS EN BICICLETA (antología poética) publicado por Nuño Editorial en 2007 y de Poetas en el Camino (2008), de la antología Femigrama, Poesía con Voz de Mujer, y Aires de Andalucía de Editorial Algorfa 2018.

En 2013 publica su primera novela, ‘A ciegas en Manhattan’ de carácter autobiográfico.

Galardonada con uno de los premios Tiflos de Poesía 1995.

En Matronalia bullen las emociones y sentimientos, desprende una luz de plenitud, irradia como un sol ternura, amor y cariño. Muestra una mirada maternal al mundo, denunciando nuestra locura y el horror por las injusticias sociales y catástrofes, que podrían ser evitables. Supone, por igual, un canto a la mujer, a la fertilidad y lo femenino, un homenaje a las madres.

Su título procede de una fiesta romana que se celebraba en honor de Juno Lucina, la diosa del parto, de la maternidad y de las mujeres en general.

En la contraportada de este libro se indica: «Dar a luz y criar, ser madre y redescubrirse como mujer. Matronalia habla sobre la maternidad, la de la periodista y presentadora invidente Nuria del Saz. Lo hace desde el corazón y las entrañas, pero también desde la reflexión y la consciencia de quien ha sido madre por elección. Nuria comparte lo más íntimo con este libro, invitando a hombres y mujeres a ver más allá de lo evidente, a sentir y empaparse de una vivencia que es tan humana como animal, tan física como espiritual, la maternidad».

En su prólogo o Carta de la autora nos dice que el 27 de octubre de 2007 empezó todo. Se abría una nueva experiencia en la que descubriría otras facetas de ella misma y se situaría en el mundo y en su vida de otro modo, con otra mirada. El nacimiento de su hija supuso un antes y un después. Define el amor maternal como animal, físico, atávico, eléctrico, energético, emocional, espiritual.

Con este primordial y nuevo acontecimiento empieza a conocerse a sí misma en una nueva faceta y desea expresar todo lo que vivía y cómo lo vivía, que fuese su voz, palabras que nacen de su propio aprendizaje sobre la maternidad. Es cierto que nos suele llegar una imagen idealizada de la maternidad, aunque cada vez menos, pues fíjense en la película Cinco deditos. La suya supuso un deseo y voluntad cumplidos.

Otra película relacionada con el tema, actualmente en cartelera y que os aconsejo ver,» The quiet girl», subraya la importancia del amor y los cuidados en la infancia; pone de manifiesto cómo el abandono afecta al desarrollo y a la personalidad de cualquier pequeñín. No es, desde luego, un tema baladí y creo que nos afecta a todos, de un modo u otro.

En un lenguaje cercano y con un estilo directo, vibrante, dando más importancia al significado que a su forma- aunque esta sea cuidada- y en verso libre, empieza a relatar qué es eso de ser madre, «Solo yo hablo en mi nombre», para referir «un amor que desborda».

Estructura el poemario en tres partes. Carne de mi carne transmite su experiencia personal y el sentir de sus hijas, es la parte más amplia. El mar, el agua, las orillas o las olas son elementos naturales muy presentes para representar el parto en su poema Fuerza vital. Los sentidos se despiertan: el aroma de la piel de la bebé, su tacto, su calor. La intimidad que se establece entre la recién nacida y su madre, el abrazo, esa especial comunicación entre ambas que se va creando. Estampas de la vida cotidiana donde el amor, la protección y el cuidado, un paraíso familiar. Felicidad, sentido, salvación, cálido refugio, entrega. Destaco un poema cuyo tono difiere del resto por el uso de la ironía, Alta Tecnología Materna (ATM), en el que alude a la gran capacidad que se adquiere para oír el llanto, calmar, cantar nana, comprender el balbuceo y todo lo necesario de la crianza, desconectándose al momento en un merecido sueño cuando la ocasión lo permite.

Cicatrices en el alma son poemas inspirados en las terribles noticias de las que tiene que informar y cuyas víctimas son los niños, poemas que denuncian el horror: niños que mueren por desnutrición en hospitales del Chad, el parto que fue posible de una madre recién fallecida en accidente de tráfico y cuyo bebé murió poco después, la infancia esclavizada en las minas de Uganda, la historia de la niña yemení de once años que huye para que no la casen, los niños que mueren de hambre en el Sudán o los menores que fallecieron en accidente de autobús al regresar de un partido de fútbol. Enormemente conmovedores, agitan sus versos la conciencia.

Su última parte, Diosas madres, supone una alabanza a la maternidad y a lo femenino, que identifica con la tierra, la luna, las diosas Mawu , diosa creadora, y Yemayá, madre de todos los seres vivos y reina del amor, diosas madres que dan y conservan la vida y aboga por volver a una vida de amor, una vida sabia y esencial.

LA VENTANA DE LA TRISTEZA

Me asomo a la ventana

y veo

las cien guerras permanentes del mundo,

la atmósfera gris de las ciudades intoxicadas,

las tiendas atestadas de productos que caducan,

el hambre de consumo,

el consumo voraz,

la mentira de algunas sonrisas,

los mares sembrados de esqueletos náuticos

y los campos desiertos de espigas…

Me giro

y te veo

con tus zapatos llenos de vida,

las manos tendidas al futuro sin miedo,

siendo emoción en estado puro,

confiada en tu presente tranquilo,

feliz por ser y estar.

Y mis cielos se nublan

de repente

y el corazón se me contrae

con un espasmo,

con esa tristeza lacerante

que parte el alma en dos

o en mil.

¿Hasta cuándo podré evitar

que tú también te asomes a esa ventana?

Fue un placer acompañar a Nuria y una tarde deliciosa.

14 de febrero: encuentro con Jesús Beades y su poemario «Orden de alejamiento»

Como cada mes en este V ciclo de encuentros «El poeta y su voz», podremos charlar con un poeta, y en esta ocasión será Jesús Beades y su último poemario, «Orden de alejamiento», publicado por Visor, al lograr el áccesit en el XXXII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma. Será el 14 de febrero a las 20 horas en Casa del Libro Viapol, Av. de Diego Martínez Barrio 4, Sevilla. La participación es libre y gratuita, hasta completar aforo. Normalmente es a las 19 horas, pero por circunstancias sobrevenidas lo hemos tenido que atrasar a las 20 horas.

Jesús Beades (Sevilla, 1978) es poeta, músico, traductor y maestro. También colabora como crítico literario en varios medios y es redactor en la revista Númenor -revista que surgió en el colegio Altair-. Ha publicado los libros Tierra firme (2000), Centinelas (2003), La ciudad dormida (2005), Tibidabo 10 (2018) y su antología Resumiendo (2021). Entre sus traducciones destacan los poemas de Chesterton en Canciones de La taberna errante (2020). Su casa virtual es https://jesusbeades.com/

La contraportada del libro nos indica lo siguiente: «Orden de alejamiento es el testimonio de una relación tóxica. Como si fuese un único poema fragmentado, sus versos comienzan por la primera ilusión que enciende el amor y enseguida dan paso a un territorio hostil de confusión, en el que cada movimiento es una nueva caída inevitable. Así, sin dar un momento de tregua, estas páginas avanzan sobre un filo cortante donde la luz y la oscuridad se unen y separan, adentrándose en el trauma, la desesperación, la nostalgia de un pasado mejor -que acaso nunca haya existido- y el deseo de olvido. Este libro, visceral y lírico, irónico y valiente, enseña el abismo que todo amor oculta y en el que siempre se puede caer.»

Poemario intimista y confesional, en él se retrata con un lenguaje coloquial, tono conversacional y escenas cotidianas -solo necesita unas breves pinceladas, bañadas de realismo, para transmitirnos la historia y su sentir- la ruptura de una relación de pareja. La historia nos puede recordar las obras teatrales ¿Quién teme a Virginia Woolf? o Danza Macabra, en cuanto al reflejo del deterioro de un matrimonio. Poemas de gran visualidad, un rasgo de la escritura de Gil de Biedma, como si el lector estuviera viendo diferentes fotogramas. Parece una poesía heredera de la estética de nuestro gran poeta catalán, quien influyó, junto a otros de su generación, como Ángel González, en los llamados poetas de la experiencia; aunque introduce Jesús rasgos innovadores que aportan modernidad, como es la ausencia de signos de puntuación y otro uso del lenguaje.

Lo íntimo, lo subjetivo, puede convertirse en político. La poesía objetiviza una experiencia y la reflexiona o analiza, nos la hace revivir. Estas eran algunas cuestiones inherentes a la poética de Gil de Biedma. Y en este libro, Jesús Beades nos hace revivir las emociones de su duelo con versos intensos y afilados: el desengaño, el dolor, la tristeza, la nostalgia, la incertidumbre de futuro y el apego a un amor que fue luz y vida y pasión para convertirse en desdicha y dolor y odio. En sus páginas se pasa por todos estos sentimientos , hay un proceso de transformación, pues se inicia con el sufrimiento y el enorme esfuerzo para olvidar y se llega a la aceptación, al deseo de vivir en paz y estar bien, a bendecir aquel amor que le ha arrastrado a los infiernos, a bendecir todos los amores. Decía Eliot que el poema debía convertirse en la emoción misma, y Jesús lo logra y con fuerza nos lo transmite. En esta evolución la fe le ayuda, como dice expresamente en su poema Cruz.

En cuanto al ritmo, cuestión importante en poesía, está en consonancia con su emoción, una agitación, nerviosismo o agobio, todo el poema es un bloque de versos continuos sin signos de puntuación, un flujo de conciencia o monólogo, en versos blancos; o bien, una conversación con un tú, quien fue su pareja. Se canta, se canta el derribo de una relación y cómo se lleva.

El lenguaje usado también aporta modernidad, nada de retóricas vacías, en un estilo sobrio y preciso, de una gran naturalidad para tratar nuestro dolor. Una voz que nos habla desde su intimidad para retratarnos a todos, pues como decía Antonio Machado: «…porque en amor locura es lo sensato».

No obstante, profundizaremos más el martes 14 de febrero, solo dejaros algunos poemas:

Ciclo «El poeta y su voz»: Carmen Ramos y su poemario «Realidades efímeras». 17 de enero a las 19 horas.

En nuestro ciclo de encuentros «El poeta y su voz», estará con nosotros el próximo martes 17 de enero la escritora Carmen Ramos para hablarnos de su trayectoria, de poesía, profundizaremos en su libro «Realidades efímeras» , de sus proyectos… Será a las 19 horas en la librería Casa del Libro de Viapol, Av. de Diego Martínez Barrio 4, Sevilla. Nos alegrará veros en esta interesante charla.

Carmen Ramos (Gibraleón, Huelva, 1968). Economista de profesión. La plaquette Mudanza Interior (Ediciones en Huida, 2010) fue su primera publicación en solitario a la que han seguido los poemarios Poliédrica (Ediciones en Huida, 2011), Las estrellas han hallado otra forma de morir (Guadalturia Ediciones, 2013), Pequeño Tratado de Etología (Lastura Ediciones, 2016), la colección de haikus Utsugi to wasabi (Las hojas del baobab, 2017), Cuaderno de Laboratorio (El Libro Feroz, 2020) y el libro de microrrelatos Más de veinte maneras de lavarse las manos (Lastura Ediciones, 2018). Desde 2015 coordina el proyecto «Completamente viernes» con el que ha organizado talleres literarios, encuentros con autores y acciones poéticas, entre otras actividades. Actualmente tiene una columna mensual en el diario Huelva Ya llamada «Cerca de la Lettera», donde escribe sobre literatura, mujeres y editoriales independiente y es la responsable de la newsletter de poesía ¡Por fin es viernes!

En la página web de la editorial encontramos este resumen: «Toda palabra poética contiene en sí misma algo de rebeldía. Un lector atento podrá desvelar siempre un indicio, la explosión de un grito que en la metáfora se contiene y se amaga. En Las realidades efímeras, Carmen Ramos lanza sobre el mundo un llanto desgarrado en forma de poema que presenta una galería de imágenes en las que consternación y sensibilidad, espanto y esperanza, injusticia y empatía son conceptos que, lejos de contradecirse, se completan. La poeta nos quiere contar una historia, su propia historia, pero también la de todas las cosas que conforman una realidad que se nos ha hecho amarga y enferma. En definitiva, la palabra de Carmen Ramos nos hace a todos cómplices y, a la vez, merecedores de ese aullido que nos redima.»

No os dejará indiferente la lectura de «Realidades efímeras» , un libro que conmueve y sacude ( tal como exigía Emily Dickinson a la poesía). En él nos retrata realidades difíciles, duras, dolorosas, crueles, donde la desgracia y la fragilidad humana y el miedo se hacen patentes; pero también la resistencia, el valor de la experiencia. Abarca una multiplicidad de temas: crítica social, la condición humana, lo animal en nosotros , la identidad, el tema del género ( el papel de la mujer en la sociedad), la escritura, el decir y usar la voz… En poemas breves, intensos, sugerentes, rotundos, trágicos a veces . Y todo con el uso de un lenguaje coloquial, cercano, la precisión de sus imágenes o el énfasis de las enumeraciones.

Estructurado en cuatro partes: La ciudad santa, La huella de la serpiente, La tentación de la tristeza y Alguien debería contar esta historia. De manera simbólica nos relata sucesos de un verano. El verano suele representar esplendor y alegría, aunque en este caso no es así, o al menos, no solo, pues conlleva dolor y sufrimiento, y ahí esta el recurso del contraste. Nos muestra un verano contrario a una estación paradisíaca y vacacional. Y no solo como un tiempo de crisis personal, sino también social. Y no solo personal, pues parece contar la historia de todos/as. No la historia, más bien las emociones de todos, ya que viene a expresarnos el sentir.

Como hilo que enlaza cada una de sus partes, como puerta de entrada a cada sección, encontramos un poema sobre el verano referente a noticias de actualidad, con los que parece integrar una historia personal dentro de la historia del mundo: El verano de los niños, El verano de Ronald McDonald, el verano de Nik Wallenda, el verano de Lau Wan, poemas que contienen una denuncia.

En su primera parte nos describe la ciudad como una cárcel, el papel que se le otorga a la mujer, un exterior hostil y grotesco, rodeada de soledad, vacío, muerte, frustración, incendio. Y a su pesar, Pero avanzaremos/ por calles levemente iluminadas…

En La huella de la serpiente nos retrata el dolor, el sufrimiento y el daño y la huella de una serpiente en la arena representa el miedo, lo amenazante que provoca miedo. Aquí el sujeto poético traspasa la noche, lo que la noche simboliza de oscuridad, y despierta.

La tentación de la tristeza muestra un ejemplo de resistencia, de mantenerse porque No duele la herida en la piel, duele la ausencia de herida. Aquí la grieta, la sima, no encontrar salida, la ceguera, la tentación de la tristeza, pero también la astucia.

Nos encontramos con el tema de la identidad, lo animal que puede haber en nosotros, del posible desdoblamiento de quien escribe, la reflexión de para qué la escritura, la extrañeza del vivir, de todo naufragio que se desea contar.

Os dejo como siempre con algunos poemas:

EL VERANO DE LOS NIÑOS

Todo esto sucedió

el verano de los niños,

el verano de los niños en la playa,

el verano de los niños que comían arena en la playa,

el verano de los niños muertos que comían arena en la playa.

Me he cosido los ojos.

Ahora hay un pespunte entre mis párpados.

He aprendido que es exactamente así como se inventan los límites.

Beber en los charcos.

Conformarnos

con los espejos

mínimos y volátiles

La tentación de la tristeza

está siempre ahí:

un melocotón maduro

que puedes apretar hasta que

todo el verano quede

hecho agua.

La tentación de la tristeza

está siempre ahí:

solo tienes que alcanzar la mano.

Encuentro con Gregorio Dávila de Tena y su poemario «Un hombre que no conoce Nueva York»: 15 de noviembre a las 19.00 horas.

Nos quedaron temas pendientes en la anterior presentación de este poemario, Un hombre que no conoce Nueva York, y nos viene muy bien volver a reunirnos el próximo martes 15 de noviembre a las 19.00 horas en la Casa del Libro de Viapol . Entrada libre.

Quienes conocemos a Gregorio Dávila de Tena sabemos de su excelente trayectoria literaria, avalada por los premios concedidos: Alma de renacuajo, Premio de Poesía García de la Huerta 2017; Hebra de luzEjercicios sobre el Cántico, Premio de Poesía Pepa Cantarero 2018; Diputación de Jaén; Madre del agua. Por las huellas del Tao, XXII Premio de Poesía Eladio Cabañero 2019; Un temblor en las encinas. Biografía de una mirada, premiado en el I Memorial Ana del Valle, poesía, 2021;  y con Un hombre que no conoce Nueva York ha obtenido el VIII Premio de Poesía Juana Castro.

Acta del Jurado (09/11/2021) respecto de este poemario:
El jurado ha destacado que el poemario “entrelaza lo conocido con el salto al más allá, y hace poesía y música de la naturaleza como de la propia biografía”. En el acta queda reflejado que la obra ganadora “evoca desde lo uno lo diverso y desde el yo la tradición poética universal, en una particular ensoñación que de la imagen de Nueva York nos transmitieron maestras y maestros. Poetas que van desde Federico García Lorca, José Hierro o Juan Ramón Jiménez hasta Neruda, Gamoneda, Li Po, Gloria Fuertes, Alejandra Pizarnik o la cantante Chavela Vargas. Es una creación hecha vida y recuerdo a la vez que poesía, carne y palabra”.

Juana Castro en la entrega del Premio (20/05/2022):
«El libro se compone de poemas extensos, tendidos, para rememorar una ciudad, Nueva York, sin haberla visitado. Un hombre que no conoce Nueva York es el sujeto poemático que escribe a la vez desde el yo y desde la tradición poética […] La evocación de Li Po, el gran poeta chino del siglo VIII, viene a ensanchar la herencia poética recibida, a la que podemos emular para cantar o acercarnos a esa mítica Nueva York.
Poesía torrencial, musical, de un autor que desde su madurez no deja de escribir ni de recibir premios […] Sorprende por su amplio conocimiento de la mejor poesía en lengua española citando o rememorando a poetas como el cordobés José Manuel Martín Portales, Julia Otxoa o Chantal Maillard, que son devociones que yo comparto. Sólo así, yendo a las mejores fuentes y trabajando se puede conseguir lo que el jurado dijo del libro de Gregorio Dávila: ‘es una creación hecha vida y recuerdo a la vez que poesía, carne y palabra’”.

Sara Castelar en el Prólogo:
«Un hombre que no conoce Nueva York es la forma poética en que Gregorio Dávila construye su ámbito para la identidad en un entorno que se mezcla entre la memoria, el mito, la urbanidad y el tiempo. Estamos frente a un libro escrito bajo la influencia de grandes textos que se hicieron eternos y que versan sobre una ciudad que representa todos los extremos emocionales posibles y que con el tiempo se ha convertido para la poesía y la literatura en un referente ineludible […]
El esfuerzo de honestidad que el poeta desarrolla es brutal, existe una necesidad de comunicación que rebase las fronteras de lo conocido y crear nuevos contextos en los que la amplitud del pensamiento poético tenga cabida, para ello recorre el laberinto de su propia obra, de su propia vida, y le da una vuelta de tuerca […]
Un hombre que no conoce Nueva York es un poemario en donde sucede lo bello y lo terrible, como diría Rilke, extremos necesarios para comprender la elección del contexto en el que Gregorio Dávila lo ubica, creando una conexión ciudad-naturaleza que propicia para la creación un espacio de redención».

Un hombre que no conoce Nueva York se inicia con tres citas, correspondientes a tres poemarios emblemáticos: Poeta en nueva York, de Federico García Lorca, Cuaderno de Nueva York, de José Hierro y Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez. Sus ecos atraviesan los poemas, sobre todo percibimos la estela de José Hierro, sin dejar de ser este libro genuino y personal. Los lectores podrán apreciar grandes cambios en él, tanto de forma como de contenido, que ya comentaremos en el encuentro. Como dice Sara Castelar en su prólogo, en este libro sucede lo bello y lo terrible; lo cual supone un giro en los temas propios del autor, por lo general contenido y luminoso. No obstante, aquí podemos percibir la herida, el dolor, la crisis de toda existencia, el desaliento, aunque prevalezca la luz al pesimismo. Encontramos diferentes planos: la vivencia personal; la dimensión existencial, la búsqueda de sentido por un individuo, y más cuando sufre; un plano metaliterario, como el conocimiento que adquirimos por la lectura -se viaja de los versos de otros autores a las vivencias del propio autor-, el lenguaje, la escritura y la poesía como fuente de conocimiento y de consuelo, «amado sea el lenguaje que nos consuela», la identidad de quien escribe y la condición de extranjero o sensación de extrañeza del escritor. No se desatiende tampoco lo colectivo y social, también presentes. Saber estar en el mundo, el amor, el dolor, el pasado, la memoria, la escritura, la pandemia o el paso del tiempo son algunos de los temas tratados . Entablaremos un diálogo con Gregorio, que seguro resultará interesante.

EL PADRE DE LA NIEBLA

Nos estiramos como los cedros del Líbano

amanecemos con la energía del búfalo

para cepillar las crines a los caballos

y bendecir las ubres de las cabras.

Quizás algún animal cultive el poema.

Una mujer se marcha de la aldea

la vecina que amaba la lluvia-

y el cántaro se llena de orfandad

la fuente de abandono.

Recuerdo a Faria,

hay un hombre que se aparta del mundo

-no lo notan en el camino-

un hombre que duerme en la piedra

donde chirrían las cigarras,

un hombre que parte el pan al anochecer

y lo reconocen.

Me siento en el claro de nuestro bosque.

He llegado hasta el margen de mi piel

donde termina y empieza el mundo.

Hay un animal en mí, una mujer y un hombre

y todo se funde hacia dentro.

Aprendo la dirección en el vuelo de los pájaros.

Acaricio las letras como un niño que aprende a leer.

Quiero distinguir el

sentido.

Recuerdas a tu padre ahora que ya no está.

Tu padre que te llevaba de la mano

al parque y al bar de la Codorniz.

Su mano grande y segura, su paso firme

y decidido.

Mi padre saludaba amablemente a todos.

Su cordialidad se expandía

como los rayos de la aurora, mi padre sol.

Él me llevaba en la furgoneta al pueblo vecino

-no más de diez kilómetros-

y aquello me parecía una eternidad de gozo

(¿Por qué lloras, de alegría o de nostalgia?)

Al atardecer ella regaba los tulipanes

y el limonero con música de Aute

(que el pensamiento no puede tomar asiento).

Yo leía a Rojas

(Oh voz, única voz) y tomaba nota de algún verso.

Asomaba la media luna por el cielo

y los vencejos trinaban parábolas.

No estaba lejos la felicidad , no,

relucía en las tejas

y en las gotas de agua regadas.

Recuperas al animal

y a la lluvia y al camino y al bosque

la mujer y el agua que se derrama,

todo se funde en el adentro

y mi padre regresa de la niebla.

TEMBLOR

No busco tener una lengua propia 

sino el balbuceo callado del arroyo 

el lamento del aire por las grutas de Duino 

o el eco de un oboe donde muere la noche.

Que en mi verso resuene el temblor de un naranjo 

al nevar en la acera, la llovizna en la tumba 

                             donde se hizo mármol 

                             mi padre 

o el clamor olvidado de las lágrimas.

Quizás el susurro de Yepes. ¿No oyes 

las ondas del guijarro en la fuente de plata? 

¿La brisa en la cabeza desnuda de Li Po 

o el pájaro en la jaula de Pizarnik?

No busco una lengua propia, busco el vacío en el cántaro 

y el eco de Valente, el agua estremecida por el Tíbet 

o el silencio 

en la piedra.

Busco un temblor de alegría en mis manos 

el temblor 

y la voz de los cerezos.

MANDARINAS

«También es amor

este pañuelo sucio de las lágrimas»

JOSÉ MANUEL MARTÍN PORTALES

Y también es amor

este perro sin dueño que olfatea tus huellas

loa zarpazos del gato a las moscas del huerto

tu madre que relee los poemas que escribes

(y que no entiende).

Es amor, sí, la golondrina

que crea su nido del barro

la pareja de yonquis en el umbral del río

el mendigo ilustrado escuchando la noche

la canción que susurra la abuela con Alzheimer.

Y también es amor

el olor de las mandarinas en tus manos

que ofreces de merienda cada tarde

quien lo probó lo sabe.

V CICLO «EL POETA Y SU VOZ». ENCUENTRO CON AUTORES 2022/ 2023

Reanudamos , como cada año, nuestro ciclo de encuentros con poetas. En esta ocasión, como podéis comprobar, serán los martes, todas las sesiones empiezan a las 19 horas, en Casa del Libro Viapol, Av. de Diego Martínez Barrio 4, Sevilla. La participación es libre y gratuita, hasta completar aforo.

Estos actos están insertos dentro del Club de Lectura de poesía, así que si podéis leer el libro, mejor, pues tenéis la oportunidad de entablar un diálogo con el autor sobre poesía , su trayectoria y el poemario seleccionado. Creo que tenemos un buen elenco de escritores. Y empezamos con un autor sevillano de lujo que reside fuera y se nos presenta esta ocasión para conocerlo y escucharlo personalmente, ya aseguro de antemano que disfrutaremos, y mucho:

Martes 25 de octubre, Alejandro Duque Amusco, «Un único corazón», Pre-Textos.

Martes 15 de noviembre , Gregorio Dávila de Tena, «Un hombre que no conoce Nueva York», Renacimiento.

Martes 13 de diciembre, Carlos Torrero, «El mudo de Fisher Town», Macklein y Parker.

Martes 17 de enero, Carmen Ramos, «Las realidades efímeras», Macklein y Parker.

Martes 14 de febrero , Jesús Beades, «Orden de alejamiento»,  Accésit al Gil de Biedma.

Martes 14 de marzo, Nuria del Saz, «Matronalia», Edificiones Alfar.

Martes 18 de abril, Anabel Caride «Los días inabarcables», Anantes editorial.

Martes 9 de Mayo, Curtis Bauer, «Selfie americano», Vaso Roto.

Martes 6 de junio, Esther Garboni, “A mano alzada”, Libros de la herida.

Muchas gracias a todos estos autores que han aceptado compartir tiempo y poesía con nosotros. Gracias.

Miércoles 8 de junio a las 19 horas: Encuentro con Isabel Martín Salinas y su poemario «Me remito a las sombras»

Esta temporada terminamos el ciclo de encuentro con autores, «El poeta y su voz», con la escritora y cantautora Isabel Martín Salinas, quien nos deleitará con canciones de su último poemario, publicado en Torremozas, «Me remito a las sombras»; y será el miércoles 8 de junio a las 19.00 horas en la librería Casa del Libro Viapol, Avda. Diego Martínez Barrio 4, Sevilla. Ya sabéis que el aforo es libre.

Isabel Martín Salinas. Dramaturga, novelista, ensayista, poeta y cantautora. Con numerosas obras publicadas y estrenadas, ha sido finalista para el Premio Andalucía de la crítica 2012 en la modalidad de Teatro. En 2019 ha sido galardonada con el Escudo de oro de la Unión Nacional de Escritores de España.

Publicaciones dramáticas

Río abajo (2000); El pozo. La noche de Diógenes. ¡Menos cuento (2007); Collar de cerezas (2007); Rita (2009); El hoyo 18. Un soplo de viento (2011); Hispania, Hispania. Segundas partes. Verano del membrillo (2012);Un canal en Youtube, (2017); La hija (2018); Mediterráneo (2019);  Mísero polvo (2020); Monerías (2021); Odio (2021).

Publicaciones en otros géneros

Sombra mía, narrativa (2009); A ráfagas tu nombre, libro de poemas (2014); Para siempre conmigo, disco E.P. (2015); El Maestro, libreto para ópera (2017); Giuseppe Impastato. Memoria de un hombre bueno, biografía (2019). Me remito a las sombras, libro de poemas (2020).

Os dejo la reseña que publiqué de este extraordinario poemario en Culturamas:

«Me remito a las sombras refleja el trayecto que cualquiera de nosotros recorre -ha recorrido, o puede recorrer- por los paisajes del amor y el desamor. A veces habitamos un verde y frondoso bosque, lleno de algarabía, ilusión, pasión, bajo un cielo impecable; otras, en cambio, cruzamos penosamente un terreno agraz, duro, violento, que nos agrieta y cuyo roce raspa por dentro y del que huimos como podemos para caer en el árido y desértico páramo que, al principio, puede parecer la soledad, otro de los temas en el libro tratado.

Se produce un cambio en este viaje existencial que nos traza una transformación en el sentir y en su pensar. En un inicio se sobrelleva la soledad con la esperanza y el anhelo de encontrar en la próxima historia el gran amor. Desvela nuestra constante búsqueda de la plenitud amorosa, como ideal o sueño a lograr, cómo puede elevarnos y a su vez hundirnos. Un difícil y escarpado recorrido por el fervor y la muerte, la soledad esperanzada , los amores imposibles, los sucesivos desengaños …hasta llegar a una misma, a nuestra propia casa, en sosiego y armonía. 

Nos retrata también el paso del tiempo y la mirada que una tiene hacia el pasado y cómo ese transcurso provoca un cambio en la perspectiva.

La autora en estos poemas logra transmitirnos el ímpetu y la fuerza de los sentimientos: la aguda punzada de dolor cuando nos hallamos frente al desengaño y el desencanto de aquella relación que fue nuestra pasión, ahora ajada; el entusiasmo y la alegría cerúlea que cintilan por encontrarse con el amado; la soledad y el abandono; el refugio fugaz y momentáneo en relaciones breves, en las callejuelas de los gatos.

Poemas intimistas y confesionales, breves e intensos en los que habla una primera persona del singular o se dirigen, la mayoría de las veces, a un , el amado. Versos blancos, en los que destaca la musicalidad y la belleza de su lenguaje lírico, sus imágenes certeras como flechas al corazón, una poesía llena de visualidad y plasticidad, con un estilo depurado, que podríamos comparar con la llamada poesía del silencio y nos puede recordar a Ada Salas, por ejemplo.

En resumen, refieren los temas del amor, desamor, la soledad y la elegía por lo perdido en el paso del tiempo. Estructurado en cuatro partes, cada uno se simboliza en un elemento: 1. De hiel, 2. De peces. 3. De gatos y la última parte da nombre al libro, Me remito a las sombras. 

En su primera parte refleja la pasión, el volcán, el magma y la lava, «llueve pájaros muertos sobre las rosas», la aspereza y amargura de una pareja que llega a odiarse, su feroz lucha, una pareja semejante a la que retrata  ¿Quién teme a Virginia Wolf?, o la también obra de teatro Danza Macabra: «el barro somos de violento magma». Y ellos, ella, una sombra de lo que fue.

De peces, en cambio, es la ilusión, el propio deseo de amar y ser amado: «vengo amándote, amor, siglo tras siglo«. Su tono se vuelve dulce y romántico. Aspira aun amor que sea refugio y vuelo. Y parece que lo descubre. Los poemas, más sensuales, transmiten la alegría de vivir, la resurrección primaveral, igual que el mito de Perséfone, pero ese pálpito azul parece imposible y tendrá que asumir su final, que se quedará solo en recuerdo, cada vez más lejano. Hades vuelve a ganar la partida, pues los intentos de vivir esa aspiración se malogran, y aunque prefiera interrumpir la relación en ese punto álgido pensando que el tiempo desdibujará su memoria, no por ello pasa de largo el dolor o deja de visitar los surcos de la tristeza, el querer morirse de silencio, así sus versos: «En la copa vacía / queda solo la hiel, / lo que deja el amor cuando se ha ido».

En este estado de melancolía y desánimo, perseguida por los días grises, es cortejada por los gatos, símbolo de amores fugaces y banales, de frialdad y desapego. La noche frugal será un leve consuelo en el que desea quedarse por un tiempo, hasta que finalmente se cobija en la poesía, un regazo más tierno: «Son los únicos versos /- como gatos salvajes-/ que pueden remediarme/ de este fulgor de espinas». Llega a la convicción y propósito de encontrar la belleza y ser feliz: «…dejaré a mi sangre / abrevar en las flores«.

En su última parte, Me remito a las sombras, quiere dar por zanjado su pasado, cerrarlo con un candado y tirar la llave al mar, que todo se lo lleva, poder desenredarse, volver a encontrarse a sí misma y así reconocerse, «me hice toda de nuevo / con cristal de los días». Como parece que dijo Friedrich Nietzsche: “Lo que no te mata te hace más fuerte”.

Cansada de las falsas promesas, de mitos y sueños, prefiere la soledad, aunque suponga batallar con sus lobos y con el dolor, con la certeza de que la vida es rauda y pasamos por ella ciegos, y no es fácil enfrentarse al pasado ni aceptar que no es posible volver a la vida las vivencias, ni nuestro «mar de raíces, / arboleda de muertos»; a pesar de su llanto por lo perdido.

Tras este peregrinaje por la desventura, la ilusión, el desengaño, las estrellas y la muerte, inesperadamente, de nuevo, Perséfones vuelve a la tierra:

Es extraño, lo sé,
cuando justo ayer mismo
miraba al horizonte
y se lo habían llevado.
Quizás es que por fin
estoy volviendo a casa.

No es fácil, no crean, saber y sentir que uno mismo puede ser su propia Ítaca.

Un poemario que nos anima a seguir adelante, nos ofrece el conocimiento de quien ha reflexionado sobre sus vivencias, el saber vivir y disfrutar de la vida en soledad, si es el caso. Se remite a las sombras, a todo su pasado vivido, pero para proseguir tranquila su camino porque todavía hay horizonte.»

Y como es costumbre os dejo también algunos poemas:

Vengo amándote, amor, siglo tras siglo.

A través de mil vidas te procuro.

Siempre me miras y desapareces

y yo siempre me muero por tus ojos.

Te he querido ya tantas , tantas veces,

y en cuerpos tan distintos y fugaces

y con empeño tanto te persigo

que nazco de tu ausencia vulnerada.

Converge ya conmigo una existencia

y no me hagas morir continuamente

y volver a buscarte en nuevas vidas»

Gentil espejo sea

el agua si te acercas por el río

como barco que surca

recónditos paisajes,

distancias infinitas de nostalgia.

En el mar de raíces,

arboleda de muertos,

recuerdos míos gritáis bajo las sombras

saladas y no puedo

volveros a la vida.

Aunque soy de mármol,

ya no tengo frío:

debe de ser que estoy ausente.

Era invierno hace nada.

De hecho, no comprendo

este brotar de rosas

no siendo primavera.

Es extraño, lo sé,

cuando justo ayer mismo

miraba el horizonte

y se lo habían llevado.

Quizás es que por fin

estoy volviendo a casa.

Encuentro con autor: María Álvarez- Rosario y su poemario «Sensografias»

En nuestro ciclo de encuentros con poetas la próxima invitada será María Álvarez-Rosario y su poemario «Sensografías». Será el jueves 12 de mayo a las 19.00 horas en Casa del Libro de Viapol, Avda. Diego Martínez Barrio nº 4, Sevilla.

María Álvarez Rosario ha publicado los poemarios Física elemental (Torremozas, 2016), Mapa de la memoria, con el que obtuvo el Premio de poesía “Juana Castro” en 2018, en el 2019 obtuvo el Premio Internacional de Poesía de Ronda con Una habitación propia y en el 2020 publicó Sensografías (Torremozas)Su poema «Testamento Inacabado» obtuvo el primer premio en el XXV concurso de poesía  “Luz” del Ayuntamiento de Tarifa (2018) y participa en la antología Rojo-dolor. Antología de mujeres poetas en torno al dolor, de Renacimiento.

Como acostumbra la editorial Torremozas este libro está cuidadosamente editado, embellecido por las hermosas ilustraciones de Rafa Hermosilla, a quien pertenece también el dibujo de la cubierta.

Los poemas parecen haikus, predominando los de tres versos; aunque nuestro amigo Gregorio Dávila de Tena negaría su condición de haiku -al menos de haiku clásico-, en el que debe indicarse la estación del año , tener un cómputo silábico de 17 sílabas ( 5-7-5), no usar metáforas, no debe aparecer el propio sujeto en sus versos, entre otros requisitos. Pero sí poseen la capacidad de síntesis y sugerencia.

El haiku, como lo define el profesor Fernando Rodríguez Izquierdo en su libro El haiku japonés, es imagen o impacto de un momento sentido con profundidad, imagen hondamente sentida en un momento de iluminación, resultado ser una visión intuitiva de la realidad. Por su sentido trascendente, dicha imagen se eleva a símbolo. El haiku nacería de la sensación, no del intelecto.

Como en su brevedad debe aparecer la estación del año, el libro se ha estructurado por estaciones: Otoño, Invierno, Primavera y Verano. Y como viene siendo propio de la escritura de María, su poesía nos revela delicadeza, sosiego, contemplación ,emoción, logra la belleza con el lenguaje común que todos usamos. A estas alturas resulta difícil escribir poemas cercanos a los haikus, pero la autora agudiza la mirada y evita lugares comunes, luminoso su mirar siempre. Por supuesto, la naturaleza está muy presente, podemos considerar el libro como un homenaje al paisaje natural y al planeta: humedales, marismas, campos, laguna, mar, valle, árboles, flores, amaneceres, pájaros; y vislumbra a veces lo interior, la casa o el patio. La calma, la quietud y el silencio son estados recurrentes, un silencio en el que saber escuchar: Habitar el silencio/ escuchar los paisajes/ transparentes.

En Otoño prevalece esa serenidad mansa que calma la sed, el Otro o amado adquiere suma importancia (su voz es agua, sus ojos son la luz, su corazón aporta calma), hay ausencia y silencio:

«Busca incansable

mi corazón zahorí

su voz de agua.»

«Para mis ansias

su corazón sereno

estanque en calma»

En Invierno el paisaje es una playa desierta, el mar , y gorriones. Frente al frío, la escarcha, ante el azote del tiempo, apuesta por la alegría, la luz, la blancura. Encontramos cierto sentido sagrado ( las huellas en la arena son oraciones, en el silencio escucha el alma). El mar parece evocar en ocasiones lo efímero y lo eterno, el olvido, lo incierto.

«En el silencio

de la llanura inmensa

un árbol solo.

Solo.»

«Defender la Alegría

como hoguera en la nieve.»

En Primavera la belleza de la ciudad que resucita con sus naranjos, jacarandas, arrozales, la vida en el patio. Colorido, aves, amor, vuelo, alegría, resurrección.

«Ante mis ojos

vuelan a ras del agua

las golondrinas.»

» Las once y cuarto

un temblor de gorriones

recorre el patio.»

«El color del verano es amarillo» , nos dice. El sol imperando en lo alto en días vacacionales, donde el descanso, el reposo y la siesta. Aquí la claridad, luz, las gaviotas, el campo, estampas cotidianas y felices, el sol abrasador, la dulzura del aire, sentir todo lo que te rodea.

«Luz del amanecer,

vuelo de gaviotas

sobre las olas blancas.»

«Nos aguarda

el sabor del verano

en las cerezas.»

«Sentir

en el pecho del pájaro

mis latidos.»

Una delicia este poemario que te hace sentir cada estación con una delicada y dulce serenidad y armonía, como una bendición de la vida. Seguro que lo disfrutaréis. Os esperamos el 12 de mayo , profundizaremos más y mejor en estos versos.

«La pared del caracol» el 20 de abril en Viapol

En este mes primaveral seré yo quien acuda al ciclo «El poeta y su voz» para hablar de poesía y de mi último poemario publicado, «La pared del caracol». Mi agradecimiento a la Casa del Libro y a Rafael García, quien moderará y dirigirá el encuentro, por su invitación y ofrecimiento. Llevamos colaborando juntos desde el año 2011, se dice pronto.

Con Rafael García Organvídez

Mi agradecimiento a Rafael por su brillante presentación, a mi amigo Gregorio Dávila de Tena por estas fotografías y a quienes se acercaron para acompañarme en la tarde de ayer, por toda su atención. Gracias.

Ciclo «El poeta y su voz»: Encuentro con Braulio Ortiz Poole el 15 de marzo a las 19h.

Tenemos la suerte de contar con la presencia de Braulio Ortiz Poole en nuestro ciclo » El poeta y su voz», martes 15 de marzo a las 19.00 horas, en Casa del Libro de Viapol, Avda. de Diego Martínez Barrio nº 4, Sevilla. Muy agradecida de que aceptara la invitación. El aforo es libre y también puede transmitirse por Meet.

Braulio Ortiz Poole es un periodista cultural y poeta nacido en Sevilla en 1974. Escribe para el Diario de Sevilla y los periódicos del Grupo Joly. Su debut literario, Francis Bacon se hace un río salvaje, ganó el Premio Andalucía Joven de Narrativa, y a esa publicación siguieron obras como la novela La fórmula Miralbes (Caballo de Troya, 2016), biografías bastardas ( Rd Editories, 2005) o los libros de poesía Defensa del pirómano (E.H. Ediciones, 2007), Hombre sin descendencia (Fundacion Jose Manuel Lara, 2011), Cuarentena (La Bella Varsovia, 2015) o Gente que busca su bandera (Maclein y Parker, 2020). También hacer constar la biografía Manuel Laffon, el hombre y el médico ( Diputación Provincial de Sevilla, 2010). Sus historias han sido seleccionadas para antologías como ‘Mutantes. Narrativa española de última generación’ y ‘Pequeñas resistencias 5. Antología del nuevo cuento español (2001-2010).

El prólogo es del también poeta Alejandro Simón Portal. En él hace un recorrido por la trayectoria poética del autor, destacando de este libro su cuestionamiento de lo (indebidamente) establecido, cómo da voz a los disidentes, su diálogo con historias ajenas y universales, su carácter celebratorio de la vida, a la vez que su conciencia política y compromiso ético. Define el poemario como un tratado de amor al género humano, entendiendo el amor como consuelo y resistencia.

En la página de la editorial Macklein y Parker se indica: «Bandera como símbolo de lucha, de pertenencia, de propósito. Bandera como símbolo de la necesidad de compartir una revolución que comienza en lo íntimo pero va más allá del individuo, más allá incluso del colectivo, que lo atraviesa todo con colores, en ocasiones, no visibles a los ojos, tal vez solo visibles a los corazones. En Gente que busca su bandera el periodista, escritor y, por encima de todo, poeta, Braulio Ortiz Poole rinde un cálido homenaje a todas esas personas que, en algún momento de su vida, convirtieron su causa en bandera. Un catálogo de hombres y mujeres que no quisieron acatar las consignas y abrieron su propio camino. Desde Leonard Matlovich, el primer militar de Estados Unidos que reconoció su homosexualidad, hasta el pintor Thomas Eakins, expulsado de la Academia de Bellas Artes de Pensilvania por mostrar en una clase un desnudo masculino a un grupo de alumnas; desde la actriz Frances Farmer, que pagó caro su intento de ser una mujer libre, al jugador de ajedrez Viktor Korchnói, disidente y desertor, la obra retrata a rebeldes e inadaptados que se salieron de la norma y que fueron duramente juzgados por su tiempo. Escribe sus historias, / di sus nombres, apunta el autor en unos versos. Aunque los señalen / también ellos / están haciendo patria. «

Braulio da un giro en su poesía, por lo general autobiográfica, para abrirse a lo plural y colectivo, como le ocurrió a Antonio Machado. Y logra con una sorprendente intensidad meterse en la piel de sus personajes reales para mostrarlos con ternura. Es la suya una voz que se desdobla -usa el recurso del desdoblamiento- y se dirige constante a un «tú», que es el otro, la víctima, el proscrito o divergente.

Cuando se refiere al verdugo, al cazador, quien señala al otro, al intolerante -por ejemplo en Canadá- lo hace en tono interrogativo, preguntándose cómo es posible tal actitud.

El propio autor en una entrevista manifiesta que prevaleció «el impulso de encontrar a los conciudadanos en los extranjeros, la verdad en los locos y la fe en la herejía. Los que no figuran en el discurso oficial, los disidentes, también contribuyen a levantar el país.» No me digan que no es para zambullirse de cabeza en sus páginas.

El libro muestra cómo todos los derechos y libertades -y justicia, pues es cuestión de justicia- han sido logrados gracias a la lucha y el sacrificio (incluso con la propia vida) de quienes abrieron el camino con coraje. Una larga batalla que todavía hoy continúa en muchos lugares, y en estos lugares, para nuestro pesar. Retrata el precio que paga el «Otro», a quien miran como diferente o extraño y marginan; el precio del rebelde por ir contra la norma.

Refleja como un espejo dos posturas: por un lado, la intolerancia y fanatismo, el Caín que el ser humano lleva dentro, los inquisidores que no admiten que se salga de la «norma», la rigidez sin corazón ni razón, o la simple banalidad del mal, que decía Hanna Arendt (una mujer también valiente por decir lo que realmente pensaba); por otro lado, el marginado, el valiente, quien no se ajusta al patrón común, el visionario que posee una mentalidad más avanzada a la de su tiempo. La pintura negra de Goya, duelo a garrotazos, simboliza esta dualidad, Caín y Abel, refiriéndose igualmente a la historia de nuestro país. A este respecto, para esta patria que somos todos, propone la actitud y el pensar de Clara Campoamor: «materia que edifique y no destruya. / Una casa para vivir en el futuro. / Una casa para la templanza,» nos dirá en su poema Una casa para la templanza. También alude a esta apertura el verso de Vicente Aleixandre: Para todos escribo, en el poema 1977. Vicente Aleixandre recibe una respuesta, en el que reflexiona sobre la condición de la poesía como un lugar de encuentro con el otro , entablando un diálogo con los versos que cita de nuestro premio Nobel.

Evoca en el libro un modo de sentir y de vivir, apuesta por la libertad y la pasión; un interrogarse sobre la identidad y la actitud que adoptar ante el mundo, aunque se sitúe más en el «temblor de dudas» que en la certeza y prefiera lo pequeño y sencillo a las grandes verdades.

En su epílogo, nos encontramos con un joven que alcanza la madurez y se percata de lo que tiene de común con los otros, «Y verá que las brasas/ del dolor y la dicha/ que surcaban su sangre/ han dejado en los otros/ la misma quemadura. / Verá que no está solo.» Y su canto se desdobla, lo dice expresamente, ese desdoblamiento de la voz poética para hablar de los otros, de uno. No podemos olvidar que lo privado es también político, que lo personal depende de lo colectivo en gran medida.

Gente en busca de su bandera es un texto cuidado al milímetro, con esmero, en el que nada sobra, cuyos versos concisos -de ritmo endecasílabo- destellan furor, pasión, belleza, ética, sin querer que lo formal ofusque el significado, sin caer en los brillos del esteticismo -con elegante sobriedad-, bañándose en agua clara la voz del corazón y la conciencia, con las palabras exactas. Sus versos nos pueden parecer aforismos a veces; otras, fulguran sus imágenes. Doy por seguro que quienes se adentren en sus poemas se emocionarán, encontrarán sensibilidad y humanidad. Un buceo, tal vez, para intentar comprender la condición humana -así como la historia de nuestro país y del mundo- y no olvidar el camino escarpado que hemos recorrido hasta llegar aquí, no olvidar que todavía hay que llevar la bandera y continuar, saber ser libre, saber que toda revolución empieza en uno mismo, comprender que la identidad es una construcción cultural e histórica.

El poemario comienza con este poema que le da título y que su autor nos recita :

https://fb.watch/bwahsG22ia/

ESTA ANTIGUA MEMORIA DE LA NOCHE

Leonard Matlovich ( Savannah, 1943- California 1988)

-I-

Cuando eres joven

guardas entre los puños

un agua escurridiza.

Una verdad apenas susurrada

arraiga entre tu pecho

como una madreselva sobre un muro.

Tus silencios aluden a un puñado de césped,

a lo tierno y lo esquivo.

Dentro de ti, la roca.

Dentro de ti, las ascuas:

la leche corrompida de un secreto.

Una corona de espinas en tu entraña,

aquello que aún no nombras

y por ello no existe.

Un amor, un amor

que en la intemperie sería combustible,

que al revelarse sería acantilado.

Vencejo antes que águila,

muchacho todavía,

cantas sin embargo a lo sombrío,

hasta que este miedo rompa su coraza,

la emoción o un relámpago derriben tanta cerca,

y el muchacho sea hombre

y ese amor se haga del consuelo.

-II-

Te atreviste a dar un paso al frente,

pero no estabas solo.

Hablabas tú,

pero olías a madera: rompías el silencio

soberbio y centenario de los álamos.

Tenías en tu pecho (¿lo sabías?)

un tesoro escondido:

el eco de los hombres que se amaron.

Los silenciados, quienes tuvieron miedo,

te entregaban su voz, te daban su coraje.

Venía de lejos, de muy lejos.

De hablar con los fantasmas.

De los bosques furtivos.

De la vida.

Este deseo, tan lleno de raíces,

¿ cómo si no era un jardín

más allá de las piedras?

No eras tú únicamente.

Traías

las espaldas cubiertas por la arena,

los brazos y las flores,

el espasmo, el recuerdo,

la plenitud, el hambre:

esta antigua memoria de la noche.

Como brota la savia en un árbol talado,

en ti se abría una fuente.

Hoy, los amantes,

en el golpe de fiebre de un abrazo,

oímos aún el agua y su murmullo.

Ya eres parte del eco.

UNA MUJER QUE MUESTRA SU VERDAD

Frances E. Farmer (Seattle, 1913 – Indianápolis, 1970)

Este corazón que llevas siempre a cuestas
y del que no entiendes
su amor tan combustible:
permítele que invoque a sus deidades,
permítele de nuevo el sacrilegio.

Aunque vendrá el rechazo si eres libre,
si en la vida y su fiesta de disfraces

no te pones la máscara.

Alguien te advertirá seguramente:
una mujer que muestra su verdad
ha de ser destruida.

Los hombres de bien señalan con espanto
tu belleza blasfema.
Pero no quieres ser de la mentira
y escupes tu metralla.
Si has de nacer de nuevo,
escoge esta piel sensible al mundo,
este incendio constante:
niega a Dios,
niega a Hollywood,
camina con el fuego.

Ya domarán los bastardos a la fiera,
pero antes,
como se limpia el barro
quien viene de la lluvia,
deja atrás la prudencia.

Sólo vive quien arde.

UNA CASA PARA LA TEMPLANZA

Una casa sin muros,

sin ladrillo que aísle de los otros,

concebida hacia afuera,

con voluntad de huerto o voz de salmo,

de siembra o de plegaria.

Una casa que no se cierre en ella.

Así, mujer, sería tu palabra:

una casa muy joven

donde todo germine todavía,

cereal o promesa

que no peleen las fieras.

Una casa para la mesura.

Una casa para tus hermanos.

De esta piedra que prefiere

los puentes a los diques,

así , mujer,

sería tu palabra,

materia que edifique y no destruya.

Una casa para vivir en el futuro.

Una casa para la templanza.

(No te escucharon, Clara:

tus paisanos

prefirieron la cueva y la batalla,

el verbo impregnado en queroseno)

Ahí quedó

tu casa solitaria,

tu palabra serena

para que alguien la habite.

No sólo se repueblan las ciudades:

también el pensamiento.