He vuelto a releer «Pido la paz y la palabra» y compruebo que siempre calan en mí los poemas de Blas de Otero, como lluvia o como rayo esperanzador. En mis talleres no faltan nunca poemas de Blas de Otero, especialmente cuando analizamos el ritmo y comprobamos cómo tiemblan sus versos. En este nuevo viaje por el libro me he percatado que no lo había compartido por este espacio, como a tantos otros poetas maestros. Espero suplir esta falta, si el tiempo me lo permite.
Hoy no tengo una almena
que pueda decir que es mía.
(de un romance viejo)
Ni una palabra
brotará en mis labios
que no sea
verdad.
Ni una sílaba,
que no sea
necesaria.
Viví
para ver
el árbol
de las palabras, di
testimonio
del hombre, hoja a hoja.
Quemé las naves
del viento.
Destruí
los sueños, planté
palabras
vivas.
Ni una sola
sometí: desenterré
silencio, a pleno sol.
Mis días
están contados,
uno,
dos,
cuatro
libros borraron el olvido,
y paro de contar.
Oh campo,
oh monte, oh río
Darro: borradme
vivo.
Alzad,
cimas azules de mi patria,
la voz.
Hoy no tengo una almena
que pueda decir que es mía.
Oh aire,
oh mar perdidos.
Romped
contra mi verso, resonad
libres.
AHORA
Caminos.
Sol en los hombros, avanzan
unidos.
Hay . Siempre. Hay
caminos.
ÁRBOLES ABOLIDOS,
volveréis a brillar
al sol. Olmos sonoros, altos
álamos, lentas encinas,
olivo
en paz,
árboles de una patria árida y triste,
entrad
a pie desnudo en el arroyo claro,
fuente serena de la libertad.