El río

Fotografía de Diego Jesús Romero Jaime

EL RÍO

¿ Estamos recorriendo el río

o es un sueño?

Puedo tocar la orilla verde y frondosa

donde canta el jilguero

en tanto el río nos arrastra al otro lado

una tierra de niebla y silencio

¿Es cierto lo que vemos

o solo un sueño?

Nota: El poema está inspirado en la fotografía de instagram, no exacta a la que aquí vemos, podéis comprobarlo en este enlace: https://www.instagram.com/p/CL5HjF7hrGB/

Reseña de Florencio Luque a mi poemario «La pared del caracol»

Mi agradecimiento al escritor y pintor Florencio Luque por su mirada- me ha descubierto matices nuevos de mis propios poemas- y por sus palabras a mi último poemario. Y, por supuesto, a la revista http://www.Ensentidofigurado.com, una revista de largo y firme recorrido, por su siempre amable hospitalidad.

http://www.ensentidofigurado.com/ESF98-19d.pdf?fbclid=IwAR21M8QT02KwRluo3awWyIv2Qwh6QcDwnr-iJtKfVycJMXyHejM90d-ZCGM

TRAYECTOS

Ana Isabel Alvea (licenciada en Derecho y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, profesora en talleres de creación poética y escritura creativa. Ha publicado los poemarios Interiores, 2010, Hallarme yo en el mundo, 2013, y Púrpura de cristal, 2017), parece decirnos que si alguien lo cuenta, sobrevive: si sobrevive, sabe de los estragos del tiempo; si de estragos y supervivencias, de esperanza, pues así lo escribe el caracol en su pared: lento deambular por el blanco azar para pedir paciencia en todo, para todo. Paciencia es contención, concisión, ajustarse, aceptar el presente para proyectarnos al futuro, espera esperanzada. Tal la propuesta de Alvea en su La pared del caracol, un abrirse a la esperanza, que sabe del tiempo (la realidad, ajena a los sueños) y, por ello, la obligada apertura a un espacio que alumbre un presente donde a lo bello no  le sea inherente su dialéctica. Siendo, como creo, esto así, Alvea divide su poemario en tres secciones. Por lo que hace a la primera, El tiempo y su impronta, los poemas (siempre, todos, con concisión y aproximación sensitiva a la realidad, descriptivos del sentir) constatan que, en efecto, el limo depositado en el tiempo solo deja vestigios de lo que fue en vitrales u ojivas, grumos que atribulan al corazón pues en la corteza de la memoria, las pisadas son sangre. La síntesis de este capítulo, por tanto, podría ser el poema breve siguiente:

¿ACASO EL TIEMPO

y su devastación

han arrasado mis pastos?

          De maizales y muros, la segunda sección, explicita que el Principio de realidad se impone sobre cualquier apelación al Principio de placer freudiano; vivir, vendría a subrayar, es ser consciente de que todos esos sueños que no terminan/ de cumplirse, / serían ilusiones que regamos en una estepa reseca. Poemas como Nosotros, Crisis económica, Adiestramiento, La banalidad del mal (una casa inquisitorial presidida/ por su escudo de calavera y siglos de mugre/ se levanta/ en cada uno de nosotros/…), trazan un itinerario por cierta condición según la cual el hombre no es solo lobo para el hombre, sino para sí mismo (Cuál es/ vuestra mordaza?), en tanto, o precisamente, amparado en una terrorífica normalidad (H. Arent). Estamos ante un capítulo, este segundo, en el que el dolor en sus distintas manifestaciones, se ha adueñado del tiempo y une a éste el desgarro concreto con el que llena su paso.

           Pero, ya lo comentaba al inicio de la reseña, si se sobrevive o bien la esperanza se abre a un futuro amable o bien teñimos de rosa el pasado, así que la tercera sección, Turbinas, apuesta decididamente por la esperanza. Así, en su pórtico, la cita que le acompaña (Yo sé que tú me perdonas, / azul de tantas mañanas, / porque no supe mirarte. / José Mateos) es toda una declaración de intenciones del contenido de los poemas, del Trayecto (nacer en noche oscura/ y confiar todos los amaneceres /) que  hemos de recorrer en su lectura. Esto hasta el optimismo que señala que el Arte puede salvarnos y nos consuela (Nice: el corazón de la locura) y de que hay que evitar el naufragio (Sirga), pues la vida se reinventa y nos alumbra (Arrabales).

          Hay en la escritura de Ana Alvea concisión y claridad, confidencias junto a la lumbre en una tarde de lluvia, el amor por la palabra (el lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. (…) Mi lenguaje tiembla de deseo. Roland Barthes) que nace no de la especulación abstracta, platonismos del tipo que fueren, sino de la humilde experiencia vivida y sentida hecha a golpes de tacto y mirada, del pulso de las pequeñas cosas (a pesar de que Algunas lecturas hablen de una música y una luz esencial que no son las que creemos oír ni ver), de la sinceridad de quien se esfuerza en ajustarse al sentido terrenal, humano, del lenguaje.

          Señalaba Lichtenberg que un libro es como un espejo. Si un mono se asoma a él no puede ver reflejado a un apóstol, así que, quizás,  si encuentran ocasión para ello, no estaría de más que se asomasen al espejo. Ya me dirán qué han visto.                                                        Florencio Luque

Esos especialistas del verso, Wisława Szymborska

Calle del Orco

TAD. G., Varsovia. Trabajando como trabaja en un ámbito no relacionado con la cultura, y encontrándose, como usted mismo dice, «en la segunda mitad de la vida», echa usted, de vez en cuando, mano de la pluma y escribe un poema en el que expresa diferentes y maravillosos pensamientos en forma de aforismos. Para usted, la poesía es un territorio donde coger aliento tras las dificultades de la cotidianeidad, un territorio en el que uno se puede olvidar un momento de muchos asuntos del día a día. Es así como nacen algunas de esas estrofas de una gracia un tanto ingenua e infantil que, sin embargo, parecen estar al margen del tiempo concreto y de la personalidad del autor. Los poetas «de casta» hacen justo todo lo contrario: la poesía no es para ellos un entretenimiento y una huida de la vida, sino la propia vida. Por eso intentan…

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La gloria secreta del surrealismo, Julien Gracq

Calle del Orco

Le pregunto a Breton por el curioso intento que hizo —con Aragon, Vitrac y una cuarta persona cuyo nombre no recuerdo— de poner en práctica el precepto del Manifiesto: Id por los caminos. Echaron a suertes el punto de partida, que resultó ser un pueblo de Loir-et-Cher: desde ese punto fueron al azar por el campo, a veces a pie y a veces cogiendo el tren para recorrer unas cuantas estaciones. Salió muy mal: Aragon tuvo la primera noche una agarrada con Vitrac, quien se volvió a París. Me cuenta Breton que los ánimos se agriaron enseguida: en las posadas rurales los miraban con suspicacia y no les daban habitación: con las largas etapas por las carreteras iba a más la sensación de malestar. La expedición concluyó enseguida en el tren de París y volvieron a la calle de Fontaine.
Y, no obstante, ese fracaso ridículo no testimonia…

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Las voces del exilio

Una de las actividades de Literatura Andaluza en Red ha sido su interesante seminario,  Las voces del exilio, cuyas ponencias pueden verse en este enlace:

“ Las voces del exilio”

Coordina: José Jurado Morales

Antonio colinas: «María Zambrano»

Aurora Luque y Antonio Rivero Taravillo: «Luis Cernuda, Concha Méndez y Manuel Altolaguirre»

Carmen Hernández Pinzón y Andrés Trapiello: «Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí»

Rafael Inglada y Manuel Bernal: «Antonio Machado»

Laia Quilez y Carolina Astudillo: «Figuras del exilio en documentales y cine»

 

Hace ahora 80 años, en 1939, tras la Guerra Civil española, miles de ciudadanos españoles buscaron refugio en Europa y, cruzando el Atlántico, en países como México, Argentina, Puerto Rico, Venezuela, Santo Domingo, Chile y Estados Unidos. Entre los miles de exiliados se contaban filósofos, pintores, científicos, artistas de cine y de teatro, músicos, escritores… Rafael Alberti, Mª Teresa León, Manuel de Falla, María Zambrano, Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí, Luis Cernuda, Concha Méndez, Manuel Altolaguirre, Max Aub y tantos otros autores tuvieron que desarrollar la mayor parte de su obra literaria lejos de España. Desde sus países de acogida, siguieron escribiendo, pero no solo textos de creación, sino también cartas a quienes se quedaron entre nosotros. La voz de estos escritores llegaba a nuestro país la mayor de las veces teñida de nostalgia, de rabia y de sabiduría. Sus cartas y sus obras son por tanto un testimonio de compromiso y preocupación por aquella España y por los españoles. Por esa razón desde este Seminario podemos escucharlos, uniendo sus obras con parte de la correspondencia que se conserva en los archivos de la Fundación Caballero Bonald.

 

 

Antología. Poetas actuales en sus propias voces

Me encontré esta antología en el muro de facebook de la poeta Concha García, todo un regalo. En ella podemos encontrar las voces de Ida Vitale, Julia Uceda, Dionisia García, Francisca Aguirre, María Victoria Atencia, Clara Janés, Juana Castro, Pureza Canelo, Noni Benegas, Fanny Rubio, Olvido García Valdés, Ana Rossetti, Chantall Maillard, Ángeles Mora, Esperanza Ortega, Concha García, Aurora Luque, Ada Salas, Luisa Castro, Andrea Luca…

https://canal.uned.es/video/5eb015d75578f20ac8239622?fbclid=IwAR0Agvo36g7_zGsihmHrD9ChGQh5q46h53ANQDQigEklPhFvkmUGPA5-Tgk

 

 

¿Qué es poesía?

La Asociación Cultural Noches del Baratillo por motivo del CL aniversario de la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer, que se celebra en el año 2020, me han solicitado amablemente mi respuesta a la rima XXI:  ¿Qué es poesía?

La poesía es poliédrica y no puede apresarse en un definición, pero esta es la que más se aproxima a mi consideración, susceptible de ampliarse:

«Toda la Literatura, como toda disciplina artística, es un modo de conocimiento; pero la Literatura al usar las palabras, concretas y reveladoras, nos acerca más el mundo. Y aporta un conocimiento no solo intelectual, también emotivo, además de un disfrute estético. Maravillosas las horas de lecturas, en su cobijo y abrigo, asomándonos al mundo y al otro. La Poesía goza de estas virtudes, pero para mí, principalmente, es la casa del ser (sí, me vendrá de Heidegger, supongo). Desde su ventana podemos mirar la realidad y mirarnos. Escribimos palabras como quien saca agua del pozo. Desde su alféizar reflexionamos sobre lo que vemos, lo cuestionamos, rememoramos las propias vivencias- y entre ellas estará el eco de las lecturas-, procuramos salvarlas del tiempo y del olvido, nos consolamos. Efectivamente, creo en su efecto catártico- como afirmaba Aristóteles respecto a la tragedia- , poder arrancar las malas hierbas o saber convivir con ellas.

El título de mi segundo poemario, Hallarme yo en el mundo, viene a ser una declaración de lo que supone para mí escribir: una manera de hallarme en el mundo, de planteármelo y confirmarme ante él. ¿Y por qué en poesía? Porque esta se asemeja al fonendoscopio de un médico para auscultar el corazón y escucharnos por dentro, los latidos y los pensamientos.

En mi último poemario, que se publicará en este año, La pared del caracol, se reveló una faceta de la poesía que no había visto antes: dejar testimonio de los sueños y de nuestra rebeldía.

… para no omitir esa parte

la que nada contracorriente

que también somos

                         y nos pertenece

 

Afirmaba José Hierro que el poeta dejaba testimonio de su tiempo, también.»

Madre del agua. Por las huellas del Tao

Madre del Agua

Os dejo mi reseña sobre el magnífico poemario «Madre del agua. Por las huellas del Tao» de Gregorio Dávila de Tena, con el que obtuvo el XXII Premio de Poesía » Eladio Cabañero» .Un libro igual de hermoso que enriquecedor, en él se funde poesía y pensamiento.

Mi agradecimiento al suplemento Quadern de Llibres, de la revista virtual Sonograma Magazine , por acoger en su espacio a mi reseña.

Madre del Agua