En esa época intenta escribir novelas en inglés y se matricula en la Escuela de Comercio. Se presenta a las pruebas de ingreso para la Universidad del Cabo de Buena Esperanza, que le habilita para estudiar en una universidad británica de su elección. Lo que ocurrió no está muy claro, pero el destino no lo llevó a Gran Bretaña y él decide irse a Lisboa en 1905, con 17 años, donde se matricula en el Curso Superior de Letras de la Universidad de Lisboa, que abandona en 1907. Es en esta época cuando entra en contacto con importantes escritores de la literatura portuguesa.
En agosto de 1907 muere su abuela Dionisia, dejándole una pequeña herencia. Con ese dinero monta una pequeña tipografía, que rápidamente quebró. A partir de 1908, se dedica a la traducción de correspondencia comercial, en esa profesión trabajará toda su vida, sin horario fijo, algunos días a la semana, le permitía dedicarse mejor a la escritura. Escribía por las noches de modo compulsivo, como una urgente necesidad.
Vivió en más de 20 casas, su vida fue una continua mudanza. Mantenía una apariencia muy elegante.
En la oficina conoce en 1920 a una joven de 19 años, Ofélia Queiroz, cuando tiene 31 años, su único amor. Mantienen una primera relación breve que durará 8 meses, de las que queda el testimonio de las cartas de amor. Estas cartas le harán escribir: “Todas las cartas de amor son ridículas…”, pero Pessoa no quiere una relación convencional y parece tener miedo al compromiso. Más tarde, en 1929, intentará Pessoa reanudar la relación, pero temía que no pudiera compatibilizar su dedicación a la escritura con la vida matrimonial. La relación se ve interrumpida por las extravagancias literarias del poeta, quien a veces firma sus cartas como Álvaro de Campos, a quien Ofelia odiaba. Poco antes de romper, Pessoa le escribe:
«Toda mi vida gira en torno a mi obra literaria, buena o mala, lo que sea, lo que pueda ser. Todos (…) tienen que convencerse de que soy así, de que exigirme sentimientos —que considero muy dignos, dicho sea de paso— de un hombre común y corriente es como exigirme que sea rubio y con los ojos azules.»
Inicia su actividad de ensayista y crítica literaria con la publicación, en 1912 en la revista «Águia», del artículo La nueva poesía portuguesa sociológicamente considerada, al que seguirán otros, que fueron recogidos en un libro posterior titulado La nueva poesía portuguesa. Para él la nueva poesía portuguesa se caracterizaba por: vaguedad, sutileza y complejidad.
Empezó a traducir y a escribir para la revista de vanguardia Orpheu (1915), publicación audaz que sacude el panorama literario. En 1917 Álvaro de Campos publicará en el único número de Portugal futurista, su célebre Ultimátum, manifiesto irreverente que ataca a los principales escritores europeos del momento, arremete contra la decadencia de la cultura europea y es una invitación a una nueva Europa, codirigirá la revista Atena (dirigida por él mismo), también publicará en Ruy Vaz (a partir de 1924) o en Presença ,que se crea en 1927. En esta revista se publica un artículo de José Régio titulado “Sobre la generación modernista” en el que se consideraba a Pessoa como maestro, lo que motivó el contacto de Pessoa con los jóvenes poetas de esta revista y que fuese uno de sus colaboradores. Su primer libro de poemas, Antinous, apareció en inglés en 1918.
Su primera obra en portugués, el poema patriótico Mensagem (Mensaje), única que publicó en vida, no apareció hasta 1933.
Quiso una poesía de la inteligencia, poesía del pensamiento: “Lo que en mí siente, está pensando”. Dice en el poema 13 de Cancionero, una poesía donde prima una razón controlada por la sensibilidad, como comenta Ángel Crespo en su prólogo a una de sus antologías.
Pessoa es internado el día 29 de noviembre de 1935, en el Hospital de São Luís dos Franceses, con el diagnóstico de «cólico hepático» , falleciendo a causa de las complicaciones posiblemente asociadas a una cirrosis provocada por el excesivo consumo de alcohol a lo largo de su vida (a título de curiosidad. El día 30 de noviembre muere a los 47 años. En los últimos momentos de vida pide sus gafas y clama por sus heterónimos).
LOS HETERÓNIMOS
Uno de los rasgos que más sorprende es la existencia de sus heterónimos, llegó a crear 72 heterónimos. El profesor Perfecto Cuadrado , en una de sus conferencias, expone diversas explicaciones dadas a este hecho: inestabilidad sentimental del poeta, despersonalización, por motivos esotéricos y de alquimia ( los heterónimos eran aislamientos de los distintos yo que nos conforman para alcanzar la piedra filosofal, que es el conocimiento), también es el cumplimiento del deseo de Pessoa de ser todo de todas las maneras posibles, sentirlo todo, decirlo todo, la búsqueda de lo absoluto propio del Romanticismo, “Sé plural como el universo”, nos dirá Pessoa.
El 8 de marzo de 1914 empezó a escribir de pie (pues solía escribir de pie) y escribió llevado por una inspiración febril treinta y tantos poemas, fue cuando a pareció Alberto Caeiro. Inmediatamente escribió algunos poemas de Pessoa. De Alberto nació Ricardo Reis y opuesto a los dos la Oda triunfal, de estilo vanguardista, con influencia futurista, de Álvaro de Campo.
Los tres heterónimos más conocidos (y también aquellos con mayor obra poética) fueron Álvaro de Campos, Ricardo Reis y Alberto Caeiro. Un cuarto heterónimo de gran importancia en la obra de Pessoa fue Bernardo Soares, autor del Livro do Desassossego (Libro del desasosiego), una importante obra literaria del siglo XX. Bernardo es considerado un semi-heterónimo por tener muchas semejanzas con Fernando Pessoa y no poseer una personalidad muy característica ni fecha de fallecimiento, al contrario que los otros tres, que tienen fecha de nacimiento y muerte, con excepción de Ricardo Reis (que no tiene fecha de fallecimiento).
Unos versos de El guardador de rebaños, Alberto Caeiro
…Ser poeta no es una ambición mía.
es mi manera de estar solo.
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Antes el vuelo del ave, que pasa y no deja rastro,
que el paso del animal, que deja un recuerdo en el suelo.
El ave pasa y olvida, y así es como debe ser.
El animal, donde ya no está, y por eso de nada sirve,
muestra que estuvo antes, lo que no sirve para nada.
El recuerdo es una traición a la Naturaleza,
porque la Naturaleza de ayer no es Naturaleza.
Lo que ha sido no es nada, y recordar es no ver.
¡Pasa ave, pasa, y enséñame a pasar!
* Datos recogidos de Wikipedia, conferencia: http://www.youtube.com/watch?v=Bbek5-9s8V8&feature=share y del prólogo de Ángel Crespo en Antología poética. El poeta es un fingidor, de Austral.